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El chico que vivió para escupir flores. por mugiwaranotorao

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Notas del capitulo:

Siento sí los personajes se salen de personalidad, me cuesta un poco mantenerlos. Mientras tanto, disfruten de la actualización.

Los dolores cada vez eran más insoportables y más duraderos, las punzadas se incrustaban en su espalda, obligándole a retorcerse bajo su propio cuerpo, su garganta ardía y su boca quemaba. El incremento de las medicinas para el dolor parecía no hacer ninguna clase de efecto, cada vez se sentía peor. El arco de dolor que experimentaba incrementaba cada vez más y más, haciéndole llorar de frustración. Sentía algo rasposo y grueso recorrerle desde los pulmones hasta la garganta, sin embargo todo se tenía ahí.

 

De ahí, no avanzaba más, pero su boca parecía querer escupir un fuego tan rojo y vibrante como su propio cabello, sus labios ardían como si de picantes fuertes le hubiesen colocado una pasta sobre ellos.

 

Decidió levantarse de la cama y prepararse un café lo suficientemente fuerte y tomarse unas pastillas para dormir, al menos en ese estado de inconsciencia auto producido podía dejar —mínimamente— de lado sus pesares y su agotamiento físico, psicológico y sentimental.

 

Retiró la pequeña manta que cubría su fornido y destrozado cuerpo, la tomó por una esquina y la lanzó con poca fuerza hacía el lado contrario de sí mismo, resopló y tomó su dolorido pecho con una de sus manos. Perezosamente bajo uno de sus pies y luego el otro, con su mano contraria rasco la parte baja de su cabeza y negó. No tenía ni las fuerzas ni las ganas de lavarse los dientes, le importó un carajo tener la boca maloliente y así caminó al cuarto contiguo a su pieza, donde se encontraba la rustica cocina de azulejos aguamarina; apenas contaba con una estufa clásica de cuatro parrillas y un horno debajo de ella, en color negro, al lado, estaba el fregadero y delante de ella una barra mediana, que el pelirrojo siempre ocupaba para comer, detrás de ella, estaba una encimera que abarcaba el largo de la pared, a un lado, un refrigerador moderno en color plata y a su lado, en la parte de arriba, sobre la encimera, una serie de tres cajones.

 

Aún con la mano en su pecho, buscando un punto de apoyo a su creciente dolencia, dejo escapar el poco aíre que podía retener, con la mirada busco un pocillo de metal lo suficientemente grande para calentar un poco de agua y poder hacerse su café. Lo encontró al lado de la estufa, en el lavabo, volteado. Abrió la llave y del grifo vertió una cantidad más que suficiente de agua, encendiendo la hornilla, colocó el utensilio sobre el fuego y dejo que el líquido se calentará poco a poco.

 

• • •

 

Nami había llamado un tanto preocupada a Luffy, quería ir a ver el estado de Law, aunque recientemente se había unido al grupo, le importaban mucho sus amigos y el moreno de tatuajes no era menos que eso, aunque lo había conocido muy poco. El moreno de apellido D, le comentó que estaba por llegar al hospital, que la esperaría ahí. 

 

Pasaron a la habitación del cirujano, y la pelinaranja extrañada observaba al chico, no mostraba señal de interés o preocupación, parecía un maniquí, con la pierna cruzada con una rodilla sobre la otra, con una revista en las manos y observando de cuando en cuando a Law —Nami, tengo hambre— fue lo único que mencionó el chico antes de levantarse y dirigirse a la cafetería del hospital. No recibió alguna invitación ni nada, así que resignada siguió al chico a la distancia. Le parecía muy extraño.

 

En los comedores estaban unos chicos conocidos, un peliverde y una morena bastante alta. Zoro y Robin, los reconoció rápidamente, el de sombrero se sentó a su lado, sin cortesía sin modeles y parecía que los chicos poco o nada le importaba la situación, estaban centrados en beber su café. Ella simplemente no lo soportó y presa de la furia, estalló —¿no se suponía que tu gran amor era ese chico que está en cama? ¿No amabas con toda tu alma y corazón a Torao? —trató de imitar el tono y apodo que le había dado— entonces, ¿por qué actúas como si no te importará el chico, que se supone, amas? ¡¿Cómo se puede ser tan hijo de puta?

 

El chico dejo su desabrida comida de lado y respiró profundo, nadie hacía comentarios porque sabían a la perfección la situación, bueno, al parecer, no todos. Alzó su oscura mirada, su fría y solitaria mirada a la chica delante suyo —Nami— suspiró cansino mientras su boca se volvía una fina línea, ocultando sus nulos sentimientos, prosiguió hablando ecuánime y sin pizca de empatía, solo era un tono neutro— yo perdí mi capacidad para amar —se detuvo un instante para seguir hablando de manera normal— y junto con ella, todos mis sentimientos. Amé mucho a Law, lo amé demasiado, lo amé de una forma en que nadie he visto que amé… pero las circunstancias no se dieron, pensé que él jamás me correspondería, esa culpa siempre será mi carga —dejó escapar el aíre que se retuvo en sus pulmones— y decidí operarme por tercera vez, no era la primera ocasión que me pasaba. Sabía las consecuencias y egoístamente lo hice. Poco tiempo después Law confesó sus sentimientos por mí… pero no pude corresponderlo, me había resignado a ser un chico que solo nació para escupir flores pero —bajo la mirada y continuó— él se negó a la ayuda a pesar de ser médico y por mi culpa está ahí…al borde la muerte, porque no acepto que yo no podía amar —apretó sus puños— y que él estaba enfermo. Así que no es lo que piensas… simplemente no puedo sentirlo.

 

• • •

 

Lo había olvidado, tan centrado había estado en sus recurrentes síntomas y cavilaciones, que olvido el momento en que había terminado su frasco de café con extra cafeína, y lo único que tenía a la mano era un sobre de té de manzanilla, muy probablemente de la chica pelirrosa con quien compartía casa, porque de su mejor, Killer —quien también vivía ahí— definitivamente no era —¡A la mierda!— fue lo único que atino a pronunciar resignado y molesto con si mismo mientras remojaba el té de frutos rojos y albahaca en su agua caliente.

 

Cuando estuvo lo suficientemente cargado, apartó la bolsita con la infusión y tomó un sorbo, joder, sabía a rayos, demasiado dulce en contraste del toque fresco que le dejaba la fresca planta. Con una vena saliente y mandando al infierno a la chica, tomó una pastilla rosa y una azul, omitiendo las recomendaciones —porque se encontraba harto de ellas— tomó las de una sola vez, sintiendo un momentáneo alivio a su pesar para poco después sentir un shock eléctrico recorrerle todo el cuerpo, mandándolo al piso en un dos por tres.

 

Así que esto pasaría si las tomaba juntas, eh —musitó aun el suelo— debería hacerlo más seguido, el dolor es insoportable y ahora no lo siento. ¡Ni los malditos vellos siento, carajo!

 

Por sus cavilaciones y maldiciones nunca escuchó la puerta abrirse, ni el click de la cerradura trabarse nuevamente ni menos, la sonrisita burlona de su amigo de la infancia, solo se percató de su presencia cuando alguien lo tomó por un brazo y lo colocaron sobre unos fuertes hombros —no tienes remedio, Kid— pronunció burlón su compañero— ¿qué hacías tirado ahí en el piso?— Con poco esfuerzo, tumbó al pelirrojo en el sofá de la sala y él se sentó frente a su amigo conservando la risita en sus labios, que a duras penas se veía por su desordenado cabello.

 

¡Sí vienes a burlarte, vete por donde llegaste, Killer! Y me vale una reverenda mierda si vives aquí. A burlarse en su cara de otro, vám…

 

Kid, hermano, estoy preocupado por ti —le cortó de pronto el rubio, relajándose en el asiento, colocando su espalda relajada en el descanso del asiento— primero respóndeme, ¿por qué mierdas estabas tirado cuando llegue?

 

Tomé mis pastillas —observo la muda pregunta reflejada en la apenas visible enmarañada mata de cabellos rubios— se supone que debo tomarlas con una diferencia de dos horas, pero me sentía —se corrigió arrugando un poco su frente— siento muy mal, tomé ambas al mismo tiempo.

 

Su amigo lo observo eternos segundos, para después suspirar y negar. ¡Estaba más mal de lo que pensaba! —Kid, ¿sabes qué es lo que tienes? —cuestionó realmente interesado a lo que el otro chico, negó cabizbajo, realmente extraño para ser de la persona que tenía delante— Kid, ¿tú sientes algo por Trafalgar? —preguntó sabiendo la respuesta. Respuesta que fue contestada por las encendidas mejillas del nombrado— ¿y qué hay de Mugiwara? —su frente aún arrugada, se tensó un poco más y sus mejillas subieron de tono, confirmando así las sospechas del chico de nombre raro y tétrico— ¿sabes que uno puede morir de amor no correspondido?

 

Córtala, Killer. Eso solo sucede en los mangas.

 

No, en serio puedes morir por un amor no correspondido sino se trata a tiempo —prosiguió con su explicación— tanto Mugiwara como Trafalgar lo han sufrido, y hermano, tú debes prestarte atención. Amas a los dos por igual —aseveró— aunque Luffy solo perdió su capacidad para amar y Law que no lo quiso aceptar, termino de la manera en que está.

 

¡Ya lo sabía! —gritó colérico— Mugiwara me lo repite cada que dio indicios de mi amor por él y Trafalgar apenas y vive. ¡Ya lo sabía, joder! Pero no lo quería aceptar —derrumbado apretó fuertemente sus ojos, evitando infructíferamente que desprendiera algunas lágrimas— ¡no quería! ¡Quería pensar que Trafalgar despertará y Mugiwara estaría a mi lado entonces! ¡Quería creer que les confesaría mis sentimientos y ambos me correspondieran! ¡Quería… ¡Quería muchas cosas con ellos, pero seguramente moriré por estas estúpidas flores que deben estar dentro mío! Joder, Killer, ¿Por qué a mí?

 

 

• • •

 

 

 

CONTINUARÁ...

Notas finales:

No odien a Lu, él ya ha sufrido mucho, por muy «hijo de puta» que parezca, —como dice Nami—, tiene su explicación, aunque no lo sabremos en esta historia. 
Gracias a quienes votan y comentan.


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