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Tardes Negras por Mascayeta

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POV Misaki Takahashi.

- Si regreso, no me dirás más mentiras ¿verdad? – lo veo levantarse y me toma de la mano. Me deja sentado en el sofá mientras busca una toalla para limpiarme.
- Nyoko estuvo en la rueda de prensa – me dice mientras saca de su abrigo un sobre. Lo abro y leo el resultado, mis manos mueven el papel mirándolo con los ojos humedecidos – asegura que es tuyo.
- ¿Lo sabías? – afirmó con la cabeza – El único ciego era yo…

Estoy enojado esquivo su mano, otra vez me aleja de su lado, no entiendo porque no puede o no quiere retenerme. Mi duda hace que le pregunte como se enteró, si quiero rehacer mi vida debo saber la verdad.

- Un año después de la boda la encontré en uno de mis viajes con un hombre, aseguró que era su jefe. No le di importancia. – Me observas mientras saco mi ropa de la bolsa de la lavandería. No te quiero oír, pero es preciso – hace unos meses no pudo negarlo, la encontré con su nuevo amante, un hombre…que trabaja en tu oficina. Me dijo que pronto se separarían… que todo había sido un error… porque todavía me amas.

Solo puedo mirarte con desdén, de mi sale un bufido mientras termino de arreglar mi vestuario; tus ojos reflejan tristeza, pero sobre todo el sentimiento de culpa, nunca has sido un simple espectador en esta situación.

- Misaki… no te vayas.

Hago una reverencia y agradezco la hospitalidad, me marcho y sé que no iras tras de mí, que por ella te he perdido… otra vez.

Las palabras de Akihiko resuenan en mi mente, llevó caminando sin un rumbo fijo desde que deje su habitación, me despedí para no volver a verlo, me traiciono como lo hizo Nyoko, mi amada esposa, la mujer por la que cambie mi felicidad, pero ahora me dice que tiene dos meses de embarazo, que ese niño que viene en camino es mío, y yo no puedo dudarlo.

Fue para los días de nuestro aniversario, una celebración propia de una pareja joven y que se ama, pensé mientras preparaba un delicioso menú para ella, pero cuando llego debí entender lo ridículo que me veía, porque solo apartó su mirada para decir que se cambiaría.

Casi una hora después bajo vestida con algo ligero, no pude sino humedecer mis labios de solo recordarla, quizas aún la deseo. No entiendo mi corazón ni mis sentidos, pero con el tiempo aprendí que ambas cosas no siempre van de la mano. Reímos, bailamos y al final hicimos el amor como en nuestra luna de miel, vi una marca en su espalda, pero en la emoción pensé que la había hecho sin darme cuenta, que ingenuo, ¿cómo logre llegar hasta donde estoy en mi trabajo, si soy tan fácil de manipular?

El celular suena y veo en la pantalla su nombre, contestó y escuchó su llanto. Pregunto dónde está, por fortuna es cerca de donde me encuentro. Cuando llego se lanza a mis brazos, la detengo porque no quiero nada suyo, pero tampoco puedo negarme a la posibilidad de ser padre.

- Hasta que nazca – le digo, ella asiente. Si lleva mi sangre me odiare por lo que estoy haciendo en este momento, pero si no es así, prefiero no quedar con el cargo de conciencia.
- Es tuyo te lo juro – sonríe y no le creo, porque cuando descubres que te engañan la confianza se pierde y con ella los sentimientos.

Pero no ocurre así con Usagi-san, y sé que el culpable de esto es él, porque me alejo de su lado hace tres años…

Entramos al cuarto de hotel donde se queda, el empleado me mira y suspira, quiero no pensar que hubo alguien antes que yo con “mi esposa”, hoy solo deseo despejar mi mente, mañana cuando estemos en Tokio comenzare los cambios en mi vida… en las noticias sale un peliplata conocido…

“El afamado escritor Usami Akihiko asegura que aun no ha encontrado la persona perfecta… podríamos decir que quien posee la otra punta del hilo rojo de su destino, todavía no ha llegado”

Apago el televisor, haciendo la pregunta a quien no se encuentra conmigo: Akihiko ¿si llegó y decidiste cortar con él?

Miro mi muñeca como si buscara ver el dichoso hilo del que habla el mito; al final, nada. Vuelvo el rostro hacia donde la respiración de Nyoko suena pausada, no se cuando se ha dormido, no me importa.

Cualquiera puede perdonar una infidelidad, pero yo no soporto la mentira.


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