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Intercambio antes de Navidad por Kokoro Yolotzin

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Notas del capitulo:

¡Hola mis queridas/os lectores/as!


Gracias por haberme esperado. Tuve unos pequeños problemas con la computadora así que no tuve tiempo de terminar la 2da parte como yo me lo había propuesto desde un principio. Creanme que, aunque trato de escribir algo corto, las palabras siguen y siguen brotando de mi mente. Es por esa razón que habrá una 3ra parte de la historia.


Espero que perdonen mi poca puntualidad con la historia pero la verdad es que si la quiero terminar. Tambiénsu apoyo me sirve de mucha inspiración.


Sin más, comencemos con la historia.

Después de un largo rato de meditar, Akihito pensó que después de todo, ambos (inconscientemente) habían deseado que eso sucediera. Se maldijo mil veces por las palabras del día anterior. Él no quería ser Asami. Si ni siquiera se sentía plenamente preparado para hacer sus labores de fotógrafo, menos estaba preparado para afrontar una responsabilidad como la de ser un jefe de la mafia y un empresario de alto prestigio.


Entretanto, Asami ya estaba listo para salir del departamento e ir al trabajo de Akihito. ¿Qué tan difícil sería suplantar al rubio? Él tenía habilidades que nadie más poseía, y entre esas personas estaba Akihito. Sabía que él podía resolver su trabajo en un santiamén.


Cuando el mayor se disponía a abandonar el lugar, Akihito salió tras él.


— ¡Hey Asami!—le gritó desde la habitación de él.


Asami lo miró fijamente para después preguntarle— ¿Qué sucede? —


—No vayas a hacer ninguna tontería en mi cuerpo, por favor. Y ten mucho cuidado con mi trabajo. Aunque no lo creas, es lo más preciado que tengo. —Asami sólo lo miró de reojo.


—Espero lo mismo de ti. Tengo una reputación que cuidar —y salió sin decir una palabra más.


Akihito se quedó con un vago sentimiento. No sabría con exactitud qué haría ese día. No iba a ser tan sencillo suplantar a Asami. Él tenía un carácter demasiado complicado, y él no podía igualarlo. Con su sola presencia, imponía respeto y autoridad donde quiera que se parase.


Antes de salir también del departamento se miró al espejo. Usaba los cotidianos trajes del yakuza. Tenía que admitir que le gustaba el estilo que portaba Asami, pero él se sentía incómodo usándolos. No quería imaginar lo asfixiante que sería usarlos todos los días. Esperaba con ansias a que este embrujo, maldición o lo que fuera terminase. Pensaba que Asami lo había tomado demasiado bien. Tal vez le gustaba ver el sufrimiento del rubio.


—Bueno, ha llegado la hora —la voz gruesa que poseía en esos momentos le intimidaba. Trataría de hablar lo menos posible para así no oírla. Y sin más que decir o pensar, salió rumbo a la oficina de Asami.


°°°°°°°°°°°°°°°


Asami estaba en frente de un edificio de mal aspecto y algo viejo. Las paredes estaban descascarilladas y faltaba pintura en varias partes. Por obvias razones ese tenía que ser el lugar donde trabaja Akihito.


Muy a su pesar, entró. El azulejo del piso se encontraba manchado y el techo tenía una humedad extrema. Asami frunció el ceño. Ese lugar no era menos peor que los sitios a los que se había tenido que adentrar para salvar a Akihito. Lo primero que haría cuando regresara a su cuerpo sería obligar a su mocoso a renunciar. Seguía sin entender la terquedad de Akihito por trabajar. Con él lo tenía todo. No tenía que soportar ninguna carencia. Y si de trabajar se trataba, él podía conseguirle un puesto en la empresa. Sólo era cuestión de que accediera a su propuesta. Pero eso no sucedería ni en mil años. Akihito tenía una actitud obstinada y perseverante.


— ¡Oye Takaba, mueve el maldito trasero y ven acá! —esa voz enfadosa lo sacó de sus pensamientos. Miró hacia a un lado y vio a un señor regordete, que posiblemente sería el jefe de Akihito. No le parecía nada la forma en la que se dirigía al menor. ¿Acaso de esa forma se dejaba tratar el rubio?


—Buenos días —la expresión que Asami hizo en el cuerpo de Akihito denotaba molestia.


— ¡Nada de buenos días Takaba! Ayer fui muy claro en que quería que llegaras temprano. Ya casi son las once y tú apenas de dignas a llegar. —a pesar de que habían unas cuantas personas a su alrededor, el jefe de Akihito no dudó en regañar al que creía que sería el rubio.


Nunca nadie se había atrevido a hablarle así a Asami. Pero él en esos momentos no era Asami Ryuichi sino Takaba Akihito.


—Como llegaste tarde, tuve que darle las labores de nuevo a Daichi. ¿Hasta cuándo vas aprender a ser mínimamente como él? Tal vez hasta que te despida, ¿no? —Asami permaneció callado. Sabía que si hablaba, la furia que tenía en esos momentos no se iba a contener. Pero tenía que fingir— Bueno, como ya no queda más trabajo pendiente, será mejor que acompañes a Daichi. Tal vez pueda necesitar ayuda —Asami se sorprendió un poco al ver que Akihito no tenía trabajo pendiente. Siempre lo veía trabajando abrumado. Y últimamente más. Así que no entendía lo que estaba sucediendo.


—De acuerdo —el jefe lo miró. No parecía Akihito aunque para él lo era. Lucía serio y reservado.


—Bueno, Daichi te estará esperando afuera. Ahora váyanse y no vuelvan hasta que me den unas fotografías de las cuales esté orgulloso —se dirigió a su oficina después del buen regaño que le había dado.


Ese maldito viejo —faltaba poco para que lo sacara de quicio. Si esto era lo que tenía que lidiar Akihito cada día, entendía su constante pésimo humor.


—Parece que regañaron a la señorita Takaba. ¿Quieres que te traiga un pañuelo para que llores? —Asami volteó y se encontró con un hombre, posiblemente mayor que Akihito pero menor que él.


— ¿Disculpa? —Asami no había entendido a quién se dirigía. Si no escuchó mal, había llamado a Akihito “señorita”.


—Ahora te haces el que no entiendes, ¿verdad? Déjalo así. Todos aquí nos hemos dado cuenta que tienes un lento aprendizaje. Ni siquiera me quiero imaginar lo mucho que has de fastidiar a las personas con las que convives —no podía creer lo que estaba escuchando. Se preguntaba el porqué de ese idiota— Será mejor que nos demos prisa. Hoy vamos a fotografiar a lindas chicas en bikini y no me lo quiero perder por nada —Asami ansiaba golpearlo, pero se tenía que controlar.


Sin responderle, lo siguió. No era a lo que estaba acostumbrado Asami, pero tenía que fingir ser Akihito. Y para ello debía tener demasiada paciencia. Sabía que el camino sería largo para ambos.


°°°°°°°°°°°°°°°


Akihito llegó a la oficina de Asami. Se había encontrado a Kirishima en el estacionamiento y dejó que lo llevará. Aunque más bien era obligación de Kirishima servir a su jefe, quién ni remotamente sospechaba que era Akihito.


La oficina estaba inundada por la fragancia de Asami. Todo estaba perfectamente acomodado en su lugar. No era un desastre como la oficina de su jefe. Obviamente no tenían punto de comparación.


Decidió sentarse en el sillón de Asami. Era tan cómodo, tan reconfortante. Si hubiese querido, podía quedarse dormido todo el día allí.


Escuchó como la puerta se abrió y entró Kirishima algo angustiado.


—Disculpe jefe por la intromisión —Akihito sólo le sonrió, acción que se le hizo un poco rara—, pero tengo malas noticias que comunicarle.


—Oh sí, claro… Claro —y de sus labios se escapó una risilla nerviosa— Dime, ¿qué es lo que sucede? —se percató que Kirishima lucía preocupado.


—Los encargados del banquete cancelaron, señor. Dijeron que el chef se había lastimado y que tuvo que ser internado en el hospital —Akihito abrió los ojos desmesuradamente. Sabía que el banquete tenía relación con la reunión que se llevaría a cabo en la noche.


—Pues… Pues contrata a alguien más —estaba acongojado. Recordó las palabras de Asami acerca de perder el prestigio de su empresa por ese pequeño error.


—Lo siento señor pero he llamado a todos los lugares y dicen que no laboran en estas fechas. Todos sus cocineros están de vacaciones en el extranjero —


No puedo creerlo, apenas llegué y ya me están lloviendo las malas noticias. ¿Asami, tú qué harías? —pensó Akihito e inmediatamente tomó su teléfono. Llamó a Asami sin importarle la presencia de Kirishima pero el pelinegro ni siquiera contestó. Lo intentó tres veces más pero no había respuesta.


— ¡¿Por qué ese idiota no contesta el teléfono?! —estaba irritado. No quería que la reunión se viera afectada por una cosa mínima como lo era la comida. Así que pensó y pensó en una solución— ¡Ya lo tengo! —Tal vez no era la mejor idea pero era mejor eso a nada— ¡Yo cocinaré! —Kirishima perdió el color de su rostro.


— ¿Está seguro jefe? Recuerde que son trescientos invitados —Kirishima no sabía que su jefe tenía capacidades para la cocina. Eso le dejó sorprendido.


— ¡Sí, estoy muy seguro! —le sorprendió demasiado la determinación de su jefe. Nunca lo había visto tan efusivo.


—De acuerdo jefe, usted dígame que es lo que necesita y yo lo ayudaré en lo que pueda —Akihito recordaba que Kirishima también sabía cocinar. Cuando Asami se enfermaba, él iba al departamento y no sólo hacía las labores cotidianas del hogar sino también preparaba los alimentos del yakuza con sumo cuidado.


—Por lo mientras necesito que me lleves de nuevo al departamento y de camino allá, pasaremos a comprar todo lo necesario —Akihito estaba decidido a que no dejaría que Asami se fuera a la ruina por su culpa. Además, tenía que demostrarle que él era capaz de llevar esa fiesta a cabo.


Ambos hombres salieron de la oficina dispuestos a cumplir con su objetivo. Y sólo tenían menos de ocho horas para lograrlo.


°°°°°°°°°°°°°°°


Una vez más, no entendía cómo Akihito soportaba ese calvario todos los días.


— ¡Takaba, deja de holgazanear! —le gritó Daichi. Él estaba fotografiando a unas modelos en traje de baño mientras Asami acomodaba el equipo. El yakuza no recibía órdenes, él daba las órdenes. Pero tenía que hacer un sacrificio… Uno sumamente grande, el cual le cobraría cuando ambos regresaran a sus respectivos cuerpos.


La posición en la que se encontraba en esos momentos le recordó cuando irrumpió en el trabajo de Akihito haciendo que el menor se avergonzara. Era tan satisfactorio verlo en esa faceta.


—Oye, Takaba… —escuchó como una voz femenina se dirigía a él. Asami volteó. Vio a una linda chica de ojos azules y piel tan blanca que parecía porcelana. Por obvias razones era una modelo ya que portaba un bikini turquesa. Se percibía que ya conocía a Akihito desde hace vario tiempo. Tal vez habían trabajado juntos antes. No era raro que él realizara ese tipo de trabajos— No quiero ser impertinente pero quería invitarte a una fiesta que vamos a organizar esta noche —detrás de ella se podían escuchar las risitas burlonas de sus compañeras de trabajo. Asami notó de inmediato que a esa chica le gustaba Akihito. Entonces se preguntó si a él también le gustaba ella— Estaría encantada de que fueras —un ligero rubor apareció en las mejillas de la joven.


—Lo siento, ya tengo otro compromiso —la expresión tan fría en la que se lo dijo hizo que la chica se intimidara un poco.


—Oh —su voz de pronto se volvió apagada—, de acuerdo Takaba. Ya será para la próxima. Espero que tengas una linda Navidad —y sin previo aviso tomó el rostro de “Akihito” entre sus manos y le otorgó un beso en la mejilla. Después de esto corrió con sus compañeras y un ambiente de risas desesperó al yakuza.


Asami no podía creer lo que había presenciado. ¿Cómo esa niña se atrevió a besar algo que era de su propiedad? Cuando viera a Akihito, le exigiría una explicación por tan desagradable comportamiento. Él ya debía de saber que Asami era su único dueño. Se lo repetía en cada oportunidad que tenía y parecía que aún no le quedaba claro.


— ¿Así que de esta forma pierdes el tiempo? ¿Andar de ofrecido con las modelos? —le dijo Daichi. Asami solo hizo un gesto de desagrado. ¿Hasta cuándo iba a soportar a ese sujeto?— No puedo creer que esa linda chica pierda el tiempo con alguien como tú —le recriminó.


—No me interesa en lo más mínimo —Asami estaba seguro que Akihito no se podía estremecer con otra persona que no fuera él.


— ¿Cómo no te puede interesar una belleza cómo esa? ¿No será que eres gay? Tal vez por eso no tienes las agallas para defender tu puesto de trabajo. Siempre supuse que eras débil pero jamás en esos extremos —Asami trató de respirar lo más profundo que podía. Ya estaba en su límite, otra palabra más y no podría soportar la ira que tenía por dentro— Ya te dije Akihito, muy pronto no serás más que vil basura cuando yo te quite el trabajo —entonces en ese momento, el yakuza comprendió el humor y la preocupación de Akihito. Todo se debía a ese malnacido, a la humillación que recibía de él.


Daichi ni siquiera se esperó aquel puñetazo contra su rostro. Todos los presentes sólo miraron quisquillosos la escena. Ahora él se encontraba en el suelo mientras Asami lo miraba con una rabia inmedible. Su puño había adoptado un color rojizo con tonos morados a su alrededor.


Asami aún estaba satisfecho con el golpe que le había propinado así que lo tomó del cuello y lo acercó hacia la pared.


—Si me entero que vuelves a burlarte de Akihito… —notó que estaba hablando en tercera persona así que rápidamente corrigió— Digo, de mí, lamentarás haber nacido. Así que es mejor que comiences a respetarme y dejar a un lado tus sueños vagos y estúpidos de quitarme el trabajo —sin esperar más le lanzó otro golpe al rostro. A pesar de que estaba en el cuerpo de Akihito y por obvias razones no tenía la misma fuerza que en su cuerpo original, si sabía aún las táctica más comunes de pelea. No le dio oportunidad alguna a Daichi de defenderse. Un ligero rastro de sangre comenzaba a aparecer en el labio inferior de su enemigo.


Los supervisores de la sesión fotográfica rápidamente llegaron a separarlos. Daichi estaba tan confundido. Había creído que Akihito nunca tendría el valor de enfrentarle, sin embargo, resultó todo lo contrario. No sólo lo amenazó sino también lo había intimidado. Existía algo en sus ojos que cambió. Ahora eran tan atemorizantes que ni siquiera quería voltear a verlos.


—Será mejor que dejen sus pleitos de lado, si no quieren que lo eché de aquí a la fuerza —dijo un encargado.


Asami ignoró a todos y salió de ahí. Ya estaba cansado de lidiar con gente tan presuntuosa. Se olvidó de Daichi, del jefe de Akihito, de las modelos, de todo. Pensaba que sustituir a Akihito sería la cosa más fácil del mundo. Pero se había equivocado terriblemente. ¿A esto era lo que se tenía que enfrentar el fotógrafo todos los días? Por un lado su trabajo siempre estaba en riesgo por la alta demanda que había con las primicias. Y estaba en constante competencia con otros trabajadores. Por otro lado, Akihito tenía que escapar de muchos otros mafiosos que deseaban secuestrarlo sólo para perjudicar a Asami. Y él mismo era la mayor preocupación de Akihito. Ahora lo entendía un poco más. Sabía cómo se sentía respecto a su relación y ya era momento que le brindara espacio personal.


°°°°°°°°°°°°°°°


Era la primera vez que veía a su jefe con una sonrisa en su rostro. Si no supiera que era él, podría decir que se trataba de cualquier otra persona menos de Asami Ryuichi. Incluso se atrevía a decir que esa sonrisa le pertenecía a Akihito. Entonces Kirishima se dijo así mismo que esas ideas eran tontas.


Ya llevaban más de tres horas ahí en el departamento preparando todo. Akihito recordaba las tantas veces que le cocinaba a Asami. Aunque el yakuza no lo admitiera, extrañaba su sazón cuando él se ausentaba. Tal vez esa era una de las tantas razones por la que lo perseguía continuamente.


Akihito ya había preparado unas cuantas entradas las cuales eran Sopa de miso, Goma wakame, Dim sum de merluza y salmón, Dim sum de bacalao y calamares al curry. Sus platos fuertes eran Tartar de salmón picante y Ceviche de pescado blanco. Sabía que tal vez esos no eran platillos gourmet o de la alta cocina como los alimentos a los que estaba acostumbrado Asami. Pero también sabía que los había preparado con mucho empeño para que le gustaran a él y a todos sus invitados. Aunque en el fondo todo lo había hecho por Asami. Después de tanto tiempo de estar a su lado, desarrolló un tipo de afecto hacia él. No sabía de qué se trataba. Pero estaba seguro de que no era amor. Akihito no podría sentir algo como el amor por una persona así.


—Ya todo está listo Kirishima, creo que es momento que lo llevemos al club Shion —dijo Akihito.


—Si me permite jefe, yo llevaré las cosas al club y terminaré todo lo que hace falta —sugirió Kirishima— Mientras tanto, usted debería prepararse para la celebración, al igual que el joven Akihito. —


Akihito se quedó sorprendido. Miró el reloj que estaba colgado en la pared y este apuntaba que casi eran las cinco dela tarde. Se preguntó dónde se encontraría Asami. Esperaba que no se hubiera encontrado con Daichi. No le gustaría que por su culpa tuvieran una pelea y que eso terminara con su trabajo.


—Cierto Kirishima, entonces yo te alcanzaré más tarde. —En verdad Kirishima estaba sintiendo que hablaba con otra persona menos con su jefe. Esa peculiar actitud pertenecía más a Takaba Akihito que a Asami Ryuichi. Y eso que no conocía a la perfección la actitud del joven rubio. Pero la sonrisa que últimamente estaba emergiendo del rostro de su jefe, sabía que no era suya.


Sin decir ni pensar más, el subordinado salió del departamento. Entonces Akihito se quedó solo y meditó. No era como si hubiese hecho un gran trabajo como a los que estaba familiarizado el yakuza. No había tenido que hacer cuentas ni luchar contra otros mafiosos. Si eso había sido un reto para Akihito, no quería imaginarse todo lo demás.


Del bolsillo de su pantalón, tomó el celular y marcó el número de Asami. Aún seguía sin contestar. ¿Por qué no lo hacía? Sólo estaba haciendo que Akihito se preocupara más de la cuenta. Pese a que el yakuza siempre estaba implicado en asuntos peligrosos, no pretendía que se viera envuelto en una situación arriesgada.


Decidió marcar una vez más para contactarlo pero nada. El tiempo se le estaba viniendo encima. Cogió una libreta que tenía cerca y arrancó una hoja de esta.  Con el lapicero que Asami habitualmente cargaba en su traje, escribió lo siguiente:


“Asami, si lees esto y ya no estoy, significa que me fui a la fiesta. Te espero ahí. Confío en que no hiciste nada tonto en mi trabajo. Espero que te guste lo que hice. Te dije que sería un mejor jefe que tú. A ver si tú, cumpliste tu promesa.”


Colocó la nota encima de la mesa que se encontraba junto a la entrada. No era el mejor apunte que había hecho en su vida pero al menos iba a saber dónde estaba.


El tiempo se le estaba viniendo encima. Rápidamente entró a la regadera. El agua fría comenzó a descender por su cuerpo. Entonces, sin ningún previo aviso, Asami llegó a lo más profundo de sus pensamientos. Recordó todas las veces en las que lo había tocado, ultrajado de la peor manera, pero a él le gustaba eso y lo sabía. Le encantaba el dolor y el placer combinados y eso nadie se lo podía otorgar más que Asami. Su cuerpo ardía de tan sólo proyectar esas imágenes lascivas en su cabeza. Pero entonces todo se detuvo. Cuando estaba a punto de tocarse recordó que ese no era su cuerpo. Sería de demasiado grotesco, masturbarse en el cuerpo de Asami. Por más que sus bajos instintos demandaban a hacerlo, la poca conciencia que quedaba de él, se lo impedía. Estaba mal. Y no sólo eso sino que además era bastante raro.


Se apartó de todo pensamiento que estuviera contra de sus principios y aunque sentía que la cabeza le explotaría, salió lo más pronto del baño. Cerró los ojos cuando iba pasando en frente del espejo. No quería ver como sus locas hormonas habían alterado el cuerpo de Asami. Ya se sentía bastante deplorable experimentando una erección de tamaño descomunal como para también verse en el cuerpo de su amante.


Una vez que estuvo en la habitación, se vistió con las mejores ropas de Asami. Se colocó un traje de color negro y una corbata dorada con tonos rojizos que hacía juego perfecto con sus ojos. Pero, ahora que lo notaba, los ojos que poseía en esos momentos no eran intimidantes. Incluso podría decir que le aportaban cierto tono de inocencia, aunque no la tuviera. Era tan extraño. A pesar de haber cambiado de cuerpos, cada uno conservaba características que no se podían igualar uno con el otro.


Sólo espero que este martirio termine pronto. No quiero seguir siendo el honorable y respetable Asami —a pesar de que no había hecho mucho en su lugar, ya se sentía fatigado.


Miró de nueva cuenta el reloj, pero ahora el que se había colocado en la muñeca y decidió que lo mejor era darse prisa. Salió del departamento. Sabía que sería una velada incómoda y llena de cosas a las cuales tenía que atender. No le importaba irse en pie, pero pensando en los cuantiosos enemigos que poseía Asami, prefirió tomar un taxi, ya que pensó que Kirishima estaría demasiado ocupado con las preparaciones. Akihito sólo esperaba que todo saliera de acuerdo al plan, sino el futuro de Asami estaría acabado.


°°°°°°°°°°°°°°°


Después de terminar con la agotada labor que le había sido impuesta por el estúpido jefe de Akihito y pelearse con Daichi, Asami decidió regresar a su casa. Sacó su celular que estaba guardado en su pantalón y se dio cuenta que tenía varias llamadas de Akihito.


— ¿Ahora qué querrá este mocoso? —se preguntó en voz alta mientras continuaba caminando por las largas calles de Tokio. Marcó su número pero ahora era él quien no contestaba el celular.


Posiblemente no tendría suficiente cobertura debido a que las líneas telefónicas estaban saturadas debido a la pronta llegada de la Navidad.


Para Asami no significaba nada esta fecha. Solo era un desperdicio de tiempo y dinero. Para él no había ningún tipo de unión ni valores que representaran esta fecha. Por lo general, Asami trabajaba durante Navidad. Quedaba bastante cansado después dela reunión que organizaba en el club Shion como para festejar de nueva cuenta. Prefería mantenerse al margen de todos esos festejos.


Llegó al departamento, tomó sus llaves y abrió la puerta. Toda el área se encontraba en penumbras. Encendió una a una las luces e imaginó que Akihito estaría organizando la reunión.


Y efectivamente lo confirmó cuando tomó la nota entre sus manos y la leyó. Obviamente por nada del mundo le diría que había tenido una riña con su compañero de trabajo. Prefería callárselo. Además, lo tenía amenazado. Y si se atrevía a seguir con sus tontos juegos, le daría una lección que jamás olvidaría, incluso después de la muerte.


Estaba intrigado con el mensaje de Akihito.


—Yo también lo espero. —se dijo con una sonrisa burlona y fue rumbo a la habitación, dispuesto a vestirse para el evento acordado.

Notas finales:

Espero que les haya gustado mucho esta parte y díganme, ¿les gustaría que hubiera lemmon? Yo pensaba omitirlo por esta vez pero creo que su opinión es importante. Por favor, saben que pueden dejarme sus sugerencias en los comentarios y espero no tardar para la 3ra parte.


También espero que hayan tenido un excelente inicio de año. Que todos sus propóitos de cumplan y obejtivos. Nunca se rindan ante nada y luchen por sus sueños. Las aprecio mucho y gracias por darme todo su apoyo y confianza.


Nos vemos dentro de poco para la siguiente parte. Y cuando finalice esta historia, les tengo una sorpresita con un Fic que había quedado pendiente. De seguro ya saben de cuál se trataba.


Atte. Kokoro Yolotzin


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