Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Luz de luna por BocaDeSerpiente

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

El siguiente capítulo reúne un conjunto de momentos a lo largo de los años.

Harry apenas tuvo tiempo para reaccionar. El instinto lo hizo encogerse, la varita firmemente sostenida entre los dedos; un escudo, conjurado de manera no verbal, lo envolvió justo cuando el segundo estallido le hacía tronar los oídos.

Apretó los párpados un momento. Al abrirlos, lo hizo despacio, obligado a parpadear para reajustarse a la inesperada claridad que lo rodeaba. Antártida se había extendido, desde su brazo, para adoptar su forma más grande y enroscarse en torno a él, de modo que conformaba un escudo vivo sobre la barrera mágica.

Le palpó un costado en señal de agradecimiento y percibió la ligera vibración en respuesta. Cuando la tercera explosión llegó a su fin, Antártida se redujo hasta no ser más que el pequeño dragón que podía sujetar en la palma de una mano, y se deslizó hacia su cuello, donde volvió a unirse a la piel.

Él dio un vistazo alrededor. La cueva volvía a ser oscura, solitaria a simple vista. Levantó el brazo y casi presionó los labios contra una de las mangas de la túnica, justo sobre un bordado de símbolos extraños en el uniforme, al decir:

Hopear aquí, ¿me estás copiando, Huffie?

Una leve interferencia, un murmullo. Harry giraba lento sobre los talones, la varita con el lumos en lo alto.

Los avistamientos de lo que buscaban les daban pistas, pero no una imagen clara. Si era cierta la teoría del Departamento de Misterios, podría tratarse de una variación ya extinta de los gigantes, agresiva, más similar a un oso de dos cabezas, que a un humano. Las explosiones en la cueva eran sólo porque sus pisadas emitían una vibración demasiado fuerte para que ciertos espacios pudiesen soportarla; de esa manera, causaba que la roca se agrietase y los fragmentos volasen en todas direcciones, cuando se movía rápido desde cualquier parte.

Huffie aquí. Te copio —replicó Smith, después de un instante—. Sierro dice que estás parado encima de una de las plataformas encriptadas que bajan a la otra cueva, ¿puedes verla?

Agitó la varita para que los haces de luz se hiciesen más intensos y llegasen a ángulos diferentes. Sí, ahí estaba. Lucía como un círculo de runas, casi imperceptible en el tallado de la roca.

—La veo.

Si puedes abrirla antes de que vuelva a…

Para su mala suerte, las palabras de Hellen quedarían en el aire cuando la interferencia mágica se repitiese.

Un sonido ininteligible le hizo levantar la cabeza. Luego desearía no haberlo hecho.

Huffie, Sierro —Harry tragó en seco. Los ojos amarillos brillaban en la oscuridad, una gota espesa de saliva se deslizaba en una línea hacia abajo, hacia él—, si alguno sabía que la criatura podía colgarse del techo, pero no me contaron, y muero aquí, mi novio va a estar muy, muy, molesto con ustedes dos.

Habló despacio, tan bajo como podía, y no prestó atención a lo que fuese que le contestaron, porque tuvo que concentrarse en escapar de la enorme bestia iracunda que de pronto caía del techo en su dirección. Lo único que tenía de su lado era a Antártida, lo que pudiese hacer con la varita o las manos, y un somnífero en polvo que sabía que no bastaba para hacerlo dormir, por el peso que debía tener.

Cuando decidió irse por la rama de Magia Salvaje al graduarse, Draco le había dicho que terminaría metido en el sitio más extraño que podía imaginarse, quemado por un hechizo inexistente, o huyendo de una criatura feroz que no estaba en ninguna clasificación. Él esperaba volver intacto para decirle que tuvo razón y evitarse la recurrente secuencia de regaños sobre su osadía, que siempre iban acompañados de besos, caricias en las mejillas, y esa mirada de exasperación afectuosa que le decía que no, no había elegido mal. No había elegido nada mal.

0—

Harry estaba dándole un sorbo a su taza de té cuando Luna anunció que se iba de viaje, sin fecha de retorno. Con Ginny. Draco, sentado a su lado, fue el que le dio palmadas en la espalda al ahogarse.

¡Luna se acababa de graduar de su especialidad en medimagia! Apenas la veían los últimos meses, porque decidió hacer unos cursos intensivos en lo que los medimagos llamaban "internado", para finalizar una carrera de cinco años en tres años y unos meses.

Los seis estaban en una de las salas habilitadas del Vivero, con sillones mullidos, mesitas de baja altura, ventanales que daban a paisajes extraños. Pansy se terminó su taza con calma, Hermione lucía pensativa. Ron arrugaba el entrecejo, confundido. Supuso que su hermana no le habría contado nada aún a los Weasley.

—¿Y a dónde van? —Draco reaccionó para hacerle la pregunta.

Luna les mostró una sonrisa tan radiante, tan feliz, que ninguno pudo dudar de que era una buena iniciativa de parte de ambas. Procedió a contarles cómo Ginny haría una gira con el equipo de Quidditch que la tenía como Cazadora estrella, mientras ella hacía breves paradas en los hospitales y ambulatorios mágicos más próximos al estadio y los lugares donde se quedarían, aprovechando de recopilar datos para una investigación que tenía pensada acerca de un concepto sumamente interesante que denominaba "neuromagia".

Harry sabía, por la expresión atenta de su novio a medida que la escuchaba, que aquella no sería la última vez que escuchase hablar del tema.

Luna partió dos días después, le desearon suerte en la terminal de trasladores. No creía que la hubiese visto tan emocionada alguna vez. Ginny no se quedaba atrás.

0—

—…creo que algunos de los invitados me conocerán desde muy joven por el tipo de historias que me puedo inventar —Draco hacía girar, con cuidado, la copa que sostenía en una mano. Su mirada no abandonaba a Pansy mientras hablaba, en la mesa principal, con su precioso vestido blanco y el tocado que le dejaba las puntas del cabello onduladas—. Pero hay veces en la vida en que adornar las cosas con palabras dulces, no queda bien. Siempre me ha costado ser sincero, y si existe una persona que se merece que lo sea en este día en particular, esa es mi Pansy. Yo- miren, yo sólo tengo dos cosas que decir, ¿de acuerdo? No alarguemos esto, sé que su parte favorita de las bodas mágicas son los banquetes que vienen después —algunas risas débiles le dieron la respuesta, él asintió y tomó una profunda bocanada de aire.

Pansy no es una amiga para mí. Pansy no es una hermana para mí. Si me rehúse a hacer de esto un verdadero discurso cursi, preparado, fue porque no encontré una palabra que pueda describir lo que ella ha sido para mí todos estos años. ¿Cómo lo haces? ¿Cómo describes a alguien así? ¿Cómo explicas, de cualquier forma, que esta persona ha estado a tu lado cuando ni siquiera tú te aguantabas, que te ha apoyado en las peores locuras, que nunca te ha juzgado, que incluso cuando te has equivocado, cuando has sido malo, está ahí para explicarte lo que hiciste ahora y por qué no debes repetirlo? ¿Cómo hablas de alguien que te ha querido desde antes de que cualquiera de los dos fuese consciente de lo que era "querer" en verdad y siempre ha tenido un "sí" cuando has necesitado ayuda?

Ella fue mi mejor amiga cuando no tenía contacto con otros niños, el reemplazo de mi madre —Pansy se rio en ese momento. Tenía los ojos inundados de lágrimas que se derramaron un poco más al hacerlo— cuando nos alejamos de casa. Fue mi compañera para estudiar y a quien le contaba de mis pesadillas, la que guardaba mis secretos, la que se plantaba frente a mí a decirme que si seguía comportándome como un idiota, Harry nunca saldría conmigo —Harry también se rio al oírlo—. Y sí, siempre tenía la razón.

Si alguien me preguntase quién es la persona que más amo en mi vida, es un poco obvio lo que diré —Draco rodó los ojos—. Pero si se trata de esta persona que ha sido mi "todo", no de un modo romántico, sólo como- como la persona que siempre estuvo, que siempre estará ahí, yo diría que esa es Pansy. Mi Pansy.

—añadió luego, con una pausa para beberse su copa de un trago. La hizo levitar hacia los elfos después, se aclaró la garganta, y señaló directo a Longbottom— te juro que iré a Azkaban por lo que te haré si llora por tu culpa. Aunque sé que no eres tan idiota…para ser un Gryffindor.

Neville negó, con una débil sonrisa. Draco le guiñó a su mejor amiga, que se levantó y rodeó el asiento de su ahora esposo y de Drossera, la planta carnívora de casi dos metros que por supuesto que tenía su propio lugar en la mesa principal, para abrazarlo.

—Se feliz —susurró. Nadie más que ella pudo percatarse de que le tembló la voz cuando la estrechó—, se la persona más feliz del jodido mundo, Pansy Parkinson.

Ella se rio. Bajo otra circunstancia, se habría quejado de lo fuerte que lo abrazaba. Ese día, no le importaba.

—Ya lo soy —le juró, presionando los labios contra su mejilla por unos segundos más de lo justo. Sonreía—, es gracias a que tengo el mejor amigo del mundo.

Algunos dirían que Draco Malfoy tenía los ojos llenos de lágrimas cuando el banquete comenzó y volvió a su lugar junto a Harry, otros se burlarían de la simple idea de un Malfoy siendo sentimental. Él apoyaría la cabeza en el hombro de su novio por largo rato, cuando la cena hubiese concluido, y nunca contestaría a nadie si lloró o no ese día.

0—

Draco lo observó boquiabierto durante más tiempo del que podía considerarse cortés, ¿cómo no hacerlo si acababa de insinuar que le dejaría la casa, su maldita casa?

Nyx.

—Te volviste loco —decidió, el convencimiento en su voz podría haberle dicho a cualquier otro que iba muy en serio. Se apresuró a presionar la mano contra la frente de su primo, a la vez que utilizaba un encantamiento que le dijese si tenía fiebre; según este, no, pero él comenzaba a dudar de su utilidad—, ¿dónde vas a vivir? No has buscado-

—Conseguí convencer a Severus de dejar ese horrible agujero en Spinner's End.

La respuesta quedó en el aire, entre ellos, por varios segundos, hasta que Draco ahogó un grito contra una de sus manos.

No.

Merlín.

—¿Es- ustedes…? —Regulus desvió la mirada un instante al escucharlo, sus orejas empezaban a teñirse de un color rojizo, incluso más notable que el tenue rubor que le cubrió los pómulos. Su primo esbozó una débil sonrisa. ¡Merlín, era cierto entonces!—. Y yo que comenzaba a pensar que me casaría antes que tú, erumpent feo.

El mago resopló.

—No hablamos de matrimonio, sólo- —Regulus gesticuló con ambas manos, buscando darse a entender—, bueno, han pasado años, podemos tratar los temas con una madurez que no teníamos antes. Él está solo en esa pocilga, y yo no te puedo pedir que vengas todos los días. Nyx es grande…—se encogió de hombros—. Iremos lento y veremos qué pasa. La convivencia diaria se pondrá de nuestro lado, o terminaremos peleándonos de nuevo, cuando esté dando Defensa contra las Artes Oscuras en Hogwarts, y lo tenga todo el día a unos salones de distancia.

Pese a sus palabras, sólo había que ver la manera en que le brillaban los ojos al decir su nombre, en que las comisuras de sus labios se elevaban en contra de su voluntad, para conocer el resultado de esa decisión. Resultaría. Claro que resultaría.

Se lo merecían.

Y a Draco, que se quejó un par de veces en su presencia de que no le entusiasmaba pasarse todo su tiempo en la Mansión Malfoy tras el encierro, le quedaría esa casa que se iluminaba para él y tanto adoraba.

0—

Cuando Harry se enteró, fue porque su mejor amigo irrumpió en el apartamento de pronto, jadeante, ruborizado, con la sonrisa más tonta que le había visto alguna vez, y dado que lo conocía de toda la vida, ya era decir bastante.

—Estamos saliendo —fue lo único que dijo Ron. Les tomó alrededor de treinta citas-no-citas, varios años, unos desaires y discusiones que terminaban por solucionarse cuando hablaban como adultos maduros, un poco más de esa insistencia tan Weasley de su amigo, y al fin, ocurrió.

Nunca lo había notado tan contento, al punto de fantasear solo en la sala. Pensó que estaba bien; era lo que Hermione y él se merecían.

De cierto modo, no fue una sorpresa que la siguiente vez sucediese de la misma forma. Ron prácticamente se arrojó sobre él cuando volvió al apartamento de una visita a Draco en Nyx, los hizo trastabillar a ambos, y exclamó:

—¡Nos vamos a casar! ¡Me dijo que , me dijo que ! ¡A !

Y Harry había arrugado el entrecejo, confundido porque él no le mencionó que tuviesen esos planes en el futuro, e inquirió:

—¿Cuándo le compraste el anillo y lo planeaste?

—¡Nunca lo hice! —Ron se echó a reír— ¡estábamos hablando en el patio de La Madriguera! Mis hermanos estaban adentro con mamá, Hermione se acomodaba el cabello, y yo quería ayudarla, y pensé que quería ayudarla siempre, y luego creo que dije alguna tontería cursi porque sonrió, y sonrió tan bonito- y entonces le pregunté si se casaba conmigo, y ella se rio, ¡y me dijo que sí! ¡Dijo que sí! ¡A ! ¡¿Puedes creer que me dijo que  a ?!

Le dolían los tímpanos cuando su mejor amigo puso fin al escándalo, pero no negaría que estaba feliz por él.

Tenían veinticinco años.

0—

El día en que ocurrió, ni siquiera fue una proposición como tal. Harry tenía veintiséis recién cumplidos.

Estaban en el Vivero a mitad de la tarde; Neville intentaba descifrar qué unión de semillas y fertilizante mágico darían lugar al híbrido que querían para su siguiente planta, Pansy alimentaba con pequeños insectos a Drossera, y a sus dos 'hermanos menores', Draco y Cisa, un par de plantas carnívoras que se abrían con pétalos en forma de abanicos y podían ser en verdad intimidantes al sacudirse por completo frente a una presa.

El verdadero Draco estaba más centrado en una planta que en él. Había descubierto que podía rascar los pétalos de Drossera igual que a un perro detrás de las orejas y esta se emocionaría de la misma forma, e insistía en que le agradaba eso de que el matrimonio de su amiga fuese "lento" y no tuviesen planes próximos de tener hijos. Por la salud mental de Draco, y la de la pobre entrepierna de Neville, bromeaban los chicos cuando salía el tema.

Harry acababa de tomar una muestra de tierra para el Departamento de Misterios, que Hellen quería examinar en la división de Magia Ancestral, desde que le contó cómo funcionaba el Legado Parkinson.

Entonces su novio emitió un breve "hm", conjuró un tempus para ver cuánto faltaba para el anochecer, y sin mirarlo, mencionó:

—A veces me gustaría que no tuviésemos que organizarnos tanto sobre dónde nos quedamos y dónde nos vemos; es fastidioso.

—Un poco —reconoció él, que no le dio importancia en ese instante.

Sería la última noche que vivían en lugares distintos.

Cuando Harry se dio cuenta de qué significaba lo de "mudarse juntos", se encontraba tendido en la cama del dormitorio principal de Nyx, haciendo caso omiso de la mirada curiosa de Draco encima de la caja que guardaba bajo el colchón, y pensaría en lo divertido que era que nunca tuvo que recoger ni trasladar sus pertenencias. Todo lo que tenía ya se dividía entre la Mansión y Nyx, dejando sólo uniformes de Inefable en el apartamento al que Ron y él apenas iban por aquel entonces.

Años más tarde, cuando les preguntasen al respecto, Harry diría que él nunca se mudó con Draco. De alguna manera, insistiría, no dejó de vivir con él después de compartir dormitorio en Hogwarts; fue el tiempo separados lo que resultaba inusual en su vida, si lo veía en retrospectiva.

0—

Tenían veintisiete cuando ellas volvieron. Draco, pese a sus acostumbradas reticencias, abrazó a Luna como pocas veces hizo con alguien además de Harry. Su amiga se rio, feliz, contra su oído.

Luna Lovegood se convertiría en unos meses en la directora de la División de Neuromagia del hospital de San Mungo.

Draco, en persona, le entregaría la invitación para los Inventores de Hechizos cuando se cumpliese el plazo asignado para integrar nuevos miembros y hubiese convencido al Jefe, con ayuda de Daphne, hablándole de sus investigaciones.

0—

Draco recibiría una Orden de Merlín Segunda Clase, por un método para atrapar la magia ancestral de las brujas sometidas al Maledictus, una de las peores maldiciones heredadas, en un objeto, que les permitía retornar a la forma humana y bestial a gusto. Tenía veintiocho años.

0—

Harry recibiría la Orden de Merlín Primera Clase, por haber sacado a los trabajadores del Ministerio durante un atentado que destrozó medio edificio. Incluso cuando los Inefables tenían órdenes de contener el caos y no dejarse ver por los civiles.

Aún no cumplía los veintinueve.

0—

Tiempo después, Harry sí reconocería que lloró en la boda de su mejor amigo, porque no podía desmentirlo cuando la mitad de sus compañeros de Hogwarts lo vieron en el momento en que se le quebró la voz a mitad de discurso y Ron se levantó para abrazarlo.

0—

De nuevo, aquello no necesitó una propuesta. Fue, más bien, una pregunta lo que les hacía falta.

—¿Ustedes dos cuándo piensan casarse?

Estaba por empezar el verano en que cumplían treinta años. Hermione estaba embarazada de la que luego sería la mayor de sus dos hijos, Ron tenía un escuadrón de Aurores a su cargo, Pansy y Neville tenían ya cinco plantas híbridas experimentales y había rumores de que conseguirían una Orden de Merlín Tercera Clase. Luna todavía divagaba y había mencionado adoptar una niña, cuando Ginny se hiciese entrenadora en lugar de ser Cazadora, para no presionarla.

Por supuesto que Narcissa, que fue quien hizo la cuestión, no debía saber gran parte de eso.

Se encontraban en el jardín de la Mansión, en torno a una de esas mesas techadas que los elfos colocaban a veces para ellos.

Harry estaba al mando de la división de Magia Salvaje en el Departamento de Misterios, e incluso desde antes de que Hermione se postulase para Ministra, se decía que podían ofrecerle otro cargo más arriba. Draco se encontraba por completo metido en una investigación de los Inventores, que el Jefe le dio, y en un proyecto de transformación de la educación mágica.

Simplemente lo olvidaron.

En ese momento, intercambiaron miradas idénticas de estupefacción. Ambos boquearon frente a la sonrisa divertida y expectante de la mujer.

—Pronto —Harry asintió, después se encogió de hombros en una especie de "¿por qué no?". Al girar la cabeza, se dio cuenta de que Draco lo observaba, boquiabierto.

—¿En- en serio?

En definitiva, Draco Malfoy balbuceando estaba entre las imágenes más lindas que había presenciado en su vida. Él sonrió y volvió a asentir, luego su novio también sonreía, como si acabase de darle una gran noticia que se moría por escuchar. Narcissa bebía de su té con una expresión de triunfo.

0—

Harry estaba nervioso. No, ese era un término muy simple.

Harry Potter estaba aterrado.

Los compromisos sangrepura constan de tres fases —le había dicho Draco. Él escuchó cada una de sus palabras después, haciendo notas mentales al respecto para no sentirse tan desorientado más tarde.

Él sabía que ocurriría. Sólo no esperó que se sintiese así; ni siquiera frente a Narcissa Malfoy, ni cuando le contaron a sus padres y el resto de los Merodeadores, y Sirius los derribó a ambos con un abrazo para felicitarlos, estuvo tan ansioso.

Pasa, había dicho Draco, con voz suave, consciente de que todo aquello era extraño para él. Pero no tienes que hacerlo, si no quieres.

Creía que era lindo de su parte darle la opción de rehusarse. Quizás podría haberla considerado, si no supiese cuánto tiempo había transcurrido desde que evitaba ese momento.

No tienes que hacerlo, insistió él. Y Harry sólo podía pensar en lo mucho que amaba a ese cretino que intentaba que no se sintiese presionado.

—Está bien. Vamos —Harry asintió para demostrarle que iba en serio.

Draco abrió la entrada al Legado de los Malfoy, pasando la mano por encima de la puerta y sin rozarla.

Harry tragó en seco, quizás por quinta vez desde que estaban ahí.

—No es necesario, ¿sabes?

No estaba seguro de si quería besarlo por sus intentos de ser comprensivo con él, o gritarle que, maldita sea, iba a hacerlo, aunque le produjese ese pánico latente que daba ganas de echar a correr, ya que sabía que era importante para Draco.

Tomó su mano para hacerle saber que no iba a cambiar de idea. No pensaba retrasarlo más. Draco entrelazó sus dedos y lo guio dentro de la sala, hacia el cetro que estaba en el medio, el único objeto dentro de la habitación.

Cuando se detuvieron, las entidades de forma humana, difusas, descoloridas igual que fotografías muy viejas, los rodearon. Él prestó atención a una en particular, de facciones que conocía bien porque eran similares a las del hombre que amaba, y se preguntó si el retrato que el Legado hacía de Lucius Malfoy le era fiel al hombre intimidante y que adoró a su hijo, del que Draco le habló tanto desde niño.

—Me llamo Harry James Potter —empezó. No era un discurso preparado, su mente estaba en blanco. Las palabras, sin embargo, le salieron fáciles, tranquilas, porque había algo que tenía que decir solamente, y él sabía qué era—, no soy el sangrepura que querrían, y no lamento no cumplir con sus estándares. Quiero casarme con Draco Malfoy porque lo amo. Es todo. No pienso que exista otra razón para hacerlo, además de esa.

Habría jurado que la imagen de Lucius casi le sonrió. Él decidió que era una buena señal.

0—

Draco tenía treinta y dos años, y seguía siendo el mismo caprichoso de siempre, lo bastante descarado para apartar los pergaminos que Harry obviamente no estaba leyendo desde hace rato, hacerse un espacio, y sentarse en su escritorio en la oficina que le otorgó dentro de Nyx. Abrió un poco las piernas y lo invitó a acercarse más, de modo que pudiese rodearle los hombros con los brazos y hablarle de cerca.

—Estoy pensando en algo —confesó, con esa sonrisa que tiempo atrás le advertía que se avecinaban los problemas. Harry, mirándolo desde abajo por el ángulo, le envolvió la cadera con los brazos y sonrió también.

—Cuéntame —musitó. Sabía cuánto le encantaba hablarle de sus ideas, y Draco se lo confirmó al mostrar ese entusiasmo recatado tan suyo, al tiempo que se dedicaba a juguetear con un mechón del cabello de Harry.

—Sabes que ayudé a algunos chicos con su control de la magia estos años.

—Sí.

—Y estaba en un proyecto de educación magia para los Inventores.

—Lo sé.

—Pues tengo un nuevo proyecto que me muero por hacer —Draco pausó un instante, cambiando el agarre a sus mejillas. Harry se recargó en las palmas de sus manos y entrecerró los ojos, disfrutando de las caricias de su esposo—, y lo que más me gustaría en el mundo es que cierto Inefable me ayude.

Harry apenas arqueó las cejas, para nada sorprendido. Trabajaron juntos en varios asuntos los últimos años. La mayoría eran confidenciales.

—¿En serio? ¿Quién? Puede ser que lo conozca…—optó por fingir que no tenía idea de quién hablaba. Draco estrechó un poco los ojos.

—Ese tal Potter-Malfoy, ya sabes, el de los lindos ojos verdes. El que tiene una Orden de Merlín por heroísmo y por verse increíblemente sexy en su uniforme.

Tuvo que morderse el labio para contener la risa.

—No sabía que daban una Orden de Merlín por lo del uniforme.

—Yo se la daría —Draco se encogió de hombros, siguiéndole la corriente—. Créeme, lo merece. Además de atractivo, es muy hábil.

—¿Sí?

Draco asentía, solemne.

—Una vez, lo vi subirse sobre un perro de tres cabezas. Y sólo teníamos doce años.

—Parece que lo conoces bien…—Harry sonrió antes de recibir un beso.

—No te imaginas cuánto.

—Está bien, dime en qué te puede ayudar tal Inefable talentoso que mencionas —indicó. Después ladeó un poco la cabeza, lo justo para besar una de sus manos.

Lo vio tomar una profunda bocanada de aire.

—Quiero fundar una escuela de magia.

Harry volvió a elevar las cejas. Él asintió, serio.

—¿Quieres competir contra Hogwarts?

Draco sacudió la cabeza al oírlo.

—Mira, hay algunos niños sangrepuras con problemas de control, como Pansy, que jamás reciben ayuda, porque hasta hace poco, era casi un tabú entre nosotros. Además, hablando con Granger y en el proyecto de educación mágica, me resultó muy obvio que es injusto que los hijos de muggles vean las mismas clases que los sangrepuras o mestizos criados por un mago desde su primer año; por muy básico que sea el contenido, hay temas que no pueden entender sin haber crecido en el mundo mágico, porque, siendo honestos, sólo Hermione Granger lee todos esos libros la semana antes de empezar las clases —bufó. Harry tuvo que reconocer que tenía razón—. Y entre una cosa y la otra…como que se me ocurrió que, ya que la Casa de los Gritos aún tiene una sala de requerimientos y barreras muy útiles, podían ser usadas para dar clases preparatorias a grupos de niños entre- unos nueve y diez años, tal vez. Es un buen rango.

—No sé por qué tengo la impresión de que conozco lo que me vas a pedir.

Draco le enseñó una sonrisa suave, inclinándose más cerca.

—Eres el mejor profesor que conozco, Harry. Ni siquiera es un trabajo a tiempo completo, y yo te puedo ayudar. No se me daría bien, creo, pero si eso te hace sentir más cómodo para que lo intentes…

Harry lo consideró, frente a su mirada expectante. Sabía que entendería si se negaba y no insistiría con el tema, pero en realidad, no veía razones para hacerlo.

—¿Profesor de niños con problemas de control mágico? Diez y nueve años…tal vez sean muy mayores —opinó, en voz baja. El rostro de Draco se iluminó aún más—. Pansy creaba desastres a los siete, si se ponía mal. Y mientras más pequeño el grupo, más personalizadas las clases y más fácilmente podría ayuda-

Draco lo calló con un beso. Podía sentir la sonrisa en sus labios mediante el contacto.

—¿Así que  harás esto conmigo? —se aseguró, ladeando la cabeza, con esa sonrisa problemática. Harry suspiró.

Se le ocurrió que haría cualquier cosa con él.

—Sí —contestó, dándole otro rápido beso a la palma de su mano—, será nuestro proyecto.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).