Llegó a la recepción. Aún estaba confundido sobre lo que haría, pero en seguida le enviaron a la oficina de Tony.
— ¿Cap? Escuché que estabas de retiro en la capital. ¿Por qué volviste? — Ahí estaba Tony. Más joven, relajado, trabajando animado, a punto de hacer alguna broma con la cual en otro momento se habría enfurecido.
Su primera reacción fue abalanzarse, abrazarlo a pesar de que Stark se quejara. Disminuyó la fuerza, sólo para permitirle respirar, pero no le soltó. Lágrimas rodaron por sus mejillas. — Estás vivo...
Tony intentó alejarlo de nuevo. — Pero claro que lo estoy. No te he visto a ti o al resto del equipo en unos meses, no significa que hice algo tan imbécil como para morir.
Rogers rió, limpiando su rostro con el dorso de la mano. — Por supuesto que no.
Aquella respuesta le pareció extraña a Tony. Jamás le había dado la razón. — De acuerdo... ¿Qué te ocurrió en Washington?
Aquel recuerdo lejano le golpeó de repente. Washington. Bucky. La muerte de los Stark.
Debía contarle...
— Tony... debo decirte mucho. ¿Podemos ir a otro sitio? — Pidió. Tenía la sensación de que su vida dependía de ello y tal vez estaba en lo correcto.
— Tengo un día ocupado. Mi directora se tomó... un descanso y no hay nadie quien la supla.
— Pepper. — Habló de inmediato Steve, notando un pequeño ápice de dolor en la mirada de Tony, quien le rehuyó, observando en otro sitio de la oficina.
— Está... algo indispuesta. Ambos tuvimos una serie de operaciones y creo que ella debe reponerse más que yo. Quiero decir, casi me arrancan el pecho, pero ella tuvo más... complicaciones. — Continuaba sin mirarle a los ojos.
— Tu reactor. — Respondió Steve. Recordó de nuevo la manera en que el Tony que conocía, el que hirió, le había arrojado su reactor antes de desaparecer por cinco años. Sentía cómo su garganta dejaba de emitir sonido alguno. Un recordatorio de que debía solucionarlo todo.
— Pensaba contárselo a todos cuando nos reuniéramos, pero sí. Por fin me deshice del reactor. Aunque esa no es la gran noticia. Bruce y yo tenemos una idea. Involucra un extraño artefacto de Hydra, supongo que te interesa.
El rubio sonrió, sabiendo perfectamente a dónde llevaba todo eso: Ultron, Wanda, Pietro, Visión, la gema de la mente que tuvo que devolver a Hydra para que los Vengadores la obtuvieran. — Sí, me interesa. Pero hay algo importante que debo decirte. De hecho... es bastante lo que debes saber.
— ¿Más importante? Realmente no lo creo, Cap. — Arqueó una ceja y cruzó los brazos.
— Sólo te pido que me escuches. Libera tu día tan ocupado. Es realmente importante. — Steve se tornó algo serio. Tony aceptó, llamando a su IA para que suspendiera sus planes para esa tarde.
Subieron al PentHouse. Steve observó con nostalgia a su alrededor. Aquello le pareció extraño a Tony.
— ¿Y bien? ¿Qué es eso tan importante? — Tony se acercó a la sala de estar renovada por el anterior ataque de Hulk hacia Loki.
— ¿No vas a beber? — Se sentó el Capitán en uno de los sofás.
— De hecho iba a hacerlo a pesar de tus regaños. — Caminó hacia su bar.
— No iba a objetar. Te hará falta. Si tuvieras algo del licor de Thor, también bebería. — Confesó Steve.
— ¿Tan malo es? — Tony sirvió una de sus botellas en dos vasos con hielo. No le haría efecto a Rogers, pero no quería beber solo. Se sentó a una distancia prudente del rubio, pero Steve se deslizó para encontrarse más cerca de él y aceptar el vaso.
— Realmente no sé por dónde comenzar. — Bebió de un sólo sorbo el líquido. Tony no estaba sorprendido, Steve en verdad deseaba sentir el efecto del alcohol, pero no iba a funcionar.
Steve habló. Sólo habló mientras Tony escuchaba, incrédulo en algunas partes, molesto, triste, frustrado y en ocasiones perdía el aliento. Steve estaba en lo cierto, necesitaban esos tragos. Las botellas se fueron acumulando en la mesa de centro mientras transcurrían las horas.