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El sol que nunca brilló por Obsidiana

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Notas del fanfic:

Todos los derechos reservados, prohíbida la edición/traducción/publicación parcial o total de esta obra.

Puedes encontrar "El sol que nunca brilló" en Wattpad escrita bajo el seudónimo de: obsidianagxrl

 

 

 

 

 

 

 

Nota: Si no has visto "Avengers: Endgame" no entenderás muchas cosas sin embargo, no es obligatrio ver la película antes de leer el fic. Aviso de Spoilers.

Notas del capitulo:

Los personajes presentados en esta historia no son de mi autoria, tan solo los he tomado prestado para llevar a cabo mis ideas retorcidas.

Quill realmente había pensado que, luego de cuatro años conviviendo con los Guardianes, Thor finalmente había comenzado a respetarle como el líder del equipo. Hasta hace unos pocos meses el dios del trueno no dejaba pasar ni una ocasión para burlarse del Capitán de la Milano sin embargo, Quill y todo el equipo notó el cambio repentenido del asgardiano cuando este comenzó a elogiar sus hazañas y aceptaba cualquier decisión del terrícola sin discutir o gruñir, no sabiendo que todo aquello se trataba de un simple plan de parte de Thor para distraerlos.


Aterrizaron en un planeta con un nombre demasiado extraño para pronunciar, Nebula se quedó junto a Groot cuidando la Milano. Quill, Drax, Rocket y Thor bajaron a la superficie para ir en búsqueda de alimento, armas y todo tipo de provisiones que pudiesen serles de utilidad a la hora de un combate. Drax se distrajo con unos excéntricos animales de aspecto peludo y esférico, no tenían ojos ni boca ni nariz. Quill lanzó un rotundo “no” cuando el más alto le suplico infantilmente que llevasen uno, al final, Drax tuvo que conformarse con pasar tiempo con sus peludas mascotas mientras permanecieran en ese planeta.


Los guardianes ingresaron a una especie de taberna alienígena, obviamente llamando la atención de todos por cada una de sus peculiaridades. Cada quien ordenó un platillo, les sirvieron bebidas y enseguida comenzaron a devorar mientras armaban un plan para escabullirse en la armada de aquel planeta y robar todo tipo de armas y provisiones.


— Esto es lo que haremos —Quill fue el primero en hablar, con la boca aún llena y recibiendo una mirada enternecida de parte del dios del trueno mientras una sonrisa bobalicona surcaba los labios del asgardiano. El semidios trató de ignorarlo. Otra forma de distraerlo que Quill no había notado—. Rocket distraerá a los guardias, Drax tu los noquearas y Thor hará pedazos con su hacha de la muerte—Stormbreaker (Corrigió el Asgardiano a lo que Quill rodó los ojos)—. Ya, ya. Tu “Stontabreaker” lo que sea. Me abrirás paso para poder ingresar y repetir el procedimiento de distraer a los guardias de adentro, Drax tu vas a cubrirme junto con Thor y—.


— ¿Y Rocket? —Quill volvió a rodar los ojos, esta vez en dirección a Drax quien le había interrumpido.


— Maldita sea, ya lo he dicho. Rocket será nuestra primera distracc—.


— No, no. Me refiero a que ¿Dónde se ha ido Rocket?


Los Guardianes miraron el espacio vacío que había dejado el mapache, Drax lucía más divertido que preocupado, Thor mantenía una de sus rubias cejas enarcadas y Quill tan solo se estrujó el rostro en frustración con ambas manos.


— Vamos por él —Ordenó Quill levantándose.


— Creo que no hay necesidad de eso —Thor señaló a un Rocket agitad, recién ingresando a la taberna.


— Chicos, no se alteren. Debemos irnos —El mapache apresuró el paso, cargando dos bolsas de tamaño considerable. Algo, lucía como un collar, relució colgando fuera.


— ¿Qué diablos acabas de hacer? —Chilló Quill, faltandole nada para querer ahorcar a su compañero.


Antes de que el más pequeño de los Guardianes pudiese replicar, algo estalló a espaldas de los cuatro logrando que diesen un salto en su lugar. Las mascotas de Drax huyeron despavoridas en conjunto con los que ocupaban el lugar, huyendo de lo que parecía ser un bombardeo. Todos escucharon un silbido que con el pasar de los segundos aumentaba de volumen, a ninguno le quedó la menor duda de que se trataba de alguna especie de misil dirigido por alguna nave o arma alienígena y que si no se movían lo antes posible, terminarían pulverizados por ella. Drax fue el primero en salir corriendo, Quill cogió de su chaleco a Rocket y detrás le siguió Thor.


La taberna se hizo pedazos en el momento exacto en el que los Guardianes la abandonaron por la puerta trasera, logrando que el estallido los enviara lejos para estrellarse luego contra el suelo. El semidiós se incorporó con demasiada lentitud, observando a lo lejos a Rocket y a Drax quienes trataban de imitarlo, tratando de esfumar los efectos de la explosión. El capitán de la Milano no reparó en Thor hasta que escuchó un gruñido gutural, dirigiendo la mirada hacia donde se encontraba la taberna hecha pedazos.


El dios del trueno trataba de incorporarse, el estallido había logrado alcanzarlo, carbonizando la piel de su espalda y dejándola en carne viva, su cabello hecho un desastre cubría parte de su rostro, pero eso no impidió que sus ojos azules se encontrarán con los ansiosos y preocupados marrones de Quill. El corazón del capitán bombardeó con fuerza en cuanto una conocida figura alta y delgada se acercaba hacia el dios del trueno en medio del polvo y la tierra que se levantó producto de la explosión.


Loki aprisionó con su pie la espalda de su hermano, empujándolo contra el suelo y ocasionándole un grave quejido que escapó de entre sus labios. Juntó las muñecas de Thor por detrás de su espalda y con una especie de mecanismo alienígena similar a unas esposas, se aseguró de que no pudiese moverse.


— Mi hermano y yo tenemos un asunto pendiente, así que si no les molesta, lo llevaré conmigo.


El pelinegro escondió ambas de sus manos por detrás de su propia espalda, aún apoyando el pie sobre la espalda malherida del dios del trueno mientras una falsa sonrisa elevaba sus labios.


Quill sintió la sangre hervirle y sin pensar realmente en lo que hacía sacó sus armas y comenzó a disparar a Loki. El ataque chocó contra lo que pareció ser un campo de fuerza, siendo en realidad una nave bajo invisibilidad. Thor fue llevado por unos extraños seres alienígenas al interior de dicha nave siendo seguido por el Jotun. Sin más, la nave aún en su estado de invisibilidad se alzó y dejando una fuerte estela de viento, aceleró desapareciendo de la vista de los guardianes.


— ¡Todo esto no hubiese sucedido de no ser por tu culpa!


— Disculpame por tratar de pensar en mi equipo, Startonto! Necesitamos dinero para comprar repuestos, un ataque más y la Milano quedará hecha pedazos!


— ¡¿Pueden callarse los dos?! —Una Nebula enfadada zanjó la discusión. Drax miraba desde lejos mientras comía palomitas de maíz.


Aquel planeta, pese a su nombre difícil de pronunciar poseía tecnología avanzada, por lo que Nebula se conectó a la interfaz del sistema de la Milano para indagar en todas las cámaras de seguridad o cualquier dato que pudiese darles una pista de la ubicación de aquella nave invisible.


— Lo tengo —descargó el mapa y los datos de ubicación dejándolos sobre la mesa central de la nave mediante imagenes holograficas—. Es una fortaleza, al sur. Estamos al norte, nos tomará tres días llegar. No podemos llamar la atención, debemos atravesar con la Milano muy lentamente. Seguiré conectada al sistema y trataré de evitar a toda costa que nos rastreen.


— ¡¿Tres días?! Para cuando lleguemos ya estará hecho “Thorcitos” —Exclamó Rocket—. Mejor vayámonos sin él —Drax se carcajeó como solo él sabía. Quill los fulminó con la mirada aún cruzado de brazos logrando silenciarlos—. ¿Qué? —Volvió a replicar el mapache—. ¿Saben qué es extraño? Thor tenía al alcance su hacha y no intentó usarla en contra de su hermano, incluso la dejó tirada —Esta vez, Quill consideró las palabras de su peludo amigo llevando la mirada hacia el arma del dios del trueno, frunciendo su entrecejo.


Una terrible respuesta a las palabras de Rocket cruzó la mente del semidios. No quería creerlo o mejor dicho, no quería aceptarlo. Thor había accedido visitar aquel lugar, apoyándolo con demasiada insistencia cuando Nebula y Rocket se opusieron para seguir de largo, además sus constantes miradas, sus roces accidentales, la forma en la que lo elogiaba luego de hacer trizas a cualquier enemigo que quisiera destruir algún planeta. Todo había sido para distraerlo de sus verdaderas intenciones: Encontrar a Loki. Por algún motivo que no quiso descifrar en esos momentos, se sintió decepcionado, dolido y un completo imbécil por siquiera haber creído en cada una de sus palabras.


Aún cuando se había recuperado de su aparente estado depresivo del cual Quill había tardado cuatro años en sacarlo, volviéndose a propósito el blanco de las burlas de Thor para distraerlo, él aún continuaba con la loca idea de que su hermano y ex amante estuviese vivo.


— Como sea, debemos traerlo de vuelta —Y, apoyando ambas manos sobre el mapa en la mesa, dirigió la mirada a todos los guardianes—. Groot, vamos a necesitarte.


— ¡Yo soy Groot!


Efectivamente habían tardado casi tres días en cruzar todo el planeta con dirección al sur, maniobrando sigilosamente para poder pasar a través del protocolo de seguridad. Nebula se encontraba conectada al sistema para obstruir las cámaras y evitar a toda costa que los rastrearán, Drax se encontraba listo en su asiento correspondiente para activar las armas de ataque de la Milano en caso de que llegasen a necesitarlo, Groot estaba a su derecha con su cinturón de seguridad puesto mientras jugaba a los videojuegos y escuchaba una de las tantas cintas de música que Quill guardaba en su repertorio. El semidios y su mejor-peor amigo se encontraban al mando de la milano en absoluto silencio. Quill considerando seriamente las alternativas de como patearle el trasero al dios del trueno y Rocket pensando en que sería buena idea añadir un dispositivo a la Milano que le permitiese ser invisible. Y con añadir, el mapache se refería a robarlo del bando del enemigo. De alguna forma u otra haría tiempo para escabullirse como siempre lo hacía.


Escondieron la Milano a unos cuantos metros de aquella fortaleza en medio de la nada, al norte tan solo habia desierto. Los Guardianes descendieron dispersandose, rodeando aquel desconocido lugar guiados por la voz de Nebula quien permaneció dentro de la nave, conectada al sistema, monitoreando y cuidando a sus compañeros lejos del combate.


Para equilibrar una posible batalla, Drax y Rocket se acercaban por un flanco mientras que Quill y Groot por el otro. Había demasiado silencio para su gusto hasta que un silbido sonó por encima de sus cabezas, un misil bastante similar al de la taberna que iba en dirección a Drax y a Rocket. Ambos saltaron esquivandolo, luego otro y otro, pasando por alto la presencia del semidios y un árbol atravesando la pubertad.


— Vaya, vaya. Parece que tienes un defecto.


La nave, aún invisible, cesó. Enseguida su motor rugió levantando el vuelo al tiempo en el que una compuerta hacía a un lado la arena y abría una especie de ducto en el suelo que daba a un túnel subterráneo.


— ¡Esta vez no vas a escaparte!


Quill gritó corriendo a donde se suponía que encontraría la nave y salto en el momento preciso en el que esta se sumergió, desapareciendo por aquel túnel que instantáneamente cerró sus puertas, dejando a Drax, a Rocket y Groot en posición para una batalla que nunca llegó. El silencio volvió a reinar como si nunca les hubiesen disparado.


— Genial, ahora a Quill se lo tragó la tierra —Comentó con hastio el mapache—. Volvamos a la milano.


— ¿Yo soy Groot?


— Dime, ¿Tienes una mejor idea? No sabemos siquiera si Thor realmente está allí abajo o si Quill está muerto.


— Cállense —Habló Nebula por medio de los intercomunicadores—. Perdí la señal de Quill, pero logré conectarme a las cámaras de la fortaleza. Es. . . Extraño. No hay nada en ese lugar.


El semidios expulsó todo el aire cuando su estómago chocó contra la metálica superficie de aquella nave en cuanto esta se estrelló con el interior de donde sea que se encontrara en ese momento. Trató de recomponerse lo más rápido que pudo y apuntando una de las tantas armas con las que se había equipado, se deslizó hasta tocar el suelo y luego comenzó a caminar por el largo y ancho pasillo de lo que parecía ser la fortaleza.


Caminó en línea recta alrededor de cinco minutos, nada de villanos o alienígenas tratando de quemarlo vivo. Guardias. Absolutamente nada. No había nadie custodiando aquel lugar. Caminó un poco más relajado, sintiendo su cabeza marearse ante el constante color blanco de aquellos pasillos, siendo iluminados por unos cuanto focos. Escuchó voces, volvió a levantar su arma, pegó la espalda de la pared, deslizándose con lentitud para evitar hacer el menor ruido posible con sus botas.


— Esto es ridículo, realmente pensé que todo era un mal chiste cuando descubrí que el Loki de este universo se habia “enamorado” del encantador, fortachon e intachable Thor Odinson —Aquella voz sonaba burlona. Le encrispó la piel a Quill. Sin duda se trataba de él, Loki.


Ignorando el significado de sus palabras, Quill volvió a sentir que la sangre le hervía. Podía estar en la Milano, siendo el héroe de millones de planetas, disfrutando con sus amigos y escuchando buena música en vez de estar allí, salvando la vida de un imbecil que le había mentido en sus narices, que se había burlado y había hecho uso de su confianza para su propio beneficio mientras él solo había estado pensando en él, siempre dolido por el aspecto tan decadente que había tenido hace cuatro años cuando lograron acabar con Thanos para luego unirse a los Guardianes. Se vió así mismo reflejado en él, porque Thor reflejaba físicamente todo lo que Quill sentía internamente por la pérdida de Gamora y en parte, haber ayudado al Asgardiano a sanar, también lo había ayudado así mismo sin esperar nada a cambio hasta hace tres días que descubrió los planes del dios por recuperar a su hermano. El capitán de la Milano descubrió entonces, que durante esos cuatro años si habia esperado algo de parte del hijo de Odín y eso, le hizo enfurecer aún más.


La voz se hizo más fuerte y cercana, pronto se vió mirando a través de la abertura de una puerta entreabierta; Thor se encontraba completamente desnudo y a merced del Jotun, suspendido en el aire con las muñecas atadas de una cadena que colgaba del techo de aquella habitación. El rostro de Loki estaba demasiado cerca del Asgardiano, el rostro de Thor era inexpresivo, casi aburrido, incluso cuando Loki terminó de acortar la distancia para besarlo, tomando a su hermano por la mandíbula para evitar que se alejara.


Quill aporreó la puerta llamando la atención de los dioses, recibiendo una mirada sorprendida de los ojos azules de Thor y antes de que el dios del engaño pudiese articular queja o palabra alguna, el semidios presionó su arma apuntando directamente a la cabeza de Loki.


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