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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Ya pasados unos días Sesshomaru salio por un encargo por parte de Bankotsu y el lugar al que se dirigía era el mismo por el que aquel hombre lo esperaba. Rogaba por no encontrárselo de nuevo sin saber que ese hombre ya no volvería a aparecer nunca.

Como era de esperarse el hombre ya no estaba. Suspiró aliviado creyendo que las palabras del azabache habían servido de algo sin saber que nunca más vería a ese difunto hombre.

Todo el día se la paso fuera, aprovechó la salida  para intentar conseguir empleo pero no lo encontraba y todo por su aspecto, nadie entendía que había nacido con esas extrañas marcas.

Derrotado se dirigió de nuevo al orfanato, otro día saldría a buscar algo de sustento para su hogar aunque no lo necesitarán ya que estaban bajo la protección de Koga.

Al llegar como siempre vio a todos sus hermanos pequeños jugar, ya no lo molestaban pues le temían por ser mayor.

—¡Sesshomaru!. —Volteo. Su día no podía ser peor, Kagura había aparecido con una gran sonrisa en su rostro. No odiaba a la chica pero ella le pedía algo que no podía darle y eso era su amor, no podía dar otra cosa que no fuera mero amor fraternal. No podía verla de otra manera, la veía como hermana y nada más.

—¿Ocurre algo Kagura?.

—¿Que tal tu día? ¿Encontraste trabajo?.

—No, no encontré pero mañana será otro día. —Estaba frustrado, ese extraño aspecto le causaba muchas dificultades, aunque todos dijeran que se veía bien sabía que era erróneo, no lograba ver lo atractivo de esas marcas coloridas.

—Tienes razón, mañana será otro día. —La mujer se colgó de su brazo, le molesto pero no mencionó nada.— Vamos a caminar Sesshomaru.

Caminaron un poco, miraban las instalaciones, estaba mejoradas gracias a sus hermanos mayores y a Koga.

—Oye Sesshomaru. —Volteo al escuchar su nombre, era Miroku.

—¿Ocurre algo Miroku?. —Se soltó del agarre y se acerco a su hermano.

—Tienes una llamada.

—¿Quien es?.

—Es Inuyasha Fushiko.

No entendía porque le llamaba pero para averiguarlo fue a la oficina de la directora, ahí se encontraba el único teléfono del orfanato.

Al llegar contestó.

—Hola Inuyasha, ¿Ocurre algo?.

—Sesshomaru, ¿sabes computación básica y ese tipo de cosas?.

Claro, ¿necesitas algo?. —Agradecía haber estudiado algo básico en esos temas, supuso que algún día los necesitaría.

—Necesito ayuda, mi secretaria enfermó y no tengo más personal disponible, es época de trabajo duro y esto es un caos. Por favor ayudarme, no tengo a nadie más y eres el único en quien confiaría documentos importantes.

—De acuerdo, tratare de ayudarte lo mejor que pueda.

Bien, enviare a mi chófer para que pase a recogerte.

Colgó, se dirigió a su habitación para vestirse apropiadamente. Llevaba puestos unos jeans azules y una sudadera blanca, le ayudaba a cubrir las marcas de sus brazos.

Buscó en su guardarropa algo formal, lo encontró, era el traje que sus hermanos mayores le obsequiaron en su cumpleaños.

Constaba de un traje gris oscuro y una camisa blanca, corbata rayada, del mismo color del traje y unos zapatos negros, dejo su largo cabello suelto y se miro en el espejo verificando su atuendo, sabía que el Fushiko provenía de una familia influyente y seguramente el lugar del trabajo sería igual.

—Es perfecto, sólo que... —Miro su reflejo, esas marcas en su rostro eran demasiado llamativas. No podía hacer nada al respecto, así había nacido.

Llevo sus manos a sus mejillas y cubrió sus  marcas, odiaba su aspecto.

Escuchó ligeros toques en la puerta y se apresuro a abrirla.

—¿Ya estas listo, Sessh?.

—Ya Kagome, ya estoy listo. ¿Ya llego el chófer?.

La chica asintió y la siguió, en la entrada se encontraba un auto negro, era demasiado ostentoso en su opinión. Un hombre ya pasado de edad bajo para abrir la puerta trasera.

—Joven Sesshomaru, el amo Inuyasha ha enviado por usted. Soy Myoga y estoy a su servicio.

—Muchas gracias señor Myoga pero no me trate con tanto formalismo, yo no pertenezco a un estatus apropiado para ello.

El hombre asintió y abrió la puerta, el albino entró y se pusieron en marcha hacia la sede de las empresas Fushiko especializadas en viajes turísticos y hoteles.

Durante el camino observo por la ventana mirando los objetos pasar con rapidez, estaba ansioso puesto que no quería arruinar todo y quedar en ridículo, mucho menos quería causarle molestias a su amigo.

Al llegar comprobaba que el Fushiko tenía razón y no había exagerado, era un caos. Personal de un lado al otro con papeleo y era lógico, se especializaban en viajes turísticos y siendo temporada vacacional era obvio que estarían cargados de trabajo.

Con ayuda de uno de los guardias llego a la oficina de presidencia donde su amigo parecía querer matar a todos con la mirada.

—¡Necesito estas copias! ¡Trabajen más rápido!. —Estaba frustrado, hacia poco su padre le había cedido esa empresa y quería enorgullecerle y viera que era digno de su estirpe pero en tiempos de trabajo duro y sin su asistente era difícil.

—¡Como ordene!.

—Inuyasha. —Hablo al verlo acariciar sus sienes en indicio que la cabeza empezaba a dolerle.

—¿¡Que!?. —Volteo molesto, sentía la cabeza pesada y las molestias no eran de ayuda. Noto al albino y como se había quedado callado al instante y se dio cuenta de su error.— Sesshomaru, perdón es que...

—Olvidalo.

—¿Eh?.

—¿Que necesitas? Ayudare en lo que pueda. —Aseguro y el azabache sonrió, después de ponerse de acuerdo lograron llevar un ritmo perfecto.

La tarde paso agitada, el Fushiko imponía orden y el albino enviaba documentos a las empresas que los requerían, tenía cuidado en lo que hacía, no quería causar algún error que  costara pérdidas monetarias, algún error y ni en su siguiente vida lograría pagar las cantidades de los documentos, entendía que las vidas de los herederos no era tan sencilla como imagino pero aun así estaría ahí para apoyar a su amigo aunque sentía algo diferente al estar cerca y no lo entendía, tal vez algún día lo entendería o eso quería pensar.

Continuará...

 


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