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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Estuvieron abrazándose por unos minutos sin mencionar ni una sola palabra, sus corazones latían con intensidad.


El azabache se levantó y encaró al albino, mostró una sonrisa triste.


—Dime que no eres una dulce alucinación creada por mi mente atormentada. —Colocó su mano en la mejilla del albino, acarició esas extrañas marcas de su ya frío rostro. —Dime que eres real.


—Soy tan real como el amor que nos profesamos. —Contestó ante la voz dolida del contrario.


Sus labios se juntaron después de tanto tiempo separados. Fue un beso ansioso, necesitado.


Sus manos se entrelazaron. Al separarse para respirar juntaron sus frentes tratando de regular su respiración.


—Vamos adentro, empieza a hacer más frío. —El azabache lo arrastró hacia la cabaña.


No sabía como el albino había llegado ahí pero no le interesaba, lo que en verdad importaba era que estaba ahí acompañándole, sus pensamientos cargados de culpas lo azotaron pero negó, los dejaría por un rato.


Al entrar, El Fushiko acorraló al albino contra la pared y lo miró de una forma que estremeció al contrario.


—¿Que... Que pasa, Inuyasha?. —Gimió el albino inconscientemente.


—Perdón por ésto pero no puedo ni quiero detenerme.


Sus labios fueron tomados con fiereza, un beso que robaba el aliento pero lo llenaba de nuevas sensaciones.


Se dejo llevar por ese nuevo contacto, sentir la lengua contraria recorrer sin pudor su boca era algo fascinante. Sentir esas cálidas manos recorrer su cuerpo lo encendía y un extraño calor recorría cada parte de su ser. 


El azabache lo alzó haciendo que sus piernas envolvieran su cadera, al estar tan pegados uno con el otro había sentido algo, el Fushiko estaba duro. 


Se separaron, sus respiraciones estaban agitadas y sus ojos estaban cristalizados ante esas nuevas sensaciones. 


Se miraron a los ojos, en sus miradas encontraron la pregunta muda que el Fushiko hizo. Sin cambiar de posición el azabache lo llevó al piso superior, en una habitación que se notaba acogedora vio una cama y supo lo que significaba pero no se arrepentía ni planeaba detenerlo.


No había pasado mucho tiempo cuando ya estaba acostado en esa suave cama y teniendo encima al azabache, su cabello desperdigado en la cama y su respiración agitada hacían querer continuar al azabache. Sintió besos en su cuello, las caricias recorriendo su cuerpo y la respiración caliente en su sensible cuello.


Los besos llegaron a su torso previamente descubierto. Mordidas, besos y lamidas fueron repartidas, sentir esa lengua caliente rodear sus sensibles botones lo había hecho soltar un alarido de placer.


Su boca fue tomada nuevamente, sus manos viajaron a la ancha espalda del Fushiko y se aferró a ella. Sus piernas envolvieron la cadera del contrario, temía que si lo soltaba se iría nuevamente de su lado.


Toda la indumentaria a excepción de la interior fue retirada, sólo esas pequeñas prendas los separaban.


La fricción creada entre sus cuerpos lo obligaba a jadear y soltar uno que otro gemido.


Finalmente fue despojado de su última prenda, sentir esa parte sensible rozar con la de su amado lo hizo gemir y al Fushiko sonreír de lado, era el primero en escuchar esos exquisitos sonidos y planeaba ser el único.


Sin saber cómo ya estaba sentado en el abdomen del Fushiko, esa comprometedora posición le traía recuerdos.


—¿Lo recuerdas, no?.


—S-sí. —Gimió en respuesta al sentir al azabache estimularlo, esos dedos recorriendo su extensión se sentían demasiado bien.


—Esto era lo que quería hacerte. —Contestó. —Sesshomaru, ya no aguanto. Es hora.


Entendió a lo que se refería, entendió el porque de esa posición, lo dejaría controlar el dolor.


Se alzó un poco, se posicionó sobre el miembro del azabache y empezó a bajar lentamente, apretó los labios para callar cualquier alarido de dolor.


Al abrirse paso dentro de él sentía como si su interior fuese desgarrado, las lágrimas se agolpaban en sus ojos pero se negó a dejarlas libres.


El azabache se sentó sin permitirle cambiar de posición, lo abrazó por la cadera.


—¿Inuyasha?. —El azabache temblaba en su hombro y había sentido pequeñas gotas mojarlo, no era sudor de eso estaba seguro, ¿acaso él...? Intento separarlo de sí.


—No.


No se lo permitió y se aferró más a él, el dolor ya había pasado pero no entendía el porque de esas silenciosas lágrimas.


—¿Que ocurre?.


—Nadie ha visto mis lágrimas desde que era un bebé, ni siquiera ''ellos'' las vieron y tú no serás el primero.


La voz que usó estaba cargada de dolor, ¿quienes eran ''ellos'' y que le habían hecho al azabache?.


—¿''Ellos''? ¿Quienes son?.


Silencio total, sintió como empezaba a moverse y sin poderlo evitar se perdió en esas sensaciones.


Inuyasha lo tomó de la cadera y empezó a entrar y salir de él con delicadeza, no quería causarle dolor innecesario. El albino colocó sus manos en el pecho de su amado, lo usó como punto de apoyo para subir y bajar, escuchaba ese extraño sonido al entrar y salir acompañado de los jadeos del hombre bajo él. 


Los movimientos aceleraron, disfrutaban esa unión tan íntima. 


Nuevamente estaba acostado, sus manos se aferraban a las blancas sabanas, sentía esas arremetidas contra él. Se arqueaba y gemía al sentir como cierto punto en su interior era golpeado.


Se dedicó a observar las reacciones de su azabache, los ojos fuertemente cerrados y la respiración pesada, la frente perlada y el rostro ligeramente colorado, estaban en la misma situación.


―Más... más... rápido...


Su petición fue escuchada, sintió las arremetidas más rápidas, más profundas. Todo pensamiento se había perdido en la blancura de su mente al sentir esos fogosos besos, esas excitantes caricias y esos obscenos sonidos.


Después de algunos movimientos sintió un calor agolparse en su vientre bajo, tenía la extraña sensación de que ese calor lo haría explotar. 


―Para... Ya no aguanto. ―Gimió, el azabache supo que iba por buen camino.


Sintió la mano del azabache recorrer su hombría, esos movimientos hacían que ese calor interior aumentara. Sin previo aviso terminó vaciándose en la mano de su amado con un leve grito de placer al sentirse liberado. Pocos segundos después se sintió lleno al recibir toda la esencia del contrario llenarlo, una experiencia extraña pero agradable.


Al haber terminado se separaron, el albino aun sentía ligeros choques eléctricos en su cuerpo y un leve estremecimiento al sentirse nuevamente vacío. Recibió un cálido beso que correspondió gustoso.


―Gracias, Sesshomaru. ―Comentó el azabache mientras lo abrazaba, aun sentía su cuerpo vibrar por todo lo anterior, de todas sus experiencias esta había sido única, la mejor de todas.


―Inuyasha. ―El hombre pujó en respuesta. ―¿Ya habías hecho esto con alguien más?. ―Lo miró a los ojos buscando la respuesta.


La pregunta había descolocado al azabache, desvió la mirada ante esa que lo miraba curiosa.


―Sí, cuando era un adolescente tenía una vida sexual muy activa. ―Se sinceró. Nunca le había importado eso, para él el placer era eso, placer y nada más. Nunca se había avergonzado al decirlo pero en esta ocasión había sido distinto. ―Por llevarle la contraria a Takemaru hice muchas cosas de las que ahora me arrepiento.


―Entiendo, eso fue en el pasado. ―No supo porque pero esa respuesta le había dolido mucho, debía ser porque al ser su primera vez no sabía que hacer y temía haberlo arruinado al perderse en el placer propio. ―¿Alguna vez lo hiciste con un hombre?.


―Sí, tuve experiencias con ambos géneros. ―Vio su mirada oscurecerse aun más. ―''Ellos'' no cuentan aun si fueron hombres.


Otra vez mencionaba a ''ellos'' y su mirada de dolor le hacía creer que era algo grave.


―¿Quienes son ''ellos''?.


―No arruinemos el momento tan especial que acabamos de compartir hablando del pasado, he tenido muchas experiencias y no todas son de mi agrado, te las contaré pero aun no es el momento. ―Contestó mientras se aferraba a él.


Aun escuchaba sus risas y sus comentarios burlescos, aun se veía sometido por ''ellos'' y le dolía recordar eso, todo lo que su padre hizo no era propio de un padre, no era propio de una persona. Le dolía recordar todo eso y temía que al saberlo el albino este le tuviera asco o lástima, eso era algo que su poco orgullo no permitiría.


―Bien, sólo promete que nunca me volverás a dejar. ―Bostezó cansado, le costaba mantener los ojos abiertos ante el cansancio.


―No puedo prometerte eso, pero si puedo prometerte que no importa cuan lejos me vaya, yo siempre voy a pensar en ti. ―Murmuró al verlo dormir.


No quería dejar que esa sombra lo alcanzara nuevamente y que cubriera ahora a su amado albino pero en algún momento debía saberlo, Koga lo sabía y al principio lo había visto con lástima y se culpaba al no haber podido ayudarle pero eso iba más allá de sus capacidades. Negó, no iba a pensar en eso y tampoco en las culpas que empezaban a asfixiarlo nuevamente.


―Mañana será otro día. ―Dijo para sí al ver la oscuridad entrar por la ventana.


Se acurrucó junto a su amado y se dejo caer presa del cansancio. 


Continuara...

Notas finales:

Perdón por la tardanza pero mi cerebro se secó y no sabía como continuar, me pasa en todas mis obras, en el one-shot que tengo truncado y en las nuevas obras que estoy haciendo... Es frustrante y mi muñeca lesionada no ayuda en nada ;-;

Espero que el pésimo lemon haya válido la pena, pero... al fin lo hicieron carajo, creí que nunca lo harían XD

Keiko Midori.

 


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