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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Pasaron unas semanas hasta que el Fushiko tuvo la oportunidad de salir para tomar un descanso, aprovechó para cumplir su promesa al albino.

En el orfanato, Sesshomaru estaba en el jardín mirando a Bankotsu podar las plantas, le recordaba a su niñez. Siendo fin de semana su hermano descansaba.

Escucharon los gritos de alguien, era Kagome.

-¡Oye, Sessh!. -La chica llegó a su lado.

-¿Que pasa, Kagome?.

-Teléfono.

Se paró de inmediato y se dirigió a la oficina de la directora. El único que lo llamaba era Inuyasha y estaba seguro de que era él, tal vez necesitaba ayuda nuevamente.

-Hola Sessh, soy yo.

-¿Necesitas algo, Inuyasha?.

-Sí. Estaré mañana por la tarde en el orfanato, iremos de paseo y no acepto un no por respuesta.

-Pero...

-Estare ahí al medio día. -Colgó.

-Este idiota arrogante. -Sonrió levemente.- Al menos no lo olvido.

-¿Olvidar, que?. -Llegó Kagome, presentía que la adolescente lo estaba siguiendo ya que siempre estaba ahí.

-Inuyasha y yo iremos de paseo mañana.

-¿En serio?. -Asintió. Kagome empezó a dar pequeños saltos de emoción.- ¡Tendrás una cita! ¡Espere toda mi vida este momento!.

-¡No es una cita!.

-¡Sesshy tendrá una cita!.

Le irritaban los chillidos de la chica, sólo era una salida de amigos, ¿porque se emocionaba tanto?.

Veía como saltaba y soltaba uno que otro de sus gritos agudos, ¿porque le emocionaba tanto algo así? No era la primera vez... Recordó un poco y sí, si era la primera vez que salía con alguien. Aunque sólo fuera en plan de amigos, algo que su hermana no entendía.

-¿Terminaste?.

-Espera... -Por cinco minutos más su hermana se dedicó a "torturar sus oídos".- Listo.

-¿Que sucede aquí?.

Ambos voltearon y vieron a la directora, habían olvidado que seguían en su oficina.

-Nana, ¡Sessh tendrá una cita!.

-Eso no es verdad. -Negó inmediatamente, le daba pena que alguien se enterara de ello.

-Me alegro por ti mi niño, ¿Quien es la persona afortunada?.

-Lo invito Fushiko. -Contestó su hermana.

-¿El joven Inuyasha?.

-¡Kagome!. -Gritó. Un ligero rubor se notaba en sus pálidas mejillas. Ninguna le hizo caso, hablaban sobre su supuesta "cita" con el azabache.

-Me alegra que ya lo hayan visto. -Mencionó la mujer con una cálida sonrisa.

-Es cierto nana Kaede, crecen tan rápido. -La adolescente se limpió una imaginaria lágrima con dramatismo.

Decidió marcharse, ellas no entendían nada y sólo balbuceaban incoherencias ya que él nunca tendría una cita con el Fushiko, eran hombres y eso no era correcto o eso quería creer.

Aunque su nana había mencionado algo, ¿Que era lo que ya habían visto? Era confuso y no lo entendía. Suspiró, sentía que las mujeres eran muy complicadas.

Al día siguiente...

Se levantó con los ánimos en alto y no sabía la razón. Al terminar de prepararse y asearse fue al comedor esquivando a los pequeños hasta llegar a la cocina. Sus hermanos mayores estaban desayunando ahí.

-Oye Sessh, Kagome me contó que tendrás una cita con Inuyasha. -Comentó Bankotsu. Su rostro enrojeció.

-Eso no es verdad, sólo saldremos a dar un paseo.

-En mis tiempos se le llamaba cita. -Habló el médico con un tono de burla, amaban molestar al albino pero en buena forma.

-Cállense ya. -Exigió apenado, ellos siempre encontraban algún motivo para avergonzarlo.- Por cierto... ¿Que hace Koga aquí?. -El moreno estaba sentado al fondo con una taza de café en las manos y se había mantenido callado.

-Kagome me contó que saldrías con el perro y decidí venir, amenazarlo por teléfono no es tan satisfactorio como hacerlo de frente y bueno, es fin de semana Fluffy y quería descansar un poco. -Contestó como si nada, pues sentía que era obvia su respuesta.

-¿Lo amenazaste por teléfono?. -El hombre asintió.- Ya saben que no soy un niño ¿verdad?. -Todos asintieron dándole la razón.- Entonces... ¿Porque insisten en tratarme como tal?.

-Porque seguirás siendo nuestro hermano menor, eso es bastante obvio.

-Punto para Bankotsu. -Se unió la adolescente a la discusión.

-¿Y que hay de Koga? Sigo siendo mayor que él.

-Punto para Sessh. -Volvió a hablar.

-Eso es sencillo, conozco las mañas de ese perro y vengo a amenazarlo para evitar que te enrede en ellas.

-Punto para Koga.

-No creo que sea tan malo. -Lo defendió el albino, no conocía tanto al Fushiko como su hermano Koga pero había estado con él y lo había visto actuar, no era tan malo -Excepto cuando estaba estresado, ahí maldecía todo lo que se acercara.- aunque no sabía nada de su pasado, eso no era de su incumbencia y no iba a inmiscuirse en eso, sólo eran amigos y no hacía falta hacerle un interrogatorio.

Aun si el pasado del Fushiko era un misterio para él era mejor no averiguar nada, si no se interesaba en su propio pasado, ¿para que interesarse en el del Fushiko?.

A final de cuentas sólo eran un par de amigos que darían un paseo por el arduo trabajo anterior y aprovecharían para fortalecer lazos, ya llevaban un buen tiempo de conocerse y aunque, sintiera un agradable sentimiento en su pecho al estar cerca de él estaba completamente seguro que no era otra cosa que amistad.

El albino no era capaz de ver las cosas que sus hermanos veían, no veía en sí mismo el atractivo que veía Kagura en él, no veía el amor que Kagome notaba en él hacia el azabache y eso lo molestaba. Quería ver lo que se estaba perdiendo, quería quitarse la venda de los ojos y ver todo con una nueva perspectiva, la misma con la que sus hermanos lo veían y así tal vez, dejar de ser tan inseguro con su cuerpo y vivir siendo un joven adulto normal.

...
...

En una habitación sumamente lujosa estaba un azabache tendido en la cama mirando el techo.

-Maldición, ¿que me pasa?. -Llevó su mano a su pecho, sintió los latidos acelerados de su corazón. No entendía lo que pasaba, ese extraño sentimiento se presentaba sólo cuando pensaba en cierto albino de ojos dorados.

Suspiró con pesadez, se sentía tonto al no tener la mínima idea de lo que le pasaba, sólo imaginaba la cara que su amigo pondría al llevarlo de paseo, aunque debía controlarse o al menos eso le había advertido Koga, sabía sobre su anterior reputación pero ya había cambiado por el bien del apellido.

Esos días de adolescente rebelde habían acabado ya que después de haber denigrado tanto el apellido su padre había tomado cartas en el asunto y había sido instruido por los mejores tutores que el dinero podía comprar.

Aun si había sido subyugado por su padre para ser ese perfecto ser que tanto exigía aún sentía, aún quería ser libre y se sentía así cuando estaba con su amigo albino, con él podía ser él mismo, no necesitaba esa molesta careta que el dinero exigía, podía ser el hombre terco, expresivo y orgulloso que era pero, desafortunadamente no podía hacerlo por orden del mayor de los Fushiko.

Continuará...

 


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