POV TAKAHASI MISAKI
Mis manos sudaban, no sabía cual sería su reacción al verme en su casa, pero tenía que intentarlo. Me sorprendió la llamada de Haruhiko cuando me cito para explicarme porque se iba, pero le agradezco inmensamente que lo haya hecho. No quiero perderlo de nuevo, siempre será mi primer y verdadero amor, por eso me choca que quiera separarme de él.
Lo espero en la habitación, las luces están apagadas, ojalá me entienda. Quiero que esta vez por lo menos la decisión que tome sea una propuesta que nos permita pensar en nuestra relación, sus consecuencias y cómo podríamos… quizás estoy tan nervioso que ya me estoy haciendo ideas en la cabeza, pienso en la posibilidad de estar a su lado, pero también tengo que pensar que tal vez todo esto no vale la pena y que el único que tiene el corazón en vilo soy yo.
Escuche la puerta abrirse y las maldiciones propias del largo viaje. Mi deseo y temor rivalizaban en intensidad. Los pasos por el corredor, la mano en la chapa y simplemente verlo entrar quitándose el chaleco y comenzando a desabotonar su camisa. Inmediatamente salive, estaba petrificado creo que mis latidos era lo único que aseguraba que seguía vivo, porque no sentía ni mi respiración.
Escondido como estaba en la penumbra era difícil que notara mi presencia, por eso camine hacia él para poder ayudarlo a sacarse la camisa, su reacción fue lógica. Giro apartándose, sus ojos me mostraron su sorpresa, yo solo sonreí.
Continúe con mi labor, lento pero seguro procedí a terminar de desvestirlo. Hoy no quería ser el dulce Misaki, quería que viera que era más propio de sus bajos instintos que de los dulces y tiernos que le provocaban tomarme como una doncella.
Escuche mi jadeo cuando sus labios tomaron los míos abriendo con brusquedad mi boca para introducir su lengua. Sus manos ya estaban en mi cuerpo y eso me excitaba. ¿Cómo puede alguien transmitir tantos sentimientos en una acción tan simple?
Me separé para proceder a desabrochar su pantalón, cuando hubo terminado lo senté en el borde la cama solo con su bóxer. Fue cuando me retire para darle una visión más propia de lo que llevaba, deje resbalar la bata sobre mis brazos para que pudiese observar mi cuerpo.
Avance sin miedo, ya no más, me lo prometí cuando fui consciente de que todavía lo amaba, ser el único que pudiese complacerlo por completo.
Deslice mis manos por su pecho, su respiración me indicaba que estaba tan ansioso como yo, su erección era visible por encima de la prenda que llevaba, baje con besos por su torso para poder morder sobre la tela su virilidad. No había pasado mucho desde la última vez que estuvimos juntos, pero ese mes lejos de él definitivamente me aclararon demasiadas cosas.
Lo empuje sobre el lecho para ubicarme en medio de sus piernas y comenzar a estimularlo con mi lengua. Una de sus manos tomo mi cabello marcando el ritmo al cual debía moverme, su boca liberaba gemidos de éxtasis que aseguraban que estaba haciendo un buen trabajo. Lo cual elevo mi ego e hizo que acelerara mi trabajo para poder recibir su semilla en mi boca.
El gruñido de placer fue acompañado con su liberación, trague la mayor parte, para limpiar lo que quedo por fuera de mi boca. El restante fue llevado a sus labios, era la primera vez que lo hacía, pero su sabor en medio de nuestro beso era casi un símbolo de alianza.
Con rapidez procedió a ubicarme debajo de él. Ahora quien era cubierto de besos y mordiscos era yo. Se detuvo para acariciar mi cara, me miro con tanta calidez, esa que me dedico el primer día que estuvimos juntos en el sillón de su apartamento.
- Misaki…¿por siempre tuyo? – asentí para rodear su cuello con mis brazos y atraerlo para poder besarlo con todo mi sentimiento.
Me separo de sus labios al sentir su fría mano en mi trasero. Mostrando su alegría por mi reacción procedió a prepararme. Mi espalda se arqueo demostrándole el placer que me estaba dando, no deseaba más sus dedos, lo quería a él.
- Akihiko… ¡jódeme! – su risa de burla en otro momento habría hecho que me levantara, pero el tiempo pasa y las personas cambian, por eso opte por otra estrategia.
Mis manos tomaron su rostro y con esa expresión que sabía lo enloquecía, le incite a darme lo que quería.
- ¿Me manipulas? – humedecí mis labios en señal de desafío, fue cuando lo sentí.
- ¡Ahh! – solo una estocada, un movimiento limpio que me lleno por completo, un vaivén que me dio lo que añoraba cada día desde que lo volví a tener junto a mí.
Grite como nunca por el goce que me transmitió, esta vez era distinto, solo porque ahora si podía decir que era mío y yo de él. No más mentiras, no más malentendidos o verdades a medias. No existía Nyoko o deseos de complacer a Takahiro, éramos los dos.
Me moví provocando que su falo se hundiera por completo en mi interior. Mis piernas terminaron en sus hombros mientras Usagi se movía al compas que yo le pedía, mis jadeos escasamente permitían conformar una oración completa.
Una y otra vez sentí deslizar su miembro en mi interior, y yo apretaba mi esfínter para complacerlo en esa sensación de total control.
Percibí como se alejo de mi para darme vuelta y colocarme en una posición que tenía mejor acceso al punto donde sabía podía llegar al máximo placer.
Sus manos sujetaron mi cadera para nuevamente penetrarme, ya no era una pequeña pieza delicada, era su amante, su pareja, me lo hizo sentir con cada embestida.
Me erguí para pegarme a su pecho, uno… dos…tres golpes firmes, uno de sus brazos en mi cintura y el otro el apresando mi miembro con su mano.
- Aki…hiko…
- ¡Dilo! – agarré su cabello para buscar sus ojos, esos ojos lilas que me enloquecieron desde que lo conocí, desde que mis celos ganaron por sus palabras a mi hermano, por sus reproches por mis notas. Todo eso se veía tan lejano… - ¡Dilo Misaki!
- Te…te amo… ¡mmmh!
Tan lleno como estaba su miembro palpitante arrojaba su contenido dentro de mi ano. La sensación era tan obscena como sensual. Caí en el colchón dejando que terminara de eyacular.
Esa noche no dormimos, aunque lo que siguió fue más dulce y calmado, cada unión con Usami-san me confirmaba que nunca había dejado de ser suyo.
La mañana nos sorprendió riendo por como las cosas se habían dado, sus manos frías se deslizaban por mi espalda adormeciéndome por el trabajo hecho durante la noche.
- Te lo dije – murmuré sobre su pecho. Levanto mi mentón para ver mis ojos, Cerro los de él como si algo lo hubiese deslumbrado. – Lo nuestro es más que un anillo. Por eso nunca me separare de ti.
- Por siempre tu y yo.
Recostándome de nuevo, escuche su latido para antes de quedarme dormido, al fin podía decir que las tardes negras de mi vida habían acabado.
Estaba con mi único amor.