Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fake Out por mary chan21

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Actualizando a tiempo! Me encanta esto, ahora que volví a escribir casi siento que puedo acostumbrarme ;;

Los personajes son propiedad de Maki Murakami.

Capítulo III

La madrugada ya se había ido, y Ryuichi supuso que la actividad en la empresa ya había comenzado cuando se abrió la puerta.  Sus compañeros de banda entraron, y él trató de componer una sonrisa, en un vano intento de tranquilizar el aviso que de seguro les habían dado, sobre él llegando como un maniaco a encerrarse a grabar por varias horas seguidas. No sabía cuántas, pero estimaba al menos unas catorce. Suponía que le harían falta muchas más para desahogarse tras todas las estupideces que hizo ayer.

No soportaba la idea de haber lastimado a alguien.

—Buenos días, conejito —saludó Noriko, y él se lamentó por preocuparla. Odiaba ser así de impulsivo, pero incluso sabiendo que ellos se enterarían no pudo evitar venir hasta NG a desatar sus emociones. La garganta le dolía, y lamentó no haber tomado siquiera agua en todo ese tiempo. — Te traje el desayuno. Nosotros todavía no comemos, ¿quieres hacernos compañía?

La amable pregunta conmovió su corazón, y al ver las loncheras que traía su amiga se sintió enternecido. Aun así, él no merecía eso, y negó con la cabeza.

—Comeré más tarde, Nori-chan. Te lo prometo —añadió, al ver la decepción en los ojos de su amiga. Ella asintió, y como lo conocía como nadie le extendió una botella de agua de todas maneras. El castaño la tomó, indeciso, pero dispuesto a ceder al menos en frente de ella.

Dio un largo sorbo, primero solo para demostrarle a ella que pretendía cuidarse, pero luego tomó más al darse cuenta que incluso estaba más sediento de lo que creía. Cuando finalmente bajó la botella esta estaba casi hasta el final.  Supuso que verse así de desesperado no iba a ayudar a dejar tranquila a Noriko, mas vio que ella simplemente se despedía con la mano y salía.

Entonces notó que estaba a solas con Tohma.

El hecho era aterrador por muchos motivos: primero, porque el rubio estaba callado, y no le quitaba la vista de encima. Segundo, porque él fácilmente se ponía nervioso cuando había mucho silencio. Tercero, porque la habilidad de Tohma era leer la mente, y aunque desde el inicio habían acordado que no la utilizaría con los miembros de la banda, a veces se hacían excepciones, que estaban explicitadas en su propio contrato.

Uno de los motivos por los que podía actuar era ver que uno de ellos estaba en peligro, aunque fuese por ponerse ellos mismos en peligro. Suponía que este era uno de los casos en que podía intervenir.

Sin embargo, el mayor simplemente se sentó frente a él, y por alguna razón esperó a imitarlo hasta que el otro le hizo una seña. Tragó, preguntándose si ya estarían examinando su mente, y si debía prepararse para un interrogatorio, un regaño o directamente una pelea por meterse con un miembro de su familia política.

—Entonces… ¿vas a decirme qué es lo que te tiene así?

La inofensiva pregunta lo encontró con la guardia baja. Entendió que todavía no hurgaban en su cerebro, y se sorprendió al admitirse que lo hubiese preferido; se sentía incapaz de confesar la atrocidad que había hecho, hubieran razones o no para ser un imbécil.

—No sé por dónde empezar. De momento, solo puedo decir que cometí un error… más de uno, en realidad, y debo encontrar la manera de disculparme pronto. Tal vez cuando logre disculparme con el afectado… consiga decírtelo a ti también —tragó, sin saber si eso sería suficiente para apaciguar al tecladista.

— ¿Y hay algo con lo que pueda ayudarte?

—Sí. Bueno, no, yo… no lo sé —Diablos, tenía tantas preguntas, muchas de las cuales quizá podía responder su amigo. Para comenzar, eran sus estúpidas dudas las que lo habían llevado a comportarse como un desgraciado. Tal vez, si Seguchi le contestaba por qué existía esa marca, y cuál era la relación de los hermanos Uesugi… Pero no, no tenía por qué pedirle eso. Significaba hurgar en el pasado de Tatsuha, sin conocimiento ni consentimiento de éste además, y cuando todavía no se disculpaba.

Tohma notó su ansiedad, y apoyó una tranquilizadora mano en su hombro.

—Ryuichi, te conozco desde hace años. Sé que no harías nada con mala intención. Puede que hayas hecho algo malo pero, a quien sea que haya sido, si te conoce aunque sea un poco sabe lo mismo que yo y va a escucharte.

—No sé si se puede decir que me conoce realmente —murmuró, recogiendo su abandonado peluche del asiento contiguo. Jugueteó con las orejas de su fiel compañero afelpado, y volvió a lamentarse por su maldita actitud. Si Kumagoro pudiese hablar, tampoco habría estado de acuerdo con sus actos.

— ¿Es alguien nuevo? —inquirió, y el ojiazul entendió que se refería a alguna posible conquista. Negó con la cabeza, porque después de lo que había hecho sería incapaz de insinuarse siquiera a Tatsuha, por más intrigante y guapo que éste le pareciera. No tenía derecho a intentar nada con él luego de lastimarlo. — ¿Le conozco?

Tras unos momentos, el cantante asintió. Su amigo parecía pensativo, como si tratase de adivinar a quién podía haber dañado, a quién había visto decaído o algo similar. Sin embargo, no pareció que hiciera mucho esfuerzo en ello, porque poco después preguntó—: ¿Crees que yo debería saber de quién se trata, o qué fue lo que pasó entre ustedes? Tal vez no quieras mi ayuda, pero quizás la otra persona sí. En verdad quiero ayudarte, Ryuichi. No nos gusta verte de esta forma.

Ryuichi asintió, pero tenía las palabras atrapadas en su garganta. Abría la boca y volvía a cerrarla, apretando con labios con fuerza. Sentía que el aire no le llegaba a la cabeza, a tal extremo que era incapaz de ordenar las ideas en su mente. ¿Por dónde empezar a hablar? ¿Cómo debía de seguir a partir de ahora? En estos instantes, todavía se sentía atrapado en el momento de ayer, y no podía quitarse de encima la asustada mirada del pelinegro.

Finalmente, tomó la mano de su amigo y cerró los ojos. No aguantaba más el caos de su mente. Era mejor que lo viese por sí mismo si quería saber cómo ayudarlo. Tohma entendió lo que pretendía, y cerró los ojos para comprender el caos que pasaba por la mente del otro.

—Realmente siento tanto lo que hice —confesó, viendo tras sus párpados cómo se repetía rápidamente todo lo que sucedió ayer— Solo quería saber si podía dejar a Shuichi en sus manos, si podía confiar en ellos, y yo… yo no tengo justificación por haberle hecho eso, Tohma —Supo que el contrario estaba de acuerdo con él por la forma en que apretaba sus manos. Pero no calculó que tan enfadado estaba hasta que las imágenes acabaron y abrió los ojos, encontrándose con furia pura reluciendo en sus ojos verdes.

—No puedo creer que te hayas atrevido a hacerle eso a Tatsuha —acusó, y su tono temblaba por la ira contenida. Ryuichi estaba seguro de que jamás lo había oído así, perdiendo la compostura y cediendo al enojo. Su mano dolía por el agarre, y parecía que el otro ni siquiera se fijaba en la fuerza que ejercía. — Después de todo lo que ha sufrido, ¿te atreves a hacerle algo así?

—No quería llegar tan lejos —se excusó, sabiendo que no conseguiría apaciguarlo con eso. ¿Cómo, si tampoco había funcionado consigo mismo, y él ni era cercano al chico? — No pensé que obtendría ninguna respuesta preguntando, pero sé que eso no es suficiente para haber hecho esto. Y quiero pedirle perdón a Tatsuha, no quiero que tenga problemas con Yuki por mi culpa.

— ¿Problemas con Eiri? Ya tenía suficientes problemas con él antes de que tú intervinieras —replicó mordaz, aunque lo cierto es que Ryuichi ya no estaba preocupado por su actitud. Le preocupaba más lo que había dicho, y todos los posibles significados que tenían esas palabras. — Si vas a pedirle perdón a Tatsuha, supongo que tendré que explicarte parte de sus problemas. No quiero que vayas a arruinarlo más.

La seriedad con que lo dijo, y la implícita advertencia que yacía debajo, le hicieron asentir con temor. Tohma asintió también, y por fin soltó su maltratada mano. Se notaba que no se le hacía fácil pensar en lo que iba a decirle, y Ryuichi nuevamente se lamentó por haberse metido en este lío. No era más que un entrometido que ahora debía remediar su error, pero cuánto costaba. Ni siquiera estaba seguro de estar preparado para oír esa historia. —Tú conoces la habilidad de Eiri-san, ¿cierto?

El castaño volvió a asentir, aunque con evidente confusión, porque realmente no entendía qué tenía que ver eso con los problemas del menor de los Uesugi. El rubio se limitó a mirarle, él mismo confuso por cómo proseguir. — Eiri-san es famoso por poder transportar a la gente dentro de sus libros. Suena a una idea bastante romántica, pero es así solo porque Eiri la raciona y  maneja muy bien ahora. En el pasado tuvo una muy mala experiencia justo cuando la obtuvo, una que no tengo el derecho de contar, pero que lo hizo enloquecer por un tiempo. Estaba solo, en el extranjero y lejos de su familia, y un tipo trató de hacerle daño. Acabó por utilizar su habilidad para defenderse, y él quedó atrapado dentro de su libro. No fue como con el resto de las personas, que simplemente ven lo que sucede en la historia a través de sus ojos. Quedó atrapado por completo, su cuerpo y su mente. Podía intervenir en la historia, y cuando la policía llegó no sabían qué hacer. El tipo había hecho algo abominable, pero no podían juzgarlo de esa manera. Al que sí podían juzgar era a Eiri, y lo presionaban para que lo sacara de allí, pero jamás lo logró. Quienes tomaron su caso estaban realmente enfadados. Él solo tenía dieciséis años, pero le decían que había cometido un asesinato.

El cantante sintió un nudo en el estómago ante tal relato. Se imaginó a Yuki, asustado y solo, siendo acusado por haber hecho lo posible por mantenerse con vida.  La sola imagen era suficiente para conmoverlo, pero no llegaba a entender cómo Tatsuha pudo verse afectado por este hecho cuando ni siquiera se hallaba allí.

Tohma, perdido entre sus recuerdos, siguió hablando, con evidente culpabilidad en su rostro. — Fue culpa mía que llegara a conocerlo. Pude ahorrarle mucho sufrimiento… a él y a su familia. Fui a buscar a Eiri, y conseguí que lo dejaran libre y que volviese a Japón. Pero él había cambiado. Toda esa horrible experiencia transformó al dulce niño que era.  Necesitaba ayuda psicológica, y aunque se la ofrecimos siempre se negaba a hablar. Se la pasaba encerrado en su pieza, y aunque tratábamos que saliera no funcionó. Tatsuha también era solo un niño, y extrañaba a su hermano. Lo extrañaba desde su viaje, por tanto tiempo fuera y después por su indiferencia.

Ryuichi ya veía venir a dónde se dirigía la historia. Quiso pedirle a su amigo que se detuviera, que no necesitaba escuchar más, pero su voz le falló. Ojalá su mente pudiese largarse también y no enterarse de nada más. —Tatsuha acababa de cumplir once cuando sucedió. Había entrado a escondidas al cuarto de su hermano. Siempre decía que quería jugar con él, pero nosotros no se lo permitíamos, queríamos darle espacio para recuperarse.  Supongo que no pudo entender eso a su edad. Entró, y nos contó que vio que dormía aferrándose a un libro estropeado. Comenzó a hojearlo, y dijo que el libro era mágico… que las palabras cambiaban y se escribían solas.

El horror que sintió debió ser evidente por la forma en que lo miraba su amigo. —Sí, era el mismo libro. Había traído el libro en el que seguía atrapado ese desgraciado. Yo no sabía, nadie se enteró hasta que fue muy tarde. Y nosotros estábamos tan preocupados por Eiri… que dejamos de lado a Tatsuha. De haber estado más pendientes de él, nos habríamos dado cuenta de los cambios por los que estaba pasando, los cambios que no tenía a quién decirle. Habríamos podido prevenir todo eso, pero no fue así.

Tratando de mostrar su apoyo, Ryuichi nuevamente tomó su mano. Se daba cuenta de que no era na historia fácil de contar para su amigo, que hasta el día de hoy se culpabilizaba por no haber podido evitar ese accidente pero ¿qué más podía hacer ahora? Al menos ayudarle a enmendar su error con el moreno, y evitar darle un motivo más de sufrimiento. —Estábamos ocupados con nuestros propios asuntos, y nuestras búsquedas de ayuda para Eiri. Si hubiésemos estado aunque sea un poco menos distraídos, al menos nos habríamos fijado que el primer calor de Tatsuha había llegado, y que estaba a solas con un alfa. Pero ninguno notó que su casta se estaba manifestando.

El cantante se removió incómodo en su asiento. Si el calor llegó ese día, era seguro que debió haber alguna señal antes, que le hubiera permitido protegerse con supresores. Pero una vez que llegaba estos eran poco efectivos, por no decir inútiles. Pensó en consolar a su amigo diciendo que incluso si se hubiesen dado cuenta ese día tal vez también habría sido tarde, pero supuso que ya lo sabía; simplemente no podía dejar de lado el remordimiento. — Eiri despertó al sentir su olor, y se enfureció al verlo leyendo ese libro maldito. Lo empujó, se lo quitó de las manos y comenzó a gruñirle. Supongo que incluso su instinto veía el libro como algo muy importante de su propiedad, porque pese a verle así por primera vez, como un omega, no se mostró interesado en tomarlo. Es algo por lo que podemos dar gracias —tragó— Pero los alfas son posesivos, y no solo con sus omegas. Eiri lo vio como una amenaza, como un omega desafiando su autoridad de alfa. Yo me encontré con Tatsuha después de eso. Había ido de visita para visitar a Eiri, pero me lo encontré antes a él, abrazando sus rodillas en el pasillo. Su mente era un caos, y accidentalmente acabé viendo sus recuerdos. Luego de eso él no se acordaba bien de mucho. Veía que le gritaba, pero no entendía qué cosas. Vi golpes, y vi que prefirió no mirar. Vi cuando se lanzó a morderlo, y entonces todo se perdía en lágrimas, sangre y dolor. Y cuando por fin acabaron esas imágenes, me di cuenta que estaba ocultando la herida en su cuello, y que eso no era ninguna pesadilla… Le habíamos fallado a ese niño también. Jamás podremos perdonarnos eso. —Al decirlo, lo miró directamente a los ojos— Pero ese no es tu problema, Ryuichi. Quizás él sí puede perdonarte a ti, porque incluso nos perdonó a nosotros.

***

No sabía qué hora era, aunque eso no detuvo sus pasos al estacionamiento. Necesitaba largarse de NG, escaparse lejos de todo excepto de su  consciencia. Tohma le había contado un par de cosas más, pero no lograba dimensionarlas. No podía imaginar el dolor de Tatsuha por ser marcado y verse alejado de su alfa el mismo día, cuando todavía no entendía qué le había pasado y por qué. No podía imaginar el malestar que debió significar vivir en la misma casa, pero que éste continuara indiferente y sin atenciones, demasiado hundido en su propio padecimiento como para fijarse en alguien más, y menos aún lo difícil que debió haber sido presentarse ante la sociedad como un omega ya marcado. Debió significar la caída social para él.

Aunque tengo claro eso, sigo sin poder imaginar todo lo que ha perdido.

Turbado, rebuscó en su bolso las llaves del auto, y cuando estaba a punto de abrirlo reparó en la figura que estaba mirándole junto a éste.

— ¿Tatsuha? —Su voz apenas salió como un susurro cohibido, mas el pelinegro pareció escucharle. Se lamentó por no haberse fijado antes en su presencia, y se preguntó si acaso no era muy tarde para fingir que había olvidado algo en la oficina y huir como un cobarde. No estaba listo. Todavía no terminaba de digerir su tragedia como para ser capaz de disculparse. Simplemente no podía cuando aún estaba aceptando todos los traumas que debió revivir con su estúpido acto.

—Buenas tardes, Sakuma-san —saludó el moreno, y él no supo cómo sentirse. Le veía bastante compuesto, mucho mejor a como creyó que estaría, aunque puede que influyera el hecho de que no sabía que él fue el idiota que lo engañó ayer. Sí, quizás eso ayudaba.

—Hola, Tatsuha —respondió, consciente de lo tensa que sonaba su propia voz. Como parecía que él mismo se iba a encargar de delatarse solo, decidió que debía adelantar las disculpas. No podría ocultarlo mucho tiempo más. — Me alegra verte —mintió— La verdad es que quería hablar contigo.

—Qué coincidencia —comentó sorprendiéndole— Yo también necesitaba lo mismo. Empezaré yo si no le molesta: ¿por qué fingió ser mi hermano ayer? ¿Por qué actuó de esa manera?

Decir que Ryuichi quedó en shock era quedarse corto. No entendía cómo un omega podía ser más directo que él, pero se consoló diciéndose que Tatsuha no tenía nada por lo que avergonzarse: el único que había actuado mal fue él. Y en parte se alegraba de que el chico lo hubiese descubierto: eso significaba que no estaría teniendo problemas con Yuki. Cómo había hecho para descubrirlo era lo de menos, se alegraba sinceramente. Y le aliviaba notar que pese a haber pasado por malas experiencias Tatsuha parecía ser un chico fuerte. Había ido a enfrentarlo directamente, sin miedo y por su propia cuenta. Era digno de admiración.

—Antes de contestar eso, quiero disculparme contigo. No tengo excusa para lo que hice, pero si estás dispuesto a escuchar mis motivos me quitarías un gran peso de encima —declaró con seriedad, y agachando la cabeza. A punto estaba de hacer una reverencia cuando la mano del otro lo detuvo.

—No necesita inclinarse ante mí, Sakuma-san. No pasó a mayores, y quiero escuchar sus motivos. A eso he venido en realidad, las disculpas son más de lo que esperaba —  dijo sin mala intención, haciendo memoria sobre si alguna vez había visto a un alfa pidiendo perdón de esa manera. Ni siquiera su aniki había mostrado tal sometimiento, y eso que le había tomado años disculparse.

—Son lo mínimo que puedo ofrecerte —contradijo el vocalista— Sé reconocer cuando he hecho algo mal, y quisiera compensarte por mi comportamiento —Por un momento, el menor tuvo la pésima impresión de que iba a ofrecerle dinero por su silencio, mas lo siguiente consiguió sorprenderle—: Tal vez después de lo de ayer sientas que no puedes confiar en mí… pero yo quiero demostrarte que puedo servirte de apoyo. Si alguna vez necesitas ayuda cuenta conmigo. Y si no quieres verme al menos acepta que te deba un favor. Kumagoro también —añadió, para quitarle aunque fuera un poco de tensión al asunto, agitando la pata del animalito de felpa.

Tatsuha tragó, conmovido por la forma en que el cantante se ofrecía así, incondicionalmente, y dándole la libertad de escoger si quería encontrarse de nuevo con él o no. Tenía que reconocer que Ryuichi no era para nada como los otros alfas que había conocido; no imponía sus deseos por sobre los suyos, ni ejercía presión para que se inclinase por una opción por sobre la otra; sencillamente era honesto, y prefería darle la libertad de elegir, que era más de lo que obtenían muchos de los de su clase.

Fingiendo estar pensativo e indeciso, finalmente respondió:

—Bueno, ¿qué le parece si me lleva a casa? Preferiría hablar las cosas en el camino, antes de que se haga de noche —señaló, disfrutando de la incredulidad del otro— No necesito ningún otro favor ahora mismo, Sakuma-san.

Al ver la suave y cálida sonrisa del menor, no pudo evitar pensar que no la merecía. Pero ¿qué importaba? De seguro al escuchar sus motivos Tatsuha concordaría con él.

Conteniendo un suspiro, asintió. Sería un largo viaje.

***

Tatsuha le había pedido que lo dejara conducir y él, incapaz de negarse, había accedido con más de una preocupación. En especial cuando los conductores de atrás protestaban cada vez que al moreno se le paraba el motor. Descubrió, no sin cierto miedo, que el chico “solo había conducido motocicletas hasta ahora” pero que al menos se “manejaba con la teoría”. El pelinegro había hablado sin parar al notar lo rígido que él estaba, y (aunque lo agradecía) eso le hacía sentir aún más culpable, porque realmente parecía un buen chico, y odiaba haber revivido una mala experiencia para él.

Al llegar al estacionamiento del edificio el cantante se preguntó vagamente si el otro podría sacar algo de tensión chocando el auto. Por fortuna no ocurrió, ni había otros autos alrededor, aunque supuso que ahora no le quedaría mucho tiempo para hablar, pues si llegaba algún auto tendría que enderezarlo primero.

—Vaya, no se ve tan difícil. Creo que solo debo aprender a estacionarme —comentó el moreno, y no se atrevió a contradecirle. Pensó que no sería la mejor forma de comenzar a pedir perdón.

—S-Sí, es cosa de práctica. Suele ser lo más complicado —sonrió, aunque él mismo no sintió muy confiada su sonrisa. Tras un instante, finalmente decidió hablar—: Escucha, Tatsuha. Lo de ayer ocurrió porque la semana pasada me di cuenta que la marca era de Yuki —Al ver la cara de horror del chico, supo que fue demasiado directo— Jamás lo había notado… no creo que nadie lo sepa, y yo no se lo he contado a nadie —agregó. A nadie nuevo, en todo caso, porque Tohma ya sabía al respecto— Tampoco pienso hacerlo, puedes estar tranquilo.

— ¿Tranquilo? ¿Cree que puedo estarlo? —bufó, sorprendiéndolo por su arrebato. Vio la incredulidad y la agitación en sus ojos, y antes de darse cuenta lo tomó de la mano.

—No, no realmente. Me refería a que podías despreocuparte por mí, porque no pretendo decírselo a nadie. Tatsuha, yo no tengo idea por lo que has pasado, ni lo que estás viviendo ahora. Yo solo pensé, por estúpido, que tenía derecho a sentir desconfianza de ti o de tu hermano, y asegurarme que ninguno estaba aprovechándose de Shuichi. Ustedes no merecían que pensara así, pero no pude evitarlo. Lo menos que puedo hacer ahora es ofrecerte mi ayuda, si es que la necesitas. Lamento haberlos juzgado, en verdad.

El pelinegro miró algo avergonzado la suave forma en que su mano era sostenida. Ni en sus más remotas fantasías había imaginado que el mayor pudiese ser tan dulce. Aunque tampoco había imaginado conocerle antes de que consiguiera borrar su marca, la verdad. No le gustaba que supiera su secreto, pero no había nada que pudiera hacer para cambiar eso. No le quedaba más que agradecer su actitud, y que no lo mirara con asco.

—Bueno, dice que antes nos juzgó. Me gustaría entender un poco más de eso —dijo, por puro masoquismo nada más. Claro que suponía lo que había pensado, pero quizá, si lo escuchaba desde sus labios, podría explicarle a su agitado corazón que aquí no tenía que hacerse ilusiones. Más valía que se fuese despidiendo de todas sus fantasías; estas solo hubieran podido cumplirse de haber tratado de conquistar al cantante sin su marca, y obviamente que nunca se hubiese enterado de esta. — También me gustaría saber qué piensa de nosotros ahora, Sakuma-san.

El castaño tragó duro, sin ninguna gana de contestar. Ya había anticipado que querría saberlo (él también de haber estado en su lugar), pero pese a ello no sabía cómo suavizar sus palabras. Tal vez si les agregaba música en su cabeza podía hacerlas algo más delicadas…— ¿Y bien? —No, no había tiempo. Rogando no herir sus sentimientos, respondió:

—Tenía dos opciones en mente cuando lo descubrí. La primera era que ustedes escondiesen una aventura usando a Shu como fachada —confesó— Me parecía una idea demasiado rastrera y calculada para ser cierta, pero no podía evitar recordar cuántas peleas han tenido esos dos… Y pensar que quizá tú eras su verdadero omega —Hizo una pausa para evaluar la reacción del menor, mas éste no se veía en absoluto afectado. Tomando aire, continuó—:Mi otra opción no tenía culpables reales. Solo creía que podías ser un peligro para la relación de Shuichi por estar marcado, que no querrías ver a… a Yuki con otro. Se me hacía demasiada coincidencia que justo quisieras mudarte. Supuse que no te costaría seducirlo…

El Uesugi no era para nada tonto, y podía rellenar sin dificultad los espacios de silencio que había dejado el vocalista. “No querrías ver a tu alfa con otro”, “no te costaría seducirlo de nuevo”… Pese a saberlo, entendía que aquellos solo eran los pensamientos iniciales de su ídolo. Y eran distintos ahora, ¿verdad?

—Comprendo. Lo que no comprendo es por qué decidió comprobarlo de esa manera —Hizo todo lo posible para no sonar acusatorio, mas por la expresión del mayor supo que sin importar cómo lo dijese él se sentiría igual de culpable. Le dio lástima verle así, pero debía seguir adelante. — Ni qué le hizo cambiar de opinión.

—Lo de ayer fue un error mío. Creí que no tenía caso preguntarles a ustedes directamente, y como no sabía quiénes estaban enterados de la marca no quise difundir rumores hasta estar seguro. Sinceramente, creí que ayer bastaría con lanzarte indirectas, pero la situación escapó de mis manos. Sobreestimé mi capacidad para mantenerme bajo control. No debí hacerlo. Es cierto que no se me ocurrió ninguna otra forma de comprobarlo pero… incluso así, me arrepiento de haberte tratado de engañar a ti. No es por ofender, pero supongo que por ser omega te afecta más esa marca de lo que le afecta a Yuki. Debí fingir con él quizá, pero te juro que solo aproveché la primera oportunidad que tuve para descubrirlo, cuando supe que ellos dos salieron y que estabas solo. Sé que suena horrible, y lo es—Apretó los puños al decir eso. Estaba tan decepcionado de sí mismo, de haber lanzado por la borda su esfuerzo de años en un impulso de idiotez. — Y sobre cambiar de opinión… —Se le había olvidado preguntarle a Tohma sobre si podía revelar su confesión o no al pedir disculpas, por lo que su respuesta vaciló un poco. Como no estaba seguro de que el moreno se sintiera cómodo con todo lo que sabía ahora, prefirió decir—: No diste ninguna señal de querer nada conmigo. Tampoco parecías estar a gusto con la situación, y creo que eso es suficiente para descartar ambas opciones.

El mutismo de Tatsuha le daba espina. Nervioso, bajó la mirada hasta su conejo de peluche, conteniendo las ganas de jugar con sus manitas. Sabía que no era el momento, pero si el chico tardaba tanto en decir algo, cualquier cosa, su corazón iba a estallar. El menor parecía haberse percatado de ello, pero solo permanecía así, examinándolo con fijeza.

— ¿En serio cambió de opinión solamente por eso? ¿No por el cargo de consciencia o algo así?

—Yo… realmente ya no creo eso de ustedes —musitó. Lo vio erguirse en al asiento, y quitarse el cinturón de seguridad. Se le notaba pensativo, y se le revolvió el estómago al imaginar lo que podría estar pasando por su mente; no creerle, o no perdonarlo tal vez. Merecía cualquiera de las dos cosas, pero pese a pensar eso era innegable que dolería.

—Me alegra escucharlo —dijo, a su pesar disfrutando la bella sorpresa que cruzó el rostro del castaño—Comprenderá que todo esto también es complicado para mí. No puedo explicar bien por qué tengo esta marca, pero quiero que sepa que ni Eiri ni yo somos responsables de ella en realidad. Ha sido un incordio, y no negaré que duele como el infierno, especialmente viviendo con ellos y la noticia de la boda… Pero una marca no define quién soy, y yo solo quiero verlos felices. Jamás me interpondría en su relación, lo prometo.

—Lo sé —aseguró, quizá demasiado deprisa. La sonrisa del otro hizo que le diera un vuelco al corazón; en serio parecía que no le guardaba rencor. — Y quiero que sepas que puedes contar conmigo. Kumagoro y yo podemos guardar secretos —afirmó, y para cuando recuperó su sensatez se dio cuenta que estaba acariciándole la mejilla con la patita del peluche. Increíble que Kuma-chan tuviese más suerte que él. Por suerte a Tatsuha no parecía incomodarle su actitud. —Si necesitas salir, alejarte de esta situación o solo desahogarte con alguien, prometo estar ahí… si eso es lo que quieres.

—Seguro que me vendría bien la compañía —asintió.

Permanecieron de esa forma, sosteniéndose la mirada, hasta que Ryuichi bajó la mano de Kumagoro y lo regresó a su regazo. Le avergonzaba escudarse siempre tras su él pero ¿cómo evitarlo? El chico era demasiado lindo, especialmente cuando se sonrojaba como ahora… Alto, ¿por qué estaba sonrojado?

De repente, el vocalista cayó en cuenta que tal vez estaba propiciando una situación que podía malinterpretarse. Estaban los dos, un alfa y un omega, solos en medio de un estacionamiento oscuro y el auto apartado de cualquier otro. Tragó, comprendiendo que quizás este ambiente, sumado a la ocasión de ayer y ciertas palabras que había dicho (por ejemplo, que no pudo controlarse) estarían influyendo en crear ideas equivocadas en la cabeza del menor –que, a fin de cuentas, era un fan suyo. Uno que se veía realmente lindo con ese tono en las mejillas. —Sakuma-san, yo…

—Llámame Ryuichi —interrumpió, sintiéndose extrañamente feliz por pensar en esa posibilidad. Al instante se dio un golpe mental por considerarlo, pero al final se dijo que si eso era lo que Tatsuha quería, él estaría más que dispuesto si al  menos tenían una cita antes.

Cambió de opinión sobre si la cita era necesaria en cuanto recibió una sonrisa.

—Bueno, Ryuichi, yo… tengo curiosidad sobre un tema que tal vez te incomode —comenzó, haciéndole olvidar sus torpes fantasías. —No es que quiera ofender, en serio. Es solo que… por lo que tengo entendido, no es común que pierdas el control así. Digo, todavía recuerdo una noticia, no de hace mucho, donde habías salvado a una omega en celo de otros alfas. Cuando la entrevistaron, ella dijo que en ningún momento intentaste nada con ella, que te habías limitado a ocupar tu voz de mando contra los alfas y ponerla a salvo. Si eres capaz de eso, ¿cómo es que… cómo es que ocurrió eso ayer? Ni siquiera estaba en calor, no lo comprendo.

Nuevamente el chico lo tomaba con la guardia baja. Era directo, incluso con temas como ese. ¿Cuándo había escuchado de un omega que le hablaba de su celo a un alfa que apenas conocía? Sí que tenía agallas. Esperaba poder contestarle con igual de valor, aunque su respuesta fuese una auténtica mierda por querer ser honesto.

—Para ser sincero, yo tampoco lo entiendo. Supongo que habiendo lidiado con cosas como esa antes me confié de más. Creí que no me afectaría —confesó— Y no sé qué cosa me hizo perder el control. Lamento no poder aclarar esto, Tatsuha.

Al mirarlo sintió que no le importaba mucho quedarse con la duda. Se veía tranquilo, y su expresión no varió un ápice al preguntar:

— ¿Crees que podemos probar si ocurre de nuevo?

Ryuichi no le encontró sentido a lo que decía, ni el otro tuvo la amabilidad de explicárselo. En su lugar, se levantó de su asiento hasta lograr sentarse sobre él. El castaño casi gruñó cuando sus muslos rebotaron contra sus piernas, y sin darse cuenta ya lo tenía sujeto por las caderas, Kumagoro olvidado y caído ahora. Como en cámara lenta, vio a Tatsuha inclinarse ante él, para olfatear con descaro su cuello. Sintió que inspiraba hondo, y cuando soltó el aire todo lo ser se estremeció por las ansias de provocarle algo más que suspiros. El pelinegro parecía estar de acuerdo con su idea, pues lo siguiente que supo fue que lo estaba besando. Sus labios eran voraces, y él los estaba disfrutando por completo. Una de sus manos viajó hasta la nuca del moreno para obtener más presión en su boca, gozando todo lo que podía al chico, tristemente sin poder precisar su sabor. Aun así, Tatsuha compensaba este hecho con su audacia, jugando a querer arrebatarle el ritmo, fingiendo dominar, provocándole con suaves mordidas. Entusiasmado por su juego, comenzó a mover sus caderas, siendo correspondido al instante por el lento vaivén del otro.

Sin embargo, apenas llevó una mano a agarrar su trasero, consiguió que se separara de golpe, todavía con la respiración agitada y las mejillas rojas. Era una visión arrebatadora, pero no compensaba en absoluto la separación de recién. —Yo… creo que ya comprobamos que puede que ocurra de nuevo —declaró, y antes de que pudiese preguntarse si eso significaba que podrían repetirlo, abrió la puerta del auto. — Pero ya debo irme, lo siento —Antes de que pudiera detenerlo, ya se había bajado. Con una sonrisa, inesperadamente tímida, recogió al pobre conejo de peluche y lo dejó sentado en sus piernas. —Adiós también a ti, Kumagoro —dijo, y se inclinó a darle un beso en la mejilla.

Ryuichi solo fue capaz de ver cómo se iba, corriendo hacia el ascensor. Luego bajó la vista a su peluche, y admitió que comenzaba a tenerle envidia; como Kuma-chan tenía la suerte de ser un peluche, no estaría soñando con Tatsuha en esa posición haciéndole sexo oral esa noche, a diferencia suya.

Notas finales:

Espero que no haya sido muy apresurado. Cuando lo pensé y escribí sentí que estaba bien, aunque ahora que lo subo tengo otra impresión. En fin, al menos es posible editar si después me arrepiento.

Espero que les haya gustado, y si tienen alguna sugerencia no duden en decirla. ¡Saludos! <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).