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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Ambas mujeres hablaban. Izayoi recordó algo.

—Según lo que me cuentan... Ya sé porque mi hijo odia sus cumpleaños, desde los dieciséis no ha querido celebrarlos, no después de que Takemaru "hablara" con él.

—Es verdad, nunca le pregunte a Inuyasha un dato tan importante como ese. —Dijo el albino.

Era cierto, nunca se le había ocurrido preguntarle algo tan simple pero a la vez tan importante al Fushiko.

—No te preocupes Sesshomaru, era muy posible que Inuyasha no te lo dijera. No le gustan las fiestas después de eso. —Contestó la mujer azabache.

—Izayoi tiene razón, Inuyasha suele ser reservado con sus cosas. Supongo que cambio por Takemaru. —Agregó la albina.

—¿Y cuando es?.

—El cumpleaños de mi hijo es en dos días. Me duele pensar que la pasara solo, aunque solía tomar ese día como uno más laboral.

Ya pasado un rato Izayoi se marchó.

El cumpleaños del amor de su vida, el primero que hubieran pasado juntos si la vida no los hubiese separado.

¿Que se le iba a hacer? Así lo había decidido la vida. Eran pruebas sumamente difíciles pero no desistiría, no olvidaría el amor que le profesaba al azabache. Esperaba que el Fushiko cumpliera su promesa de no dejar de amarlo, aunque también le había prometido que nunca lo dejaría pero una vez alguien mencionó que las promesas estaban para romperse.

Un mes después...

Sesshomaru estaba en el orfanato. Desde que Izayoi se había enterado de la verdad frecuentaba mucho el orfanato, después de todo la descripción que su hijo le había dado de su pareja era correcta y lo había comprobado al verlo y conocerlo más.

Le gustaba jugar y convivir con los niños, junto a Irazue cuidaban de ellos. Ya sea cuidando a los pequeños o alimentando a los bebés que recién habían llegado.

Era la hora de comer algo, mientras Inu no Taisho cuidaba de Fushiko Inc. Sesshomaru buscaba al Fushiko menor.

Del mayor de los Fushiko supieron que estaría en prisión por mucho, mucho tiempo y todo gracias a las influencias de los Taisho Asakura.

Mientras Sesshomaru, Izayoi, Irazue, Kagome y Suikotsu comían algo en el comedor, sonó un teléfono.

—Es mío. —Aclaró Izayoi.

Contestó.

—¿Hablo con la señora Izayoi Fushiko?.

—Sí, soy yo. ¿Que necesita?.

—Soy Botan Toriyama del hospital Aiiku. Señora Fushiko, necesitamos que venga inmediatamente.

—¿Ocurre algo malo?.

—No sé como decirle esto pero... Creo que encontramos a su hijo, necesitamos que acuda de inmediato para verificarlo.

Todos vieron la cara de inmensa angustia de la mujer y ella estaba asustada.

¿Verificar? ¿Hospital Aiiku? Era una mala combinación. ¿Que era eso de "verificar"? ¿No podían simplemente preguntar al paciente? O... ¿Su hijo estaba herido o imposibilitado de decir algo?.

Después  de escuchar unas cuantas palabras más, colgó. No le dieron muchos detalles, sólo le pidieron que fuera lo más pronto posible.

—¿Que ocurre, Izayoi?. —Preguntó la albina preocupada.

—Sesshomaru, creo que encontraron a mi hijo pero no están seguros. —Vio el rostro apagado iluminarse ante la noticia.

—¿Y que esperamos? Vamos por él.

—Me llamaron desde el hospital Aiiku, ahí tienen supuestamente a mi hijo. —Contestó.

La emoción del menor de los Taisho desapareció apareciendo una enorme preocupación. Llevaba más de un mes sin saber nada de él y la primera noticia que recibía era de parte de un hospital. Mala señal.

Y pensar que esperaba encontrarlo con bien pero todo era culpa de la vida que se había ensañado con él.

—Con más razón debemos ir, debo ver a Inuyasha.

—De acuerdo, quiero que me acompañes Sesshomaru.

—Espero que tu hijo esté bien, Izayoi.

—Es cierto, esperemos que Fushiko esté bien, aun le falta recibir el castigo de Bankotsu. —Se unió la adolescente tratando de calmar los ánimos.

—Estoy seguro que Inuyasha está bien, no se preocupen. —Agregó el médico.

Después de comer Izayoi y Sesshomaru partieron hacia el hospital. Los nervios no cesaban.

Al llegar una mujer que se presentó como Suijin Toriyama los condujo a un ala del hospital, estaba demasiado solitaria.

Finalmente encontraron a Botan Toriyama, una médico forense.

—Señora Izayoi, me alegra que haya venido. Les tengo que advertir algo. —Dijo al ver los rostros esperanzados, supuso que no tenían idea de donde estaban ni de su especialización.

—¿Le ocurrió algo grave a mi hijo?.

—¿Donde está Inuyasha?.

—En primera, no sabemos si se trata de su hijo. En segunda, no les gustara lo que verán.

Ellos sin entender asintieron, los guió a una habitación completamente blanca, causaba cierto temor ese lugar.

—Debido a los informes de desaparición... —Empezó a leer un papel. —Se trata de Inuyasha Fushiko de veintidós años y su descripción es... Cabello negro azabache hasta la cintura, ojos negros, estatura promedio y de complexión fuerte. Desapareció hace más de un mes y desde entonces no se sabía nada de él. ¿La información es correcta?.

—Sí, esa descripción es correcta.

—¿Ya podemos verlo?. —Pidió el albino con algo de desesperación.

La mujer asintió, vieron como Suijin entraba empujando una camilla.

Un grito por parte de Izayoi se hizo presente, Sesshomaru empezó a llorar en silencio mientras abrazaba a la desconsolada mujer.

La mujer que empujaba una camilla con un cuerpo cubierto con una sabana se detuvo frente a ellos, sentía un poco de pena por ellos, había visto los ojos de ilusión al verlos antes.

—Encontramos a este joven ayer por la noche, un anónimo reportó un cuerpo flotando en el río. Tiene aproximadamente un mes de fallecido.

—Hi-hijo. —La mujer no hacía otra cosa que llorar.

Se alcanzaba a ver una cabellera azabache, una mano sobresalía de la camilla, se veía amoratada y algo verdosa, el cuerpo parecía tener la misma complexión del Fushiko menor.

—I-Inu... yasha... Lo prometiste. —Dijo el albino entre sollozos.

Ambas mujeres miraban la escena, les daba pena su situación. Ya estaban acostumbradas a eso pero sentían el dolor de las familias y no podían evitar sentir cierto malestar.

—¿Están listos?.

Después de escuchar las palabras de la forense se separaron. Debían prepararse para verlo.

Sesshomaru limpio sus lágrimas, si su amado estaba ahí debía verse sereno y con una pequeña sonrisa que dolía hasta lo más profundo de su alma. Al final lo vería después de tanto tiempo buscándolo sólo que esta vez no escucharía un comentario sugestivo ni ninguna insinuación. Tampoco vería esa sonrisa orgullosa que tanto amaba.

Se acercó lentamente a la camilla, la forense se acercó y empezó a levantar lentamente la sabana desde la cabeza del occiso.

Después de unos segundos que parecieron eternos se reveló el rostro del fallecido.

Un llanto ensordecedor se escuchó en toda la habitación, Sesshomaru se dejo caer de rodillas y su llanto inició, se cubrió el rostro con las manos.

La forense al verlos en ese estado decidió cubrirlo nuevamente. No quería presionarlos pero necesitaba una respuesta.

—¿Y bien?.

Sesshomaru decidió hablar, Izayoi no estaba en condiciones para hacerlo.

—Ese... Ese... No es Inuyasha. —Contestó al fin.

No sabía si lloraba de tristeza o emoción, eso había sido demasiado para su corazón herido. Ese no era Inuyasha, su amado no era ese desafortunado hombre.

Tal vez lloraba porque ese no era su amado significando que seguía ahí afuera vivo, tal vez lloraba porque aun no tenían pista de él y estaban como al principio, tal vez lloraba por ambas.

Abrazó a Izayoi, ella estaba demasiado alterada y era comprensible, había pensado que su único hijo era muerto pero no, afortunadamente no pasó y sólo fue una falsa alarma.

Sentía pena por la familia del joven, no les deseaban ese dolor pero no podían hacer nada más que seguir buscando a ese joven de cabellos azabaches y ojos oscuros que tanto amaban.

Continuará...

 


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