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Fiesta de Navidad por Sh1m1

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Malfoy Manor, Wiltshire: 3 días para la fiesta de Navidad.


 


 


—Hijo, ¿es cierto que este año no habrá fiesta de Navidad en el Ministerio?


 


 


¿En serio? ¿Hasta en su casa le iban a preguntar porque no había fiesta de navidad?


 


—Exactamente, madre.


 


 


Habían sido unos días muy complicados, le había ido a ver hasta el Ministro, todos tenían planes para poder hacer la fiesta. Quitaban de un lado, ponían de otro. No se daban cuenta que era 21de diciembre, los presupuestos estaban cerrados y él hacía meses que había avisado, nadie le hizo caso.


 


Se sentía una mala copia de Potter cuando dejo que Voldemort había vuelto. 


 


Y Potter de nuevo, ese no había vuelto a ir a su despacho, sin embargo se lo encontraba por todas partes. El lugar era grande, ¿por qué siempre tenía que encontrárselo?


 


La sonrisa, la misma de siempre, le crispaba los nervios. Cuando acabara esa estúpida semana y volvieran de vacaciones iba a tener una charla con él.


 


Vale que le hubiera besado, pero de eso hacía años, estaban en el calor, nunca mejor dicho, de la batalla cuando le rescató de las llamas del fuego maldito.


 


Había sido un impulso, solo eso, estúpido. Casi se muere, uno hace idioteces cuando cree que va a morir, ¿no? Él había besado a Potter, y lo había visto marchar de nuevo a la batalla.


 


Nunca más hablaron, ni siquiera tras su juicio pudo hablar con él. Tampoco sabía qué decirle, fueron días muy difíciles para su familia.


 


Y después ya no hubo opción, él estuvo dos años en la escuela de Economía, y Potter tres en el campamento para aurores.


 


Cuando volvieron a coincidir en el Ministerio, parecía una estupidez comentar algo que sucedió hacía años, siendo solo críos, seguro que Potter ni siquiera lo recordaba.


 


Además unido a todo ello, Draco habían comenzando a sufrir de los síntomas del efecto Potter cada vez que estaban cerca, porque en esos tres años un chico podía convertirse en un hombre, y menudo hombre.


 


Potter nunca le había dicho nada sobre su estúpido beso, así que él tampoco lo iba a nombrar, pero cinco años después de todo aquello de la guerra, de las muertes y de los besos, era hora de superarlo.


 


Lo malo de todo aquello era que Potter no dejaba de mirarlo con aquella sonrisilla, y Draco aunque había renunciado a muchas cosas, seguía siendo alguien aún lo suficientemente orgulloso para poner sobre la mesa uno de los momentos más vergonzosos de toda su vida.


 


Pero había llegado el momento, no iba a dejar que ese estúpido de Potter siguiera haciéndole eso.


 


Después de las Navidades se dijo a sí mismo, como una promesa, era hora de asumir sus responsabilidades y liberarse de esa tontería y sus efectos.


 


Quizás también pudiera buscarse un novio, podría salir más, no pasar tanto tiempo en el Ministerio.


 


 


Eso era, un buen novio, alto, moreno, con una sonrisa encantadora y bonitos ojos verdes...


 


Mejor olvidar los ojos, y la sonrisa, quizás pudiera solo ser moreno, había muchos morenos guapos por Londres, no había nada de malo con los morenos.


 


 


—Hijo, ¿seguro que no se puede hacer nada para la fiesta? Aunque sea organizar una mucho más modesta.—Su madre le miró curiosa—Es una tradición importante en el Ministerio.


 


 


Se había olvidado que estaba tomando el té con su madre, en su casa, y la dichosa fiesta era incapaz de salir de su vida. 


 


 


—Madre, hemos salido de una guerra, se ha estirado el dinero, incluso nuestro propio dinero.—Draco estaba cansado, era domingo y aunque no lo creyeran él había hecho todo lo posible por no tener que suprimir la dichosa fiesta.—Este año no habrá fiesta.


 


 


Narcisa Malfoy era una mujer fuerte, aunque fuera su madre podía apreciar su belleza, y también cuando no estaba contenta con algo. Como una paranoia remanente de la guerra sus padres siempre querían que Draco no sufriera ninguna consecuencia.


 


Conocía lo suficiente a su madre para saber que eso era lo que le preocupaba, cómo pudiera afectar todo aquello a Draco.


 


 


—Todo estará bien, solo es una fiesta y después de las vacaciones nadie lo recordará.


 


El intento de tranquilizar a su madre había sido insuficiente, pero debería bastar.


 


 


Los domingos, a pesar de amar con locura a su madre, y a pesar de que hubieran pasado cinco años del fin de la guerra, Draco deseaba tener otro lugar en el que estar.


 


La mayoría de días llegaba tan cansado que no podía adentrarse en aquellos oscuros recuerdos, y desde que habían podido volver a la mansión usaba una técnica de distracción altamente vergonzosa pero también efectiva.


 


Recordaba cada mirada, cada sonrisa, cada síntoma que había sentido esa semana por Potter.


 


¿Cómo serían sus labios a día de hoy?, ¿cómo serían sus manos, incluso su olor? ¿Cómo sería besarle de nuevo? Y la escala iba ascendiendo, ¿cómo sería estar con Harry Potter?


 


Sabía que aquellas fantasías eran las principales culpables del efecto Potter, pero hacía años que solo ellas le hacían evadirse de su realidad, de su habitación, de la mansión.


 


Al día siguiente se sonrojaría al verle y recordar cómo había gemido su nombre mientras se corría imaginando cómo sería estar con Potter.


 


Ese día no fue diferente, y la determinación de buscarse un novio caló aún más hondo.


 


No podía seguir así.


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