Ya habían pasado unos años, el albino ya era todo un joven adulto de veintiún años y ya era capaz de dejar el orfanato pero no lo hizo, ese lugar era su hogar y todo lo que conocía.
Estaba buscando trabajo para ayudar a mantener el orfanato, no estaría ahí sin aportar algo a su hogar.
Caminaba por la ciudad buscando un empleo, era la primera vez que salía solo y le gustaba en cierta forma. Vio en una tienda un cartel donde decía que solicitaban ayuda y se acerco.
—Disculpe, ahí dice que necesita un ayudante y me preguntaba si... —El hombre que atendía el lugar le hizo una seña para que guardara silencio y le obedeció.
El hombre lo observo con atención y un gesto de desagrado se formo en su rostro.
—Mira niño, no quiero delincuentes en mi tienda así que retirate o atente a las consecuencias. —Amenazo y Sesshomaru se dio cuenta del porque, ese hombre no era el primero que confundía sus marcas de nacimiento con tatuajes de alguna pandilla.
—Creo que es un mal entendido, no son tatuajes.
—He dicho que te retires.
Suspiró frustrado y salió del lugar, ya encontraría un buen empleo. Le había prometido a Koga que jamas se rendiría y no rompería esa promesa.
Hacia ya tantos años que no sabía nada del moreno, ya sería un hombre de al menos diecinueve años, la última vez que lo vio solo tenía ocho años, no sabía si lo reconocería al verlo nuevamente.
Siguió su camino y una voz lo hizo detenerse.
—¡Sesshomaru!.
Volteó y vio a su hermana, rolo los ojos, seguramente se le había escapado a Suikotsu de nuevo.
—¿Que haces aquí?.
—Estoy muy bien, gracias por preguntar. —Respondió con ironía. — ¿Que haces tan solo?.
—Busco un empleo, ¿Tú que haces aquí?.
—Acompaño a Bankotsu, esta en la tienda de jardinería, ya sabes que se encarga de las plantas en sus tiempos libres. —Empezaron a caminar en dirección a la tienda.
—Entonces no te separes de él, sabes como se pone cuando no nos encuentra junto a él.
—Lo sé. —Contesto, le golpeo el hombro con suavidad y empezó a correr.— ¡Atrapame Sesshomaru!.
—¡Espera Kagome!. —Corrió tras ella esquivando a las personas que transitaban por la calle. Ambos corrían y solo escuchaba las risas de su adolescente hermana.
Siguió corriendo hasta que algo duro paro su andar. Cayó al suelo y se dio un buen golpe en la frente.
—Duele. —Se quejo y llevo su mano a la zona afectada para tratar de calmar el dolor.
Estuvo así unos momentos hasta que escucho la voz burlona de la adolescente.
—Sessh, yo no te conocía esas mañas. —Apartó la mano de su rostro y se dio cuenta de que estaba en un lugar demasiado blando para ser el suelo.
Estaba sentado sobre un joven del que intuía tendría su misma edad y la posición era algo comprometedora, estaba sentado en su abdomen y este tenía los brazos cruzados tras su nuca simulando ser una almohada. Su rostro enrojeció.
—Pe-perdón. —Se disculpó y trató de levantarse pero el desconocido rápidamente sujetó su cadera impidiéndolo. Se sentó sin soltarlo ni permitirle levantarse.
—Es una buena vista pero... —Se acercó a su oído, sintió el aliento cálido y se avergonzó.— Prefiero admirarla en un lugar más intimo.
Al voltear a su alrededor noto que todos lo observaban, otra vez era ese niño tachado de fenómeno, con todas sus fuerzas empujo al extraño y logro que le soltara.
El hombre desconocido se levanto y después de sacudir sus manos le extendió una para que se levantara, no hizo más que verlo con desconfianza.
—Tranquilo, no muerdo... —Le dijo burlón y no le quedo de otra que obedecer. Tomo su mano y se levanto del suelo. Todos volvieron a sus respectivas ocupaciones. Sintió que su mano aun no era liberada.— Pero contigo puedo hacer una excepción. —Guiño un ojo.
No encontraba donde esconder su rostro avergonzado, ese chico era extraño y no se había burlado de él, al menos no en el mal sentido.
—Ya suelta mi mano. —Pidió con la mirada clavada en el suelo, tal vez el desconocido no haya visto su rostro y por eso no lo había molestado.
—Tu nombre.
—¿Que?.
—Dime tu nombre. —Pidió el chico extraño, era de buen ver, su cabello azabache y sus ojos oscuros lo hacían ver atractivo a la vista pero dejo de pensar en eso, era vergonzoso.
—Soy Sesshomaru.
—¿Sesshomaru...?.
—Sólo Sesshomaru, ¿cual es tu nombre?.
—Inuyasha Fushiko. —Ambos se miraron fijamente hasta que una voz los interrumpió.
—Y yo soy Kagome, la hermana de Sesshomaru. —Dirigieron su vista a la chica que había interrumpido el extraño momento que se había formado.
—Bien, ya que me han retrasado más de lo que ya estoy... —Kagome se río ante lo dicho.
—Fue un gran golpe. —Río levemente y el Fushiko frunció el ceño.
—Me refiero al tiempo, iba retrasado pero... ¿Saben donde queda esta dirección?. —Sacó de su bolsillo una pequeña nota, se dieron cuenta que su ropa era demasiado fina como para ser alguien de su clase.— Aquí esta.
Sesshomaru tomo la hoja, según la dirección era un restaurante, y eso confirmaba sus sospechas, ese chico era de la alta sociedad.
—Esta a cinco minutos de aquí, menos si tienes auto.
—Bueno mi auto se averió algunas calles atrás y olvide mi teléfono en la oficina, ¿Me llevarían, por favor?.
Ambos hermanos se miraron, no sabían si ayudarle a un desconocido o no.
—De acuerdo, le ayudaremos. Kagome ve con Bankotsu y avisarle que llegaré más tarde.
—De acuerdo y en cuanto a ti... —Volteo a ver al Fushiko.— Quiero a mi hermano completo o te las veras conmigo.
—No le haré nada malo. —Afirmo. Se acercó al albino.— Nada que no quiera. —Susurró haciendo que el albino se avergonzara.
Ambos empezaron a caminar en sentido contrario, siguieron sin mencionar una palabra.
El ambiente se ponía incómodo.
—Oye Sesshomaru.
—¿Que ocurre?.
—La chica, Kagome.
—Ni se te ocurra pensar en ella de manera indecorosa, es mi hermana. —Amenazó. No quería pensar que el Fushiko viera de otra manera a su hermana pequeña.
—No es eso. Es que ella no se parece en nada a ti, son muy diferentes.
—No hace falta compartir la sangre para ser familia. —Contestó, sin apartar la mirada del frente.
—Ya veo.
Estaban a punto de llegar y Sesshomaru tenía esa espina de duda clavada, el Fushiko no se había burlado de él por su aspecto y eso era extraño.
—Oye Inuyasha.
—¿Que sucede?.
—¿No te doy asco?.
El chico paro su andar y lo miro con algo de duda.
—¿Porque habrías de darme asco?.
—Pues por mi aspecto, no es muy común que digamos.
Sintió como el Fushiko ponía su mano en su rostro, con ayuda de sus dedos empezó a delinear las marcas de sus mejillas.
—¿Quien te ha dicho semejantes tonterías? Tú no das asco. De hecho he visto algo así antes pero no recuerdo en donde.
Sentía las manos del azabache en su rostro, se sentía tan cálido, tan suave. Cerró los ojos disfrutando el contacto hasta que recordó que estaban en un lugar público y apenas hacia unos momentos le había conocido.
—Ya hemos llegado. —Se aparto del azabache algo confundido y señalo el lugar acordado.— Supongo que esta es la despedida.
—No, no quiero que sea una despedida. Me gustaría que fuéramos amigos.
—Pero no te conozco.
—Con mayor razón, podemos conocernos y ser amigos, ¿Que te parece?. —Noto el entusiasmo del Fushiko y no pudo negarse.
—De acuerdo, seremos amigos.
—Bien entonces acompáñeme a comer, solo debo firmar unos documentos y estaré libre.
—De acuerdo.
Ambos se dirigieron al lugar. Por primera vez tenía un amigo que no fuera alguno de sus hermanos, apreciaba eso.
Continuara.