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Tú eres mi felicidad. por Keiko Midori 0018

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Un día normal en el orfanato, niños corriendo de allá para acá y una adolescente haciendo de las suyas.

En toda pareja de enamorados hay una boda, ¿Cierto?. Sí, la había pero pareciera que Inuyasha y Sesshomaru no lo sabían.

Esos dos ya llevaban mucho tiempo juntos y ya hasta habían hecho "eso" pero aún no se casaban. Sabía que no estaba permitido que dos personas del mismo género se unieran en matrimonio pero... Ella tenía un plan.

Una boda es hermosa y más cuando ambas personas se aman, obviamente esos dos destilaban miel al estar juntos y cuando no estaban peleando por cualquier tontería llegaban a ser terriblemente empalagosos.

Necesitaría ayuda, era un plan algo descabellado pero sería lindo.

—Primero necesito el lugar perfecto. —Murmuró llevando un dedo a su mentón, necesitaba pensar bien.

Caminó de manera distraída por el lugar, sus pasos la llevaron al patio trasero. Junto a los columpios había un árbol que daba buena sombra, sonrió, ese sería un buen lugar.

—¿Lugar?... Listo. ¿Necesito ahora...? Materiales.

Lo pensó, lo que necesitaría estaba en la bodega, las sillas y mesas que usaban en las fiestas servirían para su plan.

—¿Materiales...? Listo.

Siguió su camino pensando en lo que necesitaría.

—Ahora faltan... ¡Esclavos!... Digo ¡hermanos!. —Río ante sus pensamientos.

Encontró a Miroku paseando por el lugar.

—Oye Miroku, tengo un plan un tanto loco, ¿Me ayudas?.

El hombre lo meditó un poco. La parte de "loco" lo había intrigado.

—Cuenta conmigo, no creo que sea tan malo.

—¡Será estupendo!. —Celebró la chica.

Le contó su plan detalladamente y el asentía en respuesta, era raro pero extrañamente le gustó.

—¿Y como lo traeremos?. —Preguntó el hombre.

—Le pediré ayuda a Koga, no se negará y admite que será divertido.

Ambos rieron, si que lo sería y ya querían ver las caras de todos al ver todo.

Lo más difícil sería convencer a ese par de enamorados, estaba segura que Sesshomaru se negaría a hacer algo un tanto vergonzoso para él.

Y pensando en Sesshomaru... El albino estaba con los Taisho Asakura, estaba en Taisho Asakura Corp. familiarizándose con esa empresa que algún día iba a dirigir. Mientras Inuyasha... El azabache estaba haciendo cualquier cosa en su departamento, al no estar Sesshomaru había decidido no ir a trabajar.

Después de un rato, en el patio ya estaba todo listo. Ya había invitado a los Taisho Asakura y a Izayoi, sólo faltaban Inuyasha y Sesshomaru.

—Miroku, llama a los Taisho y diles que ya pueden traer a Sessh. Debe prepararse antes de que Inuyasha llegue.

—Entendido, Kagome.

Bankotsu y Suikotsu veían todo, les parecía algo tonto pero divertido. Sólo a su hermana pequeña se le pudo haber ocurrido eso.

En el patio ya estaban los niños corriendo felices y las decoraciones en su lugar, el banquete patrocinado por el moreno ya estaba preparado y en su lugar, sólo faltaba ese par de enamorados.

—Koga, nosotros nos encargaremos de Sessh. Necesito que traigas a Fushiko pero no le digas nada, es una sorpresa. —Encargó la adolescente y él asintió.

Condujo hasta el departamento de su mejor amigo y al llegar tocó la puerta. Varios toques después y el azabache abrió.

Inuyasha vestía de manera informal, unos pantalones cortos a las rodillas y una camisa sin mangas, su cabello atado a una coleta desordenada y descalzo, ¿para que vestirse bien si estaba haciendo limpieza?.

—¿Koga? ¿Que quieres?. —Preguntó dejándolo pasar.

—Hace tiempo que no salimos a beber, vine a invitarte un trago y prometo que no nos excederemos.

Sabía que su amigo no gustaba de salir después de ''eso'' por culpa de ''ellos'' y se sentía culpable, no pudo contra los guardaespaldas del Fushiko mayor y permitió que se llevaran a su amigo. No se veía afectado por algo tan trágico pero eso no quería decir que no le doliera.

—Estoy ocupado, Koga. Además, Sessh no está y no me apetece salir. Vuelve después.

—Pero...

—Lo siento pero no.

Segundos después el azabache yacía en el suelo gracias a un golpe propinado en su cabeza por parte del moreno.

—Era sí o sí, perro idiota. —Comentó al verlo en el suelo. —Espero no haberme excedido.

Sin esperar más lo alzó y se lo echo al hombro como si fuese un costal.

Caminó a la salida y de repente un golpe seco se escuchó, volteó a todos lados y al no ver nada se retiró. Al llegar a su auto lo aventó al asiento trasero y volvió al orfanato, debía entregar el pedido. 

Finalmente llegó, volvió a cargar al aun inconsciente hombre y fue en búsqueda de sus hermanos, los encontró en el patio trasero.

—¿Pero que... ?. —Todos quedaron asombrados al ver al Fushiko en el hombro del moreno. Inuyasha o era más delgado de lo que parecía o Koga era más fuerte de lo que aparentaba.

—Aquí está el perro. —Murmuró orgulloso mientras le daba un par de nalgadas en son de burla.

—Koga eres un tonto, te dije que lo trajeras no que lo secuestraras. —Lo regañó la chica.

—Koga, ¿que hiciste?. 

—Suikotsu tiene razón, no debiste secuestrarlo.

El hombre azabache colgaba inmóvil en el hombro del moreno de coleta, sabían que de estar consiente ya estaría gritando una sarta de maldiciones y golpes en contra del moreno.

—Pero si no lo secuestre. —Se defendió. —Lo traje aquí obligado y con vio... lencia... ¡Demonios!. —Gritó lo último, se había tardado en darse cuenta que acababa de secuestrar a su mejor amigo.

Lo llevaron a la antigua habitación de Miroku, al dejarlo en la cama Kagome notó algo raro en él.

—Koga.

—¿Que?.

—¿Que es eso?. —La chica apuntó a la cabeza del Fushiko, una pequeña protuberancia empezaba a aparecer, se estaba tornando rojiza. El moreno recordó el golpe que había escuchado antes.

—Eso explica el golpe que escuche antes, el perro seguro se golpeó con la puerta del departamento. —Se rió.

—¿Lo secuestras y ni siquiera eres delicado con él? Si serás tonto.

Empezaron a discutir, Inuyasha se levantó algo aturdido por los golpes y frotó sus ojos para acostumbrarlos a la luz, no reconoció ese lugar que era más pequeño que su baño.

—¿Donde estoy?. —Su voz provocó que ambos dejaran de pelear y enfocaran su vista en él. —¿Porque me duele la cabeza?. —Tocó el golpe para cerciorarse que no sangraba y afortunadamente no lo hacía.

—Estás en Shikon, viniste a ver a Sesshomaru pero te golpearon con una pelota. —Contestó Koga tratando de hacerle creer esa pequeña mentira.

El azabache se cruzó de brazos y lo miró de manera acusatoria.

—No soy un idiota, Koga. No podrás engañarme tan fácilmente. En fin, ¿Que hago aquí? Alguna razón deben tener para haberme secuestrado.

La chica le explicó todo, la cara de desconcierto y risas de repente la confundieron.

—Si que están locos, ese plan lo está. —Comentó.

Sin decir nada más se levantó y procedió a retirarse.

—Espera, Sesshomaru estará esperando por ti.

El azabache la ignoró y siguió su camino.

Minutos después, Izayoi llegó algo confundida al ver a su hijo marcharse.

Al entrar a la habitación vio al chico de coleta tumbado en la cama y a la chica dar vueltas en la habitación. Supo que tenían problemas.

—Acabo de ver a Inuyasha irse.

—Él se fue, creo que no le gustó la idea. —Dijo derrotada, ¿que le iban a decir a Sesshomaru? El albino se estaba preparando en su habitación sin saber que el ''evento'' al que sus padres lo invitaron era ahí mismo.

—Pero... Sesshomaru ya está casi listo. Posiblemente Irazue ya está por decirle el motivo por el cual le dio ese traje.

—¡Maldición! No debí hacer esto. —Empezó a dar vueltas por la habitación.

Pasados unos minutos, decidieron decirle todo al albino y decirle sobre Inuyasha, deseaban que no sufriera por ello.

Al llegar al patio lo vieron decorado y las sillas acomodadas frente a ese árbol, había una mesa al frente de ellas. En las primeras filas ya estaban Inu no e Irazue, ambos estaban sentados junto a Sesshomaru.

—Y bien... ¿Que está pasando?. —Preguntó. 

No entendía porque el patio estaba decorado, nadie cumpliría años ni celebraría su estancia. No entendía porque su madre le obsequió un traje que perteneció a su padre, tampoco entendió esa gran sonrisa de su padre al verlo vestido con ese traje negro. Todo era confuso, ver a Rin con una canasta llena de pétalos de rosa y vestida de manera elegante era raro. 

—Bienvenido a tu boda, Sesshomaru. —Contestó la chica con una sonrisa triste, le contaron el plan y la reacción del Fushiko.

—Esto aunque es tierno de tu parte suena algo tonto, dudo que Inuyasha aun si fuese posible accediera a casarse conmigo. —Esa boda de mentira le parecía tonta pero agradable, le dolía pensar que de ser real el Fushiko lo dejaría ahí, completamente solo.

Todos le daban palabras de ánimo, él solamente sonreía diciendo que eso no importaba. Decía que esa boda ficticia no lo hacía sentir mal, mal por haber sido plantado.

Decidieron que celebrarían aun si no fuese una boda, no desperdiciarían el esfuerzo de Kagome por tener todo en orden.

Minutos después escucharon una voz conocida.

—¿Que están haciendo?. 

Al voltear se toparon con el Fushiko. El hombre vestía un traje elegante y a la medida, el saco, chaleco, pantalón y corbata eran negros y su camisa color rojo oscuro, era raro no verlo con algo en color rojo.

Se quedo mirando el lugar todo estaba perfectamente decorado con lazos y rosas blancas, todo obra de esa chica que creyó extraña desde el principio. Lo único que le interesaba ver era a su albino, y lo hizo. El hombre albino usaba un traje similar exceptuando que su camisa era color blanco.

Todos lo miraban asombrado, creían que se había marchado para no estar en ese pequeño evento.

—Inuyasha, creí que no volverías. —Fue Sesshomaru el primero en hablar y dejar de admirar ese cuerpo que lo había hecho suyo varias veces.

—¿Y perderme mi boda? Ni loco. —Contestó con una de sus típicas sonrisas, sonrío de inmediato pues creía que lo dejaría plantado.

—¿Enserio? ¡Genial!. —Gritó Kagome emocionada y fue a prepararse.

—Sesshomaru, no sé porque pensaste que te dejaría pero... —El azabache metió su mano en el bolsillo de su saco, sacó una pequeña cajita negra y tomó la mano del albino, le colocó una alianza dorada. —Juró que nunca más te voy a dejar.

Todos estaban asombrados por la acción, Irazue e Izayoi ya lloraban de alegría.

—Mira tu alianza. —El albino obedeció y vio una inscripción en ese pequeño objeto; ''Tú eres mi felicidad''.

Después de abrazos y besos, algunas felicitaciones y más ya estaban frente a esa mesa que tenía un arreglo floral y los documentos que ''certificaban'' -si es que se le podía decir así a unas hojas blancas con el dibujo de un corazón y sus nombres dentro de él - su matrimonio.

Todos se dieron cuenta de algo, ¿quien oficiaría su boda ficticia? La mayor autoridad ahí era la directora pero ella estaba sentada junto a los Taisho.

De repente vieron llegar a Kagome y notaron que vestía una túnica blanca, muchos rieron al ver lo grande que le quedaba, ella se paró frente a los novios y lo único que los separaba era esa pequeña mesa y lo entendieron, ella oficiaría esa boda que ella misma había planeado.

Dijo todo según el reglamento y las madres de ambos ya lloraban de alegría. Y llegaron los votos de la pareja.

—Yo Inuyasha Fushiko te acepto a ti, Sesshomaru Taisho Asakura como mi esposo y prometo serte fiel en lo prospero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarte y respetarte todos los días de mi vida.

—Yo Sesshomaru Taisho Asakura te acepto a ti, Inuyasha Fushiko como mi esposo y prometo serte fiel en lo prospero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarte y respetarte todos los días de mi vida.

Las alianzas fueron entregadas y se las colocaron entre sí.

—Yo Kagome hermana menor de Sesshomaru en virtud de los poderes que fueron otorgados a mí pues por mí, ¿quien más?. —Todos rieron ante lo dicho. —Los declaro una feliz pareja. ¡Dale un beso Fushiko!.

Inuyasha besó a su ahora ''esposo'', fue un beso corto pues al albino le apenaba hacer un contacto así frente a todos. Fueron abucheados por Kagome.

—¿Que fue eso? Ayer casi te lo devoras en la entrada. —Se quejó la adolescente.

—¡Kagome!.

El Fushiko aprovechó la distracción y besó a su amado con pasión, se aferró a él mientras exploraba la boca contraria. 

—¡Que vivan los novios!. —Todos empezaron a lanzar pétalos de rosas y gritar de emoción.

Esa pequeña reunión se celebró como si fuese una boda real, bebían y reían, los niños jugaban alrededor y la feliz pareja recibía felicitaciones por esa unión que iba más allá de ese protocolo y todo lo dicho por la sociedad. Ahora iban a celebrar que se amaban y que después de tanto sufrir habían logrado prevalecer juntos amándose.

Por ahora sólo quedaba sonreír y estar agradecidos con sus familiares y amigos que los acompañaban en su...

Boda de mentira.

Fin Extra 2.

 


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