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Caliente y Frío (Traducción) por Ogawasan

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Notas del capitulo:

Notas de la autora: ¡La segunda y última parte! Gracias a todos los que le dieron una oportunidad a esta historia a pesar de ser extraña. “2channel”  de cranperryjuice, y de nuevo doy crédito a hanako por la imagen de cabecera: 3

Yyyyy olvidé completamente mencionar esto la última vez, pero Maeda es en realidad el manager de MUCC (es el sujeto que torturan en el making of del video de Gerbera, entre otras cosas).

Notas de la traductora: de nueva cuenta la autora lo ha dicho todo XD solo puedo decir que disfrute demasiado escribir esta segunda parte. Espero les guste ;)

A leer! XD

Link original – cap.2

https://stupeur.livejournal.com/13370.html

  

  — ¿Puedes guardar un secreto?

Yukke aparto la vista de su bajo y lo miro enarcando una ceja, divertido por la pregunta.

  — ¿También quieres que te cepille el cabello?

Tatsurou rodo sus ojos.

  — Es en serio. No le digas a nadie. Ni siquiera a Satochi o a Miya. Especialmente no a Miya.

Lanzo una mirada sobre su hombro para asegurarse de que Miya no estaba observándolos, pero el aludido estaba demasiado ocupado detrás de su consola como para ponerles atención.

La pequeña sonrisa en los labios de Yukke se transformó en una sonrisa burlona cuanto vio a quien había mirado Tatsurou.

  — Miya ¿eh? ¿Y qué? ¿Acaso quieres tener sexo con él ahora que le crecieron un par de pechos?

Tatsurou sintió su sangre correr hasta su cara, muy a su pesar. La suposición de Yukke era muy cercana a la realidad, considerando la respetable cantidad de tiempo que paso con su cabeza entre las piernas de Miya casi 24 horas antes.

  —…Bueno, creo que eso ya lo hice — murmuro Tatsurou después de aclararse la garganta. Iba a mencionarlo de todos modos, aunque bien podía decirlo directamente.

Las cejas de Yukke desaparecieron detrás de sus mechones de cabello.

  —… Espera. ¿Te acostaste con Miya?

Dicho de esa manera de esa manera, Tatsurou sintió como si hubiera logrado una gran hazaña.

  — Bueno, acostarse, lo que se dice acostarse, no. Pero se lo hice con la boca. Fue bastante sexy — añadió con una sonrisa traviesa.

Esperaba una explosión de carcajadas o una mirada envidiosa, pero lo que obtuvo fue una dura mirada.

  — ¿Acaso fue a punta de pistola o algo?

  — Miya estaba muy dispuesto, créeme — se defendió Tatsurou, sorprendido por el tono agresivo de Yukke.

Yukke se sentó sobre el escenario, mirándolo con sospecha.

  — Te creo que Miya te haya mostrados sus pechos y todo, pero creo que esta vez has ido muy lejos. No te creo en lo más minino que Miya haya tenido sexo contigo.

La última frase golpeo directamente el ego de Tatsurou, pero decidió que eso no iba a afectarle.

  — Con un demonio, Yukke, mi cara estaba justo en su cosita. No creo que le haya importado.

  — Bien. Detalles, por favor — pregunto el bajista, cruzando los brazos sobre su pecho.

  — No — objeto Tatsurou, frunciendo el ceño.

Sabía perfectamente que Miya estaría cenando sus entrañas si descubría que se lo había contado a Yukke, era algo que no estaba a discusión. Y con la reacción de Yukke, ahora sentía que estaba tomando una dirección peligrosa.

  — ¿Por qué no? ¿Cómo hiciste que durmiera contigo?

Tatsurou sacudió los hombros despectivamente.

  — Me dijo que no podía tener un orgasmo, así que me lo comí. Tuvo su tan añorado orgasmo, pero entonces me dijo que lo dejara solo, y apenas me miró cuando llegue hoy. ¿Ha dicho algo al respecto? — preguntó, intentando desviar el asunto.

  — Nop. Al menos no a mí — dijo Yukke — ¿Seguro de que no estás solo alardeando de que como lograste acostarte con Miya?

Tatsurou mostro el rostro más ofendido posible.

  — ¿Cuál es tu maldito problema?

Las palabras habían salido de su boca cuando se dio cuenta de que no había sido una buena idea. Yukke saltó hacía el suelo (lo cual le hizo lucir más pequeño), y le miro furiosamente.

  — Mi problema es que Miya es mi amigo, ¿recuerdas? Puedes divertirte todo lo que quieras, ¡pero no a expensas de él!

Algo en la reacción de Yukke le hizo sentirse bastante enfurecido, y Tatsurou decidió no disculparse.

  — Creo que Miya es lo bastante mayor como para tomar decisiones él mismo — replicó — ¿Pero eso a ti que te interesa?

  — Me interesa porque no es justo — respondió Yukke agresivamente — No debiste haber hecho eso.

Tatsurou estaba seguro de que tenía cierta ventaja – después de todo, Miya sabía cómo divertirse, a pesar de que prefería ser discreto al respecto.

  — Oye, no hubiera hecho ni un carajo si Miya no lo hubiera aceptado — comenzó, y fue entonces que el entendimiento llego a él —… ¿Estas celoso?

Nunca pensó que a Yukke le importara un demonio sobre donde aterrizara su lengua en el cuerpo de Miya, pero ahora estaba considerando seriamente la posibilidad de que a Yukke le gustaba el guitarrista, parecía que toda su existencia cobraba sentido repentinamente.

Y a juzgar por la expresión de Yukke, supo que había dado justamente en el clavo.

  — ¿Qué? ¡¿Por qué estaría celoso?! —Tatsurou abrió su boca para contestar, pero Yukke no se lo permitió —. De cualquier manera, no sé cómo ayudarte. Necesito terminar mi prueba de sonido, y tú deberías estar haciendo tus calentamientos en vez de estar perdiendo tu tiempo y el mío.

Tatsurou concluyo que no valía la pena insistir. Se volteó justo a tiempo para cruzar miradas con Miya brevemente, antes de que éste desviara la mirada como si nada hubiera pasado. 

Así que Miya aparentemente estaba ignorándolo desde que le hizo sexo oral, y su mejor amigo estaba celoso de que había logrado hacerlo primero.

Todo era tan cursi.

 

---

 

  En el pasado, habían sido abucheados por el público, habían tocado frente a una fila de chicas desinteresadas, e incluso habían llegado a pedirles que se saltaran canciones. Pero todo eso no sonaba tan mal, comparándolo con el concierto de esa noche. Por otra parte, no habían tocado tan mal en mucho tiempo. La química entre ellos estaba completamente arruinada – Tatsurou sentía que toda la audiencia podía sentir que tanto el bajista como el guitarrista tenían un problema con él -, el término “insatisfactorio” no alcanzaba a describir el mal desempeño de Miya en la guitarra, y Tatsurou tenía tantas cosas en su mente que incluso olvido las letras en más de una canción.

El camerino se encontraba inusualmente en silencio. Tatsurou vio como Miya dejaba caer su guitarra en las manos de Maeda antes de sentarse en el sofá, y agachar su cabeza entre las rodillas. Sintió un poco de angustia al pensar que Miya había estado llorando, pero ciertamente no iba asegurarse de ello. Todos sabía que no debían molestarlo, y Miya se quedó sentado ahí. Tatsurou decidió ir directo a uno de los espejos para comenzar a quitarse su maquillaje. Entre más rápido saliera de ahí, mejor.

Ya estaba cambiado, limpio y listo para irse cuando noto que Miya no se había movido ni una pulgada de su lugar desde que entro al camerino. Tatsurou respiro hondo y camino hacia él. Ya no le importaba si Miya lo mandaba al demonio – su actuación malhumorada comenzaba a ser ridícula.

  — ¿Estas bien? — pregunto intentando sonar compasivo.

Miya levanto su mirada lentamente, y Tatsurou se dio cuenta que definitivamente no estaba actuando. Le tranquilizo saber que Miya no había estado llorando. Sin embargo, su cara tenía un interesante tono verde, lo cual no era un buen augurio.

  — Estoy bien — murmuro de forma poco convincente.

  — ¿Estás seguro? No te ves muy bien —estaba siendo amable, por supuesto, pues la realidad era que Miya se veía del carajo. Se sentó junto a él en el sofá y le dándole palmaditas en su espalda.

  — Solo tengo dolor de estómago — explicó Miya, haciendo una mueca de dolor.

De algún modo, todos en el camerino parecieron préstales atención, y Maeda, Yukke y Satochi acudieron a ver que sucedía.

  — ¿Estas bien? — preguntaron los tres casi al unísono.

  — Lo tengo todo bajo control — mascullo Tatsurou entre dientes.

Tal vez había sido el mejor momento para hablar con Miya, de no haber sido por ellos tres, pero por supuesto, nadie lo escucho. Yukke también se sentó a lado de Miya, y comenzó a acariciar su hombro de manera reconfortante.

  — ¿Ya te quieres ir a tu casa? — le pregunto, y Miya asintió lastimosamente.

 Esta vez, Maeda habló:

  — Te llevaré a casa entonces. Podemos irnos si tú quieres.

  — En ese caso — comenzó Tatsurou poniéndose de pie — Lo llevaré yo y lo cuidaré.

  — No. Yo debo ir. Conozco a Miya desde hace más tiempo — dijo Yukke con firmeza, levantándose para encararlo, y Tatsurou casi se torció un musculo al rodar los ojos.

Maeda sacudió su cabeza frenéticamente.

  — Nah, ambos debería irse y divertiste. Yo me ocupo de esto.

  — Vamos, podemos divertirnos después — objeto Tatsurou, moviendo la mano con desprecio, y Yukke asintió dándole la razón. De todos modos no había mucho que celebrar.

 Al escucharlo, Satochi rodó los ojos y le revolvió el cabello a Miya.

  — Te daré un poco de espacio para respirar. Cuídate — le dijo para después y volverse a la salida y dejarlos discutir.

Las negociaciones se convirtieron en una acalorada discusión hasta que una pequeña voz habló finalmente:

  — Mae-chan ¿Te molestaría llevarnos a Tatsurou y a mí a mi casa? Necesito hablar con él.

Tatsurou tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no sonreír como idiota. Ni siquiera le importo el hecho de que Yukke probablemente lo quería muerto en esos momentos y de que tal vez Miya no iba a hablar con él de algo bueno – aun así sentía como si hubiera ganado la lotería.

  — Bien — suspiro Maeda —. Avísenme cuando estén listos para salir.

 

---

 

412 : 2009/09/15 11:52:32 ID:9ru+MNHzO

que porquería… el live de hoy fue un asco

 

413 : 2009/09/15 11:53:37 ID:vnTlMIMaO

HOUKOU. MI CANCION FAVORITA DEE TODO EL ALBUM Y LA ARRUINARON AF;KGJA;FKJGCMBM

AJFDK;AFG

 

fjkg;fga;g;a

 

414 : 2009/09/15 11:54:17 ID:zCEj53c+O

Que Miya-san no se veía muy delgado? Espero que este bien…

 

415 : 2009/09/15 11:54:58 ID:Wwvx1m9WO

yukke se puso gordo loololol

 

416 : 2009/09/15 11:55:48 ID:6cemwl5o0

>>414

También lo noté!!!! Creo que trabaja demasiado… mejórate miya!!!!!!!       

 

417 : 2009/09/15 11:56:27 ID:RBorZJkIO

gyah desearía haber ido… aunqe me pone triste leer sbr Miya

 

418 : 2009/09/15 11:56:34 ID:h58+rvLtO

se rasuro.............................

 

419 : 2009/09/15 11:56:57 ID:GOQJBku9O

NOOOOOOOOOO (ノ–´T)

 

420 : 2009/09/15 11:57:15 ID:fZSwzro00

>>415

LO SEHAHAHAHA

 

 

  Las reacciones no eran completamente malas, pero no había manera de que Tatsurou se sintiera aliviado. Cerro la ventana del buscador, se recargo en la silla de la computadora y mientras se tallaba los ojos lentamente, escucho un pitido salir de su bolsillo, anunciando un mensaje entrante. Enarcó una ceja cuando leyó “nuevo mensaje de Miya” en la pantalla del teléfono. Miya se había encerrado en el baño tan pronto llegaron al departamento, y hasta donde Tatsurou sabía, aún seguía en el baño.

Todo cobro sentido cuando abrió su teléfono y leyó “cómprame unas toallas por favor”, explotando en carcajadas tan intensas que le era difícil respirar. Finalmente logró calmarse y ponerse de pie después de escuchar un furioso “¡no te rías!” desde el baño.

  — ¿Estas bien ahí dentro? — le pregunto a Miya después de tocar la puerta, haciendo su mejor esfuerzo para no reírse.

La voz de Miya escucho apagada desde el otro lado de la puerta, sin embargo, Tatsurou logro percibir la indignación en ella.

  — He estado mejor.

  — ¿Buscas algo en particular? ¿Regular? ¿Súper abundante? ¿Con alas? ¿Sin alas?

  — Me importa un carajo — respondió Miya irritado.

Había tantas maneras de burlarse de él considerando la situación, pero Tatsurou de alguna manera, resistió la tentación.

  — Ya regreso. Llámame si necesitas algo.

  La tienda Matsumoto Kiyoshi  más cercana estaba a punto de cerrar, pero logró llegar a tiempo para que lo dejaran pasar. Se paseó sin rumbo un rato entre los pasillos del detergente para trastes y pastas dentales, hasta que escucho el ruido de unos tacones detrás de él. Al voltearse, vio a una joven mujer subir las escaleras que llevaban a las botellas de shampoo y productos para el cabello. Bingo, pensó, dirigiéndose a las escaleras.

Se dio cuenta que esos pasillos de aspecto inocente de tintes de cabello y exfoliantes era una zona intermedia entre la mundana sección del detergente para ropa y el Área 51 de la higiene femenina.

Todo en el piso de arriba era rosa y brillante y olía a flores, y Tatsurou resaltó como un pulgar lesionado – uno feo y endemoniadamente adolorido. Al menos no había tantos clientes en la tienda que presenciaran su humillación 

Y para añadir sal en la herida, todos los productos  venían en treinta diferentes e inútiles variantes, y desafortunadamente, también era el caso de las toallas sanitarias. Estaba a punto de darse por vencido y de llamar a Miya cuando la mujer que había visto antes, tomo unas de las cajas y desapareció inmediatamente al siguiente pasillo sin prestarle demasiada atención.

Tatsurou sonrió triunfante ante su boleto de salida, y tomo otra caja de la misma marca. Ofrecía máxima protección, un ajuste perfecto y textura suave. Era más que suficiente. Prácticamente le lanzó al cajero un par de billetes de cien yenes antes de salir corriendo de Matsukiyo  sin mirar atrás.

  Le entrego a Miya la caja de toallas sanitarias a través de una pequeña ranura de la puerta del baño. Estaba navegando por 2channel cuando Miya salió del baño, con el rostro limpio y con sus lentes en la nariz, sin verse mejor que antes cuando estaban en los camerinos.

  — ¿Te sientes mejor? — le pregunto Tatsurou después de ver como se dejaba caer sobre la cama, dejando salir un ruidoso suspiro.

  — No puedo esperar a que los calmantes hagan efecto — rodándose hasta quedar boca abajo sobre su estómago, Miya se abrazó a una almohada, recargando en ella su mentón para observar la pantalla de la computadora.

  — ¿Es 2channel?

  — Sip. Hablan sobre como perdiste mucho peso.

  — Entonces no es tan malo — hubo un corto silencio antes de que Tatsurou escuchara un suspiro. Finalmente  Miya añadió:

  — Sabes, lo siento.

  — ¿Sobre lo de ayer? — Pregunto Tatsurou distraídamente mientras escribía una respuesta – le encantaba publicar (de manera anónima) estupideces en esos foros —. No te preocupes

  — Me siento muy mal al respecto. No lo sé… fue endemoniadamente incómodo. No sabía que más hacer.

Tatsurou envió su respuesta y cerro la ventana del buscador antes de girar la silla de la computadora para ver a Miya.

  — Dije que no te preocuparas. Tal vez estuviste así porque estaba por llegar tu periodo – bromeo, y Miya se cubrió su rostro con la almohada, sus hombros se sacudían mientras reía patéticamente.

  — ¿Vas a dormir?

  — Lo intentare, si no te molesta — dijo Miya después de ofrecerle una sonrisa cansada.

  — Claro que no — Tatsurou se levantó y camino fuera de la habitación, no sin antes revolverle el cabello a Miya —. Estaré en el sofá.

 

 

---

 

  Tatsurou despertó repentinamente, y casi se caía del sofá en medio de su confusión. Logro sostenerse con una mano, sin estar seguro de que fue lo que lo despertó hasta que se percato de las luces encendidas de la cocina. Mirando rápidamente el reproductor del DVD, supo que pasaban de las tres de la mañana. Le tomo toda su voluntad posible para resistir la tentación de simplemente volver a dormirse, pero sintió la necesidad de revisar a Miya. Así que eventualmente logro ponerse de pie.

Encontró a Miya sentado en la mesa, con su frente sobre las palmas de sus manos.

  — ¿Estas bien? – pregunto Tatsurou, con voz ronca y somnolienta, frotándose los ojos con las manos.

  — Los calmantes no están funcionando — murmuro Miya, sin siquiera mirarlo.

Tatsurou frunció el ceño.

  — ¿Intentaste tomar más? – pregunto, sentándose a su lado. Acaricio su hombro con suavidad, y sintió como la espalda de Miya se movía mientras suspiraba profundamente.

  — Sip — Miya recargo su mejilla en la palma de su mano y lo miro. Los círculos oscuros bajo sus ojos eran un vivido contraste sobre su inusual y pálida complexión.

  — Debiste despertarme, estúpido.

Miya se encogió de hombros.

  — Creí que el dolor desaparecería si esperaba un poco.

  — Bueno, obviamente no fue así — Tatsurou le dio palmaditas en hombro  antes de ponerse de pie —.Revisare si hay algo que podamos hacer. Tú ve a ver televisión.

Miya obedeció sin decir palabra alguna y Tatsurou se dirigió a la habitación para encender la computadora. No pensó que el buscar “dolor menstrual” en medio de la noche, sería algo que terminaría haciendo, pero ahí estaba, luchando por mantener los ojos abiertos mientras buscaba páginas de belleza y de salud. Después de revisar algunos sitios, la información comenzaba a ser repetitiva, concluyendo que no había muchas opciones a la mano.

  Encontró a Miya en la estancia. Estaba acostado en el sofá con Gizmo recostado sobre su pecho mirando la televisión, aunque sin ponerle demasiada atención a la película que transmitían.

  — ¿Tienes una bolsa de agua caliente? Al parecer eso ayuda.

Miya cerró los ojos mientras hacia un  esfuerzo enorme para pensar la respuesta.

  — En el gabinete del baño, creo.

No encontró ninguna bolsa, pero Tatsurou encontró una botella de agua caliente con forma de puerquito.

  — No te gustara esto — dijo mientras traía consigo la botella llena de agua caliente para entregársela a Miya —. Pero aparentemente la cafeína empeora el dolor.

  — Maldita sea. Tome como tres tazas el día de hoy — mascullo entre dientes mientras se incorporaba y ponía a Gizmo en el piso. Tomo la botella y se la coloco en su estómago —. Gracias.

Tatsurou se sentó en el piso, recargándose sobre el sofá.

  — La soya también es buena. Puedo ir a comprarte un poco de leche de soya o algo si tú quieres.

  — Nah, gracias. No me apetece nada de eso en estos momentos — respondió Miya, entonces le escucho moverse detrás de él.

  — ¿Qué estás haciendo? — le pregunto, al darse cuenta que el guitarrista se sentaba.

  — Te hago espacio — dijo Miya señalando lo obvio, indicándole con la mano que se sentara junto a él.

Tatsurou estaba tan cansado que ni siquiera pensó en rechazar su propuesta, así que se sentó en el sofá sin protestar. Casi inmediatamente, Miya se recargo sobre él, descansando su cabeza sobre su hombro.

  — Ve a dormir a tu habitación — le ordeno Tatsurou sonriendo ligeramente, pero Miya murmuró algo incomprensible. Parecía que no tenía intenciones de levantarse otra vez.

Al diablo, pensó Tatsurou, entonces se recostó sobre el sofá, acostando a Miya sobre él, y siendo cuidadoso de no tirar la botella de agua caliente que se había puesto en su estómago.

  — ¿Cómodo? — le pregunto a Miya mientras éste s recargaba sobre su pecho, de nuevo recargando su cabeza sobre su hombro.

  — Estoy bien — respondió — ¿No estoy muy pesado?

  — Ligero como una pluma — Tatsurou cerró sus ojos y envolvió a Miya entre sus brazos, acariciando su rodilla distraídamente con una mano, y su cabello con la otra. La televisión aún seguía encendida y Tatsurou logró captar un pequeño dialogo sin darse cuenta – algo acerca de un tipo que no iría a la guerra – pero no se molestó en apagarla. Estaba semiconsciente cuando la voz de Miya le despertó.

  — Detente.

Tatsurou abrió los ojos con dificultad, estirándose lo que el cuerpo de Miya sobre él le permitió.

  — ¿Detenerme en qué?

  — Eso. Me estas excitando — añadió dócilmente.

Le tomo un momento a Tatsurou para entender de lo que estaba hablando. Su mano se había deslizado sobre la pierna de Miya y ahora se encontraba acariciando su muslo sin querer.

  — ¿Lo estoy? — preguntó divertido, sintiéndose sonreír a pesar de estar medio dormido. Llevo su mano hasta el interior del muslo de Miya para acariciarlo lentamente sobre la tela del pantalón de su pijama.

  — Los orgasmos también ayudan a disminuir los cólicos, aparentemente.

  —… Pero estoy sangrando.

Tatsurou se rio ante la indignación en la voz de Miya.

  — Nunca dije que te lo haría con la boca — murmuro antes de propinarle un beso detrás del lóbulo de su oreja. Miya no ofreció resistencia cuando las caricias de Tatsurou avanzaron lentamente por su cadera hasta que sus dedos se deslizaron bajo sus pantalones.

 

---

 

  — Erm, Miya, estaba pensando que, uh, podríamos ir a Tower Records  o algo después de esto. Si quieres, claro — añadió Maeda rápidamente, jugueteando nerviosamente con el dobladillo de su camiseta.

Miya terminaba de cerrar el estuche de su guitarra antes de mirarlo sonriente.

  — Claro. Solo déjame ir por mis cosas.

Tatsurou suspiro. Había estado a punto de sugerirle a Miya algo similar – aunque en vez de Tower Records, había pensado en Mister Donuts. Se habría invitado él mismo sin pensarlo dos veces, pero la sonrisa idiota en el rostro de Maeda le decía que esta vez no sería bienvenido.

  — ¡Grandioso! iré a fumar un cigarrillo, así que, um, te esperaré afuera — le dijo, y Tatsurou estaba convencido de que lo hacía solo para celebrar en privado el hecho de haber logrado lo que obviamente creía que era una cita.

Espero hasta estar seguro de que Maeda estuviera lo suficientemente lejos para hablar con el guitarrista.

  — Espero que estés consiente de que Mae-chan está completamente detrás de ti — le dijo, sentándose en la orilla de la mesa.

  — Muy gracioso — respondió Miya con una sonrisa traviesa en los labios —. Pero sabes, creo que a él le gustan las chicas que son, tu sabes, realmente chicas.

  — No creo que a él le importe mucho, juzgando la manera en que te ha estado mirando.

Probablemente Miya se había dado cuenta de que estaba hablando enserio, pues la sonrisa había desaparecido de sus labios, enarcando las cejas incrédulo.

  — ¿De que estas hablando?

Tatsurou rio.

  — No estas poniendo atención. Maeda te comería si tuviera oportunidad.

  —… ¿Y eso que significa exactamente?

  — Justo lo que te estoy diciendo.

Miya sacudió la cabeza, molesto.

  — ¿No crees que estas exagerando un poco? No es la primera vez que Maeda y yo salimos después del trabajo.

  — Puedo apostarte que para él no es solo una simple salida — se defendió Tatsurou —. Es obvio que babea por ti, lo cual es un tanto triste.

Miya dejo salir una sonrisa burlona.

   — Tatsurou, solo porque tuvimos sexo un par de veces no significa que tienes derecho a decirme con quien puedo o no salir. 

Tatsurou se quedó boquiabierto sin poder creer lo que escuchaba. Al parecer Miya había malentendido todo el asunto.

  — Maldición, wow. Creo que hay un par de cosas que seguro te afectaron, yo solo trato de advertirte, es todo.

  — ¿Advertirme? ¿Sobre qué? ¿Mae-chan? No que se te metió a la cabeza — dijo Miya, dándose golpecitos sobre un costado de su cabeza con el dedo índice —.Pero creo que debes de tranquilizarte y dejar de estar celoso.

  — Con un demonio, no estoy celoso — gruñó Tatsurou —. Solo no quiero que te lastimen.

De algún modo, sus palabras hicieron reír a Miya, lo cual le hizo querer apuñalarlo en el estómago.

  — Es porque no aprovechaste la oportunidad ¿cierto? Solo estás enojado porque voy a salir con alguien que no eres tú, y eso es justamente lo que voy a hacer.

No le dio oportunidad a Tatsurou de añadir nada mas – tomó el estuche de la guitarra y se dirigió a la salida del estudio.

Tatsurou escucho a Miya llamar a Maeda con su linda vocecita, deseando asesinarlos a los dos.

 

---

 

  Estaba furioso.

Le había ayudado a Miya a tener un orgasmo cuando el idiota no sabía hacerlo por sí mismo, había ido con él a comprar sostenes, lo había consentido con un helado y café, le había comprado las malditas toallas sanitarias, pero sobre todo, lo había cuidado en medio de la noche, y todo lo que recibía a cambio era básicamente una bofetada en el rostro.

Aun echaba humo por los oídos cuando llego a su casa, desplomándose sobre el sofá con su DS y Puyo Puyo Fever. Jugó espectacularmente mal esa noche, frustrándose aún más de lo que ya estaba. Quería lanzar su consola por la ventana, optando al final por apagarla y ver televisión mientras se acurrucaba con su gata, sin preocuparse por Miya, sin que le importara si Maeda se aprovechaba de él.  

Aquello le funciono, porque cuando Miya se apareció frente a su puerta inesperadamente un par de horas después, le tomo a Tatsurou un momento para recordar que se suponía que estaba molesto con él.

  — ¿Qué tal estuvo tu cita? — pregunto con sarcasmo.

  — No puedo creer que tuvieras razón — respondió Miya dejando salir un profundo suspiro, y la renovada furia de Tatsurou se derritió como nieve en el sol. Cerro la puerta detrás de Miya mientras se quitaba los zapatos.

  — ¿Qué sucedió?

  — Nada malo realmente — Miya dejo caer su  bolsa de Tower Records sobre la mesita del café y se desplomo sobre el sofá —. Fuimos de compras y decidimos ir a comer — parecía un poco renuente, así que Tatsurou lo apresuró para que siguiera contando —. Usualmente vamos a Mos o a Cocolchi, tu sabes, pero él insistió en ir a un restaurante elegante de pasta, y… en algún momento puso su mano sobre mi rodilla — Miya se aclaró la garganta —. Me asusté un poco y me fui.

Tatsurou dejo salir una risita, muy a su pesar, mientras se sentaba a su lado.

  — ¿Te fuiste solo así?

  — No solo así, pero no me quede para el postre —respondió Miya avergonzado. Viniendo de él, eso tendría que significar algo —. No tuve ganas de quedarme después de eso.

  — Bueno, al menos ahora le quedo claro a Maeda.

  — Supongo — hubo una pausa antes de que Miya dejara salir un exasperado suspiro, echando la cabeza para atrás —. Estoy harto de todo esto. Satochi es grosero conmigo todo el tiempo, Yukke me trata como si fuera de cristal, le gusto a Mae-chan, y parece que siempre se burlan de mí cuando se supone que debemos de estar trabajando — el encogerse de hombros de manera despreocupada, no fue suficiente para ocultar lo molesto que estaba.

  — Lo dices como si yo te tratara de la misma manera — dijo Tatsurou, como una especie de confesión después de observar a Miya morderse el labio inferior durante un rato. Miya se volvió hacía él y le dirigió una sonrisa apagada.

  — Al menos se siente que tú me tomas en serio — se recargó en el respaldo del sofá y de dedico a mirar el techo —. Estoy un poco decepcionado de todos, supongo.

  — Hablaré con ellos si quieres — sugirió Tatsurou, mirando los pies de Miya que descansaban sobre la orilla de la mesita del café. Lucían ridículamente pequeños, y de la nada sintió una ola de ternura ante esa escena.

  —… Tal vez. Ellos ya no me escuchan — Miya volvió a dedicar una triste sonrisa, y Tatsurou rodó los ojos en forma de broma al notar un destello en sus ojos.

   — No me digas que comenzarás a llorar de nuevo — le dijo, colocando un brazo sobre su hombro, abrazándolo con suavidad mientras lo acercaba a él.

No supo si recibió una respuesta (si es que la hubo). De algún modo, la boca de Miya aterrizó sobre la de él, perdiendo todo el hilo de la conversación. Sus brazos se envolvieron alrededor del cuerpo de Miya antes de darse cuenta, y solo momentos después, Miya se había sentado en su regazo, con sus dedos enredados en su cabello, mientas que las manos de Tatsurou se habían deslizado bajo la camiseta del guitarrista. Se preguntó por unos instantes, si esa era la manera de Miya de disculparse por regañarlo horas atrás o para expresar su gratitud por escucharlo desahogarse; pero fuera lo que fuera, no iba a a quejarse en esos momentos.

Miya había comenzado a moverse lentamente  sobre sus caderas, y no paso mucho tiempo antes de que Tatsurou se abalanzara sobre él a lo largo del sofá, provocando que sus cuerpos se enredaran, que sus dientes chocaran y que sus ropas se frotaran la una con la otra. Comenzó a moverse sobre él, tan duro y tan delicioso, que Tatsurou se habría venido sin más, mientras apretaba los pechos de Miya con desesperación. Sentía la lengua de Miya en su boca, mientras que sus dedos se aferraban tan fuerte a su espalda que le resultaba algo incómodo.

El sonido de los gemidos de Miya sobre sus labios solo mejoraban las cosas, y Tatsurou comenzó a moverse más fuerte contra su cuerpo cuando sintió las piernas de Miya enredarse en su cintura, con sus muslos aparentándolo fuertemente.

El vocalista no pudo contener un sonido de indignación cuando, momentos después, Miya puso una temblorosa mano sobre su pecho para empujarlo.

  — De-detente — le dijo sin aliento, y Tatsurou se dio cuenta de que Miya se había venido sin siquiera darse cuenta, sintiendo escalofríos en sus dedos —. Yo me ocupare de ti.

Eso habia sido la cosa más sensual que alguien pudo haberle dicho – o tal vez solo fue la manera en que Miya se puso de rodillas frente a él mientras lo decía. El guitarrista no parecía incómodo en absoluto. Le desató el cinturón y abrió sus pantalones antes de tomar su erección con firmeza y meterla en su boca sin dudarlo ni un solo instante.

Tatsurou dejo salir un pequeño gemido de felicidad, apretando sus propias rodillas cuando Miya comenzó a succionarlo enérgicamente.

  — Eres bueno — logró murmurar, y Miya momentáneamente retiró la erección de su boca para dedicarle una sonrisa traviesa, sus labios brillaban a causa de la saliva y el líquido pre seminal.

  — Solo hago lo que me gusta — respondió, enviando escalofríos hasta la espina dorsal de Tatsurou.

Su cumplido había alentado a Miya para seguir su labor, chupando su erección con más entusiasmo que antes. Un montón de silabas incoherentes escaparon de los labios de Tatsurou, y al sentir que estaba a punto de terminar, sintió su erección resbalar fuera de la boca del guitarrista. Estaba por quejarse y pedir misericordia, cuando Miya hablo:

  — Bien — su tono parecía como si estuviera dándose por vencido —. Siento curiosidad de saber que se siente tener sexo con un hombre.

Tatsurou lo miro sin poder creerlo. Habría intentado sugerirle eso a Miya semanas atrás, pero nunca pensó que Miya estuviese pidiéndoselo el mismo, ni mucho menos que estuviera de acuerdo.

  — ¿Estás seguro? — le dijo Tatsurou cuando por fin logró articular una oración de palabras coherentes.

  — Puedo masturbarte con la mano, si quieres — le dijo Miya a la defensiva, pero Tatsurou no se molestó en replicar sus palabras.

En vez de eso, lo arrastro hacia la habitación y procedieron a tener lo que Tatsurou decidió que era, sin duda alguna, el mejor sexo de su vida.

 

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  Tatsurou se despertó tarde al día siguiente, con un brazo alrededor de los hombros de Miya, su espalda pegada a su pecho. Al mirar el reloj se dio cuenta de que pasaba del medio día, pero Miya podía dormir hasta el siguiente día si lo dejaba, así que Tatsurou comenzó a acariciar su nuca, besándolo en la curva de su hombro, con la esperanza de despertarlo.

Lo cual funciono – Miya comenzó a despertar de su sueño casi instantáneamente mientras Tatsurou deslizaba su mano por su brazo, y luego su estómago, hasta que finalmente llego a su…

 

Pene.

 

Grito y se alejó de inmediato, apartando su mano como si se hubiera quemado,  después se escuchó un fuerte golpe acompañado de un quejido de dolor en toda la habitación cuando Miya cayó de la cama en medio de la conmoción. En ese momento, Tatsurou se encontraba sentado y pegado a la pared, cubriéndose con las sábanas. Estaba tan alterado que ni siquiera pensó en preguntarle si estaba bien.

A Miya pareció no preocuparle mucho, ya que después de levantarse con un salto, una sonrisa ilumino su rostro por completo, y, olvidándose del aliento matutino, le beso, metiéndole la lengua a su boca.

  — Ya regreso, necesito llamar a mi mama — le dijo antes de besarlo de nueva cuenta y correr fuera de la habitación, completamente desnudo. Tatsurou observó la puerta abierta durante un largo rato, totalmente desconcertado.

Escucho débilmente la voz de Miya desde la estancia durante un largo rato antes de que su corazón volviera a latir con normalidad. Logrando finalmente reaccionar de su aturdimiento se dirigió al baño, pensando que una ducha le daría algo de tiempo para poner sus pensamientos en orden.

Aunque resulto más fácil decirlo que hacerlo. Tatsurou permaneció bajo la regadera más tiempo de lo que realmente necesitaba, sin conseguir darle sentido a la situación al momento que decidió cerrar la llave del agua. Lo único que podía pensar era que había tenido un sexo increíble y maravilloso con Miya la noche anterior, y que de algún modo le había crecido un pene mientras dormían abrazados.

No tenía idea de cómo reaccionar cuando finalmente salió de su refugio improvisado. Se tomó su tiempo en vestirse, y eventualmente se obligó a salir a la estancia donde encontró a Miya recargado en la ventana y fumando un cigarrillo. Agradeció que el guitarrista estuviese vestido.

  — Siento lo de hace rato. No estaba pensando claramente.

Miya sonaba extraño. No había duda de que le tomaría a Tatsuro un buen rato para volver a acostumbrarse a su voz.

  — No te preocupes. ¿Qué dijo tu mamá? — le pregunto para cambiar de tema. Al sentarse sobre el sofá, su gatita Teto inmediatamente saltó a su regazo, demandando atención.

  — Estaba enojada porque no le había llamado en un tiempo, pero al menos no sabe nada de lo que paso.

Tatsurou se rio un poco, acariciando a Teto distraídamente.

  — Sip, agradece que no vino a visitarte. Por cierto, me alegra que estés de regreso.

  — Gracias — dijo Miya, sonriéndole. Los rasgos de su rostro habían regresado a la normalidad, y Tatsurou no pudo decir de qué manera habían cambiado en primer lugar —…Supongo que fue divertido mientras duro.

  — Sip — sonrió Tatsurou, aliviado. Ansiaba hacer un billón de preguntas, pero esa misma razón las respondía todas.

Desayunaron sobras de comida, y compartieron un rato de ocio hasta que Miya se fue un par de horas después. Entonces Tatsurou sintió que todo había vuelto a la normalidad.

 

 

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  O eso fue lo que Tatsurou pensó, puesto que le tomo un par de meses en darse cuenta de que se había equivocado.

Las señales estaban ahí, pero no les había puesto mucha atención. De algún modo, Miya y el comenzaron a pasar más tiempo juntos que antes, aunque no lo pensó inmediatamente - después de todo, supuso que el comprarle a Miya toallas sanitarias los había vuelto más cercanos. Pero había todas esas caricias que ambos compartían, y sabía perfectamente bien que antes no existían. Había incrementado el número de mensajes de texto que se enviaban mutuamente, y aun sentía esa arrogante furia cuando Satochi se comportaba como un idiota durante los ensayos o si Maeda se acercaba mucho a Miya para su gusto.

Fue mientras estaba sentado en el estudio con la mano de Miya sobre su rodilla, y cuyos dedos daban pequeños golpecitos al ritmo de la canción que escuchaban, cuando se dio cuenta de que básicamente eran una pareja.

Eran una maldita pareja y ninguno de los dos se había dado cuenta.

Afortunadamente, Tatsurou lo había descubierto a tiempo, pues de otra manera estaba seguro de que lo habría arruinado todo. Darse cuenta de todo realmente le impacto - ahora no podía pensar en Miya como nada más que un novio en potencia, y eso fue en todo lo que pudo concentrarse durante el resto de la sesión de grabación. Todo era extraño, e intrigante y erróneo, pero no logro sacarse de la cabeza de que ahí había algo.

  Aun se encontraba reflexionando sobre las cosas que tenía en la cabeza (con una mano bajo su ropa interior, por cierto) después de regresar a su casa esa noche. No tenía ningún problema en imaginarse a si mismo haciéndolo con Miya, pero tenía que admitir que le era difícil imaginar que acariciaba lo que tenía bajo su cintura. Intento convencerse de que no era tan diferente de masturbarse a sí mismo, porque bueno, Miya era sexy, siendo o no un chico. Además de que daba un increíble sexo oral. Estaba seguro que podría lograr lo que sea, si su furiosa erección estaba dispuesta a hacerlo.

Estaba llegando a  ese punto cúspide, cuando alguien creyó que era buena idea llamarlo por teléfono a pesar de que pasaba de la media noche. Quien quiera que fuera, tendría que hablar con su contestadora, sin embargo su teléfono comenzó a sonar de nueva cuenta. Y fue entonces que  se dio por vencido.

  — ¡¿Qué?! — ladro.

  — Oye, uh, ¿estabas dormido? — era Miya. La situación no podía ser más mortificante.

Tatsurou aclaro la garganta.

  — Um. Sip – mintió. Era mejor que responder “me estaba masturbando pensando en que me lo chupabas”

  — Lo siento — dijo Miya tímidamente —. Solo quería saber si tenías mi cámara. No puedo encontrarla.

Tatsurou salió de la cama dando un ruidoso suspiro, buscando por su apartamento. Afortunadamente, Miya había dejado su cámara a la vista sobre la mesa de la cocina y pronto la localizo.

  — Sip, la tengo aquí. ¿Supongo que debo llevártela mañana?

  — ¡Ah, gracias! Eso sería genial. Te veré mañana entonces.

  — Claro… ¿Miya?

  — ¿Hm?

Tatsurou estuvo a punto de decir algo, pero no logro hacerlo. Puso fin a la conversación con un tonto “duerme bien”, a lo cual Miya respondió con un divertido “también tú”, y al ver que su erección estaba lejos de desaparecer, regreso a su labor manual. Sin embargo, sus pensamientos terminaron por costarle su noche de sueño, prometiéndose no acobardarse la próxima vez.

 

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  Claro que al siguiente día, abordaron un avión con destino a Europa, y no tuvo oportunidad de estar con Miya sin que un montón de gente estuviera ahí durante tres semanas a lo largo de su tour. Una mañana, mientras todo mundo había decidido pasear por la ciudad, Miya se quedó dormido, y Tatsurou optó por quedarse y esperar hasta que despertara.

Su estrategia rindió frutos – Miya despertó hambriento y con antojo de pasteles, así que decidieron caminar sobre la calle en la cual se encontraba su hotel para encontrar algún lugar donde pudieran desayunar.

    — ¿Pay de queso para desayunar?  — pregunto Tatsurou una vez que estuvieron sentados en la pequeña mesa de una acogedora cafetería. La mesera sonreía divertida mientras colocaba el postre frente a Miya, y Tatsurou debía admitir que se veía delicioso. Miya se encogió de hombros, dibujando una pequeña sonrisa en la curva de sus labios.

    — ¿Por qué no? Ya tuve suficientes croissants por el resto de mi vida.

    — Buen punto — concedió Tatsurou sonriendo, y fue entonces que no se permitió pensar antes de preguntar directamente:

    — ¿Oye, estamos saliendo?

Tuvo tiempo suficiente para arrepentirse de su pregunta mientras observaba a Miya atragantarse con el bocado de pay de queso, para después toser hasta que logro hablar de nuevo:

  — ¿Por qué dices eso? — su rostro se había sonrojado, mientras que sus ojos se habían vuelto más grandes de lo usual. Tatsurou se habría reído, de no desear que la tierra se lo tragara hasta desaparecer.

  — No lo sé — respondió —. Solo pensé que… se siente como estuviéramos saliendo.

Miya bajo su tenedor, con una mirada pensativa.

  — No lo sé — dijo después de unos momentos — ¿Lo estamos?

  — No lo sé.

A esto le siguió un largo e incómodo silencio, Y Tatsurou estuvo a punto de decirle que lo olvidara, cuando Miya se aclaró la garganta.

  —… ¿Quieres intentarlo?

Tatsurou lo miro sorprendido. Había esperado cualquier otra cosa menos eso.

  — ¿Hablas en serio?

  — Olvídalo — murmuro Miya, pasando nerviosamente una mano por su cabello, y Tatsurou comenzó a reírse muy a su pesar.

  — No sabía que te gustaban los hombres — bromeó.

  — No sabía que a ti te gustaran los hombres — se encogió Miya de hombros, sonriendo traviesamente —. Dejé que tuvieras sexo conmigo, ¿recuerdas?

Tatsurou tuvo que reflexionar lo antes dicho por un momento. Parecía no haber dudas sobre el hecho de que a Miya no le importaba la presencia de un pene que no fuera el de él en una relación.

  — Veo a lo que te refieres — dijo. Tatsurou se preguntó brevemente que diría eso sobre sí mismo, pero realmente no lo supo, solo sabía que había disfrutado mucho acostarse con un hombre con el cuerpo de una chica, quien aparentemente había disfrutado acostarse con un hombre.

  — Supongo que podemos intentarlo —comenzó Miya, picando distraídamente su pay de queso con el tenedor —. Y podemos parar si no funciona.

Tatsurou asintió con la cabeza.

  — Suena bien — miró postre sobre el plato de Miya, finalmente dándose por vencido — ¿Me das un poco de eso?

Miya sonrió.

  — Seguro — dijo. Dudo momentáneamente, pero luego le acerco a Tatsurou un bocado con su propio tenedor. El pastel estaba excepcionalmente bueno, sin poder resistir a pedir un segundo bocado. Miya lo complació con una sonrisa en el rostro, y Tatsurou rezo silenciosamente de que el salir con Miya oficialmente no tuviera malas consecuencias en su ingesta de calorías.

 

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  Resulto que no había gran diferencia entre hacerlo con Miya siendo una chica y Miya siendo un chico. Por su puesto que había un par de nuevos elementos, pero a Tatsurou no le importo tanto como había creído, y el entusiasmo que Miya ponía durante el sexo mientras tomaba con firmeza su erección, casi le había hecho olvidar la extraña sensación de la erección de otro hombre golpear su estómago.

Los desesperados gemidos de Miya comenzaban a hacer un ruidoso eco mientras sus caderas giraban más y más rápido contra su cuerpo, y era probable que dejara marcas si l guitarrista continuaba arañando su espalda agresivamente. Claro que esto no le importaba a Tatsurou – simplemente se aseguraba de sostener al guitarrista con más fuerza, sacándole otro pequeño gemido, estremeciéndose cuando sintio un talón deslizarse a lo largo de su pantorrilla mientras Miya le susurraba un silencioso “espera” al oído. Sin aliento, Tatsurou se enderezo, sintiendo una caliente sensación en su estómago, y unas frías y húmedas gotas de líquido pre seminal sobre su piel, justo donde había estado la erección de Miya. Le observo estirarse para abrir el cajón de su mesita de noche.

Tatsurou se congelo cuando vio que Miya sacaba un condón y una pequeña botella de plástico. No estaba realmente acostumbrado a esa parte, y su desconcierto debió ser demasiado obvio, pues Miya lo miro con curiosidad.

  — ¿Qué pasa?

  — ¿Quieres tener sexo? — espetó Tatsurou, sin darse cuenta de lo estúpida que era su pregunta hasta que escapo de su boca. La respuesta era bastante obvia, pues la mirada expectante de Miya y el que tuviera las piernas completamente abiertas, no estaban pasabando por nada.

  — Bueno, ¿sí? ¿Tú no?

Tatsurou volteó a mirar el condón y el lubricante en su mano.

  — Yo, uh, supongo — murmuro.

La cabeza de Miya se desplomo sobre la almohada ante su respuesta, dejando salir un dramático suspiro.

  — ¿Supones? Por favor no decidas que eres hetero ahora — mascullo entre dientes, enderezándose para tomar la pequeña botella de la mano de Tatsurou.

Esta vez fue Tatsurou quien suspiro.

  — Ten compasión. Sabes que nunca antes había tenido sexo con un hombre.

Nunca lo sabría, pero tal vez Miya había experimentado todo esto por su cuenta, ya que el guitarrista no se molestó en responderle antes de esparcir una generosa cantidad de lubricante sobre sus dedos índice y cordial, para colocarlos en medio de sus piernas y meterlos dentro de sí mismo. Tatsurou lo observo sin palabras. Pudo ver la inconfundible expresión de placer de Miya, – ojos cerrados, labios separados y las cejas ligeramente fruncidas – su pecho respiraba lenta y profundamente. Era una extraña escena al principio, después la encontró sumamente sexy. Fue entonces que sintió un poco de culpa al recordar que se esperaba que participara en asunto.

  — Yo me haré cargo — se escuchó a si mismo decir, tomando la botella —…Dime si te duele ¿está bien?

Miya se recostó sobre la cama y le dedico una sonrisa burlona.

  — Te podría apostar que has tenido sexo anal con una chica al menos una vez. Es básicamente lo mismo.

Tatsurou solo sonrió. En realidad, ya lo había hecho – solo un par de veces, aunque una de esas veces no fue a propósito, y no había dedos involucrados. No era tan malo como Tatsurou había creído, eso mientras no pensara demasiado en el asunto. En cambio Miya, ciertamente parecía que lo estaba disfrutando, lo cual era suficiente.

Entonces una de las piernas del guitarrista se retorció mientras dejaba salir un estrangulado y agudo sonido, e inmediatamente Tatsurou sacó los dedos de su interior, asustado de haberlo herido.

  — ¿Estas bien?

Le tomo a Miya varios segundos para recuperar el aliento.

  — Si, maldición.

Tomo deprisa el paquetito olvidado, para abrirlo y enrollarlo en la erección de Tatsurou antes de incorporarse sobre sus codos, besándolo en los labios.

  — ¿Quieres que te monte? — le susurro Miya en medio del beso, sus ojos entre cerrados lo miraban y miraban su erección que de nueva cuenta estaba presionada contra su cuerpo, luciendo más dura que nuca. Tatsurou asintió en silencio, recostándose sobre la cama, sus brazos se abrazaron el cuerpo de Miya mientras se besaban.

Miya entonces se puso de horcajadas sobre él, tomando su erección con una mano para introducirlo dentro de su cuerpo. Tatsurou olvido inmediatamente todos sus prejuicios cuando observo los parpados de Miya cerrarse mientras un suspiro de satisfacción escapaba de sus labios. Comenzó a moverse lentamente sobre él, y los dedos de Tatsurou se aferraron inconscientemente a la piel de sus muslos mientras gemía silenciosamente.

Tatsurou se percató de que había cerrado los ojos solo cuando los abrió de nuevo, dándose cuenta de que Miya le observaba fijamente, provocando que un rayo de placer recorriera todo su cuerpo.

  — No es tan malo como creí — dijo sin aliento.

  — ¿Qué? ¿Acostarte con un hombre? — le pregunto Miya divertido, su rostro estaba ligeramente sonrojado en esos momentos.

  — Sip — no estaba mintiendo, aquello era el descubrimiento del año —. Aunque no lo haría si no fuera contigo.

Miya sonrió.

  — Tomaré eso como un cumplido.

Al siguiente segundo, la boca de Miya volvía a besarlo, y sus caderas comenzaron a moverse más rápido sobre él. El guitarrista entonces guio a una de sus manos entre ambos cuerpos, y Tatsurou comprendió la indirecta, a continuación tomó la erección de Miya entre sus dedos, para masturbarlo lentamente. Miya dejo salir un gemido, y el sonido de su respiración se fue haciendo más y más fuerte, mientras que el propio placer de Tatsurou comenzaba a crecer dentro de él.

Sin embargo, Miya disminuyo su ritmo, y Tatsurou abrió los ojos de nuevo cuando lo escucho reírse en su oído.

  — Demonios, no estoy acostumbrado a rebotar de esta manera. Estoy descubriendo músculos que ni siquiera sabía que tenía. — le dijo, disculpándose con una sonrisa.

Tatsurou resoplo.

  — Déjame hacer esto entonces — empujo con cuidado a Miya sobre la cama para colocarse sobre él, las piernas de Miya descansaban en sus antebrazos. Comenzó a penétralo mientras se aferraba a sus hombros para sostenerse, mientras Miya lo jalaba hacia su cuerpo para unir sus labios en un ferviente beso.

Miya se separó minutos después para tomar aire, su cuerpo se sacudía violentamente debajo de él, y fue entonces cuando Tatsurou tuvo el mismo pensamiento que había tenido varias semanas atrás – sería capaz de observar a Miya venirse durante todo el día.

 

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“donde stas”  leyó Tatsurou en la pantalla de su teléfono, escribiendo rápidamente “lavando tu maldita ropa” como respuesta. Dos minutos después, Miya llego a la lavandería del edificio de departamentos donde vivía, con una taza de café en mano, los ojos entrecerrados y una alborotada cabellera que desafiaba la gravedad.

  — Buenos días — le saludo Tatsurou, a pesar de que el sol hacia mucho que había pasado de su cenit. 

  — No tienes que hacer eso — fue la respuesta de Miya. Su voz aun estaba ronca y somnolienta, aclarándose la garganta mientras se recargaba sobre una secadora que nadie usaba.

  — Bueno, alguien tiene que hacerlo — respondió Tatsurou como si fuera lo más obvio, mirando a Miya, reconociendo de pronto del logo de Comme des Garçons en la camiseta de polo que tenía puesta. Que por cierto, sucedía que era de él.

   — ¡Oye, he estado buscando esa camiseta por todas partes!

Miya le soplo a su café antes de darle un cuidadoso sorbo.

  — ¿En serio? Ha estado en mi armario desde hace tiempo — comentó con obvia diversión —. Y es toda la ropa que tengo para usar.

  — Bien. Puedes quedártela hasta que se lave esta carga de ropa — dijo Tatsurou en un exagerado suspiro, señalando la canasta de ropa que había traído consigo minutos antes.

Miya se rio.

  — ¿Te sientes generoso el día de hoy?

  — Ahora que lo mencionas, sí. ¿Sabes qué día es hoy? — Miya tuvo que pensar la respuesta durante unos instantes, y su impotencia hizo reír a Tatsurou.

Su rostro se ilumino finalmente.

  — Es víspera de navidad — dijo antes de darle un largo sorbo a su café —. ¿Tienes algo en mente?

  — No hacer nada, si eso no te molesta — Tatsurou necesitaba  solo mitad de horas de sueño que dormía el guitarrista para sentirse renovado, siéndole difícil sentirse cansado, pero ese día era su primer día libre después de mucho tiempo, y no sentía ganas de hacer mucho. 

  — Eso suena bien — dijo Miya con una sonrisa, la cual pronto desapareció para convertirse en una expresión de disculpa —. Aunque no tuve tiempo de comprarte un regalo.

  — Rayos, eso duele. Yo si te compre algo lindo — dijo Tatsurou con un tono falso de decepción y fingiendo fruncir el entrecejo. A pesar de haberle comprado a Miya un lujoso surtido de mezclas de café (encontrar un lindo regalo para Miya había sido todo un reto, pero el café era una apuesta segura), no le importaba si no recibía nada a cambio.

Sin embargo, y para sorpresa de Tatsurou, Miya lo tomo muy a pecho, juzgando la manera en que sus dedos golpeaban la taza de café.

  — Lo siento — murmuro —. Te compraré algo.

  — Te diré que es lo que quiero — comenzó a decir siniestramente —. Quiero mi camisa de vuelta. Y sexo oral — añadió, guiñándole el ojo.

  — Hecho — dijo Miya con una sonrisa, rodando los ojos. Entonces su boca se abrió en completa sorpresa al ver que Tatsurou sacaba de la ropa sucia, uno de los sostenes que habían comprado juntos meses atrás. Ambos intercambiaron miradas perplejas antes de estallar en risas al unísono.

  — Quema eso — le dijo Miya cuando las risas comenzaban a apagarse.

Las risas volvieron a invadir a Tatsurou.

  — ¿Por qué? ¿Es un lindo recuerdo, no crees?

Miya dejo su taza de café sobre una lavadora.

  — Quémalo — repitió con firmeza acercándose a él, parándose en la punta de sus pies para propinarle a Tatsurou un largo y juguetón beso.

 

 

 

Notas finales:

El fin! uwu

Espero les haya gustado x3

No olviden darse una vuelta por el blog de la autora y dejar un comentario x3 y porfavor, no olviden dejar un review por aqui tambien, son muy valiosos x3

 Y para hacerlo un poco de cursi emocion,  proximamente llegara a ustedes una nueva traduccion:

"Fuga en la Clave del Arrepentimiento"


Original de la misma autora Stupeur y con la misma adorable pareja uwu

¡Esperenlo porfavor! XD


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