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Dos mundos, un amor por Midori Yaoi Grey

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Al llegar al salón de la universidad del día siguiente, Claude y Ronald notificaron a nuestros compañeros que esperaran en el espacio libre que tenemos para darles el aviso mandado por el profesor Ash desde ayer. 

 - ¿Qué clase de broma es esta? - pregunta uno de los involucrados al término de la explicación de los responsables - el profesor ya enloqueció. 

 - Ojalá fuera una broma - responde algo irritado Claude - y una de mal gusto, pero no lo es. Si tienen alguna queja saben el camino, nuestro deber es pasar el mensaje de lo... Acordado, y es lo que hay. 

 - De las decisiones que tomemos, nosotros lo pasaremos tanto al profesor, como a los dos responsables que forman parte del equipo - habla Ronald refiriéndose a los de nuevo ingreso. 

 - Antes de que les avisáramos, los de primer año nos notificaron que ellos son veinte, igual que nosotros, al igual que la cantidad de mujeres: ocho, que bien los que serán mayordomos pueden servir y atender, los de su grupo, las mujeres se negaron a rotarse para hacer un poco de todo como lo estaban haciendo ver los varones de ahí. Así que acabamos pagando las consecuencias de que deben salir la misma cantidad de meseras, maid como le llaman, es decir, deben ser diez, aquí nos faltan dos. Y creo que la historia se cuenta sola. 

Cuando Claude termina de explicar, los demás empiezan a hablar entre ellos por la noticia, mientras yo solo observo el panorama donde mis amigos están algo hastiados. 

 - ¿Y cómo se piensa decidir eso? - pregunta otro compañero 

 - Podemos dejarlo al azar para evitar discusiones, o a menos que hayan voluntarios, lo cual agradeceríamos - se deja escuchar un silencio de que en efecto, nadie quiere. 

 - Bueno, eso quiere decir que... - Ronald es interrumpido por Hannah Anafeloz, la eterna rival de Claude. 

 - ¿Y qué sucede si algunas de las mujeres quisiéramos vestir de mayordomos? - vuelvo la mirada a Claude para notar su reacción de estrés - creo que estamos en nuestro derecho, si al final lo que importa es que la cantidad se cumpla ¿no? 

 - Si... Pero eso pone en desventaja a los demás. 

 - En absoluto, si antes tenían que salir dos, otros pocos no les dañará - con el aire superior que la caracteriza, reta a todos los presentes - ¿o piensan que por vestirse de esa forma pondrá en peligro algo de ustedes? - esto lo dice con todas las intenciones de burlar. 

 - Arreglemos esto sin alterarnos - decido involucrarme para apoyar a Claude que vi que tenía su rayita de tolerancia en su límite - las ocho mujeres que están presentes ¿cuántas de ustedes quisiera tener la oportunidad de vestir de mayordomo? - cinco de ellas alzaron la mano que por supuesto estaba Hannah - bien, por medio de papeles todos los involucrados, menos las tres chicas, se decida quién será qué. Así todo se hace por medios justo - los hombres resignados asienten aceptando - ¿las señoritas nos apoyarían con los papeles, por favor? Para que todo sea aún más limpio, y los involucrados estaremos reunidos aquí en frente - todos de acuerdo hacen lo mencionado. 

 - Increíble, serás un excelente líder - me dice Ronald al momento en que me reúno con ellos. 

 - Hay que saber ver la situación - me alzo de hombros restando importancia - y más si alguien estaba a punto de explotar. 

 - No la soporto... - el alusivo se queja - siempre busca arrancarme de los nervios. 

 - ¿Pero ustedes se conocen de tiempo atrás, no? - pregunta Ronald. 

 - Es mi prima. De parte de mi madre... 

 - ¿Qué? ¿Y tú lo sabías? - refiriéndose a mí.

 - Es natural, lo conozco de años, al igual que a ella. Soy fiel testigo de la buena armonía que hay entre ellos. 

 - Son primos... Pero no se parecen y el apellido no coincide - dice algo confuso el oji verde. 

 - Es un poco complicado de explicar... - dice algo incómodo el interrogado. 

 - Hemos terminado - anuncia una de las chicas. 

 - Les recomiendo que invoquen a sus santos, si es que tienen... - exhala con derrota Knox. 

Como también hubo cierta revuelta en el orden que cada quien pasaría, como si fuéramos unos críos, otra de las chicas que ayudaron con los papeles, tomó su libreta donde ahí a notaría un número que los que estamos de este lado, deberíamos adivinar, limitando del uno al treinta. 

De ese modo todos fuimos pasando hasta que cada uno tenía su papel aún sin desdoblar para que todos lo abriéramos al mismo tiempo. 

Se podía percibir en todos los varones la tensión y el terror de los resultados, cuando estoy por saber el contenido del mío, se dejó escuchar una exclamación:

 - ¡No! ¡Maldición! - reconociendo la voz, abro de inmediato el papel. 

 - Esto va a ser una locura... - susurro viendo la palabra escrita y observando la reacción de los demás... 

 


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