Línea cronológica: 005
Servir a los gemelos Gleeful era un infierno, y para él, uno de los demonios más antiguos del mundo, poseedor de un poder inimaginable, pensar aquello resultaba denigrante.
¿Qué tan bajo podía caer un demonio, ante dos simples mortales? Para colmo, eran tan solo un par de niños cuando se hicieron de su control, humillándolo, torturándolo, hasta volverlo la insignificante basura que era en su presente.
Mucho antes de conocer a los gemelos Gleeful, admite no haber sido el demonio más sanguinario de todos, o con una confianza en si mismo tan grande como lo es el universo, pero al menos los demonios de la dimensión a la que pertenecía lo respetaban, por el simple hecho de ser más fuerte que ellos. Con solo mencionar su nombre, donde quiera que fuera, las masas temblaban de miedo, y muchos se lo pensaban dos veces antes de intentar algo en su contra. Solo por ser más poderoso, y sobretodo listo, que la mayoría. Muy pocos eran los que podían darle frente, y gran parte de ellos estaban muertos.
No era valiente como muchos otros demonios, resultaba ser demasiado tímido y nervioso de sus propias palabras la mayor parte del tiempo. La razón por la que se había mantenido con vida por tantos siglos, era porque, al menos, sabia engañar a las personas. Realizando tratos, poseyendo cuerpos, concediendo deseos a cambio de favores que, bajo trucos y mentiras, resultaban más beneficiosos para él, Will Cipher, que para su víctima. Porque todos los que tuvieron algo que ver con él, al menos una vez, fueron víctimas que cayeron en las ingeniosas trampas de un demonio que parecía temer hasta de su propia sombra.
Por algo los sabios aconsejaban nunca juzgar un libro por su portada, el contenido podía ser más de lo que se esperaba.
Y Will Cipher, el demonio más grande de la existencia, confió en que dos niños de once años nunca representarían un problema, una amenaza real, para él.
Equivocarse y confiar fue el error más grande que pudo haber cometido en toda su asquerosa existencia, pagando con su libertad y dignidad por los últimos siete años.
Denigrado a ser un simple esclavo, que era castigado de la peor forma posible sino lograba cumplir el más insignificante capricho de sus amos. Lo cual sucedía la mayoría de las veces, no porque hiciera un mal trabajo, simplemente porque a sus amos les fascinaba ver lo bajo que podía caer el demonio por un poco de piedad.
Creía que su tormento se volvería eterno con el paso de los días, pero en los últimos meses, para su sorpresa, acostumbrado al maltrato que recibía de los gemelos Gleeful por igual, algo cambio. Más bien, alguien parecía cambiar. De forma muy sutil, pero que era notable en un ambiente lleno de hipocresía, egoísmo y vanidad, entre muchas cosas más.
Un día, cuando estaba centrado en atender únicamente las exigencias de Mason Gleeful, ocurrió lo que nunca espero recibir de nadie perteneciente a esa familia, sobretodo de él, el Gleeful menor.
Había dejado una taza de té sobre la pequeña mesa que reposaba a un lado del sillón, que Mason Gleeful usaba para leer en comodidad, encerrado en la biblioteca, por largas horas lejos del mundo que aborrecía. En completo silencio, por temor a ser castigado de nuevo, Will estaba por retirarse y realizar varias tareas que Mabel Gleeful le ordeno hacer antes de que ella regresara de su cita (acoso) con Gideon.
La repentina parálisis en su cuerpo, y la esencia azul que lo rodeaba, lo hizo temblar de miedo. No había hecho nada malo, sin embargo, iba a recibir un castigo.
—Antes de que te vayas, Will —sin apartar la vista del libro que leía en esos momentos, con solo mover su dedo, tuvo al demonio incado frente a él. Dejo el libro sobre la mesa, y se acerco peligrosa, pero lentamente, al rostro de Will. Con sus ojos mirando directo a los contrarios.
La fría mirada de Mason era intimidante. Will, sintiéndose amenazado por la cercanía, cerro los ojos en un intento de hacer menos doloroso lo que estaba por ocurrir.
Una mano, acariciando su cabeza como si fuera un perro siendo premiado por su amo, fue todo lo que sintió.
—¿S-señor? —nervioso, pero confundido, Will abrió los ojos buscando una explicación a la repentina caricia del Gleeful hacia él.
¿Acaso era un sueño? O... ¿Una pesadilla?
¿Por qué?
—Buen... Trabajo —el cuerpo de Will se estremeció, por el tono de voz con el que se había dirigido a él. Era menos hostil, más cálido, o al menos hasta donde Mason Gleeful era capaz de sentir empatía por otro ser vivo—. Ahora, largo —dijo recuperando la actitud que tenia con el mundo en general.
Después de ese extraño evento, Will fue incapaz de conciliar el sueño por los meses siguientes. Lapso de tiempo en el que se repitió lo ocurrido con Mason Gleeful, en al menos tres ocasiones más. Estando ellos dos solos, sin nadie de su familia cerca (sobretodo Mabel), o cualquier otra persona.
Porque Will Cipher, despertó en Mason Gleeful cosas que ni él creía poder sentir.
Cosas que jamas dejaría que nadie viera, a excepción de Will. Y en porciones tan pequeñas, que hacían dudar al demonio de que realmente estuvieran pasando.