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Punto final por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Todo va a estar bien, porque yo estaré aquí. Porque he esperado por alguien para que me acompañe, y por fin has llegado tú. Porque tú te quedaras y no te alejaran de mi entre luces rojas y azules. Porque por fin alguien puede verme.


Todo va a estar bien, mi querido Russell. Ya lo veras.

Ah… otra vez el silencio, la casa oscura, las puertas cerradas.  Por la ventana solo entran las luces rojas y azules que se alejan con rapidez. ¿Por qué otra vez tengo que quedarme solo? ¿Por qué otra vez pasa lo mismo?


Amanece, veo el bonito día por la ventana pero no salgo, no puedo salir. Veo a las personas pasear alegres por la calle, hombres, mujeres, adolecentes riendo y haciendo escándalo, niños y niñas con sus mochilas de la escuela y con dulces. Me gustan los dulces, podría comerlos todo el tiempo si pudiera. Algunas veces los niños brincan la reja del patio y tocan las puerta, pero nunca se quedan a esperar, siempre les veo corriendo de regreso mientras otros les esperan en la calle y luego se van, siempre se van.  


Ya no cuento los días, solo espero, mirando por la ventana cómo pasa el tiempo, como todos pasan. Y luego de nuevo la puerta se abre,  de nuevo hay luz y personas felices, riendo. Me hace feliz ya no estar solo.   Compartimos el mismo comedor,  veo televisión con ellos también, todos son muy amables,  me he aprendido sus nombres: Dylan, Victoria y Danny.  Me gusta ver como se divierten en el patio trasero los fines de semana que Dylan no va al trabajo, victoria a veces sale y a veces se queda en casa haciendo cientos de cosas que me aburren porque siempre parece muy ocupada. Así que paso mucho tiempo con Danny. Él tiene nueve años, y no tiene muchos amigos todavía porque acaba de ingresar a la escuela.


— la maestra me daba miedo, pero ya no.


— ¿se enoja mucho?


— Si, pero yo siempre me quedo callado— Danny es muy listo, siempre trae buenas notas a casa.  Como no tengo nada que hacer, juego mucho con él en su habitación que llenaron de cosas divertidas— Hoy no tenemos tareas.


— ¿entonces no tendrás que dejar de jugar?


— No… le pediré a mamá un perrito.


— ¿un perro? Nunca he tenido mascotas— a veces me olvido de muchas cosas, no quiero que le pase algo si me olvido de darle de comer— si tienes una mascota ¿Vas a dejarme solo?


— ¡No! jugaremos con el dentro,  haremos una casita para que duerma aquí— Por eso de entre todos me agrada más Danny.  Ojala que siempre estemos así.  Pero sé que no será así. Mi temor comienza a volverse verdad cuando noto que los padres de Danny le miran preocupados.  Al comienzo son miradas breves, algo que solo notas cuando lo esperas.  Después Victoria hace que Danny salga más de casa,  le llevar al parque y de pronto tiene muchas invitaciones de otros niños para jugar sus casas. Incluso tiene clases después de la escuela.


No me gusta quedarme solo, no me gusta que Dylan y Victoria me ignoren. Aunque la casa esta bonita, si no hay nadie aquí ¿Por qué tengo que quedarme yo?  Danny viene a buscarme a veces aunque yo no quiero hablar con él, tengo que pensar en qué hacer para que no me dejen solo otra vez.


— Danny ¿Qué haces?


— un dibujo para ti, para que no estés molesto.


— No estoy molesto contigo— Danny me muestra el dibujo, me gusta. Quiere que juguemos en el patio, pero no puedo. Jugamos dentro hasta que llegan sus amigos y salen al patio. Les veo jugar otra vez por la ventana.  La pelota con la que juegan sale volando y cae en el techo de la casa, ellos juegan otra cosa, y hasta que se van y Danny regresa dentro, le digo que podemos ir por la pelota antes de que victoria se dé cuenta y le regañen.  Le muestro la puerta que sube al techo,  Danny no puede abrirla, pero para mí es fácil hacerlo. 


— ¿Dónde está? ¿La ves?


— Allá— caminamos a donde está la pelota. Hace mucho que no subía al techo, todo se ve distinto, me gusta ver todo como su nada pasara— es muy bonito… me gusta. Creo que antes era más alto aquí.


— más alto…


— sí, saltaba del techo.


— ¿porque?


— porque podía, y porque quería… no recuerdo que quería ¿Por qué saltaba? Quizá si salto ahora, lo recuerde…. Sí, creo que saltare.


— está muy alto.


— ¿Quieres saltar conmigo, Danny?—  Danny suelta la pelota, me mira, y luego al patio bajo nosotros— no tengas miedo, no pasa nada, yo lo hice muchas veces.  Quizá así podamos jugar por siempre.


— bien… pero saltemos al mismo tiempo.


— voy a contar, saltemos cuando llegue a tres. Uno… dos… tres…— el mundo se vuelve raro, el patio esta frente a mis ojos, veo como el viento mueve el cabello de Danny y le veo reír. Después estoy mirando otra vez por la ventana. Veo como victoria sale corriendo, la escucho llamar a gritos a Danny, a Dylan…


Otra vez solo veo como se alejan las luces rojas y azules. Otra vez me quedo en casa, y lloro, me siento muy mal porque Danny no va a regresar. Me parece verlo unos momentos en la casa, subiendo a su habitación, pero es tan extraño que no sé si solo estoy viendo cosas. Victoria y Dylan regresan unos días después. Los dos hablan poco y no me hacen caso cuando pregunto si Danny regresara. Victoria ahora llora todo el tiempo, viste de negro y se queda mucho tiempo en la habitación de Danny pero no quiere hablarme ni tocar lo que hay aquí aunque le quiero mostrar el dibujo que Danny me hizo.  Dylan se la pasa enojado y fuera de casa, la mayoría de las veces llega oliendo a alcohol. Ellos discuten mucho ahora que Danny no está, se culpan de lo que paso pero ¿Qué paso? ¿Por qué se fue Danny?


Una noche me despiertan los gritos. Otra discusión. Bajo despacio, me quedo viendo en las escaleras.  Dylan levanta el brazo  para golpearla, y yo grito, grito y bajo las escaleras, pero no la golpea. Ella se queda llorando, y luego comienza a gritarle que se largue, que no quiere verlo más.  Cuando Dylan sale, los cubiertos de la mesa se estrellan uno por uno en la puerta. No vuelvo  a ver a Dylan, y por la mañana victoria también se marcha, ninguno se despide de mí, ninguno me voltea a ver ¿Por qué se van? ¿Por qué tengo que quedarme solo otra y otra vez? 


La casa queda vacía y el polvo comienza a acumularse mientras espero, y espero…  Otra vez a mirar por la ventaba, sin embargo esta vez alguien más llega. Otra vez hay personas en la casa, me sorprende no haber notado que alguien llego, pero esas son risas y suenan dentro de la casa.


 — Vamos, sonríe ¡La primera fotografía en la casa!—  se siente diferente esta vez. No sé lo que sea. Veo cómo se van otra vez, pero pronto comienzan a traer cosas, pintan y cambian las puertas y las alfombras. La cocina también la remodelan, me dolió ver como destruían todo al comienzo porque pensé que iban a arruinar mi casa, pero el resultado final me gusta mucho, hace mucho que todo parecía igual, y algo diferente es bueno de vez en cuando.


Ahora solo dos personas viven aquí, al comienzo no pasan mucho tiempo en casa y es como si estuviera solo de nuevo. Luego hay una fiesta, mucha gente y me hace feliz ver a tantas personas aquí. Russell y Leonard son mis nuevos amigos, siempre había conocido familias más grandes y con niños,  los niños me hacen sentir menos solo porque son los únicos que juegan conmigo. Al inicio así es con ellos, ninguno me pone atención aunque siempre me quejo de lo que ven en la televisión, nunca dicen nada tampoco cuando por mi torpeza tiro las cosas al suelo.  Yo pensaba que ellos eran buenos amigos, pero ellos no son amigos. Les sorprendí besándose el otro día. Creo que en algún momento escuche sobre eso,  pero no puedo recordarlo, saber que no son amigos me hace sentir curioso y observarles con atención.


Leonard es rubio, y a veces me da miedo por lo serio que es. Habla cosas en el teléfono sobre crímenes, cárcel y defensa, Russell dijo que era un abogado alguna vez. Casi no está en casa y su teléfono suena cada poco tiempo incluso en la noche. Pobre Russell. De los dos, Russell me gusta más,  es quien siempre pone música en la mañana, canta y baila mientras prepara el desayuno, me hace reír con los chistes que cuenta aunque a Leonard no parecen divertirse. Russell es castaño, y tiene unos bonitos ojos azules.


— Leonard, ¿notaste eso?


— ¿Qué?


— Nada… olvídalo— y yo sonrió, sonrió porque Russell volteo a verme. Desde entonces le saludo todas las mañanas, le espero en la puerta de la casa para preguntarle cómo ha sido su día, porque me encanta como le cuenta a Leonard por las noches,  pero yo quiero escucharlo primero. Leonard no le pone mucha atención porque está cansado, siempre parece muy ocupado y Russell y yo intentamos no molestarlo mucho para que pueda descansar. 


Comienzo a contarle yo también a Russell de mis amigos,  de todos los que he tenido. Russell siempre me escucha. Le observo mientras pasa tiempo con sus amigos, cada expresión que pone y por eso noto que algo no va bien. Hemos vivido juntos mucho tiempo y creo que últimamente no está siendo él mismo, ya casi no sonríe ni habla de cómo fue su día, antes me divertida adivinando que hace cuando sale de casa.


— ¿Por qué ya no sonríes? ¿Estás triste? ¿Algo está mal? Russell ¿Qué puedo hacer para ayúdate?— Pero Russell no me responde, sigue mirando su teléfono esperando algo.  No sé lo que le pasa y me preocupa porque quiero mucho a Russell.


Lo noto diferente un día, de nuevo esta alegre y me hace sonreír apenas le veo salir despeinado de su habitación con Leonard.  Regresa temprano ese día, lleno de cosas y se pone a cocinar. Intento ayudarle, pero está haciendo tantas cosas que no temo arruinar lo que hace. Para la hora de la cena la mesa esta arreglada, una comida que se ve deliciosa, vino y velas. Russell espera en el sofá, mirando la puerta con emoción.  Espero con él, ¿Qué esperamos? No lo sé, pero Russell esta contentísimo.  Pero poco a poco, conforme pasan las horas la alegría de Russell se va esfumando, le veo mirar molesto el reloj, usar su teléfono con la misma expresión molesta. Se queda dormido varias veces en el sofá.   Yo creo que también me duermo, porque cuando despierto Russell ya no está en el sofá.


— no es tan importante.


— ¿¡Que no lo es!? No me llamaste, ni un mensaje de que llegarías tarde.


— No podía negarme, sabes que es importante para la imagen de…


— No hablo de eso, Leonard. Te llame, tampoco me respondiste los mensajes…— de pronto parece dolido— Ni siquiera recordaste que día es hoy…— Yo tampoco sé qué día es hoy, pero  para Russell parece importante. Se da la vuelta, murmurando un “Idiota”.  Leonard no le sigue, suspira cuando ve la mesa puesta, pero no va tras Russell como yo. Le encuentro en otra habitación que no es la que usa, en la vieja habitación de mi amigo Danny. Hay una cama más pequeña, y él está allí,  con la cara roja y los labios apretados, creo que intenta no llorar, pero las lágrimas le traicionan. Verle llorar me hace  sufrir, me apresuro a la cama junto con él.


— Tienes razón, Leonard en un tonto.


— ¿Cómo pudo olvidarse de nuestro aniversario?


— Oh, un aniversario. No lo sé, pero todo estará bien— yo solo sé que si Leonard hace sufrir así a alguien tan bueno como Russell no es una buena persona, yo no le haría llorar así— vamos, todo irá bien— Russell no dice nada, nos quedamos allí, creo que él espera que Leonard venga a disculparse, pero yo sé que no vendrá. Por la mañana las cosas siguen igual, Russell y Leonard no se hablan.  Veo su tristeza cada que Leonard llega y actúa como si no pasara nada ¿Por qué no ve la tristeza  de Russell?


Y algo más comienza a pasar en mí. Nunca antes había odiado a nadie, pero ahora estoy seguro de que odio a Leonard por hacer sufrir a Russell.  Ya no quiero verlo tampoco,  me quedo rondando la habitación  donde Russell esta.  Me siento feliz de que ya no hablen, de que ya no rían juntos porque está claro que Leonard no merece a alguien como Russell. Leonard no sabe todo de Russell aunque se conozcan desde hace tiempo, no sabe las cosas que a Russell le hacen feliz por eso aunque odio a Leonard no hablo de él con Russell porque eso lo pondrá triste. Además, ya casi no vemos a Leonard en la casa.


Russell ya casi no sale de la habitación, apenas va a la cocina y ha dejado de responder al teléfono. Ni siquiera pestañea cuando Leonard llama a la puerta de vez en cuando. Y estoy tan enojado con él ¿Por qué no hace algo? ¿Por qué no entra a la fuerza e intenta arreglar las cosas cuando es claro  que eso es lo que espera Russell? O esperaba, ya no parece que espere nada. 


Aunque le odio, no puedo hacer más que arrojarle las cosas cuando no mira, cerrarle las puertas o hacer que no se abran mientras la sostengo, sus tazas favoritas ya se hicieron pedazos. No me he atrevido a gritarle porque a Russell no va a gustarle y no quiero que Russell se moleste conmigo, que se vaya como todos. Quiero tenerlo aquí, conmigo para siempre, y Leonard es un obstáculo, porque si sigue así hará que Russell se moleste y se marche. Por eso me quedo con él, le hablo suavemente y le digo que todo estará bien, que yo me quedare con él porque yo le quiero. Sí, yo quiero a Russell, le quiero tanto que no dejare que nadie más le haga daño. 


— Russell, ¿Quieres abrir ya?...


Shh, no lo hagas.Por favor, Russell…— él no se levanta y suspiro de puro alivio.


— Tenías razón, algo está mal en esta casa.


— Miente, él solo quiere alejarte de mí— no puedo evitarlo.  Dije que no hablaría mal de Leonard, pero en serio le odio. Escucho como se aleja. Russell solo se da la vuelta en la cama.


 


No sé lo que pasa, de un momento a otro, Russell ha vuelto a ser como antes. Se levantó de la cama, se dio un baño largo y se sentó a la mesa a comer, allí le encontró Leonard por la mañana. Él está igual de extrañado que yo, pero no hace ningún comentario, y eso me enoja, porque yo he pasado toda la mañana intentando que Russell me diga que paso.


— Buenos días.


— ¿No es tarde para tu trabajo?


— un poco, pero puedo quedarme a desayunar.


— ¡No!


— no, está bien. Tengo muchas cosas que hacer hoy, estaré ocupado— se levanta y le da un beso en la mejilla— No te preocupes por mí, estaré bien— Leonard parece confundido todavía, pero se va. Yo quiero tirarme a llorar al piso por eso. Corro junto a Russell.


— ¿Por qué hiciste eso? él no te quiere, si te quisiera se quedaría contigo, te preguntaría muchas veces si estás bien y no lo aceptaría a la primera ¿Por qué lo elijes si yo fui quien estuvo contigo? ¿Por qué yo no puedo tener a alguien especial?— Y lloro.


— Todo estará bien— dice él, y le creo. Le acompaño por la casa mientras arregla, limpia y ordena las cosas, deja la casa limpia. Se pone a hacer una comida increíble, como yo sé que puede hacerlas. Esta vez no espera a Leonard aunque pone dos platos en la mesa, creo que me está invitando a mí a comer con él. Me siento en la silla, mirándole cantar alegremente.  Después de eso nos ponemos a ver televisión, disfrutamos de un programa familiar y una comedia después de eso. Russell come helado mientras estamos en la sala.  Mira el reloj,  y  regresa la mesa donde se pone a escribir, veo que es una carta para Leonard, sé que no debo ver pero soy curioso y observo sobre su hombro.


 


Leonard:


Debería decir que siento mucho dejarte de este modo, pero no lo siento. Ahora mismo debo estar mucho mejor, y espero que no te culpes por lo que paso…


 


Dejo de leer porque entiendo algo que me hace muy feliz ¡Russell va a dejar a Leonard! Sin embargo me preocupa que se vaya. Porque Russell no puede dejarme, él no puede irse. Como estoy pensando mucho, no me doy cuenta cuando Russell se va de la mesa, le busco hasta encontrarle en la habitación de Danny.  


— Ah, Russell, creí que te habías ido— la carta que acaba de escribir esa sobre la cama, él se sienta en el suelo, mirando por la ventana, esa misma por la que seguramente se debió ver caer el cuerpo de Danny, esa que tiene una vista muy bonita— ¿Qué haces?


— Es tiempo…


— ¡ah! Si… ya veo— sonrió, sentándome a su lado— Me hace muy feliz saber que te quedaras conmigo, Russell, pensé que te irías. Vamos, adelante. Tú puedes hacerlo—  Russell sonríe, y presiona la punta del cuchillo en su muñeca— ¡No!, espera… lo haces mal, tiene que ser hacia arriba, si lo haces de lado no será rápido y alguien podría encontrarte  y llevarte lejos de mí— Russell mueve el cuchillo y hace el corte como le dije. No hace ninguna mueca cuando repite lo mismo, pero con más esfuerzo, en la otra mano.


— ¿La vista siempre fue así desde aquí?


— Sí. Desde que yo recuerdo era la mejor habitación de la casa. Aunque antes había unos tubos de calefacción que pasaban por allí, eran muy resistentes.


— ¿Tardara mucho?


— No, no debe tardar mucho. Mira, ya te has puesto pálido— Tengo razón, su piel está tomando un feo color blancuzco— pero aun así me gustas, Russell— me inclino y le beso. Le miro con ternura— Apresúrate a venir conmigo.


— frio…— murmura, y es como si pudiera escuchar los latidos de su corazón esforzándose por seguir funcionando.


— Ya pasara. No tengas miedo, estaré aquí  todo el tiempo— Russell comienza a temblar— Yo hice lo mismo, pero no tuve suerte y me encontraron. Aunque luego…— Miro al techo, donde los tubos pasaban antes de que los quitaran— parece que fue hace poco que aprendí a hacer nudos. Ate una cuerda allí, justo frente a la ventana y luego solo salte. Fue una vista hermosa. Por eso no debes tener miedo, todo está bien.


— Tu…


— ah ¿Es a mí?


— puedo oírte.


— ¡Qué bien! entonces escucha, te estaré esperando. Sé que vendrás a mí, porque eres como yo. Te quiero, Russell— él ya no se mueve, ya no dice nada. Me quedo esperando, tranquilo porque todo va a estar bien.


Esta vez no me importa quedarme solo. No importa ni cuando Leonard regresa y encuentra a Russell. No, Leonard y sus gritos ya no importan. Se queda moviendo a Russell, llamándolo hasta que llegan las luces rojas y azules. Otras personas llegan, apartan a Leonard de Russell y hay un pequeño escándalo, pero no importa. Sé que todo será diferente esta vez, porque cuando todos se van no hay luces rojas y azules, no hay ruidos estridentes.  Todo va a estar bien. Aunque se lleven a Russell todo va a estar bien. Esa es la última vez que veo a Leonard.


 


Espero, unos días en que vuelvo a mirar solo por la ventana, en que llegan personas para sacar las cosas de la casa otra vez. No estoy triste ni preocupado. Solo tengo que esperar como he hecho desde que soy así, desde que las personas no me ponen atención, no me miran y no me escuchan,  desde que comparto mi casa con personas que no conozco pero que aprendo a querer, personas que me hacen sentir solo y que quiero que me hagan compañía. Personas que he intentado traer conmigo a donde estoy, a donde podamos hablar y mirar por la ventana… pero ninguna llego conmigo, ninguna.


— Ah…— y puedo sentirlo. Siento la compañía de alguien más, aunque nadie ha venido a la puerta. Comienzo a buscar en la casa, hasta que le veo. Me detengo en la  misma puerta donde le vi por última  vez.


— ¿Qué…?— Russell me mira, y si tuviera un corazón, posiblemente se me detendría— ¿Dónde estoy? ¿Qué pasa?      


— No te preocupes, todo va a estar bien— le sonrió y le extiendo la mano— porque ya estás aquí, mi amado Russell.


— Yo te conozco, tu voz….


— Si— que felicidad— toda va a estar bien. Estarás bien aquí, ya lo veras. Cuando llegue alguien más a la casa, podemos buscar un amigo, o lo que tú quieras, Russell.


—  no lo entiendo.


— ya lo entenderás, bienvenido a casa, Russell.

Notas finales:

En ese reto de halloween 2018 solo escribíi esta historia, disfruten. 


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