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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Ya habían pasado unos días. Entre beso y beso el Fushiko le había pedido ser su pareja, fue cuando la frase de su hermana se hizo presente en su mente "Sólo deja de pensar y haz que pase." y ahí fue cuando lo entendió todo.

No debía pensar en lo que la gente quería, debía pensar en lo que él quería o al menos lo que su corazón dictaba y este quería al Fushiko, quería estar a su lado sin importar nada.

Dejando de pensar y escuchando a su corazón tomó su decisión, le dio el "Sí" al Fushiko. Presentía que momentos buenos se avecinaban.

Y como el Fushiko era el jefe y como bien lo había mencionado, pidió que trabajara para él como su asistente personal como excusa para tenerlo cerca todo el tiempo y sin quejas de sus hermanos. Aceptó, de cualquier manera no tenía nada que hacer y por no mencionar que quería cumplirle ese capricho a su azabache.

Hasta el momento no les había contado a sus hermanos sobre su nueva relación con el Fushiko, no quería que empezaran con sus "Te lo dije" por parte de Kagome y Miroku, los interrogatorios de Bankotsu y los consejos de su nana. Ya les diría cuando estuviese listo.

Iba de camino al trabajo, le pidió a Inuyasha que lo tratara como a un empleado más y eso significaba que no podía enviar a su chófer personal a recogerlo, iría por sus propios medios.

Había comenzado a trabajar a los dos días de iniciar su relación y el azabache había transferido a su secretaria a recepción, cosa que a la mujer no le agradó pero por el bien de su empleo debía ceder.

Llegó, pagó al taxi que lo había llevado y entró. Todos lo conocían bien y tenían la orden directa de no molestarlo o serían expulsados.

Como ya se había acostumbrado, todos le miraban, algunos lo criticaban dado que una persona con pocos estudios como él no era un digno aspirante a su puesto. Todos querían ese puesto y les molestaba que el albino lo haya conseguido.

Como siempre lo había hecho bajo la mirada, se apresuró a llegar al ascensor ignorando los murmullos, eso era algo que hacía desde que era un niño, aunque aun no lograba defenderse y eso en verdad era frustrante pero se debía a su inseguridad, ya habría un día en que lograra hacer frente a todo y todos pero ese no era el día así que sólo se apresuró a llegar a su puesto y hacer que el día fuera menos tedioso.

Al llegar entró con el heredero que lo recibió con un beso que gustoso correspondió. Se concentraron en el trabajo puesto que muy pronto Fushiko Inc. debía entregar un informe detallado a sus socios incluidos Taisho Asakura Corp. Sin duda sería un día ocupado.

Llegó la hora del almuerzo e Inuyasha quería salir de esa abrumadora oficina.

—Oye Sessh, vamos a comer algo y después terminamos esos balances. Necesito alimentarme y aquí cerca hay un restaurante muy bueno.

—Pero...

—Pero nada Sessh y no salgas con eso de que no tienes dinero, yo pagare por que te estoy invitando. Y por si las dudas... Dijiste que aquí te trate como mi empleado así que obedece y vamos. —Suspiró cansado y le obedeció.

Ambos necesitaban un descanso y recién se había enterado que los balances que preparaban debían ser entregados personalmente por el Fushiko en Sapporo la próxima semana, para ser exactos en una de las villas de Taisho Asakura.

Al pasar por la recepción, todos guardaron silencio. Partieron del edificio.

Al regreso los murmullos comenzaron mientras esperaban que el ascensor bajara.

—Mira Yura, allá va el hombre que te robó el puesto sin importar todos tus títulos.

—¿Y que esperabas, Sarah? Seguramente le abrió las piernas al jefe para obtener ese puesto.

Sesshomaru escuchó las palabras de las mujeres, rogaba porque el Fushiko no haya escuchado. Volteó a ver a su novio, apretaba los documentos y su mandíbula estaba tensa, significaba que había escuchado todo fuerte y claro.

El azabache volteo y les dirigió una mirada furiosa a ambas mujeres que se callaron de inmediato.

—¿Que acabas de decir?. —Habló con una voz muy calmada, tan calmada que daba miedo.

—Se-señor yo...

—¿Sabes que?... No digas nada, pero dejame aclararte una cosa... Tal vez Sesshomaru no tenga  los títulos que tú tienes o tu educación pero él si tiene algo que tú no posees y eso se llama decencia.

Estaba furioso pero no debía armar escándalos por más que quisiera, a final de cuentas era el jefe y debía poner el ejemplo.

Sesshomaru sólo observaba en silencio, sabía que el Fushiko estaba ardiendo en rabia y para evitar cualquier percance era mejor mantenerse al margen.

—No quiero que vuelvas a hablar mal de él. Sí, él es mi pareja pero eso no significa que haya obtenido su puesto debido a eso, él ha demostrado que es merecedor ya que en tiempos agitados se mantiene calmado y colaborador, ¿y tú? Tú escapabas para evitar ayudarme.

El Fushiko lo defendía, eso lo hacía sentir querido pero a la vez inútil.

—Él no necesita estar conmigo con poca ropa para obtener ese puesto como tú comprenderás. —Miro la ropa de la mujer, una blusa con un escote pronunciado y una casi inexistente falda.

—Yo me esforce para llegar a ese puesto. —Reclamó.

Todos miraban la escena sin atreverse a interrumpir.

El Fushiko tomó del brazo al albino terminando así esa escena. Antes de entrar al elevador habló.

—Mi madre me enseño a ser un caballero con las damas pero tú no mereces eso... ¿Acaso ya olvidaste quien fue la que me abrió las piernas para obtener el puesto de secretaria de presidencia?.

La mujer palideció, no esperaba que mencionara eso. Todos quedaron atónitos ante la fuerte declaración.

Sin más que decir entró al elevador seguido del albino, el silencio incómodo reinaba en ese estrecho lugar.

—Sesshomaru, olvida lo último que dije, fue en el pasado y te juro que jamás se volverá a repetir.

Se había dado cuenta que había mencionado algo de su pasado frente al albino, no quería que se involucrara en esos tiempos oscuros y que quería olvidar pero lo hecho, hecho estaba. Aún no se sentía listo para contarle su vida sin temor a que le abandonara.

—Está bien, son asuntos del pasado y no voy a obligarte a que me cuentes. Tengo confianza en ti. —Contestó.

Tenía algo de dudas respecto al Fushiko pero esté parecía no querer hablar del tema y era mejor dejarlo así, no quería molestarlo. Algún día él le contaría, sólo quedaba esperar.

Continuará...

 


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