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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Sin esperar más corrió hacia afuera, al salir a la acera vio como Koga se estacionaba al frente. Entró rápidamente al auto antes de que siquiera el moreno bajara.

-¡Acelera!. -Exigió.

No tenía tiempo, no esperaría hasta que el azabache decidiera irse de su lado.

-¿A donde?. -Preguntó el moreno sin entender pero le obedeció.

-Al departamento de Inuyasha, esta por abandonarme.

Sin preguntar nada el moreno aceleró, algo andaba mal con esos dos y ya lo averiguaría.

Al llegar el guardia del edificio les dijo que el azabache había salido hacia ya algo de tiempo, menciono que llevaba una pequeña maleta en sus manos y le dejó una nota para entregárselas.

Sesshomaru empezó a leerla.

Sesshomaru...

Si estás leyendo esto es porque quieres golpearme por ser un idiota o porque no te rendiste y quieres encontrarme para luchar por nuestro amor, pero ya no hay nada que hacer. Soy un cobarde y no puedo mirarte, no sin recordar todo lo que te he hecho.

Gracias por intentarlo pero no volveré, no puedo hacerlo. No te preocupes por mí, no quiero vivir pensando en el daño que ahora te estoy causando.

Con todo el dolor de mi corazón te pido que sigas con tu vida, no esperes por mí que no soy digno de estar ante ti.

Nunca voy a olvidar nuestro amor, nuestras peleas tontas y tus besos, eso estará grabado a fuego en mi corazón. A pesar de todo yo continuare amándote.

Te ama...

Inuyasha.

Al terminar de leer se dio cuenta que en verdad la vida se había ensañado con él, no importaba que hiciera ya que siempre perdía todo.

-Vámonos. -Dijo en un susurro y subió de nuevo al auto.

Koga le obedeció y seguía sin entender lo que pasaba pero no creía que fuera prudente el preguntarle.

De camino al orfanato vio como su hermano mayor mantenía una cara seria, podría jurar que esa expresión tan desolada nunca la había visto en él, al fijarse mejor noto como lágrimas silenciosas mojaban sus mejillas.

Algo grave pasaba, su hermano había jurado no volver a llorar nunca. Sólo sabía una cosa, si Inuyasha era el causante le iba a pesar.

Al llegar al orfanato Sesshomaru se fue directo a su habitación. Koga fue en búsqueda de los mayores para recibir información.

Al encontrarlos le dieron a leer la carta y demás documentos que el Fushiko les había entregado.

-Entonces... Se fue. -No era una pregunta, en verdad se había ido.

-Lo hizo. Maldito, juró no lastimar a Sesshomaru. -Dijo Bankotsu furioso.

-Miren, las acciones de Inuyasha están mal. Actuó por impulso y no pensó las cosas. Debemos hacer algo, esos dos deben estar juntos o se morirán poco a poco de soledad. -Agregó Suikotsu.

-¿Quien lo diría? Sessh, tiene una familia que lo quiso. -Comentó Miroku.

-Todos ustedes... -Se hizo notar Kagome. - Sé que no se esperaban esto pero debemos hacer algo, no podemos dejar que Sessh sufra y si tenemos que sacar a Fushiko del mismísimo infierno... Lo haremos. No quiero ver como Sesshomaru sufre, no él.

-Kagome tiene razón, debo partirle la cara a ese perro y lo buscare hasta debajo de las piedras. -Dijo el moreno.

Todos estuvieron de acuerdo. A Koga le vino un fugaz pensamiento... -"Te prometo que nunca haré nada que lo dañe, si eso llega a pasar prefiero la muerte."- negó inmediatamente, eso no pasaría.

Estuvieron llamando a los conocidos y a los hoteles donde se pudo haber hospedado pero ninguno daba razón de él, parecía como si la tierra se lo hubiese tragado.

...
...

Habían llamado a la mansión Fushiko pero los sirvientes anunciaron que los amos estaban de vacaciones y no volverían pronto, incluso dijeron que no sabían nada del Fushiko menor.

Esa misma tarde tuvieron una visita inesperada, un matrimonio llegó y por su aspecto supieron quienes eran.

-¿Donde está? Díganme por favor. -Una hermosa mujer albina les suplicó.

-Estamos buscando a Sesshomaru, por favor permítanos verlo. -Dijo el hombre.

Bankotsu fue el primero en hablar.

-Por aquí. -Ellos lo siguieron. -Sessh esta aquí pero quisiera decirles que esta muy mal.

-Hablaremos con él, queremos ganarnos un poco de su cariño.

Tocaron la puerta, al no recibir respuesta abrieron.

Al entrar vieron al albino durmiendo pero había rastros de lágrimas en sus ojos y su almohada estaba húmeda. A la mujer se le estrujó el corazón al verlo en ese estado.

De manera casi automática se le acercó e hizo que recostara su cabeza en su regazo, tarareo una canción de cuna al verlo removerse como si tuviera una pesadilla.

Inu no Taisho vio como su esposa consolaba al menor, ¿cuantas veces soñó con eso? Ver a su hijo dormir en el regazo de su madre mientras ella le cantaba. Deseaba haber curado sus rodillas raspadas al haber terminado de jugar en el jardín, deseaba haberlo cargado en sus hombros mientras ambos reían y ahora era tarde pero después de veintidós años su hijo estaba de vuelta.

Nadie debía quitarle un hijo a un padre, nunca se curaría esa herida pero juntos recuperarían el tiempo perdido.

Sintió sus mejillas húmedas y se cubrió la boca ahogando un sollozo.

Lentamente se acercó temiendo que todo fuese un dulce sueño.

Besó la frente del menor con cariño, no era un sueño, su hijo estaba ahí y estaba vivo.

Besó a su esposa, ya tomarían cartas en el asunto. Mientras tanto, debían ayudar a su hijo, hijo... Que bonito se escuchaba esa palabra.

Pasados unos minutos, Sesshomaru sintió una calidez que nunca antes había sentido, se aferró a ella buscando consuelo y sorpresiva mente esa calidez acarició su cabello. Eso lo asustó.

Al separarse notó al matrimonio Taisho Asakura.

-No digas nada, sólo escucha. -Dijo el hombre. El albino menor asintió. -Queremos que seas parte de nuestra familia, tú familia.

-Inu no y yo sufrimos por tu partida. Todos estos años creímos que habías muerto, me sentí como una mala madre al perderte. Yo debía protegerte y no lo hice, deje que te arrebataran de mis brazos siendo tan pequeño. Sé que el hubiera no existe pero quisiera que lo pienses y nos digas tu respuesta. No te presionaremos.

El albino estaba algo confundido, eran sus padres pero lo primordial era Inuyasha Fushiko, el amor de su vida que se culpaba de lo ocurrido aunque le quedaba claro que no era así.

Sabía que sus padres debían ser su prioridad pero no era así, ese azabache estuvo con él desde mucho antes apoyándolo. Sus padres no tenían la culpa pero su corazón dolido no lo dejaba pensar con claridad.

-Para poder decidirlo quisiera tener mi corazón completo, Inuyasha se fue llevándose una parte de él.

-No te preocupes, buscare y encontrare a Inuyasha aun si esté oculto en el pozo más profundo del infierno. Sabemos lo mucho que se quieren y te ayudaremos a recuperarlo, hijo... Perdón quise decir, Sesshomaru. -Dijo el mayor.

-Tu pa... Mi esposo tiene razón, sabemos que Inuyasha no tiene la culpa y lo traeremos de regreso.

-Gracias y... No me molesta que me llamen hijo, sólo espero que no les moleste que los trate de manera formal, aun no me hago a la idea. -Añadió desviando la mirada.

Ahora esas personas le daban seguridad pero le causaban cierto nerviosismo.

-Gracias, hijo. -Contestaron al unísono.

-Me apena decir esto pero... ¿Me darían un abrazo?.

Ese pedido en verdad le avergonzaba pero al ser un huérfano siempre soñó con sentirse rodeado del calor que emanaba su familia.

Ellos sonrieron y lo abrazaron, un llanto silencioso reinó en el lugar, después de tantos años la familia al fin estaba completa.

Continuará...


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