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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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El desayuno pasó sin más escándalos, después de avergonzarlo un poco dejaron su pequeña discusión.

Faltaba una hora para el medio día, significaba que el azabache no tardaría y sabía que este era puntual.

A veces sentía pena por él al verlo reprimirse pero eso sólo le concernía a él y a su familia, no podía hacer nada pues, ni siquiera tenía un apellido y un simple huérfano como él no podía compararse con el heredero Fushiko. Ahora se arrepentía de estar cerca de él, no eran iguales y eso era bastante obvio.

Escuchó suaves toques en la puerta, no podía ser Miroku ya que el pelinegro siempre entraba sin tocar ya que era su habitación también. Se acercó a la puerta.

—¿Porque sigues vestido así?. —Su hermana lo empujó y entro a la habitación.

—¿Que haces aquí, Kagome? Sabes que no puedes entrar al área de hombres sin permiso, esta prohibido.

—Ni que te fuera a hacer algo. —Reprochó. Se internó en la habitación y empezó a revolver su guardarropa, buscaba algo en él.

—¿Que haces?.

—Busco tu atuendo, no puedes ir así a tu primera cita. —Decidió no contestarle, era demasiado terca y ya le había explicado incontables veces que no era una cita.

Se sentó en la cama y esos pensamientos volvieron, pero decidió ignorarlos. Sinceramente no quería pensar en ello, sólo se dedicó a ver a la adolescente escarbar dentro del guardarropa ya que nada le gustaba.

Finalmente pareció haber encontrado algo de su agrado al verla chillar emocionada.

—Esto será. —Le mostró una camisa negra de mangas largas y un pantalón gris oscuro.— Ten arreglarte que ya falta poco para que llegue tu cita.

Gruñó con molestia y la echo de la habitación para cambiarse, agradecía que esa ropa oscura ocultaría su vergüenza. Las mangas largas ocultaban las marcas de sus muñecas y brazos, y la tela oscura evitaba que se notaran las que poseía en la cadera y abdomen.

Se retiró la camisa y se paró frente al espejo. Su cuerpo era delgado más no demasiado y lo que destacaba eran las marcas de la cadera ya que eran las más grandes que tenía. Suspiró con fastidio y se dispuso a vestirse ya que estaba seguro que su hermana podía ir y sacarlo a empujones para ir a su "cita" con el azabache.

Afuera del orfanato ya estaban Bankotsu, Suikotsu y Koga esperando al Fushiko puesto que Koga les había contado sobre su anterior comportamiento.

Koga lo conocía desde ya hacia unos años ya que el Sr. Ookami era socio de los Fushiko y prácticamente los habían obligado a ser amigos y con la convivencia lo habían logrado.

Ya pasado un tiempo llegó el Fushiko en su auto, estacionó frente al orfanato y noto a los hombres.

—¿Pasó algo?. —Preguntó algo confundido y en eso aparecieron Kagome y Sesshomaru. Se quedo mirando al albino sin darse cuenta y todos lo notaron.

—Inuyasha... Inuyasha... Fushiko... —Koga trataba de llamar su atención pero este sólo estaba concentrado en admirar al albino que de igual manera lo observaba sin entender lo que hacía.— ¡Perro!.

—¿¡Que!?. —Reaccionó gracias al grito del moreno.

—Pues estabas como idiota y por más que grité no despertabas.

—Como sea pulgoso. —Volteó a ver al albino.— ¿Nos vamos Sessh?.

—Sí.

Ambos se dirigieron al auto hasta que Bankotsu habló.

—Esperen un minuto, tú... —Apuntó al Fushiko. — Quiero a mi hermano de vuelta antes del anochecer, nada de exponerlo al peligro y si algo le pasa no vivirás para contarlo. —Lo amenazó, el albino no haya donde ocultar su rostro avergonzado, sin duda lo tratarían como a un niño siempre.

—Tienes mi palabra, no le pasara nada mientras esté conmigo. —Aseguró el azabache y tanto Suikotsu como Bankotsu decidieron creerle.

—Ten cuidado Sessh, no lo llamo perro por nada. —Agregó el moreno, algo serio.

—Hablas como si lo fuera a tratar de seducir o algo así. —Se defendió el Fushiko, sabía sobre su comportamiento pero ya había quedado atrás y en el olvido.

—Vámonos ya, Inuyasha. —Lo apresuro el albino, no sabía que más podrían decir sus hermanos y era mejor no quedarse a averiguarlo.

Llegaron al auto y antes de entrar Kagome hablo.

—Oye Fushiko. —El mencionado volteo.— De preferencia nos lo regresas con su pureza.

—No te aseguro nada. —Respondió con burla, Koga y Suikotsu tuvieron que sostener al hombre de trenza para evitar que iniciara una pelea con el Fushiko, más que un hermano se comportaba como un padre.

Finalmente se fueron antes de que algo malo sucediese gracias al Fushiko.

En el camino noto al albino demasiado callado, en un semáforo que marcaba el alto lo observó, traía la expresión seria pero un ligero rubor resaltaba en sus mejillas pálidas, sonrió para sus adentros, le gustaba verlo así y más si era el causante de los mismos.

—Oye Sessh... —El albino hizo un sonido de afirmación.— ¿Estás molesto?.

—No, no lo estoy. ¿Porque habría de estarlo?.

—Pues por haber planteado la posibilidad de que tú y yo tuviéramos...

—¡No lo digas!. —Dijo el albino en un tomo de voz elevado, estaba sumamente apenado con la situación y con el Fushiko repitiéndolo era demasiado.

—Bien, pero cambiando de tema... ¿Adonde quieres ir?.

—Pues la verdad se me ocurren algunos lugares pero... ¿Y tú, te decidiste algún lugar al cual ir? Yo no tengo experiencia en esto. —Mencionó. Era su primera salida, aunque su hermana le había "instruido" un poco del como comportarse, era irónico ya que ella no salía del orfanato más que para asistir al instituto que era financiado por Bankotsu ya que ella debía asistir como cualquier chica normal.

—Pues... Cerca de aquí hay un restaurante exclusivo, no he ido pero...

—Inuyasha, lo he decidido... Hoy harás cosas normales y además yo no he traído mucho efectivo, yo también pienso colaborar. —Dijo el albino. Quería hacer algo que alguien de su clase consideraba normal ya que el Fushiko no conocía mucho de su mundo y se lo mostraría.

—Si tú lo dices está bien. Estoy ansioso de ver que es lo que consideras normal.

—De acuerdo. Vamos al parque principal, me gustaría dar una caminata tranquila.

—Bien, vamos y podremos ver los cerezos, están a poco de florecer y me gustaría verlos de cerca.

Tomaron rumbo al gran parque, al llegar el Fushiko estaciono y en pocos minutos ya estaban recorriendo el lugar.

Había muchas parejas, eso era algo normal para el albino, solía venir con sus hermanos pero también quería tener algo así para él. Veía a las parejas enamoradas y deseaba tener eso pero al visualizarse a sí mismo lo único que lograba era ver al Fushiko tomando su mano.

Negó rápidamente, eso no podía ser posible ya que eran hombres y tal vez el Fushiko se alejaría si le comentaba sobre algo así.

Mientras tanto Inuyasha caminaba en silencio junto al albino, miraba la mano del mismo preguntándose que tan suave sería, quería tomarla como todas las demás parejas lo hacían pero solo había un pequeño e insignificante problema... Ellos no eran pareja y en cierta forma le molestaba pero no podía hacer nada más que insinuar una relación cuando se presentaba la oportunidad, temía que si mencionaba algo sobre eso el albino se alejaría y lo tacharía de raro, no quería eso, el albino era diferente, no estaba con él por su dinero, no estaba con él por obligación, estaba con él porque así lo quería y eso era un gran motivo.

Sin duda estar tan cerca pero a la vez tan lejos dolía pero no sabía la razón.

Continuará...

 


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