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Nuestro deseo (milo x camus omegaverse) por angeloDivoglio

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Le veía dormir plácidamente en su cama, sonreía al hacerlo y como no hacerlo, aquel omega era tan hermoso y sobre todo le hacía sentir tan bien.


-descansa.


Beso con ternura su cabellera cobijándolo con suavidad recostándose un sofá cama negro que había ordenado que colocaran en su habitación, cerca de la cama.


- Camus.


Susurro ese nombre, degustando de cómo la luna iluminaba la cara del nombrado, mientras dormía como nunca antes lo había hecho.


Tenía seis meses desde que había sido llevado con su nuevo amo, un alfa que para él era extraño, pues era muy por el contrario a como le habían dicho que sería.


- mi señor Milo, perdón creo que me he quedado dormido mientras platicábamos.


Dijo el menor despertándose al no sentir la presencia de milo a su lado.


-- tranquilo, descansa Camus, tuviste un día muy agotador, además mañana conocerás a algunos amigos míos, los aprecio mucho sé que te agradaran.


Milo sonreía yendo de nuevo hacia Camus, sentándose a su lado, viendo su mirada adormilada, como su sonrisa.


Gracias mi señor...


Agradeció tomando la mano de milo, colocándola en su mejilla restregándose un poco contra esta para después besarla.


- Deja de llamarme así Camus, tú y yo somos iguales.


Sonrió al decir eso, acto que el menor imito al tiempo que se levantaba un poco sorprendiendo a milo al verlo acomodarse de tal manera que usaba sus piernas como almohada.


- ¿puedo dormir así un rato?


Pregunto recibiendo una respuesta afirmativa de milo, quien comenzaba a acariciar su cabello.


- muchas gracias en verdad, usted es muy diferente a como me dijeron que seria, usted en verdad me hace sentir bien... feliz o tal vez algo más.


Se quedó dormido tras decir aquellas palabras, mientras milo no dejaba de sonreír acariciando su cabello.


Sintiéndose un poco extraño, pues de un momento un olor demasiado tenue llego a su nariz, era un olor dulce muy similar a la frambuesa llegó a su nariz estremeciéndolo un poco.


- tu celo llegara muy pronto.


Aquello más que alegrarlo le preocupo, llenándolo de miedo, pues de ser así, no le permitirían pasar lejos de Camus y no creía poder contenerse a su lado.


El sol había vuelto a salir, Camus estaba perfectamente arreglado, como un buen omega tenía que estarlo para ser digno de presumir para su alfa.


Ambos caminaban por la mansión de milo, dispuestos a salir, sin embargo el menor caminaba en silencio con la mirada baja, sintiendo la mirada fulminante de la madre de milo, quien con una copa de vino en su mano lo miraba con desprecio, llamando un momento a su hijo para que pudieran charlas a solas.


- no me está gustando como tratas a ese omega, no sé siquiera porque le has quitado la cadena y lo has desamarrado de la cama, él está aquí para complacerte no para que lo tengas paseando, si quieres pasear a algo, saca al perro.


Milo suspiró molesto cruzándose de brazos desviando la mirada.


- si no detienes esto milo - continuó la mujer- le diré a tu padre que se deshaga de ese omega.


Milo rio molesto ante aquellas palabras mirando esta vez a su madre mientras señalaba con su mano la copa de vino.


- pues veamos qué opina papá cuando sepa cuánto bebes al día.


Formó una sonrisa de burla en sus labios, dando la vuelta regresando con Camus, quien ya estaba en su auto, el cual entro azotando la puerta prendiendo el carro acelerando con rapidez, queriéndose alejar lo más rápido de ahí.


- todo está bien mi señor.


pregunto Camus, mostrando total preocupación al ver a milo molesto, el cual intentando fingir una sonrisa solo asintió con la cabeza, sin dejar de mirar hacia el camino, pues ahora dos cosas le preocupan, una era el celo próximo de Camus y la otra el desprecio de su madre ha Camus, pues este último era el que le parecía más peligroso, conocía a su madre, ella era solamente una niña mimada la cual siempre tuvo todo lo que quiso, una alfa que logró embarazarse para engendrarlo, una mujer orgullosa que haría cualquier cosa para cumplir sus caprichos.


Tardaron una hora de camino, más habían llegado a donde milo le había dicho, dejando el carro en el estacionamiento de un lujoso edificio.


- ellos son mis más grandes amigos, o tal vez incluso podría decir a los únicos que considero mi verdadera familia.


Dijo después de haber pasado todo el camino en silencio, una sonrisa se formó en sus labios sintiendo alivio al decir aquellas palabras.


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- Camus, tranquilo, soy yo.


Aquella voz le resulto familiar, brindándole un poco de confianza, por lo que volteo a ver, mirando a alguien que conocía bastante bien.


- afrodita.


Pronuncio este nombre mientras el nombrado le ayuda a levantarse, mirando con preocupación y tristeza el recién nacido que no paraba de llorar.


no hubo ninguna palabra, Camus solamente se aferró con fuerza a afrodita abrazándolo buscando un poco de consuelo, el cual con cuidado de no lastimar al bebé correspondió el abrazo imaginándose todo lo que había sufrido su amigo.


- tenemos que irnos, una señora nos ha dicho que vio a un omega embarazado entrar aquí, más no lo dijo después de pagarle, si así fue con ella lo hará con cualquiera, así que vámonos.


Mencionó, tomando al bebé entre sus brazos, ayudándole a Camus a caminar hacia afuera de la casa, donde un auto llegaba con rapidez.


- los logre perder, pero suban que no tardaran en dar con nosotros.


Les gritaron desde el auto, un hombre albino de ojos tan rojos como la sangre, por lo que obedecieron, subiendo y acelerando con rapidez, cambiando de vehículo a una distancia considerable.


Camus estaba cansado apenas podía mantener los ojos abiertos, más no soltaba a su bebé quien nuevamente comenzaba a llorar por el hambre que sentía.


- come un poco, necesitas fuerzas y tienes que alimentar al bebé.


Decía afrodita quien estaba sentando a su lado, sacando algunos alimentos de la mochila que tenía consigo, dándoselos a Camus el cual los acepto.


- ¿puedo cargarlo?


Cuestiono recibiendo una afirmación de parte de Camus, quien con cuidado se lo dio.


Miro con tristeza y un poco de alegría, aquel pequeño era tan suave y delicado, pero sobre todo se parecía a milo.


- descansa un poco nosotros cuidaremos de ustedes.


Dijo sintiendo como Camus, después de terminar con lo que le habían dado se recargaba en su hombro, sintiendo por fin después de todo ese tiempo un poco de paz.


- ¿qué es lo que haremos?


Dijo aquel hombre que los había recogido en el auto, cuando llegaron a un motel en la carretera, mirando a lo lejos a Camus dormir en la cama, y a su omega dándole biberón al bebé mientras lo arrullaba hasta hacerlo dormir.


- no lo sé Death, pero no lo podemos dejarlos solos, es la familia de milo, nuestra familia.


Contesto dejando al bebé alado de Camus, para así pedirle a su alfa que saliera con el prendiendo un cigarro fumando intentando relajarse.


- yo me haré cargo, tu regresa, no puedo dejar que algo te pase.


Le dijo aquel alfa abrazándolo por la espalda, mientras su omega miraba hacia el cielo.


- no, nunca me separare de ti, si hay que morir salvándolos a ellos, moriremos los dos.


Respondió dándose la vuelta para besar a su alfa, el cual le sonreía orgulloso de la valentía de su omega.


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Se encontraba nervioso, mirando como milo unos metros un poco alejado del platicaba con quien se hacía llamar Deathmask.


- tranquilo, el escorpión no se ira a ningún lado.


Le dijo un omega demasiado hermoso tanto que podía confundirse con una mujer a simple vista, sus cara era delicada, su piel blanca y sus ojos celestes como su cabello, podían hacer perderse en el a cualquiera.


- no yo no...


Intento decir más se sentía demasiado apenado al ser descubierto mirando al milo.


- tranquilo.


Sonreía con alegría sentándose a su lado, dándole una cerveza a Camus, la cual rechazo con cortesía.


- estas confundido ¿verdad?, puedo verlo en tu rostro, milo te ha dicho que te ayudaría a escapar cuando pudieran, y ahora que pueden ninguno de los dos hace el intento por alejarse del otro. Y eso te asusta, porque te hace sentir tan confundido, que no sabes que hacer.


dijo sentándose a su lado, observando también como los dos alfas platicaban, más sabia que era de algo serio, algo que esperaba no fuera tan malo.


- ¿perdon?


Toda su atención se posó en Camus, quien le miraba con detenimiento, sin entender en que momento le habia estudiado tanto.


- tranquilo, milo te lo dijo ¿no? somos familia, el nos cuenta todo y nosotros a el, es por eso que se que te dijo que escaparías, y lo demás lo supuse, porque hasta donde se has tenido demasiadas oportunidades de escapar, de dar la vuelta y no volver y no lo has hecho, incluso en este momento, puedes irte y sabes que milo no ira tras de ti, te dejara ir si lo deseas, más no lo haces, y eso te confunde, a nosotros los omegas nos han enseñado que teníamos que estar preparados para sufrir en las manos de un alfa, que dejáramos que nos use a su antojo y después nos deseche cuando se aburra de nosotros, y es por eso que ahora que has conocido un alfa como milo te sientes tan confundido..


Afrodita le sonrió tomando un poco de la cerveza que Camus había rechazado.


- ¿o me equivoco?


Camus se sintió nervioso, aquel chico era extremadamente raro e inteligente, no creía que pudiera mentirle no con facilidad, así que simplemente asintió con la cabeza, pues fin al cabo aquel sujeto podría ayudarlo con aquello que le confundía.


- cuando estoy con milo me siento feliz, y no entiendo el motivo, el simple hecho de estar a su lado, me hace sentir bien, completo, me llena de paz y ahuyenta las pesadillas que desde niño me han perseguido, no entiendo el motivo, pero mientras más pasa y pasa el tiempo menos quiero alejarme de él, en verdad no lo quiero. Sin embargo - detuvo sus palabras mirando a milo un segundo y después bajando la cabeza posando su mirada en el piso- tú los has dicho nos han enseñado que los omegas solo somos objetos, así que no logro comprender del todo a milo.


Afrodita sonrió un poco alegre de escuchar lo que Camus sentía por su preciado amigo, para así terminas de pocos tragos la cerveza que tenía en la mano destapando otra que había traído para él.


- yo también estuve confundido mucho tiempo, no podía creer que existieran alfas buenos, creía que habían unos menos despreciables que otros pero ninguno bueno, sin embargo cuando te quitas tus miedos e intentas ver con claridad todo cambia. Yo - guardo un momento silencio mirando a su alfa con una sonrisa- trabajaba o más bien era obligado a esta en un burdel desde mi primer celo.


Bebió un poco más de su cerveza antes de continuar, regresando la vista a Camus suspirando con fuerza


- trabajaba día y noche, apenas si tenía tiempo de dormir y comer de manera adecuada, lo más triste fue que yo era un omega extremadamente fértil, desde mi primer celo quede en cinta, en todos mis celos quede en cinta, y en todos ellos me obligaron a matar a mi bebé, al final quede estéril, me deprimí bastante por eso, pues a pesar de todo alguna vez me imagine con una linda nena creciendo en mi vientre, después de eso deje de comer, de hacer bien mi trabajo, en resumen me convertí en peso muerto, por lo que me tiraron a la calle como un trozo de basura, y literalmente me dejaron tirado después de golpearme y divertirse una última vez conmigo alado de un contenedor de basura, y ahí conocí a Death, el me salvo, me cuido y me mantuvo a su lado aunque su familia no lo quería así, el dio la espalda a todos con tal y tenerme a su lado, se enamoró de mi como yo lo hice de él, e incluso me dio su mordida aun sabiendo que nunca podría darle una familia, aun así es el hombre más lindo que pude conocer, fue aquel que me enseño que no todos los alfas son unos monstruos, me hizo ver que aquellas historias de el alfa destinado no eran mentiras.


Camus comprendía las palabras de afrodita, entendía hasta cierto punto su dolor, pues algo así fue con su vida en aquella jaula donde lo exhibían como un objeto caro, y aun que nunca lo tocaron conocía aquel asco, aquella sensación y odio por ser un omega.


- bueno - continuo el peli celeste- la razón por la que te cuento esto es para que veas que yo entiendo tus miedos, tus desconfianzas, y he pasado por lo que tú lo haces, sé que es difícil enamorarse de un alfa que se encuentra en la posición de milo, pero tranquilo que él no es mala persona, y puedo jurarte que él te ama tanto como tú lo haces a él, como también puedo jurar, pero claro tú y solo tu puede saber esto, y es que él es tu alfa destinado.


Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Camus, aquel chico era agradable, se notaba su preocupación por milo, e incluso aun en medio de esa platica pudo sentirse en confianza y en tranquilidad, como si estuviera por fin dentro de aquella familia que siempre soñó.


- gracias.


- tranquilo, ya eres parte de nosotros, y cada vez que nos necesites estaremos ahí, lo juro.


Camus asintió agradeciendo de nuevo, viendo como las alfas comenzaban a acercarse a ellos, disimulando una sonrisa mientras decían que los llevarían al parque de diversiones y de ahí si gustaban a cenar a un sitio de su preferencia.


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- ¿dónde está milo?


Preguntaba por quinta vez sintiendo que recuperaba un poco de la fuerza que había perdido en el parto como desde el día en que todo se vino abajo.


Afrodita solo bajo la cabeza, mientras Death el que estaba de lado de la ventana miraba al cielo en silencio fumando su cigarrillo.


- por favor, se los suplico díganme donde está, no iré a buscarlo, pero necesito saber que el está bien, que al menos está vivo... ¿por que lo esta verdad? mi alfa esta vivo ¿verdad?


Su voz quebrada mostraba su verdadero dolor, más sus lágrimas conmovieron a sus dos amigos, los cuales se miraban dudosos sin contarle lo sucedido o no.


- Camus... milo ha...


- afrodita no.


Death apagaba su cigarrillo golpeando la pared que tenía a su lado, lastimándose los nudillos en el proceso, sintiendo un nudo en su garganta, mientras intentando no llorar, solo veía como el omega de su mejor amigo se aferraba a afrodita en busca de consuelo, llorando su amargura, por la pérdida de su alfa.


- este maldito infierno apenas comienza.


Fueron las únicas palabras que pudo decir, sintiendo su corazón destrozarse y un enorme deseo de morir.


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