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Educación por zion no bara

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Notas del fanfic:

Fic dedicadp a Sagacamusismo quien deseaba algo más de esta pareja, y a Kajika quien sugirió algo con Camus.

 

Notas del capitulo:

Es un fic corto pero deseo que sea de su agrado.

 

 

 

El aula estaba en silencio a momentos, toda la clase se mantenía atenta o aparentemente atenta a lo que estaba diciendo el hombre al frente, ese caballero de largos cabellos azules continuaba con su explicación, era un buen profesor, el personal académico de la escuela lo encontraba un buen elemento y sus estudiantes generalmente disfrutaban de las explicaciones de su materia, aunque ese día en especial uno de ellos no estaba seguro de cómo sentirse por las palabras que estaba escuchando.

—Recuerden que esto es algo completamente normal—decía el caballero que era de brillantes ojos glaucos—Sobre todo en los jóvenes pero a medida que su organismo se va equilibrando su sistema hormonal también lo hace.

Entre todos los estudiantes había un jovencito que se mantenía auténticamente interesado en lo que escuchaba aunque tampoco lograba escapar de una leve sensación entre vergüenza y emoción por el tema que estaban tocando ese día en clases pues hacía referencia a un evento que le parecía bastante cercano.

—Sus hormonas son un sistema muy complejo, ya lo hemos estudiado—continuaba el maestro—Su nivel de actividades, el tiempo que duermen, su madurez sexual, todos son factores que se relacionan con las erecciones.

Al escuchar la palabra se escucharon unas risitas ahogadas, parecía que algunos seguían encontrando risible cuando se decían palabras como pene, vagina, senos, testículos, y si, también erección. No era extraño que hablaran de ello ya que se trataba de una materia muy específica, Ciencias de la Salud, y aunque ya no eran tan chiquillos algunos continuaban comportándose como uno; sin embargo entre esos estudiantes había uno que se debatía entre mantenerse atento a la explicación y no hacer imágenes mentales de lo que estaba escuchando.

—Entonces recapitulemos—decía el profesor mirando la hora en el reloj que pendía en la pared del fondo del aula—Una erección es cuando el pene se endurece, sucede porque el tejido esponjoso en el interior del pene se llena de sangre, haciendo que se agrande y su elevación lo separa del cuerpo, regularmente desaparecen por si mismas o cuando logran una eyaculación que es cuando el semen se libera a través de la uretra ¿puede alguien decirme qué es la uretra?

Parecía que nadie estaba dispuesto a participar así que era mejor elegir a un estudiante de la clase.

— ¿Qué es la uretra Camus?

El muchacho al que terminaba de hablarle directamente sabía la respuesta, únicamente debía responder pero al abrir la boca solo pudo balbucear, su maestro necesita retomar las riendas de la exposición.

—La uretra es ese pequeño orificio en la punta del pene.

De nuevo hubo risitas, mientras hablaba iba señalando cada lugar en la pantalla que mostraba el esquema del aparato reproductor masculino, su joven estudiante que aun batallaba con lo que sentía escuchaba el resto de la explicación.

—A veces los hombres, sobre todo los jóvenes, pueden tener erecciones y eyaculaciones mientras duermen, se llaman poluciones nocturnas, pueden tener este tipo de experiencias de excitación mientras están en la etapa del sueño Rem, el movimiento rápido de los ojos, que es la etapa cuando ocurren la mayoría de los sueños.

El joven estudiante escuchaba y se decía a si mismo lo que pensaba, de los sueños y la excitación, de tener sueños que lo conmocionaban en que estaba tan cerca, sexualmente cerca, de ese hombre que hacía que todos sus sentidos… casi saltó en su asiento al escuchar el sonido de la campana indicando no solo el final de la clase, también del día escolar. De inmediato todos estaban guardando sus materiales y se veían dispuestos a marcharse aunque el profesor tenía unas indicaciones más que hacer.

—Por favor, repasen lo que estudiamos, no quiero regresar el tema la próxima clase, necesitamos avanzar.

El estudiante que intentaba controlarse también había guardado sus cosas y parecía que iba a marcharse con los demás, como siempre, aunque en ese momento otro de los jóvenes iba a su lado, listo para que ambos se fueran.

—Podemos irnos Camus—decía con alegría—Por fin es fin de semana, creo que mañana no me levantaré hasta el mediodía.

—Vámonos Milo—respondió el otro con suavidad.

—Estaba pensando que el sábado o el domingo podemos jugar videojuegos en mi casa, tengo el nuevo de Caballeros del Zodiaco, lo conseguí por las redes ¿Qué me dices? ¿No te gustaría?

—Me gustaría ir a tu casa Milo.

Ya con sus maletas al hombro parecía todo para ambos estudiantes, los dos jóvenes, apuestos a su manera, con sus ojos y cabellos azules, eran muy amigos y parecía que no había asunto de uno que no supiera el otro, bueno, si había algo que el que se llamaba Camus de Acuario no había dicho a su amigo Milo de Escorpión. Caminaron hacia la puerta dispuestos a irse pero justo en ese instante una voz más se dejó escuchar, una bastante conocida.

— ¿Podrías darme unos instantes Camus?

El joven de los cabellos azules no estaba seguro de qué decir, un estremecimiento lo recorrió y apenas si lograba controlarse al mirar al caballero de los ojos verdes que aguardaba para hablar con él.

—Nos vemos después Camus—decía su amigo—me llamas o me mandas un mensaje y quedamos de acuerdo, adiós.

—Adiós—logró decir.

Cuando dio vuelta de nuevo se encontró a solas con su profesor, quien parecía aguardar para que se acercara y exponerle lo que quería discutir con él, así que el de mirada azulada fue al profesor quien se mantenía sentado sobre el escritorio y a cada paso le daba la impresión que se hacía más y más guapo. Notaba como se comportaba, esa manera segura a pesar de lo casual que se mostrara, había algo en ese hombre, una fuerza intensa y avasalladora, necesitaba controlarse o iba a notar cuanto le gustaba. A Camus le resultaba un poco complicado manejar eso, ese hombre lo atraía con fuerza y no pocas veces había soñado con estar a su lado, despierto o dormido, y su cuerpo había reaccionado, de la misma manera que le habían explicado en clase.

—Gracias por quedarte Camus—decía el profesor al tenerlo a dos pasos—Hay algo que quisiera proponerte.

¿Quería proponerle algo a él? No se imaginaba lo que podría ser pero su corazón latía un poco más aprisa por ello.

—Estoy trabajando en un proyecto de salud—comenzó a explicar el educador de ojos glaucos—Tiene que ver con el desarrollo de los jóvenes en la academia, necesito tener un grupo de control y me preguntaba si te gustaría ayudarme.

— ¿Qué yo lo ayude a usted?—preguntaba el estudiante con voz que intentaba mantener en control.

—Necesitaría tomarte los signos, estatura, peso, presión arterial, temperatura, masa muscular, ya sabes, todo lo que hemos visto en clase.

A cada palabra el de mirada azul sentía que le latía más aprisa el corazón pero lo que de verdad lo iba a impresionar fue lo siguiente que escuchó.

—Debes saber antes de aceptar que tendrías que ir a mi casa ¿Qué me dices?

El joven de azules ojos parpadeaba intentando darle sentido a lo que escuchaba, le estaba pidiendo que estuvieran juntos en su casa, ninguna imagen que se hubiera hecho al lado de ese hombre se comparaba con la posibilidad real de estar con él.

— ¿Todo bien Camus?

—Si—dijo algo apurado.

—Es que te quedaste callado por un largo rato, no sabía si estabas bien pero dime ¿Qué te parece? Me sentiría muy agradecido si me ayudaras Camus.

—Claro, lo haré, por supuesto que lo haré, puede estar seguro, lo haré—decía sonriendo y sin detenerse al hablar.

—Me agrada tu entusiasmo, entonces cuento contigo para mañana, a las diez ¿estás de acuerdo?

—Sí, desde luego.

La enorme sonrisa en ese lindo rostro juvenil indicaba que estaba perfectamente de acuerdo con los términos, no dejó de mostrarse agitado ni cuando recibió una nota con la dirección de la casa a la que debía ir, estaba emocionado, sentía que su vida iba a cambiar de alguna manera, no imaginaba siquiera de cuánto.

 

**********

 

Un entusiasmado Camus no lograba controlarse del todo por la emoción que sentía, a momentos se quedaba completamente quieto y en otros parecía no poder dejar de moverse, las horas siguientes se las pasó pensando en demasiados detalles que regularmente no le interesaban tanto como ¿Qué ropa iba a utilizar? No era algo que le preocupara mucho, era una persona que le bastaba con estar pulcra, en ese caso sacó prácticamente toda la ropa del armario y se la puso, hizo combinaciones, se dijo si debería ir de compras ¿Qué era lo mejor? ¿Un traje? Demasiado formal ¿Algo deportivo? No era del todo su estilo ¿Qué tal casual formal? No tenía idea de lo que era eso realmente.

Sin terminar de decidirse cuando ya era de noche eligió una asesoría y tratándose de vestir sabía bien a quien preguntarle.

—Hola Milo.

— ¿Qué pasa Camus? ¿Necesitas algo?

—Nada importante, solo un pequeño consejo, para un amigo—se apresuraba a decir intentando escucharse tranquilo.

— ¿Un amigo? ¿Qué amigo? ¿Es que tienes amigos a mis espaldas?—peguntaba riéndose, era una broma solamente.

—Es que mañana tiene que ir a un lugar y no sabe qué ropa utilizar—confesaba algo tímido.

— ¿A dónde va a ir? ¿Saldrás con un chico guapo?

—No, no es eso, es una visita con un profesor.

— ¿Es una tutoría?

—Es…es…

Pero el de Acuario no estaba seguro de lo que haría con Saga, solo le había pedido que lo ayudara con un proyecto, no era una cita, la idea lo puso decaído de pronto, guardando silencio por unos segundos.

— ¿Sigues ahí Camus?

—Sí, aquí estoy Milo, solo pensaba…

—Pues dile a tu amigo que si no está seguro de lo que es, una cita o no, que elija algo cómodo y que le guste, para que sea el otro quien se pregunte si es una cita o no.

—Sabes que el amigo soy yo ¿cierto?

Y sé que el profesor es Saga—decía con tono sonriente en la voz—Tranquilo Camus, todo va a estar bien.

—Gracias Milo, perdona por haberte llamado tan tarde.

—Está bien, no te preocupes ¿si vienes el domingo a mi casa?

—Claro, ahí estaré, adiós.

—Nos vemos Camus, buena suerte.

Con eso se terminó la llamada aunque el de Acuario no pudo evitar desconcertarse un poco con la idea de lo dicho por su amigo ¿Buena suerte? No estaba mal, podría necesitarla, no, iba a necesitarla definitivamente, cuando se estaba al lado de alguien como Saga requeriría de mucha suerte para no quedar mal ante él.

A la mañana siguiente Camus estaba aun emocionado pero se preparó para ir a casa de su profesor, se dio una ducha y siguiendo el consejo de su amigo se puso pantalones de buen corte y una remera lisa que le gustaba por el color, zapatillas casuales, una chaqueta ligera y se sentía listo, a pesar de no ser formal su vestuario tenía un aspecto serio, tal vez siempre lo tendría sin importar como se vistiera. Estaba listo antes de la hora acordada pero con el latir de su corazón que iba tan aprisa sentía que no podía controlarse del todo, aun así lo intentaba pues de otra manera ese apuesto caballero de ojos glaucos iba a darse cuenta de lo que sentía, cuanto le gustaba.

Caminando con pasos veloces Camus se dirigió a la dirección que le habían dado, al llegar se quedó por unos instantes en la acera de enfrente contemplando el sitio, se veía bien, una casa de dos pisos, los muros simulaban rocas sólidas, le agradó lo que veía, cruzó la calle, quedó ante la puerta y respirando con profundidad llamó por el timbre, aguardando a que lo recibieran ¿Qué debía decir? ¿Qué debía hacer? ¿Debió llevar algo como presente? ¿Debía…?

—Bienvenido Camus—dijeron abriendo la puerta.

Ahí estaba Saga, vestido con sencillez y sonriéndole con amabilidad, que apuesto se veía ante él, sonriendo y con esa camiseta que le sentaba perfectamente a él y a su fuerte cuerpo cuyos músculos se marcaban perfectamente y el aroma de su colonia era suave pero intenso a la vez o quizás era otra cosa, su propio cuerpo simplemente.

— ¿Todo está bien Camus?

— ¿Qué? Sí, sí, todo bien ¿Por qué?

—Te quedaste ahí, sin decir nada, solo mirándome ¿de verdad te sientes bien?

Tan solo pudo tragar saliva y hacer un movimiento afirmativo, el de ojos glaucos sonrió suavemente y abrió la puerta por completo permitiéndole al joven entrar, lo hizo con pasos rápidos y mirando al suelo sin saber muy bien qué hacer pero el caballero de la casa se mostraba mucho más en control y dueño de la situación desde el primer momento, demostrándolo sin perder un instante.

—Qué bueno que llegaste Camus—comenzaba el de Géminis—Espero no apartarte de tus planes originales.

—No, nada de eso.

El profesor tomaba suavemente la chaqueta del joven y ayudaba a que se la quitara aunque el de Acuario no pudo evitar un estremecimiento al sentir esas manos tocarlo suavemente, eran fuertes y varoniles.

—Pero es fin de semana—continuaba el de Géminis—Los jóvenes siempre tienen planes en esos días.

—Yo no.

—Eso puede cambiar.

Un joven de ojos azules no supo qué decir ante eso y se limitó a aguardar mientras el otro hombre se movía por el lugar y le explicaba brevemente lo que harían ese día, no parecía nada fuera de lo esperado de un examen antropométrico de rutina.

—Haremos el cuadro básico—comentaba el de mirada glauca con suavidad—Por favor, ponte lo más cómodo que puedas, vamos a la habitación de junto, ahí tengo lo necesario para las pruebas, es algo básico, no te preocupes.

El de Acuario lo intentaría pero no iba a ser nada sencillo ¿Cómo podía serlo cuando ese atractivo hombre estaba tan cerca de él? en la habitación contigua Saga no dejaba de mostrarse amable mientras tomaba las medidas y demás del joven estudiante, no se necesitaba demasiado equipo pero lo tenía listo, cosas para tomar su estatura, peso, masa muscular, grasa corporal, todo eso, incluso el de ojos azules hizo un poco de calentamiento para que los músculos no estuvieran rígidos. La labor no era complicada por sí misma, Camus era joven y saludable, se mantenía en forma y su cuerpo era flexible, sin embargo el sentir tan cerca al de Géminis, no le resultaba sencillo, escucharlo, olerlo, verlo, sentirlo, casi probarlo no era nada fácil, no, todo su cuerpo respondía con fuerza.

Camus era joven y sus experiencias con otra persona en el terreno más personal resultaban limitadas, claro que hubo otros chicos interesados en él, tenía un atractivo especial pues su imagen resultaba inusual, pero los acercamientos íntimos que existieron no fueran exactamente agradables, resultaron torpes, apresurados, prematuros en todo sentido, y no fue algo memorable. El profesor ante él era un asunto distinto, era masculino, fuerte, apuesto, atractivo, todo lo que se quisiera decir de él y le gustaba, le gustaba mucho, más que nadie que hubiera conocido hasta ese momento en su vida, al principio creyó que se trataba solamente de un asunto platónico pero con el tiempo se hizo intenso, empezó a fantasear y soñar, aunque en cada ocasión se dijo a si mismo que jamás sucedería nada, no se haría realidad.

En ese preciso momento el de ojos verdes terminaba de tomarle las medidas corporales, era prácticamente todo.

—Muy bien—decía el de Géminis—tan solo falta la medida de tu cintura y estaremos listos.

La cinta antropométrica lo rodeaba y esos brazos también, era casi ser estrechado por ese guapo caballero que hacía que el corazón del de mirada azulada latiera con velocidad, le faltara el aliento, sufriera de una especie de vértigo y además se ruborizaba sin poderlo evitar, todas señales incontrolables para el joven estudiante que se sabía en semejante estado y lo hacían avergonzarse y rogar porque el otro no lo notara.

— ¿Te sientes bien Camus?

Los ojos glaucos del profesor lo observaban directamente pero sin dejar de tocarlo, haciendo que su cuerpo se sintiera por completo y de cierta forma se impusiera con intensidad, los ojos azules del de Acuario dieron un brillo similar al de la fiebre, por un instante fue como si incluso sintiera que las rodillas se le doblaban por debilidad y su profesor muy atentamente lo sostuvo sin inconvenientes.

—Camus—lo llamó un poco alarmado.

—Estoy bien, estoy bien—decía el de ojos azules intentando reponerse lo antes posible.

—No te ves bien Camus—continuaba el de Géminis—Lo siento, creo que te hizo mal hacer los ejercicios de acoplamiento.

—Yo…

Pero los labios del de mirada azulada simplemente ya no se movieron, estaba demasiado concentrado en la oleada que lo inundaba, jamás había vivido la naciente pasión, no imaginaba cómo sería y no lograba controlarla, no había fuerza en él para hacerlo; sin embargo el profesor se mostraba genuinamente preocupado y se decidió a hacer un ofrecimiento para que su visitante lograra recuperarse.

—Necesitas descansar Camus, por favor, recuéstate unos momentos.

El de ojos azules buscaba alrededor un sitio para reposar pero no lo veía, el profesor lo llevaba con suavidad fuera de la habitación pero lo guiaba a otra, el joven de Acuario pensaba que a una sala o algo parecido pero no era así, las siguientes palabras lo señalaban con claridad y no dejaban espacio a las dudas.

—Será mejor que reposes, puedes utilizar mi cama.

Esas palabras provocaron un sobresalto en el estudiante ¿Qué debía hacer? ¿Qué debía decir? Lo mejor era que se marchara, que se alejara, que no se pusiera en evidencia ante ese hombre que lo fascinaba…y sin embargo se dejaba guiar hasta la habitación sin oponer resistencia alguna, no tenía la fuerza para hacerlo.

 

**********

 

Estaban ante la puerta, el de ojos azulados sentía que su corazón latía con tanta fuerza que casi temía que pudiera escucharse, aunque el de Géminis continuaba dueño de la situación y no parecía que fuera a dejar de ser así.

—Puedes pasar Camus—decía Saga con amabilidad permitiéndole que entrara a la recámara—Espero que no te sientas mal.

—No, estoy bien—respondía nervoso el otro—De verdad, no ha sido nada, solo necesito descansar un poco.

— ¿De verdad es eso lo que quieres?

El joven de los ojos azules no estaba seguro de lo que debía decir, por unos segundos imaginó que había más en esa voz que aquello que decía, como si lo invitara a algo más pero sin duda estaba imaginando cosas solamente, necesitaba recuperarse y marcharse, si se quedaba más tiempo al lado de su profesor haría el ridículo de su vida.

—Si lo deseas puedes recostarte unos momentos Camus.

—No hace falta, gracias.

— ¿De verdad no quieres recostarte?

El de Acuario no estaba seguro de nada, ni siquiera estaba convencido que se encontraba de pie ¿de verdad el profesor Saga lo estaba mirando como lo hacía? No lograba tomar ninguna determinación ni camino o al menos llegar a una respuesta pero no lo lograría de todas maneras cuando un muy determinado hombre de ojos verdes se plantó ante él para hacer lo que quería y eso fue tomar el suave rostro de ese jovencito para que sus miradas se encontraran de manera directa. Por unos segundos Camus contuvo el aliento reflejándose en esas pupilas que destellaban de una forma que jamás había visto, esos coqueteos adolescentes eran una mera banalidad comparados con la intensidad de ese rostro masculino que le estaba proponiendo sin palabras mucho más de lo que hubiera imaginado.

— ¿Me he equivocado Camus?—preguntaba el profesor—Deseo saberlo ¿no he comprendido correctamente lo que me han dicho tus ojos estas semanas?

El joven de Acuario no sabía que decir, sentía que se le cerraba la garganta, no lograba creer que estaba ocurriendo lo que soñaba tantas veces en la soledad pero en definitiva no era lo que imaginaba, eso era inocente y lo que sentía en ese instante no era nada inocente, sin embargo no encontraba la forma de continuar. Claro que el profesor de los ojos glaucos no contaba con las mismas dudas ni vacilaciones, era un hombre resuelto y ese jovencito no le estaba haciendo ninguna indicación para que se detuviera, aunque era mejor asegurarse, jamás había forzado las cosas con nadie, no lo haría tampoco en ese momento.

—No te obligo a nada Camus—le decía con voz suave como terciopelo y acariciante como la seda—Necesito saber que si continuo es porque también quieres, que estás de acuerdo con que siga.

No dejaba de observarlo intensamente, permitiendo que sintiera el calor de su cuerpo y que su aliento llegara a sus labios, un destello en los ojos azules le indicaron que todo iba bien, pero terminó de saber que era así cuando fue el de Acuario quien cerró los ojos y acercándose lentamente buscó con timidez y algo de torpeza esos labios que ansiaba conocer. Ese fue el primer beso entre los dos, el que los uniría de una manera nueva y desconocida para el de Acuario, quien no dudó en ponerse en manos del de Géminis, no había un momento por perder, sería lo que el otro hombre quisiera que fuera. Esos labios comenzaron a hacerse cargo de inmediato, sin perder el tiempo, logrando que el más joven se estremeciera por la intensidad de las emociones que iban despertando en él pero no sabía que era apenas el primer paso, faltaban muchas cosas por suceder aunque las descubrirían.

Saga no dejaba de besar esos tersos labios que sabían tan bien, le gustaba probarlos pero no podía quedarse solo en eso, sabía mucho más en ese tipo de asuntos que el muchachito entre sus brazos así que se dispuso a ponerse en marcha de inmediato, por lo que lo rodeó con sus fuertes brazos pero de manera suave, comenzó a acariciarlo por la espalda, después alcanzó la nuca, la espalda y la nuca, luego iba más abajo, a las caderas y aun mas abajo, donde pudo acariciar las redondas nalgas que le encantó conocer. Camus no estaba seguro de si debía hacer algo en ese instante pero la verdad era que no podía hacer nada, estaba completamente bajo el influjo de ese hombre que lo acariciaba y despertaba sus sentidos a nuevas experiencias que no imaginaba que fueran posibles, por eso se entregaba a ellas sin oponer resistencia alguna, era un jovencito y el otro un hombre, no lo cuestionaba.

Las manos del de Géminis se mostraban diestras y sin perder el tiempo, en cuanto llegaron al firme trasero se dedicaron a acariciarlo, masajearlo, hacerlo sentirse menos tímido y más necesitado, se daba cuenta que lo conseguía aunque el más joven parecía tímido aun, necesitaba avanzar para tenerlo donde lo deseaba. Una vez más sus manos recorrieron los caminos que quería, llegando a la parte baja de la remera que comenzó a ser levantada con lentitud, unos dedos acariciaban el terso pecho pero en menos de cinco segundos la pieza de tela ya no estaba en su sitio. El de ojos azules se mantenía a la expectativa, no dejaba de disfrutar el que lo acariciaran con gentileza, su pecho fue recorrido con calma y le gustaba, se notaba en su expresión que lo estaba disfrutando, le gustaba ese hombre tan determinado y firme, no dejaba de ser grato y por eso no dijo nada en contra cuando llegó el turno de los pantalones de ser abiertos.

El de mirada glauca se sentía bastante animado, no siempre se tenía a alguien como ese muchachito, tan dulce y fresco, con ese lindo cuerpo que invitaba a tener pensamientos nada inocentes ¿Cómo tenerlos cuando esos pantalones estaban abiertos? De inmediato se dispuso a sacar provecho de ello, metió una de sus manos asaltando la tela que fue apartada un poco más, comenzó a acariciarlo por encima de la ropa interior, conociendo su sexo a través de la tela, para después hacer que la misma mano llegara atrás y pudiera estrujar las redondeces que ya había tocado con deleite. El estudiante de mirada azulada nunca había vivido algo así, sus pocos encuentros eran torpes y sin gracia con muchachos de su edad que no sabían cómo despertar su deseo, ese hombre si y se le entregaba por completo, tuvo que dar un leve gemidito, no era para menos, el caballero ante él comenzó a acariciar su sexo buscando excitarlo y lo estaba consiguiendo sin perder un instante.

Ya Saga se sentía muy cómodo con lo que estaban haciendo en su habitación, no necesitaba esperar, así que abrió sus propios pantalones dejando en claro que no era partidario de la ropa interior, acercó sus labios al de su estudiante y le murmuró una petición, algo que el de Acuario aceptó y casi sin respirar por primera vez tocó el sexo de otro ser vivo para comenzar a acariciarlo, no tenía habilidad pero incluso eso le gustaba al mayor. Un animado profesor de ciencias no pensaba aguardar, le gustaba lo que le daban pero también le agradaba compartir, no cesaba de besar a ese encantador muchachito al mismo tiempo que lo acariciaba y no dejaba de apretar esas redondas nalgas que deseaba separar y poseer. Excitado por la cercanía y las caricias del de ojos azules, Saga se apartó un poco para comenzar a besar el cuello y el pecho de su estudiante, lo escuchaba gemir y con mayor fuerza cuando sujetó su sexo, de inmediato frotaba la cabeza con el pulgar, lo quería listo para lo que seguiría.

Viéndolo enrojecer de manera encantadora, escucharlo gemir de forma abierta, fueron los indicadores para el profesor y decidió avanzar, por unos segundos dejó de tocar a su joven estudiante para sacarse la ropa, la camisa de un solo movimiento y los pantalones con prontitud, no había nada de dudas pues su sexo estaba completamente erguido y decidido a seguir, tanto que terminó de desvestir a Camus dejándolo con las medias cortas solamente. Con la fuerza de un hombre apasionado el de ojos glaucos llevó al jovencito hacia la cama, haciendo que se recostara y de inmediato indicándole lo que esperaba que hiciera pues le acercó el erguido miembro a los labios y la boca del de Acuario no esperó para dejarlo entrar, disfrutando de ese húmedo y tibio receptáculo que buscaba complacerlo y no tardó en imponerse para que hiciera justamente lo que le gustaba, tanto le gustó que comenzó a acariciar la tierna división entre sus nalgas.

Disfrutando ambos del momento no contemplaban nada que no fuera su cuerpo deseando continuar, Saga no pensó en esperar más, retiró su sexo con suavidad para de inmediato tomar entre sus brazos al de ojos azules y acomodarlo nuevamente sobre las mantas pero de otra manera, casi lo puso de pie, pero aunque sus pies tocaban el suelo el resto de su cuerpo fue recostado de nuevo, dejándolo expuesto a lo que el de mirada glauca quisiera. Con el corazón latiéndole fuertemente el de Acuario aguardaba, solo apretaba las sábanas a su alcance, sintió que sus nalgas eran separadas con decisión y después que algo que no era líquido pero tampoco espeso era aplicado directamente, unos dedos siguieron la labor de rodearlo, frotarlo, acariciarlo, buscando entrar. Con habilidad el mayor no dejaba de encargarse, sabía cómo proceder, suavemente, sin prisas, dejando que la excitación y el lubricante hicieran su parte hasta que el sensible anillo de músculo se fuera rindiendo, dejándolo entrar, permitiendo que lo alistara a la entrega competa de su cuerpo.

Un tímido Camus en cuestiones de hombres no había experimentado algo semejante, ser acariciado con esa necesidad, con esa suavidad, a momentos le parecía que era como una soga que jalaba suavemente y después tiraba con fuerza, el deseo tan intenso era nuevo en su vida, no sabía qué hacer, pensó que quedarse quieto era lo mejor pero no había manera de lograrlo cuando esos mismos dedos que lo invadían tocaron un sitio que lo hizo gemir, le cortaban la respiración, su sexo punzó con intensidad, no tenía ni idea de lo que un experto masaje a la próstata podía generar, un placer que no había vivido.

—Camus—lo llamaba el de ojos verdes acercándose a su oído— ¿Quieres que te haga el amor Camus?

El de Acuario no sabía ni que decir, solo sentía esos dedos que continuaban haciendo cosas deliciosas en su interior.

— ¿Quieres?—volvió a preguntar el mayor pero retirando sus dedos y frotándose contra su entrada.

—Si—aceptó con deseo en la voz.

Con una sonrisa en los labios el de Géminis eligió una nueva posición, hizo que Camus quedara recostado sobre la cama, con la espalda en las mantas, se acercó acomodándose de rodillas entre sus piernas, las separó lentamente y las elevaba al mismo tiempo, hasta conseguir que fuera el mismo muchacho de mirada azulada quien las sostuviera por sus muslos, dejándolo deliciosamente expuesto a sus deseos, con los dedos hizo más accesible la delicada entrada y sin esperar dirigió su necesidad al sitio que descubría. Dando unos breves gemidos el de Acuario sentía ese rígido sexo traspasarlo, abrir su cuerpo, no era como los dedos ni nada parecido, sus paredes internas se abrían intentando darle cobijo pero no era sencillo, su intimidad aun oponía resistencia pero finalmente se rindió, no podía triunfar contra ese hombre que se hundía hasta lo más íntimo y no iba a abandonarlo hasta dejarlo complacido.

No pasó mucho para que el profesor continuara con su demostración, dejándole en claro a su estudiante lo que era capaz de vivir un hombre en el sexo, que su cuerpo vibrara y su intimidad se estremeciera, que su miembro punzara con necesidad y su vientre pareciera arder de anhelos, por momentos creía que el de ojos glaucos lo había abandonado, cuando se quedaba sin voz ni visión, en otros lo sentía por todas partes besándolo y acariciándolo hasta que podía gritar. Las caderas del de ojos verdes no dejaban de moverse, embistiendo esa tierna intimidad, llegando por completo al interior, provocando oleadas de satisfacción, encontrando el ángulo necesario para volver a tocar la sensible próstata, generando más y más placer en el estudiante cuyo cuerpo se entregaba por completo.

Camus sentía que se hundía en el placer, no era posible que pudiera sentirse como se sentía, apasionado y vivo, el deseo lo recorría por todas partes, hacía que sus músculos temblaran y sus nervios se excitaran, no podía ser mejor pero lo fue, pues el de Géminis le tomó la mano y la guio a su propio sexo, mostrándole lo que debía hacer, que acariciara su miembro de arriba a abajo, estremeciendo sus sentidos por la sensualidad. Saga no estaba mejor, su sexo era estrujado deliciosamente por esa intimidad que lo envolvía y lo complacía, todo ese muchacho era maravilloso, entregado, masculino, inocente, le fascinaba y por eso lo sujetó por las caderas embistiendo con mayor velocidad. Estaban próximos a la culminación, todo su ser lo decía, pero no podían terminar así, no aun, por lo que el de ojos glaucos rodeó la misma mano con la que se masturbaba el de Acuario y se impuso para hacerlo acariciarse con mayor fuerza hasta que su dueño se agitaba sobre la cama.

No podían esperar más, no había manera de hacerlo, sus cuerpos parecían moverse por voluntad propia hasta que los dos hombres se arqueaban y buscaban sobre las sábanas con necesidad, compartieron algunos besos intensos que los dejaban sin el poco aliento que lograban llevar a sus pulmones, sus vientres temblaban de emoción mientras las punzadas del abierto deseo llegaban a sus sexos como un grito de liberación. De pronto todo fue una marejada de sensaciones que no lograban descifrar pero les fascinó experimentar, ese temblor de sus miembros, que sus sexos completamente erguidos dieran las primeras muestras de su placer, declarando con sensuales voces que estaban satisfechos. Fue el de Acuario quien terminó primero, con su semen salpicando por encima de su vientre y parte del estómago del de Géminis, quien por su parte apenas tuvo tiempo de retirarse para terminar sobre el de mirada azulada, habían gozado por completo, tanto que el profesor como por impulso untó sus mezcladas esencias como una loción por el cuerpo de su estudiante para después lamerla con lentitud

Un beso fuerte, decidido, en los labios de Camus fue el final definitivamente, aunque el jovencito no tenía consciencia de mucho, le parecía que flotaba sin desear que todo eso se terminara, había sido espléndido.

 

**********

 

Durante los días siguientes Camus no dejó de pensar en lo sucedido con Saga de Géminis en su casa, en las clases era exactamente el mismo hombre que él había visto y no se sentía seguro de si debía hacer algo, había pensado en acercarse y tratar de averiguar qué sucedería con ellos dos pero al final se acobardó y no fue capaz de decir nada; sin embargo algo debía hacer, no podía continuar de esa manera.

Durante el último receso el de Acuario buscó un sitio apartado en el patio de juegos, otros de sus compañeros hacían algún deporte o charlaban pero él simplemente deseaba saber qué hacer con ese asunto con el profesor, aunque ninguna respuesta llegaba a él, pero si llegaría alguien más a su lado.

—Hola Camus—lo saludaron sentándose a su lado.

—Hola Milo.

—Vaya que estás decaído ¿Qué te sucede? ¿Todo está bien en casa?

—Sí, todo bien.

La expresión del otro joven de cabellos y ojos azules indicaba que se sentía inquieto y que no dejaría las cosas en ese punto, claro que no le dijo lo que pasaba por su mente en un principio pero sencillamente ya no soportaba sentirse solo en esa situación, necesitaba confiar en alguien que lo escuchara.

—Algo sucedió Milo—admitió al final.

— ¿Qué pasó?

—Cuando fui con el profesor Saga a su casa, para su investigación.

El otro estudiante guardaba silencio así que el de Acuario le contó todo lo ocurrido, su amigo no dijo ni indicó nada de lo que pensaba, se limitó a escucharlo hasta el final con atención, solo hasta que el relato había terminado dijo algo.

— ¿Te obligó a que sostuvieras relaciones con él?

—No.

— ¿Te sientes mal por lo que ocurrió entre ustedes?

—No es eso.

— ¿Quieres volver a verlo en su casa?

—Sí.

Admitirlo abiertamente hizo que la situación fuera menos complicada para el de Acuario, como si él mismo encontrara sus respuestas a lo ocurrido, se despejaron sus dudas, como si fuera más libre para actuar desde ese momento.

—Gracias Milo—dijo medio apenado aun por lo que le había confiado a su amigo—Por escucharme sin decir nada.

—No te preocupes Camus, soy tu amigo—le dijo sonriendo abiertamente—Además no es un problema, solo tenemos que ser discretos.

— ¿Ser discretos?—preguntaba desconcertado.

—Así es—y lo miró directamente a los ojos al continuar—Ahora los dos podemos tener a Saga como maestro.

Camus no estaba seguro de comprender lo que estaba escuchando pero no necesitó de muchas explicaciones cuando el joven de Escorpión se inclinó hacia él y lo besó en los labios, al separarse el chico que le sonreía esperaba por algún tipo de comentario.

—Pero…tú…Saga y tú…

—Si—admitió sin dejar de sonreír.

Al de Acuario le tomó unos momentos más pero finalmente sonrió también, no estaba mal ¿Quién iba a pensar que Saga era tan devoto de su labor de profesor? Ellos dos estarían complacidos de continuar con su educación.

 

**********

 

 

FIN

 

Notas finales:

Espero que les gustara la trama, si nada sucede subiré una  nueva historia la semana entrante.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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