# Capítulo 4: El inicio de mi felicidad. #
Después de aquél día sólo hubo paz y tranquilidad. Al parecer ya no había nada de que huir y Leila estaba más feliz que nunca. Por primera vez sentía que tenía una familia; que pertenecía a un lugar; que habían personas que la querían de verdad, personas a las que le importaba. Pero también sabía que la vida debe seguir y ya no había razón para retenerlos ahí.
-¿Qué pasa? -se acerca Aladdin a Leila quien miraba con nostalgia hacia la ventana-.
-Nada -responde apática sin voltear a verlo-.
-¿De verdad?
-Si.
-¿En serio? Pues yo pienso que no eres sincera.
-¿A qué te refieres?
-Tú sabes, si quieres algo pelea hasta conseguirlo.
-¡¿Eh?! -finalmente voltea hacia el niño y lo mira fijamente-. Pero... Dunya, yo no... -suspira- ella fue la primer persona que confío en mí, la primera que me ayudó desinteresada y la primera en enseñarme que puedo vivir libremente. Pero... -baja la vista avergonzada- yo no soy una buena persona. No merezco ser su amiga. Ni siquiera merezco su bondad. La de ella ni la de cualquier otro. Ayudé a esos sujetos en muchas cosas y... yo no...
-¿Tú que opinas Dunya-onesan?
-¡¿Eh?! -Leila levanta la vista y observa a la chica frente a ella cargando un tazón con sandía- ¡Yo lo llevo! Se ve pesado -se levanta de golpe de su asiento y se acerca a ella-.
-No en realidad -sonríe dulcemente y niega de modo cortés el ofrecimiento mientras deja el tazón en la mesa de la sala-.
-Voy a ver a Ugo-kun -se despide agitando su mano y deja solas a las dos chicas-.
-¿Lo escuchaste todo? -pregunta Leila.
-La mayor parte.
-Entonces supongo que ya no querrás ser mi amiga, ¿cierto?
-¿Y por qué no?
-Pues -rasca su nuca a causa del nerviosismo-, soy una mala persona. Y tú eres...
-Yo soy Dunya, ¿y tú? ¿Cómo te llamas?
-¿Cómo? ¿Qué... qué haces?
-Hola, mucho gusto. Soy Dunya -toma delicadamente su mano a modo de saludo y repite las preguntas.
-Ah... soy Leila.
-¡Mucho gusto Leila! ¿Sabes? Tu nombre me recuerda al de una amiga muy querida para mí. Gracias a ella la vida de mis padres y la mía fueron salvadas. Pero jamás pude agradecerle.
-¿Eh?
-Se fue un día sin decirme nada y yo siempre quise devolverle el favor. Decirle que era alguien muy importante para mí y que los días que pasé con ella pese a la mala situación, fueron muy divertidos.
-Pero no conocías el pasado de ella, las cosas que hizo y el horrible humano que era.
-A mí nunca me importó su pasado, yo solo quería que formara parte de mi presente y con suerte del futuro.
-Pero...
-Ella tampoco conocía mi pasado. Jamás supo que fue ella, quien me ayudó a pelear y seguir adelante -sonríe dulcemente-, y quien hizo que me aferrara a la vida. Ahora me siento mejor que nunca -estrecha ambas manos de Leila-, gracias a ti.
-Dunya... -sonríe entre lágrimas y la abraza-.
-Leila.
Esto era solo el inicio de una nueva vida, una nueva familia. Leila tenía un largo camino lleno de aventuras y alegrías por delante junto a su querida Dunya.
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