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Tardes Negras por Mascayeta

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POV USAMI AKIHIKO.

El almuerzo con mi familia se convirtió en el circo que esperaba. Agradecí que mi hermano fuera tan estoico como yo, ya que, si mi madre volvía a hacerme un reclamo, posiblemente en este momento estaría en la cárcel por intento de homicidio.

Introduzco las maletas en el auto, sé que Haruhiko ira por al aeropuerto a recogerlo en la mañana. Antes de dirigirme al terminal debo cumplir con el compromiso en la casa de los Takahashi. Por lo menos poder despedirme adecuadamente de mi amigo y de mi examante. Luego un viaje sin regreso al hermoso Londres.

Por lo menos la mujer que me pario no insistió en que me quedara a vivir en la ciudad. Su sonrisa me dio a entender que estando en Inglaterra le sería más fácil manipularme, ¿cómo podía ser tan calculadora?

Años sin verme, escasamente pasando uno que otro mensaje para saber si todavía existía, y ahora aparecía para exigirme que debo casarme y darles un nieto. ¿Por qué no se lo piden al primogénito?

Es lamentable toda esta situación, y la tarde no mejoro en nada. Al llegar donde Takahiro me encontré con la sorpresa que Misaki se marchó sin decir dónde. Simplemente un día apareció con las llaves de su apartamento, los papeles que confirmaban la venta de su empresa y con eso se despidió.

Takahiro y Manami solo argumentaron que por lo menos mandaba pequeños mensajes diciendo que estaba bien pero que no les diría donde, que necesitaba estar solo y aclarar su mente y su corazón. Sabía que mentían, pero no puedo obligarlos a nada.

Me sentí culpable, que más podría decir si parte de esa confusión era parte de lo que yo le había causado con mi estúpida debilidad. Agradecí por el pedazo de torta, irónico decir que era la que más me gustaba. Algo que solamente sabía Misaki, pero que ahora compartía con su familia. Fue cuando note que llevaba años separado de Takahiro, que ya no estamos tan unidos como antes, pero que tampoco podíamos compartir como en la escuela. Tantas dudas y deseos de protegerlo y la verdad era que hacia años él había seguido adelante y yo era el único que continuaba anclado a un pasado arrastrando a su hermano en esa absurda fidelidad.

Abrí la puerta de mi auto para marcharme.

- Lo siento. – La voz de mi amigo de colegio me detuvo haciendo que girara para entender la premisa emitida.

Mi expresión fue clara por la duda que reflejaba. Con un suspiro se acomodo las gafas y me regalo una sonrisa sincera. ¿Cuántas veces rogué porque esa sonrisa me dijera que me amaba? Pero eso era cuestión del pasado, uno que me permitió conocer a mi bello Misaki… recién noto que cada vez que lo recuerdo, antepongo un pronombre posesivo, pero es difícil no sentir como una propiedad a quien se ama.

- Aún no comprendo porque no me di cuenta, pero menos entiendo porque no te opusiste a mi capricho y terminaste con la relación que tenían.

¡Golpe bajo!, pensé al escuchar esas palabras, Así que mi cuñado ya sabía de la relación que sostenía con su pequeño hermanito. Alce los hombros y vi como sonreía con cansancio, no podía contestarle nada. Por eso prosiguió en lo que parecía un monologo por mi silencio.

- Akihiko lo principal para mi desde la muerte de nuestros padres ha sido la felicidad de Misaki. Mejor que nadie sabes que dejé todo a un lado con tal de que no se lo llevaran los de adopción, - asentí, en esos años vi como sus sueños eran desplazados por cuidar de su hermano y poder sostener su pequeña familia disfuncional -. Por eso si tu eres su felicidad, te pido que lo busques.

Seguía allí sin poder decir nada. Era como si todo el vocabulario que sabía en ese momento hubiese desaparecido de mi cabeza. Takahiro se acercó y me abrazo.

- Espero que no sea una despedida – dijo de manera sincera y con generosidad, siempre admire eso de él – quiero verlos juntos para navidad.
- No…no puedo prometerte nada.

Se separo y acomodando las gafas en su rostro, asintió.

- Para ser escritor eres malo leyendo la vida Akihiko-kun.


En el avión recordé esas palabras y realmente no entendía su significado. Por ahora, lo único claro era poder alejarme de todo y de todos. Empezar de nuevo en otro lugar, nunca lo olvidaría, pero como negarle la posibilidad de ser padre, de amar a su hijo. Desearía tanto poder cumplir ese deseo.

Cerré los ojos para descansar un poco. El viaje era demasiado largo, once horas de vuelo acaban con la paciencia de cualquiera, la ventaja es que era tanto lo que debía hacer que solo debía dormir un poco para poder recargar fuerzas y comenzaría a escribir los últimos capítulos de la novela que debía entregar el mes entrante.

Entre dormido y despierto vi pasar cada momento de mi relación con Misaki. Definitivamente el problema no era no poder vivir sin él, lo había hecho desde su matrimonio, pero desde que lo encontré…error, desde que se metió nuevamente a la fuerza en mi vida, me di cuenta de que, si respiro, me muevo o simplemente existo, es porque lo quiero a mi lado.

Sin embargo, el haberse marchado sin siquiera una despedida me mostraba que como siempre el menor de los Takahashi había seguido adelante, mientras yo me negaba a olvidarlo. En mi cabeza se presentaban las imágenes de cada uno de los días que compartimos, como sus palabras podían desnudar no solo mi cuerpo sino también mi alma.

Como su nombre podía convertir mí peor día en el mejor de todos, como su piel me consumía en una hoguera donde mi cuerpo solo pedía poder saciarme con sus gemidos y rasguños. Sus besos, su voz, ¿cómo olvidar a quien se ha convertido en el motor de tu vida? Entonces ¿cuál era el problema de mantenerlo conmigo?

- ¡Soy un maldito imbécil! – la persona a mi lado me mira enojado, parece que lo he gritado.

No me importa aceptarlo en voz alta, igual que puede hacer una voz al viento cuando quien se desea que la escuche no se sabe dónde esta.

Mire mi muñeca, quería pensar que la leyenda del hilo rojo se aplicaba en mi caso. Finalmente opte por comenzar a trabajar.

- ¿Qué lazo buscas Akihiko? – pregunte mentalmente para recordar mi decisión – si fuiste tu quien decidió cortarlo a pesar de haber encontrado tu pareja.


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