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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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El día del viaje llegó, Sesshomaru estaba saliendo de su habitación con una pequeña maleta, estaba nervioso, era la primera vez que dejaba el orfanato por tanto tiempo.

El sol apenas dejaba ver sus primeros rayos, el Fushiko debía estar antes que todos y eso significaba que debían partir temprano.

Desayunó con sus hermanos y salieron a la acera para esperar al Fushiko.

—Sesshomaru, aun te puedes arrepentir y quedarte con nosotros. —Fue Kagura la primera en hablar. No quería que Sesshomaru se fuera, sabía que algo ocultaba con el azabache y no estaba dispuesta a perderlo sin luchar.

—Lo siento Kagura, di mi palabra y ahí estaré.

—Kagura, no te preocupes por Sessh. Tenemos confianza en Inuyasha, estarán bien. —Añadió el médico.

Tanto como Bankotsu y Suikotsu no sabían de los sentimientos de Kagura hacia Sesshomaru. Era algo que decidieron mantener oculto y por eso mismo ellos creían que su molestia por su partida se debía a la preocupación que ellos mismos tenían.

Estuvieron unos minutos esperando hasta que un auto negro se estacionó al frente, lo reconocieron de inmediato, era el auto que usaba el chofer cuando a Inuyasha no le apetecía conducir.

—Joven Sesshomaru, el amo Inuyasha le espera en el aeropuerto. —Informó el chófer al bajar.

—De acuerdo. —Volteó a ver a sus hermanos. — Los voy a extrañar, nos vemos en tres días.

Abrazó a todos, antes de subir escuchó la voz de Kagome y temía que saliera con algún comentario en doble sentido como era su costumbre. Eso lo avergonzaba mucho.

—Sesshomaru, diviertete. —Le dijo la adolescente con una sonrisa. Le devolvió el gesto. No esperaba un comentario así.

Sintió el camino largo, pero por fin llegaron al aeropuerto.

Un guardia lo condujo hasta el hangar privado de los Fushiko donde el azabache ya le esperaba.

—Buen día Sessh, espero que estés listo para partir. —Dijo y se acercó para recibir un beso.

—Buen día. Por cierto, esa cosa no se va a caer... ¿verdad?. —Preguntó refiriéndose al jet privado que usarían.

Al final era la primera vez que subiría a una de esas enormes máquinas de acero.

—Claro que no, Sessh. —No pudo evitar reír ante la pregunta. Toda su vida había usado ese tipo de transportes, no era raro para él usarlos.

—Bien, entre más rápido suba más rápido podré bajar. —Comentó con una pequeña risa para ocultar sus nervios. Subieron.

—El vuelo durará una hora y media, puedes usar lo que quieras. —Dijo mientras se sentaba.

—De acuerdo. —Se sentó frente al azabache y se ajustó el cinturón.

—Y eso me incluye a mí. —Comentó con una sonrisa de lado, amaba molestar al albino con ese tipo de comentarios.

El albino suspiró, no sería un día normal si el azabache no lo empezaba con alguno de sus comentarios sugerentes.

—Idiota. —Le arrojó lo primero que encontró, una botella de agua.

—Mi día no podía comenzar sin que me regañaras, Sessh. —Río. Cuando decía algo de ese tema el albino solía recriminarle y algunas veces golpearlo con algo, no le molestaba incluso le animaba a seguir haciéndolo. Ver un cambio de expresión en su rostro era algo digno de ver.

—Entonces deja de decir esas cosas.

El capitán anunció que el viaje empezaría. Al principio el albino se sintió mareado y algo nervioso pero el Fushiko le recomendó dormir para que el viaje se le hiciera corto y lo hizo, prefirió dormir que sentir el vuelo.

Inuyasha lo observaba dormir, era la primera vez que lo hacía. Sus labios estaban entre abiertos y una expresión serena adornaba su rostro. Sin duda le gustaba lo que veía.

¿Que tenía ese hombre que lo mantenía idiotizado? No hacía otra cosa que pensar en él, imaginarlo en escenas no aptas para menores y que posiblemente Sesshomaru terminaría arrojándole cuanto objeto se le pusiera enfrente.

Sin duda ese albino revolucionaba su mente y corazón. No podía esperar a presentarlo formalmente ante sus padres, sólo quedaba esperar a que le permitiera hacerlo.

Tanto se había internado en sus pensamientos que no noto que ya habían llegado. El capitán anunció mediante el altavoz que estaban a nada de aterrizar.

Minutos después, ya estaban en el hangar del aeropuerto de Sapporo y donde ya le esperaban los empleados de Taisho Asakura para llevarlos a la villa donde sería la reunión.

—Sesshomaru, Sesshomaru. —Empezó a sacudirlo para que despertará y lo logró. Lo vio bostezar y estirarse.

—¿Que ocurre? ¿Acaso ya llegamos?.

—Hemos llegado.

—Fue corto. —Comentó mientras se levantaba. Dormir en el viaje había sido una buena idea, no sintió los movimientos que provocaron el aterrizar.

Bajaron y como bien lo predijo el azabache, una camioneta les esperaba.

—Joven Inuyasha, el señor Taisho me ha enviado a recogerle. —Habló el chófer.

—Gracias Akitoki. —Contestó y subieron las maletas para iniciar un nuevo viaje.

El camino fue largo hasta llegar a un hotel rodeado de árboles de cerezo, el lugar era enorme.

—Este lugar es increíble. —Reconoció el albino al bajar.

—Bienvenido a Sapporo, la capital de Hokkaidō. —Comentó el azabache mientras pasaba su brazo por el cuello del mismo.

—Joven Fushiko, es un placer tenerlo aquí de nuevo. —Saludó un hombre corpulento y de ojos azules.

—Gracias Jinenji.

—Veo que está vez el joven Ookami no le acompaña. —Dijo al notar al albino y no al moreno que solía acompañar al heredero en ese tipo de reuniones.

—Él es Sesshomaru, mi asistente personal. Koga no vendrá en esta ocasión, vendrá el Señor Royacan pero al igual que los socios llegara mañana.

Después de que Sesshomaru y el hombre que los ayudó con en equipaje se presentaran, subieron a la habitación correspondiente.

Al llegar vieron la decoración entre moderno y antiguo, haciendo el lugar acogedor.

—Gracias, Jinenji.

El hombre salió de ahí y ambos quedaron solos.

—Y ahora que estamos solos y en un hotel... ¿No crees que deberíamos estrenar nuestra habitación?. —El azabache quería ejecutar cada fantasía creada en su mente con su pareja y sólo faltaba que cooperará.

—Ni siquiera lo pienses. —Sus mejillas delataban lo avergonzado que estaba. No había pensado en eso, compartiría una habitación con el Fushiko y no era nada bueno, aunque lo quisiera.

—Pero Sessh... —Pidió en súplica. Sabía que el albino no tenía experiencia en esos temas y le gustaba llevarlo al límite con sus comentarios.

—No, no lo haremos. —Y ahora se sentía como un chico virgen y sin experiencia, lo era pero no había porque comportarse como tal, eso era deprimente.— Esperaras o me iré, eres un degenerado. —Eso había sonado más como burla que como un regaño y ambos terminaron riendo. Sus tiempos de pareja pese a ser extraños, eran buenos.

—Bueno, a lo que vinimos. Hoy tengo que hablar con el tío Inu para preparar lo de mañana. En pocas palabras, la presentación ante los socios.

—Suena a que estarás muy ocupado hoy. —Comentó. Sabía que iban por trabajo pero no sabía en que ayudaría. Inuyasha solía venir con Koga pero olvido preguntarle sobre que hacían.

De hecho, no pudo preguntarle debido a que no había acudido al orfanato puesto que estaba demasiado ocupado en la empresa. A decir verdad, ni siquiera estuvo cuando el Fushiko les consultó sobre su asistencia a Sapporo.

—Lo estaré. Hoy no te necesito, puedes salir a conocer el lugar mientras yo éste con el tío Inu. Sólo no salgas, no quiero que te pierdas. —Dijo mientras revisaba el portafolio donde había guardado toda la documentación.

—De acuerdo.

Vio al azabache irse, sería un día largo en un lugar desconocido.

Decidió explorar el lugar, no podía perderse dentro del lugar o al menos eso creyó.

Continuará...

 


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