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"Vacíos encontrados, la luna llora en tu mirada." por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Pude complertar el capítulo cuatro hoy, así que aquí está. Próximamente, el número V.

Como advertencia interna de esta historia, únicamente será la actitud de Deathmask y un poco la de Shura ya que la del primero será tomada desde un punto donde al morir y ser revivido y perdonado, su alma y esencia han sido purificadas al grado de "limpiarlo" de la maldad sanguinaria que todos conocemos. Y al segundo, se le cambiará de forma que pueda encajar con la trama de esta historia.

Sin más que agregar y deseando que les esté agradando el fic y este capítulo, les deseo una agradable lectura y agradezco de corazón que le regalen algo de su valioso tiempo a este humilde relato. Gracias.

 

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Recién llegaba con su compañero en brazos a la sala del Patriarca, quien al ver a Deathmask completamente ido, con extrañas marcas en su cuello y brazos y siendo transportado por el de Leo, se sorprendió. No era cosa de todos los días el que el quinto y cuarto guardián estuviesen juntos o ayudándose.

Todos conocían lo que Aioria pensaba del canceriano, por eso era que Shion se hallaba bastante impresionado, ni en sus sueños pensó ver a aquel par junto de alguna manera, pero estaba sucediendo y el estado en el que Deathmask se mostraba no era para nada normal.

—C-caballero de Leo…

—¡Patriarca, ayude a Deathmask, no reacciona! —rogó a los gritos interrumpiendo lo que el peli-lima iba a decirle.

—¿¡P-pero qué le ha ocurrido!? —Shion se había contagiado de la angustia de Leo, unos segundos después Shura entraba también a la sala con cara de pocos amigos— ¿Qué le ha pasado a Giovanni...?

Shion por fin se acercó a paso veloz hasta donde Aioria se encontraba arrodillado con el mayor recostado en su pecho, el lemuriano se hincó también sin importarle que su túnica se arrugara. Examinó con detenimiento al peli-azul, sus ojos dejaban caer lágrimas y sus pupilas estaban contraídas en una mueca de angustia pura.

—Giovanni... por favor tranquilizate, nada malo va a pasarte —la voz suave de Shion le llegó al mediterráneo, aunque lo que verdaderamente lo ayudó a liberarse fue algo que dejó a Shura y a Aioria boquiabiertos, el ariano abrazó y acunó paternalmente al antiguo sanguinario. Death reaccionó sollozando audiblemente, hundiendo su rostro en el pecho ajeno y apretando entre sus manos el ropaje de su superior como si fuera su tabla de salvación.

—Death... —Aioria murmuró sin poder creer la reacción de aquel que hasta hace poco no tenía sentimientos ni corazón para él. Cuan equivocado estaba, Death era quizás mucho más humano que él mismo pues recordaba que cuando era pequeño y sufría por la ausencia de Aioros y los maltratos que conllevaban ser el hermano del “traidor”. Por más que su ser entero rogara por desahogarse, Aioria se tragaba todo su sufrir, no quería verse débil ante nadie, quería hacer valer que no necesitaba de nadie ni nada. Pero ahora, frente a él estaba la muestra ferviente de un alma lastimada que libre de cualquier manipulación, rompe sin miramientos ante la fuerza de las circunstancias. Nunca de los nunca creyó vivir lo suficiente para ver a Cáncer en tal estado de humanidad y vulnerabilidad. La que ahora lo convencía que el mayor tenía escondida en su interior.

 

- o - 🌙 - o -

 

Algunos minutos habían corrido, los suficientes para que el ariano pudiera tranquilizar a Cáncer, enviándolo a un sueño relajante con ayuda de su cosmoenergía. Al ver que ya descansaba más calmado, se había enfocado en el par que llegó junto con Death.

—Aioria, Shura. ¿Puedo sabes qué es lo que hizo a Giovanni actuar de esa manera traumatizada? —Shion había preguntado a los dos caballeros que de pie junto al cuerpo ahora dormido del canceriano en el largo mueble, se miraban con gran molestia.

—Creo que eso, gran Patriarca, Shura se lo puede responder mejor que yo... —Leo cruzó sus brazos frunciendo aún más el ceño dirigiendo su verde mirada ahora hacia el de cabello azul— ¿No lo crees? —le habló al otro aún sin mirarlo.

Los ojos fríos de Shura se abrieron el doble de su tamaño normal. Tal parecía que Aioria se lavaría las manos dejándole todo a él, pero no podía ni debía decir lo que había puesto en tal estado a Deathmask. Éste no le delataría, su orgullo no se lo permitía, él nunca se pondría así mismo la soga al cuello pero Aioria, ese era otra historia. Quizás no fuera a decir exactamente lo que ocurrió de manera abierta pero siempre cabía la posibilidad de que lo hiciera en una audiencia privada con Shion y entonces ahí no podría hacer nada.

Shion miraba a Shura como esperando a que dijera algo, pero parecía que el peli-negro estaba pensando algo para contestarle a su superior.

—Patriarca, lo que ocurre es que... Death y yo estábamos... discutiendo y el asunto se nos escapó de las manos. Me molesté e hice y dije algunas cosas que a Death no le cayeron muy bien…

Posiblemente Shion no le había creído ni media palabra a Capricornio y eso Aioria lo notó al ver como la mirada amatista se posaba sobre él, buscando respuestas. Y claro que él si se las iba a dar tal cual eran.

—Señor, lo que sucede es que…

—Giovanni... —Shura nervioso había nombrado a quien hace poco se encontraba dormido, más ahora empezaba a despertar y moverse con lentitud. Interrumpiendo así lo que el griego estaba por decir.

Shion se acercó a Death para ver como seguía, notándolo más tranquilo pero sin perder cierto brillo de tristeza en su intensa mirada azulina. Para el peli-lima no pasaron desapercibidas las marcas que ya se habían tornado de un color morado sobre la piel levemente trigueña del cuello y brazos del menor, ver esto junto con la presencia de Shura y la actitud cohibida y aterrorizada de Deathmask le daban mala espina. Shion conocía bien lo que ocurrió pero por decisión del mismo italiano no había procedido sobre Capricornio, pero en verdad y con todas sus fuerzas deseaba que aquello no volviera a repetirse, Cáncer ya lo había superado un poco, sería injusto que Shura volviera a cometer tal crimen otra vez en contra de quien lo había protegido y perdonado. Porque él como Patriarca no le perdonaría...

—¿D-donde estoy... qué pasó?

El italiano estaba desconcertado, su vista un poco empañada por el tiempo de sueño, trataba de enfocarse sobre los rostros preocupados de aquellos que le veían.

—¿Cómo te sientes, Giovanni? —Shion le dijo acariciándole el cabello. Death parpadeaba confuso.

—Yo... supongo que estoy bien…

Aioria miraba al apenado guardián de Cáncer con muchos sentires revueltos en su interior. Ahora más que nunca quería saber que ocurría entre el que lo acompañó por la noche y el santo de Capricornio. Él sabía lo que había visto al cruzar por la cuarta casa cuando se dirigía al coliseo con la intención de calentar un poco antes del entrenamiento físico. Shura sometía a un desesperado Máscara que luchaba como podía para librarse de los deseos bajos del poseedor de Excálibur, pero. ¿Por qué habían llegado a tanto sus dos compañeros? Algo estaba pasando y por el bien de Deathmask lo averiguaría para poder ayudarlo, sólo esperaba de corazón que el otro aceptara su cercanía y buenas intensiones aún sabiendo que Death y él no llevaban la mejor de las relaciones de caballero a caballero.

—Nos alegra que te encuentres mejor —al hablar Shion en plural fue que alertó a Cáncer de que no eran los únicos presentes en ese espacio.

Death volteó a su lado izquierdo encontrando no sólo a Shura —a quien de sólo ver le causó un escalofrío—, y a Aioria de Leo mirándolo de un modo que no supo descifrar, poniéndolo nervioso casi al instante.

—¿Q-qué haces tú aquí...? —le preguntó al griego de modo brusco mientras se acomodaba en el largo sillón donde reposaba hasta quedar sentado.

Aioria al escuchar el tono y forma de hablarle del mayor, suspiró, sin dudar alguna era muy diferente cuando lo esquivo se adueñaba de él, tan diferente a la voz suave y relajada que Deathmask le había regalado hace apenas unas horas a su versión animal.

—Deathmask, calma —le dijo Shion con tranquilidad—. Aioria te ha ayudado mucho hoy. Pero quiero saber por qué Shura y tú discutieron hasta llegar al punto de desequilibrar tu estado emocional de modo tan dramático.

La voz del sumo pontífice era seria y hasta determinante, Death liberó un sonoro suspiro de su interior. Internamente pensaba que una pelea subida de tono era la excusa que Shura le había dado para explicar su ataque, pero Shion era conocedor de los hechos de hace un año atrás, y aunque Shura le inventara mil y un cosas distintas el antiguo guardián de Aries no era ningún tonto y terminaría sacando sus propias conclusiones al incluir al español y a él en la ecuación.

Además, ya podía ver el tono de las áreas presionadas por Shura, eran más oscuras y vistosas, y si así estaban en sus brazos, no quería imaginarse como debía de lucir su cuello. ¡Que vergüenza más grande sentía! Quería morirse, preferiría eso a estar ahí demostrando su humanidad acallada, y peor aún frente a Aioria. Ese caballero de quien sabía que pensaba y hablaba de él como si lo conociera, como si Leo fuera el caballero perfecto; recordándole a todo el mundo que él: Deathmask de Cáncer era un maldito bastardo asesino sin corazón ni alma.

Y para el cangrejo el sólo pensar que le debía algo a ese griego egocéntrico le hacía detestarlo mucho más. Seguramente lo había ayudado con la finalidad de humillarlo después recordándole cada vez que pudiera lo débil que era. O peor aún, al verlo con Shura de esa manera lo más seguro es que creyera que cualquiera podía someterlo con facilidad y después... ¡No! Ni pensarlo quería siquiera, un miedo espantoso le recorría de pensar que alguien más lo lastimara de ese modo por culpa de Aioria y el desagrado que sentía por él.

Nada más lejos de la realidad…

Por la cabeza del de cabellos castaños claros ni se asomaba la idea ni similar a lo que Death pensaba. Para Leo la percepción que tenía del canceriano se había marchado siendo sustituida por algo a lo que no le conocía nombre. Aunque fuera indirectamente estaba conociendo al verdadero Máscara, creía conocerlo antes pero se había equivocado. Y ahí de pie en medio de la sala del Patriarca, lo envolvió el negro remordimiento por sus conductas pasadas a su compañero.

Recordaba una vez durante una cena que Athena había organizado en el templo principal para celebrar el regreso de todos de las garras de la muerte, en la que sus críticas hacía Deathmask habían sido tan hirientes que, provocó el enojo y molestia del mayor que optó por dejar de lado su comida y retirarse no sin antes comunicar su partida a la preocupada diosa, agradecer la comida y pedirle una disculpa por sus faltas pasadas.

A pasar de eso y luego de que Death se hubo marchado, Aioria soltó una última palabra para el ausente santo: —“Cobarde...” —le había dicho con la voz manchada de desprecio.

Claro que Leo ignoraba que Death no se había marchado molesto, sino más bien triste. Al escuchar al menor, la poca quietud y valor que Deathmask reunió para decidirse a asistir a aquel convivio, se fue al garete, sustituyendo todo aquello con un sentimiento de pesar y culpa por estar vivo, sintiendo que no lo merecía y deseando con todas sus fuerzas desaparecer de la faz de la tierra para siempre.

Un año y medio yacía de aquel evento y aunque Aioria no lo supiera, Death seguía pensando que sería mejor si muriera…

Pero esa no había sido la única ocasión en la que el oji-verde se había metido con el de ojos azules y su tranquilidad interior. Justo ahora mismo, Aioria podía recordar varias que atravesaban como cuchillos su consciencia, haciéndole sentirse como un auténtico canalla al caer en la cuenta de que a pesar de todo lo que le hiciera, hablara o dijera de Death directa o indirectamente. Éste nunca respondía a ninguna de sus provocaciones, ni verbales, ni físicas nada de nada. De hecho Deathmask únicamente bajaba la mirada y se alejaba sin más.

Porque pese a lo que había hecho y a quien solía ser, al cangrejo le dolía todo porque para él todo lo que de él decían era verdad y eso le pesaba en todo su ser.

 

 

 

Notas finales:

Muchas grracias a los que leen. Hasta el capítulo V


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