# Capítulo 3: Marcando territorio. #
Al llegar a casa Judal azotó la puerta y comenzó a gritar cuanta grosería se le cruzó por la cabeza.
-¿Qué sucede?- pregunta Markkio quien llegó corriendo al lugar.
-¡Ese maldito sistema de hermanos! ¡Que se jodan los mocosos!
-Hijo... sólo te lo sugerí, si no te gusta no tienes porque hacerlo.
-¡¿Crees que soy una mierda de hermano?! ¡Si, es verdad! ¡Soy el peor hermano del mundo! ¡No me acerquen a sus hijos porque les voy a joder su vida!- Sube de mala gana a su habitación y vuelve a azotar la puerta. Se quita su chamarra y la deja tirada en un rincón del cuarto.
-Maldito enano-. Frota con las manos su rostro para posteriormente lanzarse a su cama-. ¿Qué se piensa que puede hacerme sentir mal? ¡Ni madres! Ya mañana ni me voy a acordar de él. Que le chille a otro. De fin ese enano no tiene nada que ver conmigo.
Judal prende la radio de su habitación intentando relajarse con la música. Y logrando su cometido, sus ojos comienzan a cerrarse hasta quedar dormido.
☆
Aladdin llega a su hogar y es recibido por su enferma madre.
-Bienvenido hijo- tose un par de veces y sonríe.
-Hola mamá- le sonríe de vuelta.
-¿Te divertiste?
-¡Mucho! Mi hermano mayor es el mejor.
-Me alegro tanto amor. Anda, ve a dormir.
-¡Si!
Una de las cosas que Aladdin no le dijo a su madre fue que para los hermanos menores era necesaria la presencia de alguno de los padres para registrarlo. Y ¿cómo iba a decirle eso? Si apenas puede moverse, pero... ella estaba tan ilusionada con la idea de que su hijo saliera a divertirse con alguien que por eso se permitió omitir cierta información. Y claro, hacer cosas como cazar a un hermano fuera del lugar.
☆
A la mañana siguiente Sheba le insistió a su hijo que saliera a divertirse con su nuevo "hermano" y a Aladdin no le quedó de otra más que salir a jugar o lo que fuera al parque.
Al llegar ahí se sentó en uno de los columpios y poco después le hizo compañía en el de a lado un chico rubio mayor a él quien se ánimo a hablarle.
-Hola.
-Hola- le responde con una cálida sonrisa.
-Me llamo Alibaba ¿y tú?
-Aladdin.
-¿Vienes con alguien?
-Yo...
-¡Enano traidor!
-¿Eh? ¡¿Ju-Judal-kun?!
☆
El día comenzaba y Judal no pudo pegar el ojo en toda la noche, bueno, si, durmió como diez minutos y eso fué todo. Culpaba de ello al pequeño que conoció el día anterior. Era tal su molestia que salió de casa sin desayunar dispuesto a golpear al niño. Y a decir verdad no estaba seguro si lo encontraría, pero de igual manera saldría a buscarlo y en el primer lugar que vería sería el parque.
Al llegar allí le sorprendió encontrar rápidamente su objetivo, pero lo que le sorprendió aún más, fue verlo acompañado de un chico mayor con el cual parecía estarse divirtiendo mucho pues no paraba de sonreír. Eso sin duda lo enfureció y sin pensarlo dos veces se aproximó a ellos.
-¡Enano traidor!
-¿Eh? ¡¿Ju-Judal-kun?!
-¡Nada de "¿Judal-kun?"!- toma de la muñeca a Aladdin- ¡Este mocoso es mío!- lo jala y se lo lleva a otro lugar.
-¿Qué haces aquí?- pregunta Aladdin aún confundido por la situación.
-¡¿Qué que hago?!- tira del brazo y lo hace quedar frente a frente-. Tú me dijiste que era tu hermano ¿no?
-Si...
-¡¿Entonces?!
-Eso quiere decir que...- su rostro se ilumina de felicidad y sonríe ampliamente- ¡¿realmente quieres ser mi hermano?!
Judal no respondió pero lo tomó nuevamente de la mano y caminó a lado suyo, ahora con más calma.
-¿A dónde vamos?
-A una heladería. ¿A los mocosos les gustan ese tipo de cosas no?
-Pero... yo no tengo dinero.
-No hace falta, yo lo voy a pagar.
-¡No!
-¡¿Y ahora qué?!
-No puedo aceptar eso.
-¿Cómo por...?
-Bueno, es que...
-Sólo cállate y vamos.
-Bien.
El resto de la tarde Judal la pasó con Aladdin consintiéndolo- a su manera- y aunque no era alguien muy afectivo el pequeño entendió.
-Me divertí mucho Judal-kun- sonríe cálidamente-. Por cierto mañana...- no estaba seguro si continuar o no hasta que vió como su "hermano" lo miraba fijamente esperando a que terminara lo que iba a decir- ¿podemos volver a salir... mañana?
-Si.
-¡¿En serio?!
-Pues si, aprovechame ahora que estoy de vacaciones.
-¡Si! Y... ¿también te puedo presentar a mi mamá?
Judal sólo logró poner una cara de asco, no estaba muy seguro de si iba a ser del agrado de ella. Después de todo se veía que ese niño era muy ingenuo y siendo así, seguro la madre era una maníaca para poder cuidar de él.
-¿No quieres Judal-kun?
-Ya pues, pero si me revienta una escoba en la espalda ni creas que la voy a pagar ¿eh?
-Mamá no haría algo así.
-Pues uno dice y luego quien sabe.
-Eres muy divertido- sonríe y vuelven a caminar.
-Ya esta oscureciendo, mejor te llevo a casa.
-No te preocupes, puedo ir yo solo.
-¿Qué clase de hermano sería si hago algo así?
-Bien.
Judal prefirió acompañarlo para de paso conocer a su madre. No pensaba esperar hasta mañana, al menos hoy quería dormir y de fin si sabía que no le agradaba al menos ya no tendría atormentarse por ello. Al mal paso darle prisa ¿no?
-Aquí es. ¿Gustas pasar?
-Si, estaría bien.
Ambos entran con mucho cuidado. El lugar no era de lo más seguro que digamos y estaba lleno de piedras de diferentes tamaños. Después de pasar por todo eso, finalmente llegaron al lugar donde estaba Sheba.
-¡Ya llegué mamá!- pero no recibió respuesta, así que se acercó hasta ella e invitó a Judal para que también entrara- ¿mamá?-. Ella estaba en la cama con los ojos cerrados y una bella sonrisa. Pero seguía sin despertar- ¿Mamá?- Aladdin comenzó a preocuparse por lo que la sacudió.
-¿Hijo...?- despierta y se acomoda para saludar mejor a Aladdin.
-¡Mamá!- se lanza a abrazarla.
-¡Oh, vaya! ¿Qué pasó?- corresponde el abrazo y ve a un chico dentro de la casa.
-¿El es tu hermano?
-¡Ah, es verdad! Mamá, te presento a Judal-kun. Judal-kun, ella es mi mamá.
-Vaya, mucho gusto hijo.
-Ah... no...- No sabía ni que responder, se había quedado en blanco cuando creyó que... que ya no se encontraba con ellos. Por fortuna no era el caso, pero la mujer en verdad se veía muy mal. ¿Qué podría hacer para ayudarlos? Se preguntaba.
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