# Capítulo 4: ¡Sorpresa! #
Después de marcharse de la casa de su hermanito, Judal llegó a la suya más distraído de lo habitual.
-¿Hijo? ¿Qué pasa?
-¿Qué pasa de qué? -intentó bromear-.
-¿Algo salió mal?
-Si -continuó-, la verdad es que el enano me salió más baboso de lo que pensé- sonríe-.
-Ven -Markkio invita a su hijo a que tomara asiento en el sillón a un lado suyo-, ¿qué pasó?
Muy a su manera, Judal habló del tema. Y pese a la forma tan "despreocupada" de conversar, era más que evidente su angustia por el pequeño y su madre.
-Entiendo. Te gustaría hacer algo por ellos ¿verdad? Mira, mañana tengo el día libre, puedo ir a su casa si no es molestia, digo. Y podría ver que podemos hacer al respecto. ¿Te parece?
-Pues sí... creo que eso estaría bien.
-Entonces ya quedamos. Ahora ve a dormir.
-No. ¿Ya cenaste?
-¿Eh? -Markkio lo vio dudoso, jamás le había hecho esa pregunta-. No.
-Entonces espera un poco, voy a preparar algo de comer.
-Gracias... -el hombre no sabía que más decir. Su hijo era tan diferente. Pero prefirió no hacer comentarios al respecto, capaz y se ofendía el chico al ver que no valoraban su cambio.
☆
Aladdin había quedado más que complacido con la actitud de Judal. Fue amable con su madre, considerado e incluso cariñoso. No entendía porque el cambio, pero sin duda alguna lo agradecía. Todo había salido bien ese día. Y eso lo hacía muy feliz.
-Anda hijo, ve a dormir o no crecerás -bromea-.
-¡Esta bien mami! -alza las sábanas y se acuesta en la cama-. No te preocupes, creceré más que mi hermano mayor -sonríe y le da las buenas noches a su madre.
-Así se habla hijo. Crecerás fuerte y serás un hombre de bien.
Aladdin odiaba que su madre hablara así, y es que sabía que era una forma indirecta de decir que no lo vería crecer. Pero una parte de él lograba entenderla, hace años un médico le había dicho que no le quedaba mucho tiempo y aún con todo ello, su madre resistió cuatro años más. Y sólo hasta hace dos meses fue que quedó en esa condición. Sin poder levantarse, con horribles dolores, fiebre constante y muchos otros síntomas que lo hacían sentir impotente por no poder ayudarla.
☆
Finalmente había amanecido y Judal como en pocas ocasiones, se había levantado temprano. Nisiquiera pudo dormir por lo que le había comentado su padre. Quería apoyar a Aladdin y solo pensaba en lo feliz que lo pondría el saber que si podían ayudar a su madre. Pero claro, él no demostraba abiertamente sus sentimientos. Judal había dejado de hacerlo desde el momento en que falleció su amada madre. Se sentía tan triste y tenía ganas de llorar, pero vio como su padre se tuvo que mantener fuerte por él. Y si Markkio daba su mayor esfuerzo, entonces él también haría lo mismo. Hasta que finalmente sin darse cuenta, cerro su corazón, incluso para su padre quien en más de una ocasión buscó acercarse a Judal, convivir y regresar a esos momentos en los que corría hacia él.
-Hijo. Ya estoy listo, ¿nos vamos?
-Si.
☆
Aladdin había recibido una llamada la noche anterior. Al parecer Judal quería presentarle a su padre o algo así. Por lo que se levantó temprano sin molestar a su mamá, para preparar el desayuno. Pero antes de que pudiera hacer algo, la puerta de la casa sonó, se asomó por un hueco de esta y vio a su hermano mayor acompañado de el que probablemente era su padre.
-¡Si! -el niño abre la puerta y le saluda Judal con un "¿qué hay?" Para después ser saludado por el señor con mucha ternura-. Bienvenidos.
-Muchas gracias -responde Markkio quien cariñosamente acaricia su cabeza-. Por cierto, ¿esta tu mami? Me gustaría saludarla.
-Si, esta es su habitación, es por aquí -guía a los dos invitados a donde su madre y al llegar ella ya estaba despierta.
-Buenos días y bienvenidos.
-Buenos días señora -se acerca a Sheba y aprovecha para susurrarle al oído-. Disculpe la molestia, ¿podría hablar con usted? -ella asiente y le dice a su hijo que vaya a jugar con su hermano.
Ya afuera Judal y Aladdin comienzan a platicar, más el niño que el otro chico. Pero igual él escuchaba todo lo que su hermanito le tenía que decir. Y así pasaron los segundos y los minutos.
-¿No crees que ya se tardaron Judal-kun? ¿Qué estarán haciendo? -pregunta curioso el niño.
-Si, yo también siento que ya se tardaron esos dos.
De pronto Markkio sale a avisarles que entren porque hay algo importante que deben de saber. Extrañandos, ambos obedecen sin hacer preguntas.
Ya dentro, ambos padres les sonríen para decirles.
-¡Me voy a casar!
-¡¿Eh?!
Aladdin estaba feliz, pero Judal estaba sorprendido. Le pidió ayuda para que pudieran apoyarlos. En cambio jamás esperó que su padre intentara ligarse con éxito a la madre de Aladdin.
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