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Débil por zion no bara

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Notas del fanfic:

Hace tiempo que no utilizo a los dioses guerreros, de hecho nunca he usado a esta pareja, pero tiene tiempo que leí un fic de estos dos y quise intentar algo con ellos.

 

Notas del capitulo:

Es un fic corto pero espero que les guste a quiene ssean tan amables de leer.

 

 

 

La palabra débil no parecía una que fuera con alguien como Thol de Phecda, un hombre de su estatura y corpulencia además de su probada fuerza física sin duda alguna no se vería como una persona débil, a pesar de ser joven su barba y físico lo hacían verse un poco mayor que el resto de sus compañeros, todos dioses guerreros de Asgard, y entre ellos quedaba en claro que el más fuerte era justamente el de cabellos turquesa y ojos glaucos. Sin embargo en las fechas anteriores semejante caballero de tal poder no se estaba sintiendo como siempre. La realidad era que ese hombre y justamente él se estaba sintiendo sin la fortaleza de siempre, algo estaba sucediendo que a veces le temblaban las rodillas al grado que temía caer al suelo irremediablemente y sencillamente no había manera de explicárselo.

En Asgard la vida se había vuelto tranquila, no mejor que siglos atrás pero tampoco había empeorado, se mantenía un tipo de equilibrio en el que la gente de la fría y helada región procuraba continuar con su vida per había algunas buenas noticias ante lo que podría parecer solo desolación. Hilda de Polaris estaba de nuevo al frente como representante de Odín en la Tierra, además que la armadura de Odín velaba de nuevo por esa región y con la gracia de Atenea los dioses guerreros estaban en su sitio de nuevo, cuidando de los suyos y manteniendo la paz de sus regiones.

Thol se había mantenido lealmente del lado de Hilda desde que regresaran a la vida, era sin duda un alivio servir a su señora, a ella, no a las ambiciones de alguien más, en su nueva posición podía ayudar a los demás, a la gente del pueblo, y acudir al llamado de su señora, en ese punto todo marchaba bien pero se sentía débil por alguna razón, aunque realmente se tenían indicios pues esa razón era especial.

—Todos hemos acudido.

Quien lo mencionaba era Alberich de Megrez, intrigante. Traidor,  tramposo, pero todo eso había quedado atrás, el joven de los cabellos sonrosados había cambiado, aunque no dejaba de hacerse notar en ocasiones, con esa tendencia a demostrar ante los demás que era el más inteligente y quería que a todos les quedara eso muy en claro, pero aparte de eso no había más quejas contra él, era un compañero…era un compañero y ya, sin más adjetivos.

Lo que importaba era que ese día Hilda los había llamad y todos acudieron, incluso Phenril, quien no era muy dado a ir a palacio pero jamás hubiera dejado de acudir a un llamado de su señora.

Se veía a los demás estar presentes, a los más cercanos al palacio como lo eran Siegfried de Alpha, los gemelos Syd de Mizar y Bud de Alcor, quienes de paso habían solucionado buena parte de su relación filial, y por supuesto Hagen quien no parecía poder separarse de la dulce Fler. Los no tan cercanos al palacio Walhalla también estaban ahí, que eran Alberich quien prefería su estancia en las tierras de su familia pero no dejaba de saber si una hoja caía de un árbol, Phenril que no abandonaba su vida con sus lobos, Thol quien velaba por una tarea en especial y el joven y talentoso Mime de Benetnasch.

— ¿Sucederá algo?—preguntaba Mime.

—No lo creo—fue la respuesta de Hagen—Debe ser solo algo de rutina con Hilda, a ella le gusta saber que estamos bien pero prefiere verlo por sí misma.

—No hay de qué preocuparse—fue la intervención de Alberich—No hay más riesgos en estas regiones que los usuales, Hilda tan solo desea darnos algunas indicaciones, nada más, todo está bien.

—Será mejor no hacerla esperar, está aguardando por todos—les anunció Siegfried.

Mientras avanzaban al salón principal para su audiencia algunos de los guerreros charlaban entre ellos, no era inusual en cualquier grupo humano que algunos se acercaran como algo más allá de sus deberes, una buena camaradería podría ser un lazo que los ayudara a futuro. Thol se saludó con todos sus compañeros, encontraba en ellos cualidades que le agradaban, gente que antes de su batalla con el Santuario nada tenía que ver con su entorno más allá de ser del pueblo de Asgard. Avanzaban hacia el salón con pasos firmes, casi como si marcharan, pero guardaban cierta marcialidad siempre que se presentaban ante su señora, la cual permanecía erguida, de píe, esperándolos.

—Sean bienvenidos—les dijo con amabilidad.

Hila era sin duda la misma, al menos por su aspecto, pero nadie podría ser el mismo después de la batalla que habían sostenido, tal vez ahora existía en ella un deseo aún más profundo de hacer lo mejor por su gente, por sus tierras, pero no había perdido nada de su dulzura y fortaleza para conseguirlo.

—Gracias por haber acudido a este llamado—les dijo con suavidad—No es motivo grave, pero prefiero hacerles saber estas noticias en persona.

Los dioses guerreros de Asgard contaban con nuevas tareas, eran tiempos de paz pero esas tierras guardaban un equilibrio precario con la naturaleza, el frío perpetuo al que estaban sometidos no era sencillo, cualquier otro hubiera perecido, pero Asgard era fuerte por su gente precisamente, y podían hacerse algunas intervenciones que les permitieran que la situación no fuera tan difícil, o al menos un poco menos complicada. Así que uno por uno fueron escuchando algunas tareas que les correspondería cumplir para aliviar un poco la carga de su pueblo, lo cual hacían con la mejor de las disposiciones.

—Te pido Phenril que encuentres un nuevo camino, preferiría que el viaje resultara más corto—le decía al de Alioth.

—Así se hará—respondió el joven.

—Una vez que lo encuentres Alberich te ayudará a trazarlo en un mapa, Alberich—dijo mirando al de Megrez—ese camino tiene que ser explorado y estudiado, cualquier dificultad que sea posible que  se presente debe ser sorteada.

—Me haré cargo—fue la respuesta.

Tan solo quería un camino más corto que uniera dos regiones de Asgard, pero se necesitaba que fuera seguro también, no era una mala idea, podría mejorar las comunicaciones, los servicios y el comercio.

De hecho los demás dioses guerreros fueron escuchando labores similares, el modelo de cooperación y ayuda no estaba mal planteado, lo habían visto funcionar en el Santuario, sin duda también podría ser benéfico para Asgard. Hasta ese punto las cosas marchaban como siempre, nadie estaba en mala disposición y se mostraban abiertos a la idea de trabajar por su gente, fue entonces que la mirada de Hilda cayó sobre su guerrero de cabellos turquesa, quien había demostrado un singular talento para una habilidad en especial.

—Thol—lo llamó.

—Mi señora—dijo el otro atentamente.

— ¿No ha habido ninguna dificultad?

—Todo está bien en los caminos, no hay motivos para preocuparse.

El guerrero de la barba se encargaba de la seguridad de los caminos, gracias a su poder como dios guerrero era capaz de provocar derrumbes de nieve controlados, haciendo más seguro para la gente que los transitara, además podía despejar los caminos congelados, era una muy necesaria medida que estaba permitiendo que fluyera con continuidad la comunicación de las diversas regiones.

—Me alegra escucharlo—fueron las palabras de su señora—Te pido que acudas a Benetnasch, Mime te explicará que hacer.

— ¿Qué?

Afortunadamente lo dijo en un suspiro y nadie se percató de lo su expresión, tampoco de la manera en que parecía que iba a caerse al suelo, no podían sino temblarle las rodillas cuando vio a ese joven rubio de mirada magenta, le faltaba el aire, le tiritaban las manos ¿Qué era lo que le estaba sucediendo? No ayudó que unos instantes después el guerrero de Benetnasch fura a su lado y le hablara.

—Hola Thol—lo  saludó.

Ahí estaba, justamente cuando estaba cerca de ese muchacho se sentía débil, sin control, sin poder ponerse a salvo como cuando una avalancha cae sobre un indefenso ¿Cómo empezó algo así?

 

**********

 

Todo comenzó algunas semanas atrás, y fue como ocurren muchas cosas en la vida: sin planearse.

En esos momentos Thol hacía uno de sus múltiples patrullajes de las diversas regiones de Asgard tomando como prioridad esos sitios en los que se veía con mayor frecuencia derrumbes por las tormentas, gracias al uso de sus martillos y su ataque de Hércules titánico, tan buena habilidad era de beneficio para sus regiones y su gente, por lo cual no dudaba en utilizarla para hacer un sitio más seguro para los demás. Parecía que hasta donde él podía colaborar estaba todo bien hecho pues la naturaleza puede ser guiada, al menos una parte, pero jamás controlada por completo, lleva su propio tiempo y su propio ritmo.

—Se aproxima una tormenta—se dijo.

Observando al cielo era capaz de leer las señales de un nuevo cambio de clima, aun para Asgard que era un sitio tan complicado a veces, la manera en que soplaba el viento, había como un cambio en el aire, se sentía de otra manera, los animales actuaban de otra forma, si se era observador se conocían esas cosas y resultaban ser ciertas, el saber de los pueblos sigue siendo una buena manera de leer a la naturaleza.

No había gente por los alrededores, el clima empezaba a empeorar, lo mejor era retirarse y alcanzar un refugio hasta que todo pasara, no parecía que se presentara ninguna dificultad, así que el imponente hombre de barba comenzó a recorrer un camino que conocía bien sus andanzas anteriores en el bosque, era lo mejor esperar a que el clima mejorara pero justamente fue cuando algo sucedió.

Los atentos sentidos de Thol hicieron que se pusiera atento, algo estaba ocurriendo, se escuchaba un sonido especial, era algo ¿un llanto, un lamento? No parecía un asunto usual, lo mejor era averiguar qué era lo que estaba sucediendo y apresuró sus largos pasos, acortando la distancia hasta que se acercaba al sitio del que provenía el ruido, no estaba seguro de lo que podría estar ocurriendo. Le preocupaba un tanto más que pudiera tratarse de una persona herida, el clima estaba empeorando con velocidad, era necesario que se solucionara cuanto antes, pero la imagen que quedó ante sus verdes ojos no era lo que esperaba, si era alguien que necesitaba ayuda pero no exactamente una persona, a pesar que si había una persona en la escena.

—Por favor, no te asustes—decían.

Thol no se imaginaba que se iba a encontrar a un conocido, pues reconocía esos cabellos rubios,  en algo que no terminaba de comprender, era mejor preguntar.

—Mime—lo llamó.

—Thol—dijo el otro con cierto alivio.

— ¿Qué está ocurriendo?

El insistente sonido de un llanto lo inquietaba un poco aunque no era de parte del joven de ojos magenta, sino de un pequeño ciervo castaño que aparentemente estaba herido de una de sus patas traseras.

— ¡Por favor Thol, tienes que ayudarlo!

— ¿Pero qué…?

— ¡Ayúdame, te lo suplico!—se soltó alterado sin más el de Benetnasch.

Sin más comenzó a hablar y a intentar explicar lo que había sucedido pero lo hacía con tanta prisa que el de cabellos turquesa no lograba comprenderlo, lo intentaba pero entre el clima que empeoraba, el ciervo que lloraba y el rubio que no se explicaba tuvo que tomar una decisión un poco drástica para saber lo que ocurría. Sin más sujetó al joven ante él y tuvo que sacudirlo un poco hasta que le dio la impresión que se enfocaba y conseguía que se calmara un poco, se miraron de frente, era el momento de intentarlo otra vez.

—Ahora dime lo que sucedió Mime—habló Thol.

—Es…yo…

Tuvo que tomar un poco de aire antes que lo sacudieran de nuevo pero consiguió explicarse, lo suficiente al menos.

—Buscaba un sitio para inspirarme con mi música y llegué aquí—se explicaba el jovencito—el clima comenzó a hacerse un poco extraño y decidí regresar a casa, entonces escuché el llanto del ciervo, lo busqué y lo encontré y se había caído por un risco, no estaba seguro de qué hacer, pero finalmente utilicé mi réquiem de cuerdas y tuve que intentarlo varias veces para no lastimarlo y logré subirlo.

La historia hasta ese momento se escuchaba bien pero algo más debió ocurrir para que estuvieran en ese estado.

—Anduvimos un poco pero el ciervo continuó quejándose, vi que estaba herido y sangraba más—continuaba el rubio—Quise llevarlo conmigo pero pesa mucho para mí y el ciervo ya no podía caminar, y el clima estaba empeorando y no sabía que más hacer, quería llevarlo a Benetnasch para curarlo pero no podíamos avanzar más y no quise dejarlo solo aquí.

—Ya veo.

—Entonces pensé que podía cubrirlo para no dejarlo a la intemperie pero tampoco lo conseguí y no sabía que más hacer.

Se miraron por un instante, parecía que el de ojos magenta no iba a decir nada más pero si tuvo una frase más que agregar.

— ¿Puedes ayudarlo Thol?—le pidió con intranquilidad.

El de cabellos turquesa se daba cuenta que las opciones eran pocas en esos momentos para los tres, lo mejor era hacerse cargo.

—Hay un lugar cerca—dijo Thol.

—Pero en Benetnasch…

—Ya no hay tiempo, tenemos la tormenta encima Mime.

Era cierto, el clima estaba empeorando con velocidad, había que tomar decisiones veloces antes de perder más tiempo; apenas como si fuera algo que conllevaría un esfuerzo para cualquiera  el caballero de la barba levantó al ciervo y se lo echó encima del hombro, de inmediato dio una cuerda al pequeño rubio.

—Átala alrededor de tu cintura—le indicó.

El de mirada magenta lo hizo y el más alto le fue señalando lo que tenía que hacer, aunque el músico de Asgard parecía un tanto sorprendido de su parte.

—La tormenta está comenzando Mime, debes ir adelante.

—Pero no sé por dónde ir, el camino…

—Y te diré por dónde ir, comienza a caminar.

Una orden con voz firme fue lo que se necesitó para que el joven de mirada magenta continuara, se puso al frente y fue guiado en medio del clima que se hacía adverso por las indicaciones del de cabellos turquesa, lo llevaba por caminos que no estaban marcados, sitios que no reconocía, hasta que alcanzaron una especie de gruta a la que entraron con velocidad, dejando atrás el clima que definitivamente estaba violento. Se podía escuchar como chocaba la nevasca contra la roca pero al menos ellos ya estaban en el interior, era un pequeño avance y otro era que al menos podrían recuperarse un poco mientras esperaban que el clima mejorara.

Thol se hizo de una rama que sacudió primero para después comenzar a sacudirse la nieve y de paso colocó en el suelo al ciervo al que le limpió la nieve también, sin decir una palabra le extendió la rama al rubio para que llevara a cabo la misma tarea , lo cual hizo mientras observaba lo que hacía su compañero. El más alto como en todo se hizo cargo de inmediato, pues ese sitio contaba con algunas pequeñas comodidades ocultas más allá de protegerlos de la tormenta que los rodeaba. Estaba haciendo algo de fuego que consiguió en el acto, lo cual les permitía sentirse un poco más a gusto.

—     Veamos esa herida—dijo Thol.

Estaba con el jovencísimo animal que atendió de inmediato, era verdad que estaba herido y asustado aunque logró tranquilizarlo con su amabilidad, procuró cuidar de su lastimada pata, controló la sangre y sacó, de donde el de ojos magenta jamás supo, unas hierbas que de inmediato fueron utilizadas para curar al animalito que a esas alturas ya estaba lo suficientemente tranquilo bajo los amables cuidados.

—No es nada de peligro pero debe doler—comentaba el más alto—Con esto te sentirás mejor, bastara por el momento, cuando termine la tormenta podrás irte a casa.

Ya el de Benetnasch estaba cerca, muy atento a lo que ocurría, al terminar de atender al ciervo solo pudo mirar a su compañero con admiración.

—Eres bueno con los animales Thol.

—Debo saber de ellos, los seguía, aprendía lo que hacían, era necesario para cazarlos—Fue su respuesta.

—Gracias.

El de ojos verdes lo miró como preguntándose por qué le decía eso, por lo que el más pequeño continuó.

—No sé qué hubiera hecho de no ser por ti Thol, tú supiste qué hacer y te hiciste cargo de todo mientras yo solo debí parecerte muy torpe por no saber qué hacer.

—No pienso nada de eso.

—No quisiera imaginar lo que dirían los demás de saber esto, un dios guerrero de Asgard que perdió la cabeza por una tormenta.

—Hiciste lo posible Mime, ayudaste a alguien que necesitaba de tu ayuda e intentaste auxiliarlo, no lo abandonaste a su suerte.

El jovencito de ojos magenta solo podía observarlo como si pensara en algo en lo que no había meditado antes.

—Parece que esta tormenta durará un poco Thol y tal vez sea una buena oportunidad para conocernos un poco.

— ¿De qué hablas?

—Pues no sabemos mucho de ti, podríamos conocernos un poco mejor, saber cosas ¿Qué te parece?

— ¿Por qué no?—fue la respuesta del de cabello turquesa.

La charla que siguió fue sencilla, ambos guerreros se quedaron sentados alrededor del fuego mientras comentaban algunas cuestiones de su vida, la parte de Asgard donde crecieron pues eran de distintos sitios, que les gustaban algunas cosas que fueron similares como el estofado de conejo a la cacerola, además que se respondieron algunas dudas, como el hecho de que existiera ese sitio.

— ¿Pero cómo es que conoces este territorio Thol?—preguntaba interesado el de cabellos rubios—No parece que esta gruta sea algo que solo apareció oportunamente en este momento.

—Tengo varios sitios como este—fue la respuesta del de la barba—Eran como una precaución para mantenerme en los bosques sin que pudieran encontrarme por un tiempo.

— ¿Quién iba a buscarte Thol?

—La guardia de palacio me buscaba pero conozco mejor estas tierras que ellos.

— ¿Por qué te buscaban?

—Porque cazaba furtivamente en los bosques de palacio.

La mirada del jovencito a su lado mostraba dudas así que decidió despejarlas de inmediato, no tenía sentido ocultar la verdad.

—La gente del pueblo tenía hambre, no había comida, de alguna manera debían alimentarse, cuando me perseguían necesitaba de un sitio para despistarlos.

—Eres previsor Thol, gracias a eso fue posible no enfrentar la tormenta y pudiste ayudar al ciervo.

Ante esas palabras fue el turno del de ojos glaucos de mirar al rubio ante él ¿Qué clase de muchacho era? Había escuchado algunas cosas, como todos, lo de su padre, Folkel, quien lo había entrenado, lo cual le daba sus habilidades para la batalla y de manera natural tenía ese talento para la música. Aunque en ese momento se veía como un joven más… uno muy hermoso.

— ¿Pasa algo?—preguntó el rubio directamente.

—Solo pensaba.

— ¿En qué?

—Deben gustarte los animales.

—Sí, desde que era niño—respondía el músico acariciando al ciervo—Siempre me ha gustado tener animales cerca.

—Tienes un buen corazón—le dijo el de cabello turquesa sonriendo.

—Tú también.

Los dos se conocieron un  poco mejor ese día, bajo el clamor de una tormenta, pero fue el inicio para que ambos se sintieran con la confianza de seguir comunicándose, aunque el clima mejoró  y se separaron, no sin antes dejar que el ciervo se fuera.

 

**********

 

Después de ese día no fue inusual para Thol encontrarse con Mime, ya fuera que los llamara Hilda o no  pues al joven rubio le gustaba dar vueltas por la naturaleza, cuando se encontraban el músico siempre lo saludaba con una sonrisa y en algunas ocasiones lo acompañaba en sus incursiones a diversos terrenos, donde contemplaba la manera en que sabía hacerse cargo de controlar avalanchas para hacer más seguros los caminos, también limpiándolos de la nieve, lo cual era una  importante labor para esas regiones. En esos encuentros continuaban comunicándose y acercándose, podían conocerse un poco mejor cada vez hasta que no resultó inusual a nadie verlos juntos.

También era verdad que gracias a esos momentos el caballero de cabellos turquesa no podía dejar de sentirse más atraído por ese jovencito de ojos brillantes magenta, aunque intentaba explicarse todo como simple camaradería entre dos compañeros.

Claro que tuvo que cambiar de opinión cuando en una ocasión estaban reunidos los dioses guerreros, decididos a hacerse cercanos entre ellos aceptaron una propuesta que parecía una innovación que bien valía la pena.

—Podríamos comparar habilidades—sugirió Alberich.

A los demás les resultó una buena idea y de inmediato estaban en uno de los patios de palacio poniéndose am prueba entre ellos como compañeros, se podía saber más de otra persona de esa manera, observando sus movimientos, contemplando sus habilidades, midiendo su fuerza, y cada uno de los servidores de las regiones heladas de Asgard estaba haciendo bien su parte. Contar con agilidad o velocidad era una cosa, se podía decir mucho entre los jóvenes en ese sentido, pero nadie tuvo dudas de quien era el triunfador en el apartad de fuerza, pus en ese punto resultó que ninguno lograba hacerle sombra al poderoso portador de la armadura de Phecda, no era posible que alguno dijera que era más fuerte.

—Según parece está decidido quien ese el más fuerte—comentó Phenril.

—Al menos en lo físico—intervino Alberich.

—Haz lo de las rocas de nuevo—pedía Hagen.

El alto caballero de la barba se mostró de acuerdo y en poco tiempo estaba preparado lo que se necesitaba, un enorme tronco que difícilmente podría ser dañado por el golpe de un simple mortal, pero se trataba de Thol quien ya había dado cuenta de diversos objetos, además la madera sería de ayuda para la gente, aunque no era lo mismo que varios hombres se hicieran cargo de la labor por horas a que con un simple movimiento el de alta estatura se hiciera cargo  por lo menos era lo que se esperaba.

Sin duda el de cabellos turquesa estaba listo para la tarea, era un solo ataque, se mostraba muy confiado en sus habilidades, pero justo cuando estaba por atacar, cuando sus ojos debían estar fijos en su ataque su plan se desvió un poco ya que su mirada se encontró con los ojos magenta del joven Mime quien al verlo le sonrió. Eso bastó para que el ataque fallara, ninguno de los demás jóvenes parecía comprender que errara de esa manera y mucho menos lo hacía el de ojos glaucos pero el resultado era patente, el tronco tendría que ser tratado de manera tradicional, dejando que los demás bromearan un poco.

—No fue un buen golpe—comentó Syd—Supongo que todos fallamos alguna vez.

Los comentarios continuaron y no de manera malévola, eran solo bromas, sin embargo Thol se preguntaba por lo que terminaba de suceder, jamás había fallado y mucho menos con un ataque tan sencillo para él ¿Cómo era posible que fallara en ese instante? ¿Por qué falló? En ese instante sus ojos glaucos buscaron una respuesta alrededor y no tardó en encontrarla, ahí estaba, Mime simplemente se mantenía de píe y con solo verlo sintió, sin poderlo evitar, que su corazón latía con violencia, las manos le sudaban, y las rodillas casi amenazaron con doblarse ¿Por qué? ¿Por qué de pronto se sentía así?

No lo podía explicar, solo sabía que tenía que ver con ese hermoso muchacho de cabellos dorados.

Desde ese instante la vida del dios guerrero de Phecda dio un giro por completo, lo quisiera o no se encontraba pensando en ese muchacho de brillantes ojos magenta con la sensibilidad de un alma encantada para crear belleza a su alrededor, le gustaba estar con esa hermosa criatura llena de dulzura pero al mismo tiempo no deseaba verlo. Era extraño pensarlo así, tan ansioso de estar cerca y cuando estaba cerca sentía algo que lo impulsaba a alejarse, ese tipo de situaciones no lograban que se comprendiera a sí mismo, todo era confuso y difícil de explicar, jamás se había sentido de esa manera.

Si no bastaba ese estado de ánimo para convencerse que algo no estaba en su control terminó por convencerse ese día en que iba haciendo una especie de inspección por algunos de los lugares menos transitados por los pobladores, pero conectaban de cierta manera con otras rutas, por lo que era importante que estuvieran despejados y en todo lo posible seguros. La situación se mostraba controlada y cualquiera se sentiría satisfecho de una labor bien realizada, el de cabellos turquesa lo estaba, y decidió que lo mejor era regresar, siendo ese el caso caminó por sus mismos pasos hasta que la quietud se vio invadida por una imagen que no pertenecía a ese entorno. Se trataba del joven de Benetnasch.

Lo veía de pie, como si aguardara por algo o acaso lo buscara, no estaba seguro, ni siquiera comprendía lo que podría estar haciendo en ese sitio cuando se sintió descubierto por esos destellantes ojos color magenta que se fijaron en él con  firmeza y el mismo rostro de perfectas facciones pareció suavizarse de manera dulce.

—Hola—saludó Mime acercándose y sonriendo.

—Hola.

La manera en que respondió el de ojos verdes fue extraña, como muy aguda, sorprendido no se reconocía a si mismo siquiera y tuvo que toser un par de ocasiones para despejar su garganta.

—Hola—dijo de nuevo con su voz normal.

— ¿Te sientes bien Thol?—preguntaba preocupado el rubio.

—Si—fue la respuesta esforzándose por escucharse con voz normal.

—Me alegra verte, solo estaba paseando por los alrededores, buscaba un sitio para inspirarme en mi música.

—Ya veo.

La verdad era que no encontraba qué decir en ese instante, a cada segundo era como si su garganta amenazara con cerrarse de nuevo y hacerlo hablar con esa extraña voz tan aguda, pero el rubio continuaba.

— ¿Te gustaría escucharme Thol? he estado trabajando en una nueva melodía.

No fue una respuesta como tal pues el de la barba apenas si hizo un movimiento con su cabeza indicando que si, después se colocó al lado del bonito joven y de inmediato comenzaron a caminar por el lugar, esa naturaleza tan acostumbrada a las peripecias que impulsaba que solo lo más fuerte sobreviviera.

—He estado trabajando en una nueva composición—comentaba el de cabellos rubios—quisiera que se escuchara tal y como la tengo en mi mente.

Siguieron hablando de la melodía o al menos lo hacía Mime, al mismo tiempo que avanzaban fueron llegando a un  sitio cercano al bosque, estaba bien, era de esos pocos lugares en que las mismas rocas y los árboles permitían que la vida estuviera un poco más protegida y por lo mismo existían unas leves notas de vegetación que no estarían en otros sitios.

—Me agrada este sitio Thol—seguía el de Benetnasch —Es tranquilo y tan hermoso, me parece especial.

Sonriendo y sin esperar mucho se colocó a unos pasos del de la barba, como si buscara que lo mirara mientras comenzaba a tocar su lira, lo hacía con dulzura, algunas de las notas eran muy suaves, otras alegres, unas más parecían melancólicas e incluso vibrantemente fuertes. Thol pensaba que esa melodía era como Mime, algo suave pero no quebradizo, no terminaba de explicárselo pero reconocía para sí mismo que no era un conocedor de música, aunque cualquier duda tendría que ser dejada de lado.

— ¿Qué te parece Thol?—preguntaba un poco ansioso el músico.

—Es hermosa—respondió con sinceridad.

“Como tú” pensó pero eso no se atrevió a decirlo en voz alta.

—Debes saber que le he dedicado tiempo—le explicaba sonriendo con suavidad el de mirada magenta—La compuse porque…

—Tengo que irme—dijo de golpe el más alto.

—Pero…

Logró balbucear una especie de despedida pero lo que en verdad hizo fue marcharse con velocidad, sin darse cuenta que dejaba detrás a un lindo jovencito completamente desconcertado por su actitud.

—Thol—murmuraba.

Pero el de la barba se había ido.

El de cabellos turquesa por su parte sentía que no podía parar, tenía que escapar, fue la única forma que encontró de intentar acallar sus pensamientos pero no lo lograba, solo pensaba en ese hermoso rubio que tal como tocaba música tocaba su corazón.

 

**********

 

Desde ese momento Thol pareció evadir a Mime, llegó al grado de procurar incluso alejarse del palacio y de sus compañeros, nadie parecía saber de él, no se sentía capaz de mirar de frente a ese muchachito de ojos magenta que lo hacía sentirse como si ni siquiera fuera posible mantenerse en pie a pesar de toda su fortaleza física. Podría haberse sentido a salvo de no ser porque llegó ese día en que fueron llamados por su señora Hilda y tenían que verse todos de nuevo, incluido por supuesto al de Benetnasch, no podía evadirse ante una situación de ese tipo, se presentó en palacio pero procuraba no mirar al de cabello rubio y sin embargo sabía que no había opción. Al mencionar que tendrían que trabajar juntos o por lo menos que le tocaba apoyar al de ojos magenta no estaba seguro de cómo reaccionar.

—Vamos a pasar un tiempo juntos Thol—dijo el rubio.

Tan solo escucharlo hizo que el estómago del más alto le doliera.

De todas maneras era una orden de su señora y con eso no había forma de escaparse, por eso el de la barba sabía que tendría que someterse pero no dejaba de sentirse un tanto débil por estar cerca de ese muchachito que se la pasaba a su lado, haciendo que los dos se pusieran en camino de inmediato. Mime hablaba constantemente mientras el de ojos verdes se mantenía silencioso, lo escuchaba todo pues sin duda ese jovencito le mencionaba todo lo que le pasaba por la mente. También mencionaron la situación que tendrían que enfrentar, que sinceramente no parecía un asunto tan urgente.

Pero el de cabello rubio insistía en que debía ser revisado.

—Solo quiero asegurarme que nada pueda suceder después—decía.

Recorrieron el lugar ampliamente, no parecía ciertamente que existiera un problema, al menos Thol que había cubierto distintos terrenos se decía que no era grave, la idea que pudiera ocurrir un derrumbe en esas zonas no se veía factible; sin embargo el de ojos magenta no se apartaba de su lado y le seguía pidiendo lo mismo.

—Revisemos un poco más.

Pero llegó un momento en que todo el sitio había sido cubierto, no quedaba más por revisar, el más alto estaba convencido que no había problemas graves en ese lugar eran oras regiones de Asgard las que necesitarían de ser cubiertas, pero no los dominios de Benetnasch, era el momento de retirarse.

—Es todo—logró decir Thol.

— ¿No te gustaría descansar?—preguntaba algo ansioso el rubio— ¿Qué tal si comemos algo? ¿Te parecería dar una vuelta?

—La verdad es que debo irme—respondió con algo de pesar.

—Ya veo—accedió bajando la mirada.

Sin embargo su rostro tomó una expresión como de quien tiene una idea repentina que le parece buena.

— ¿Te gustaría escuchar mi última melodía?

Había algo en su expresión, se veía tan dulce insistiendo sin decir nada que simplemente el de cabellos turquesa no pudo negarse.

—Me gustaría—dijo.

Con una sonrisa entre radiante y nerviosa el de ojos magenta comenzó a tocar su lira una vez más, se trataba de una hermosa melodía, sin duda especial, tanto que el de mirada glauca al cerrar los ojos para escuchar sentía que se conmovía, como si un sentimiento especial, el mismo que le inspiraba el hermoso joven ante sus ojos, fuera más intenso ¿Por qué? No terminaba de comprenderlo y en ese momento la melodía se terminó, era el momento de enfrentar las cosas tal y como eran.  El joven músico estaba de pie cerca del más alto, muy cerca, mirándolo de una forma que lo hacía sentirse débil y no podía manejarlo.

—Thol—lo llamaba.

En ese momento alargó su mano para tocarlo por el brazo, haciendo que el de la barba se preguntara por lo que iba a hacer.

—Yo, Thol…

Pero antes de poder avanzar al siguiente paso el poderoso dios guerrero de Phecda siguió su primer impulso: salió huyendo como quien escapa de un grave peligro.

—Thol—lo nombró con tristeza el rubio.

Cuando el de ojos verdes finalmente se detuvo de su loca escapada no dejaba de pensar en ese hermoso muchacho quien estuvo tan cerca de… ¿de qué? No lograba descifrarlo pero esos ojos mirándolo, ese rostro dulce e inocente ante él, la belleza de ese jovencito que lo cautivaba, era todo eso pero había algo más, algo que iba a decirle, lo sabía, estaba seguro al pensarlo con tranquilidad. Tal vez debió actuar de otra manera. Quizás era momento de hacerle frente a lo que sentía realmente por Mime.

No fue de inmediato, la realidad fue que Thol intentó tomárselo con calma, sabía que necesitaban hablar y para eso eligió dejarlo todo al azar, si se habían encontrado antes lo harían de nuevo o al menos eso era lo que pensaba.

Pero el destino, la suerte, como prefieran llamarlo a veces no espera demasiado para terminar con sus asuntos y por eso apenas unas horas después se dio el reencuentro de los dos compañeros que eran amigos y que quizás pudieran ser algo más.

Todo fue por un nuevo patrullaje, Thol necesitaba enfocar sus pensamientos en algo más, aparte que estaban las amenazas de tormenta flotando en el aire y aumentaban con velocidad, tenía que cumplir con su deber, no podía darle la espalda a eso; tratando de evitar daños se adentró algo más de lo esperado en otros territorios, hasta que no pudo sino darse cuenta que estaba, una vez más, en los  territorios de Benetnasch.  Respiró profundo y siguió explorando, había visto las regiones en las horas anteriores, no creía que el ambiente hubiera cambiado tanto, aparentemente no, todo parecía seguro, entonces pensó que ya que su mismo deber lo había llevado a ese sitio tal vez podría ver al rubio.

—Mime—lo nombró.

Sus pasos lo llevaron sin rumbo fijo, tan solo pensaba en ver a ese muchachito, y de hecho logró distinguirlo a la distancia, parecía alejarse con velocidad, necesitaba alcanzarlo, pero por ir atento al de cabellos rubios no se percataba del todo del ambiente y una vez más Asgard demostraría que el clima podría cambiarlo todo de un segundo a otro. Un sonido se dejó escuchar entre el aire helado que golpeaba a las regiones, se trataba de un derrumbe de nieve, se había cumulado en poco tiempo una gran cantidad y estaba resquebrajándose con fuerza.

— ¡Mime!

Antes de pensar en nada el dios guerrero de ojos verdes lanzó sus hachas que cortaron el aire con velocidad, abriendo una brecha en medio de la tormenta que le permitió correr hasta llegar al lado del de ojos magenta, lo sujetó entre sus brazos y lo llevó consigo hasta alcanzar un punto entre una rocas elevadas, una especie de caverna y socavón, logrando poner fuera de peligro al jovencito que apenas si entendía lo sucedido.

— ¿Estás bien?—le preguntaba con preocupación.

Y sin soltarlo pues seguía sosteniéndolo entre sus brazos.

—Si…gracias—respondió el más pequeño.

— ¿Qué estabas haciendo ahí?

—Parecía que habría una tormenta, solo me aseguraba que no hubiera animales en peligro.

— ¿Y por eso tú te pones en peligro?—le decía casi en tono de reproche.

—Lo lamento—respondió bajando la mirada.

—No debes hacer esas cosas, es peligroso.

— ¿Acaso te preocupa?—preguntaba sin mirarlo con voz dolida.

—Claro que si—fue la firme declaración.

Entonces sus miradas se encontraron y el de ojos verdes sintió la misma sensación, que se debilitaba.

—Pensaba que nosotros…

— ¿Nosotros qué?

—Olvídalo Thol.

En ese instante el de cabellos turquesa lo dejó tocar el suelo de nuevo, el clima parecía haber cedido un poco pero la tormenta podía volver  estallar, por su parte el de ojos magenta ya no miraba a su compañero, aunque quería que supiera algo más.

—Cuando la tormenta pase me marcharé Thol.

—Pero Mime…

El de elevada estatura intentó acercarse pero el de cabellos rubios se alejó un par de pasos, todo su lindo rostro reflejaba las señales de la tristeza, al notarlo su compañero dios guerrero no estaba seguro de qué decirle.

—Solo es que había pensado que nosotros…—murmuraba el de ojos magenta.

— ¿Nosotros qué?

—Pero tú solo eres amable, como lo eres con todos.

El de mirada glauca no podía dejar de mirarlo, ese lindo jovencito estaba triste, decaído, melancólico e increíblemente era por su causa; se daba cuenta cabalmente de cómo se sentía, le dolía el estómago, le temblaban las rodillas y sentía que de decir una palabra más iba a tartamudear y sin embargo estaba convencido que no podía dejar las cosas así, tenía que hacer algo. Respiró con profundidad, intentando controlarse, necesitaba hacer acopio de fuerzas para el siguiente paso.

—Mime.

Pero lo dijo con una voz algo aguda que lo obligó a carraspear un par de veces y de pronto fue más firme, seguro, valiente, fuerte.

—Mime, me gustas Mime y más que gustarme te quiero y quiero estar en tu vida.

El de ojos magenta lo miraba, con esa expresión que parecía no estar seguro de lo que terminaba de escuchar, lo cual hizo que el de la barba dudara ¿acaso se había equivocado? Pero antes de sentir que se le doblaban las piernas por completo el de cabellos dorados sonrió de manera abierta y franca.

— ¡Thol!

Sin aguardar se arrojó a sus brazos con esa naturalidad tan característica de ese hermoso muchacho, le correspondió de inmediato y al sentirlo entre sus brazos el más alto se preguntaba por todos sus temores, sus inseguridades y ya nada de eso le parecía tener sentido, no cuando estaban juntos. Si no bastaba para estar convencidos encontrarse uno en brazos del otro de pronto sus rostros dichosos se estaban acercando, buscándose, y sin más se besaron, ese primer beso que se guardaría en sus almas como una joya muy preciada pues estaban al inicio de algo que resultaría muy bello para los dos.

 

**********

 

En Asgard las cosas que llamaban la atención como en muchos otros lugares eran las novedades, por eso ver a la pareja de Thol y Mime llamó mucho la atención al principio pero después resultó usual que estuvieran juntos y a nadie le llamaba ya la atención, aunque claro aún había quienes al verlos pasar los siguiera con la vista, resultaban bastante opuestos. Aparte de eso nadie mostraba interés en intervenir o señalar algo entre los dos así que estaban tranquilos, aunque contrastantes en lo físico en todo lo demás se notaba que sentían lo mismo el uno por el otro. Ya que sentían lo mismo estar juntos fue bastante natural para ambos dioses guerreros además que iban aprendiendo a conocerse en otros terrenos y en esos también se gustaron.

Fue así que después de una tormenta, cuando Mime aguardaba impaciente por el regreso de su compañero, que las cosas entre ellos iban a terminar de consolidarse, pues en cuanto apareció el más alto de la barba su compañero fue a su lado de inmediato, notaba que estaba cubierto de nieve pero se sentía tranquilo de verlo llegar con bien. Con una sonrisa lo llevó al interior de la sencilla cabaña ante el calor de la chimenea que había mantenido encendida, lo ayudó a sacudirse y le extendió una manta para que se secara, mientras hacía eso le sirvió una bebida caliente para quedar los dos sentados uno al lado del otro.

—Siempre me siento preocupado cuando sales en las tormentas Thol.

—No tienes porque, puedo cuidarme Mime.

Iban descansando de sus labores diarias, la vida era buena, lo era porque estaban juntos, sin más en esos momentos el más alto sostenía entre sus brazos a su esbelto compañero, era agradable sentirse, estar tan cerca del objeto de todo afecto, y si, también de deseos, no se engañaban en esa parte, se gustaban y los besos dieron paso a los más intensos. Se querían, eso lo supieron desde el principio de su relación, eran capaces de demostrarlo, por lo que llegar a mas no resultaba un asunto complicado.

—Te quiero—brotaba la frase de sus labios mientras se estrechaban con devoción.

Continuaban hablando, compartiendo lo que se presentaba en su cotidiana vida, con un pequeño giro cuando el rubio se colocó ante su compañero de cabellos turquesa y comenzó a darle un masaje por los fuertes hombros, con cariño, para después acercarse un poco más y besarlo por la mejilla, el oído, donde comenzó a murmurarle con algo más que cariño.

—Me gusta estar contigo Thol.

Esas palabras bastaron para que sus labios se unieran de nuevo, con besos más encendidos que los anteriores, la sensualidad se encendía sin importar el helado clima por fuera de la sencilla cabaña que habitaba Thol y ahora compartía con su hermoso compañero, esas caricias incitaban a seguir, entonces fue el de ojos glaucos quien comenzó a acariciar la delicada espalda para después llegar con su mano firme al pecho, frotando por encima de las telas, sintiendo que a su compañero le agradaba. Podían continuar por un rato de esa forma, solo acariciándose y besándose, compartiendo el calor que surgía entre los dos, al menos como inicio estaba bien, muy bien de hecho.

— ¿De verdad te gusta que esté aquí Thol?—preguntaba buscando su rostro el más pequeño.

—Me siento afortunado de que estés conmigo Mime—respondió con sinceridad el de cabellos turquesa.

El de mirada magenta sonrió, le gustaba estar con él, sentirse entre esos fuertes brazos, y estaba dispuesto a seguir pues de inmediato le acarició la barba con suavidad, como si descubriera algo en ese movimiento, después pasó con sus manos de músico por el fuerte cuello como si fuera una columna, se deslizó por el cabello y se inclinó para olerlo, le gustaba mucho ese hombre, era fuerte y varonil, algo en él lo hacía temblar pero no resultaba desagradable. Tampoco le incomodaba al más alto pues no esperó para acariciar a ese hermoso muchacho, llegando a la abrigadora camisa, no dejaba de tocarlo por el resto de su esbelto cuerpo, como todo el rubio era perfecto.

Sin dejar de tocarse y acariciarse de alguna manera ambos terminaron sobre la manta, hacía un calor nuevo, no el de la fogata, provenía de ellos, el de la barba no dejó de buscar sus labios pero se percató cuando giraron y él quedó sobre su espalda, con el de ojos magenta arriba, a horcajadas, su expresión indicaba que le gustaba estar así. Sin más lo besaba por el rostro al mismo tiempo que acariciaba su pecho, le abrió la camisa y lo tocaba desde el cuello hasta el pecho, era fuerte, de músculos marcados, su piel era tibia, había algo que lo hacía desearlo y o querer detenerse.

—Me gustas mucho Thol—confesó el jovencito.

Ante esa declaración el de la barba buscó la manera de despojarse de su camisa, dejando su torso al desnudo, para después despojar a su joven compañero de la suya, quedando algo así como en igualdad de posibilidades, pues sin duda ambos pensaban en las posibilidades  al continuar; usando su  fuerza física superior, el de cabellos turquesa sujetó con facilidad al delgado rubio, lo levantó con sus brazos y sin más lo recostó sobre su espalda. No se dieron más que un respiro, de inmediato volvió a besarlo pero recorriendo todo lo que tuvo a su alcance, el perfecto rostro, el suave cuello, el delicadamente marcado cuerpo, pero eso no bastaba, parecía que no podían dejar de tocarse.

Con cierta prisa pero no sin delicadeza el de mirada verde se dedicó a desabrochar y a sacar las prendas del de Benetnasch, los pantalones primero, las medias, la camisa y hasta el final la ropa interior que fue retirada con bastante suavidad, pudo contemplar esa perfecta belleza al desnudo, le quitaba el aliento con solo verlo. Por su parte el de cabellos rubios no iba a quedarse quieto, nada de eso, se incorporó un poco para buscar a su vez el cuerpo de su compañero,  no se dedicó a las caricias, sino a desabrochar la ropa que estaba en su camino, fue un asunto de ayuda mutua, les gustaba hacerlo juntos y al quedar desnudos sabían que no deseaban perder el tiempo, estaban ahí para llegar hasta el final.

Mime no tuvo inconvenientes el tomar la iniciativa, había algo en ese hombre quien lo hacía querer hacer cosas que jamás había hecho, pero no iba a esperar, por eso acariciaba su pecho, después el abdomen, hasta llegar al sexo que se estaba endureciendo y con mayor velocidad cuando llevó las manos al tibio miembro. Como el resto de ese compañero le agradaba, no podía sino admitir que le excitaba sentir a ese caballero, algo tan íntimo, por eso se dedicó a acariciarlo más con intuición que con experiencia pero por la expresión del otro hombre no estaba mal lo que le brindaba. Continuó con su masaje, pues semejaba a uno, sujetaba el rígido sexo con una mano mientras la otra lo frotaba, pasando la palma por encima del tronco, con la punta de los dedos parecía golpetear juguetonamente por la punta y los testículos y al escucharlo gemir dio una especie de risita para después inclinarse y besarlo en la corona con efusividad, provocando en ambos una descarga intensa que punzó en sus vientres.

Definitivamente Thol estaba disfrutando la situación en la que se encontraba, ponerse en las manos de tan encantadora criatura era maravilloso, por eso lo sujetó por su rubio cabello para atraerlo y besarlo, probando esos labios que parecían hacerse más rojos, compartiendo la ansiedad de proseguir, haciéndose cargo de la situación y apoyado0 en la fuerza de su tamaño, el de cabellos turquesas sujetó al de mirada magenta para llevarlo  a su alcance,  sin más comenzó a besarlo por el pecho, probando sus pezones como si fueran frutillas, lamiendo la piel de nácar, incorporándolo lo suficiente para llevar a su boca sin más el delicado miembro que fue succionado de inmediato, sin pausas, haciendo que su dueño temblara y gimiera de forma ahogada, echando la cabeza hacia atrás y convirtiéndose en arcilla en esas manos que al igual que el resto de su dueño adoraba.

Poco a poco el de ojos glaucos dejó ir a su compañero, respiraban agitados, como si se deslizaran uno a brazos del otro, hasta estrecharse con intensidad, dejando que sus cuerpos desnudos se sintieran, fue el de cabellos rubios quien hizo que su entrepierna se frotara contra el fuerte muslo de su compañero, enredándose a él como una yedra al mismo tiempo que las masculinas manos del de la barba pasaban por la delineada espalda hasta llegar a las bonitas nalgas que no dudó en estrujar con deseo y sin permitir que sus labios se separaran. Unos momentos más y de nuevo el de mirada glauca se hacía cargo pues hizo que su lindo compañero se recostara boca abajo, parecía que le gustaba desde todos los ángulos pues no aguardó para acariciarlo con la punta de sus dedos  después lo besaba desde la nuca y por toda la espalda, llegando al redondeado trasero que besó con igual devoción.

Los dedos del de cabellos turquesa buscaron la delicada entrada de sus dedos, la acarició con suavidad de forma externa, su amor de mirada magenta gemía dulcemente dejándose llevar, sintiéndose excitado, más aun con los esfuerzos de su amante por hacerle más sencilla su unión aunque no era todo. Sentía esa barba frotarse contra su piel, como lo besaba por las pantorrillas, los muslos, los pies, una forma de adoración que no había experimentado antes, se dejaba llevar, deseaba hacerlo, ponerse bajo el cobijo de ese fuerte hombre que lo deseaba con la misma intensidad que lo hacía él. No podían sino desear seguir, ese intenso deseo era el mismo en ambos, por eso cuando el más alto se dedicó a dilatar el íntimo pasaje no hubo objeciones, lo hizo con cuidado, acariciando la sensible entrada y como no contaba con algo mejor empleaba  su saliva para tarea, algo que a su compañero de hecho lo hacía excitarse aún más.

Cuando ambos se consideraron listos para continuar, Thol escaló por ese suave ser que le resultaba maravilloso, intentaba ser amable, aunque quedaba un resto de nerviosismo por lo que ocurría ¿estaba bien así? ¿Necesitaban más tiempo? ¿A Mime le gustaba? ¿Era el momento? De nuevo había esa sensación de debilidad pero eso quedó a un lado cuando una palabra llegó a sus oídos.

—Thol—lo llamó el rubio con sensualidad.

Esa voz necesitada era maravillosa, no se podía tener dudas con algo así por lo que el de cabellos turquesa se mostró más decidido, no esperó para imponerse sobre el suave cuerpo de Mime, usando sus manos separó las tersas nalgas y pudo observar el mismo delicado pasaje que había dilatado, frotó su sexo un par de veces pero no pudo seguir con ese juguete,  encontró la manera de alojar la corona en el sonrosado anillo y con eso aseguró su entrada. Empujando suavemente el de ojos glaucos se fue hundiendo con lentitud en ese espacio que lo estrujaba de inmediato, tan estrecho que no estaba seguro si lastimaba a su compañero pero deseaba que no, no estaba seguro de poder detenerse.

Mime sintió como ese ser extraño se abría paso en su cuerpo, estrujó la manta con sus dedos, intentando respirar con normalidad pero no podía, el asalto era intenso para él, nunca había vivido algo así, su intimidad hacía lo posible por darle cabida al turgente sexo que lo traspasaba hasta que le pareció que no avanzaba más. Se dieron unos instantes para relajarse, aunque los avances comenzaron, el más alto comenzó a embestir de manera pausada, presionando en ese hermoso ser que estaba dispuesto a todo en ese instante por él, sus cuerpos comenzaron a acoplarse hasta que todo se volvía sencillo, hasta que en lugar de ser dos se transformaban en uno mismo. El placer comenzaba a recorrerlos, conforme se entregaban se sentían más libres, con seguridad, la timidez iba quedando de lado y se atrevían a demostrar lo mucho que disfrutaban el sexo, fue incluso mejor cuando la próstata del rubio fue incluida en su encuentro.

Los dos amantes se entregaban sin dudar a la pasión, no tendrían mucha experiencia pero compensaban con entusiasmo y naturalidad, no se sentían inhibidos ni nada parecido, se dejaban llevar con el placer recorriendo sus cuerpos como corría la sangre por sus venas, los fuertes brazos de Thol rodeaban a su delicado  rubio, mientras que Mime tenía el súbito impulso de acariciar su propio sexo. Ambos jóvenes se mostraban a la altura de las circunstancias, pareja antes que nada deseaban complacer a su compañero y buscaban pequeñas maneras de hacerle saber que les gustaba estar a su lado en ese instante, que los enorgullecía ser su amante. El de cabellos turquesa lo acariciaba con solicitud sin dejar de besarlo, el de ojos magenta apretaba su cuerpo contra el del otro hombre, aunque no podían seguir mucho tiempo de esa manera, unas punzadas de satisfacción que se convertían en pequeños estallidos hasta que todo fue un brillo intenso que los hizo decir el nombre del otro en el fabuloso éxtasis que anunció su culminación liberando su semen.

Era el final pero al mismo tiempo era un inicio, la pareja de dioses guerreros lo sabía bien, también sabían que se querían, eso era perfecto, y más que nada eran dichosos, Thol lo era definitivamente, sosteniendo entre sus fuertes brazos a esa preciosidad rubia que  se mostraba tan contento con él.

—Te quiero Mime—le dijo con suavidad.

—Que mejor—respondió el otro—porque también te quiero Thol.

Después de eso fue como si no necesitaran decir más, tendrían mucho tiempo para seguir hablando, conociéndose, compartir y sobre todo quererse, se anunciaba como una vida que les gustaría vivir, lo merecían pues habían comprendido que no hay porque temer al cariño, el amor nos hace fuertes, de ninguna manera es algo para un débil.

 

**********

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

Deseo que les gustara a quienes leyeron, casi no utilizo a los dioses guerreros.

Si nada sucede subo un nueva trrama la semana que entra.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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