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El camino de las leyendas por Kaiku_kun

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La bruma la había dejado inconsciente, por alguna razón. Lo supo en cuanto empezó a notar su mareado cuerpo. Se resistía a moverse. Además, tenía miedo de no encontrar lo que ella esperaba si abría los ojos.


Roxy movió los brazos a los lados y notó densidad en el aire. Estaba apartando una nube. Y abrió los ojos.


—Joder —soltó, junto a una bocanada de aire.


Estaba allí. La misma caverna con la misma bruma oscura que había visto en ese sueño, semanas atrás, la misma que ese Pokémon había usado para materializarse y para absorber a Roxy. ¿En qué clase de mundo estaba?


Un sueño era meramente visual y auditivo. Estar en el mismo sitio despierta, con todos los sentidos alerta, fue mucho peor. La bruma oscura era fría, se deslizaba entre la ropa y el cuerpo de Roxy congelando su piel y advirtiéndole de que se adueñaría de ella si no era capaz de resistirse. Transmitía peligro a través del miedo y, por el ambiente en el que se había criado ella, el acoso era uno de los peores miedos.


Pero la bruma acosadora no era todo. En cuanto se incorporó, empezó a oír voces. Sutiles, susurraban en la lejanía maldiciones, quejas, llanto. Un inhóspito viento frío que acompañaba la bruma también era encargado de llevarse esas palabras con él. Las voces se iban, aunque Roxy no podía ver a nadie, y dejaban entrever un estruendo de fondo, como un bajo que tronaba graves notas con sus gruesas cuerdas en la lejanía.


Roxy no se atrevió a decir basta. Aquel sitio no le estaba dando la bienvenida, y tenía la sensación de que tenía mucho más poder que lo que ella pudiera imaginar. Deseó que pudiera revertir ese proceso, que volviera a ser un sueño, que solo fuera aterrador a través de la vista. Ojalá hubiera sido así de fácil.


Empujada por necesidad a seguir adelante, se levantó por fin. La bruma dejó de inmiscuirse donde no la llamaban, como si todo aquello formara parte del cauce de un río en el que ella se había metido por accidente. Las voces siguieron circulando a su alrededor, dejándola como a una apestada en el centro de ninguna parte en aquella caverna extrañamente iluminada: podía ver todo a su alrededor y no había luces visibles.


En cuanto dio un paso contra la corriente de la bruma, ésta revirtió inmediatamente, como si estuviera siendo absorbida. La bruma se esforzó en formar una figura que empezó a aparecer a través de esas manos enormes. Las que la habían traído a aquel sitio. Pero esta vez formó el cuerpo de un Pokémon entero, flotante, con una boca en el estómago y un siniestro ojo en el centro de su cabeza. Roxy sonrió.


—Lo sabía. Eres el Dusknoir del abuelo. Tú me has traído hasta aquí.


—Así es. Mi nombre es Finsternis. Una palabra antigua para una criatura de su misma edad. —A pesar del agresivo entorno en el que se encontraban, sus palabras sonaban lentas, pausadas, con la voz de un anciano cansado y paciente—. Tu abuelo y yo hemos esperado a que nos encontraras.


—¿Dónde está? Quiero ver a ese incordio de tío para decirle de todo sobre sus malditos puzles.


Finsternis siguió flotando, esperando a que acabara, sin alterarse.


—Llegaremos allí cuando tengamos que llegar.


El pequeño brote de ira de Roxy se desvaneció. Por un instante pensó que iba a llorar. Le acababa de confirmar que su abuelo estaba allí, en alguna parte de esa caverna. Quizás en esa misma réplica de su casa que había visto en su sueño.


—¿Qué es este sitio? —preguntó, empezando a caminar hacia él.


Finsternis dio media vuelta cuando Roxy llegó a su lado y empezó a desplazarse al mismo ritmo que ella, flotando.


—Es mi interior. —Roxy puso cara de querer vomitar y se paró un segundo, anonadada y esperando las arcadas—. Es un sitio seguro. Es lo que vosotros llamáis un «limbo».


—He investigado… —dijo la humana, intentando recuperar la compostura—. Se cree que los Dusknoir sois un portal al mundo de los muertos. Que estáis dominados por las ondas de otra dimensión. Y que las bocas que tenéis… —Se detuvo, paralizada de recordar el último dato—… son agujeros negros de los que no se puede volver.


—Hay muchas teorías sobre nosotros. Hay muy pocos de mi especie. La mayoría son ancianos que han vivido miles de años. Estamos ocultos por el mundo, esperando encontrar a otra criatura que merezca nuestra atención o protección. —Siguió deslizándose hacia lo que Roxy consideraba ninguna parte—. Vigilamos que las almas de los difuntos lleguen a salvo al otro lado, sí. En eso habéis acertado.


—¿Son las voces que estoy oyendo?


—Sí. La frontera entre mi limbo y el mundo de los muertos es mucho más débil que la que hay con los otros mundos.


—¿Cómo que «otros mundos»? ¿Hay más?


—Ya llegaremos a eso, es un tema delicado —descartó, poniendo esa vocecilla enigmática que en el mundo de Roxy se acompañaría de una sonrisita de superioridad—. No tenemos un agujero negro dentro de nuestra boca, aunque sí engullimos las almas con ella. Son un medio de transporte seguro entre el mundo de los vivos y de los muertos, y todas esas almas pasan por este limbo en el que estamos.


—Eso es lo que hiciste con mi abuelo en el hospital, ¿no? Cuando sabíamos que iba a morir. Te llevaste su alma.


—Efectivamente. Y, a petición suya y debido a lo que está pasando ahora en Galar, nunca dejé que su alma abandonara este limbo. Un fantasma encerrado con una misión pendiente de cumplir antes de marcharse a donde pertenece.


Roxy caminó en silencio unos minutos. Caminaban hacia algún lado, pero el paisaje nunca cambiaba. La bruma de sus pies, quizás trazas del mundo de los muertos que se filtraban en el limbo de Finsternis (o quizás su propio poder siendo irradiado de su cuerpo). Estuvo pensando: todo este tiempo su abuelo había esperado con Finsternis a que ella tomara el relevo. Quizás, como Finsternis era tan anciano, había compartido secretos con su abuelo y ambos sabían lo que iba a pasar y ya estaba pasando. ¿Y si Finsternis había presenciado la primera Negra Noche? ¿Y si sabía qué le había pasado a Eternatus?


—Eres una criatura con muchas preguntas, Roxy.


—¿Puedes leerme la mente? —preguntó, menos sorprendida esta vez.


—No, pero puedo notar las dudas mientras te mueves. Caminas por mi cuerpo.


—No me lo recuerdes, que echo la pota.


—El interior de mi cuerpo no es como el de los humanos. Esta vacío, hueco, si lo quiero. Puedo modificarlo a voluntad según las necesidades de las almas que habitan en mí.


—¿Entonces la bruma y las voces…?


—Como he dicho, las voces vienen del mundo de los muertos. No ves las almas, están al otro lado de las paredes. La bruma es el material con el que construir este limbo, justo como vosotros los humanos construís vuestros edificios: se modifican, pueden ser de muchos materiales, se destruyen, se deterioran… La bruma tiene propiedades similares.


—Vaya, lo peta —dijo, impresionada.


—Las almas que absorbo normalmente sienten la bruma como una especie de pequeño paraíso, o un tormento, dependiendo de su futuro en el mundo de los muertos. Pueden representar buenos o malos recuerdos, incluso. —Roxy volvió a quedarse muda—. En tu caso… Sigues viva. No perteneces a este sitio. No me he tragado tu alma, te he absorbido por completo. La bruma no te acepta e intenta echarte.


—Oh. Así que, básicamente, estoy siendo una puñetera indigestión, te estoy provocando ardores. Qué jodidamente agradable.


—Algo así —se rio Finsternis—. Pero vale la pena. Por tu abuelo, por Galar, por varios mundos. Una indigestión es una minucia.


—Hablas como esos pesaos de Tizonio y Dargo. Me pone nerviosa.


—Mil disculpas. Aunque soy bastante más anciano que sus abuelos. Son unos copiones.


Roxy, pese a todas las incomodidades, estaba recordando cómo era Dusknoir cuando ella era pequeña, una nostalgia agradable de la que dio rienda suelta. Finsternis era silencioso, pero protector. Se podía jugar con él, pero nunca al escondite, porque seguro que atravesaba cualquier pared y la encontraba en dos segundos. Estaba en guardia siempre, si su abuelo no lo estaba. Y no acostumbraba a salir de casa. Quizás el abuelo de Roxy intentaba evitar que entrara en combate. Tenía buenos recuerdos de él, aunque durante los últimos años de vida del abuelo, Dusknoir apenas salía de su Ocaso Ball.


—¿Siempre has podido hablar?


—No en la forma que los humanos conocéis los Dusknoir. Hablar requiere de mucho poder para todos los Pokémon, a diferencia de vuestro caso. Yo puedo hacerlo aquí dentro o si tengo una representación informe.


—Como cuando me has trasladado a este limbo.


—Exactamente.


Roxy siguió caminando hacia ninguna parte. Estaba empezando a entender en qué consistía ese largo paseo. Estaba resolviendo sus dudas, calmando sus nervios, preparándola para que no rechazara la realidad a la que estaba a punto de enfrentarse. Se preguntaba si el tiempo iba a ir en su contra mientras Gloria y el resto esperaban a que ella volviera con la solución contra la Negra Noche. Finsternis había desviado la conversación cuando ella había preguntado.


—Te preocupa el tiempo —adivinó Finsternis—. No tienes que hacerlo. Los humanos tenían razón a medias en algo sobre los de mi especie: cuesta mucho volver al mundo humano si un Dusknoir absorbe tu alma, o tu cuerpo entero incluso. Los humanos decís «imposible». Yo digo «poco probable».


—¡¿QUÉ?! ¡¿ME HE DEJADO SECUESTRAR?! —estalló Roxy, sin previo aviso.


—Sí. Y tu abuelo está de acuerdo con eso. Sólo hay una manera fácil e inmediata de salir, y es dejando que la Negra Noche se produzca una vez más, esta vez con todos los protagonistas mostrando sus cartas.


—¡¡MALDITO HIJO DE LA GRAN…!! —Y una buena retahíla de insultos que acabaron con Roxy intentando golpear y empujar a Finsternis. En su lugar, Roxy cruzó el cuerpo del Pokémon, cual fantasma que era, y cayó al suelo. La bruma amenazó con congelarla allí mismo, ascendiendo por su cuerpo. Se levantó al instante, sólo para huir de esa horrible sensación—. ¡¡DIME CÓMO SALIR DE AQUÍ, AHORA!!


—En un instante, si tienes la paciencia. Hemos llegado.


Delante de Roxy, la bruma formó la única y estrecha calle de Pueblo Crampón piedra a piedra, resorte a resorte, ventana a ventana, tal como si fuera una gran nube borrosa tomando forma rápidamente. Su pueblo, con todas su luces de neón, su cubierta contra las inclemencias del mar del este, y absolutamente nadie dentro o fuera de los edificios.


—Tu abuelo nos espera en casa.

Notas finales:

Curiosidad: Finsternis en alemán quiere decir "Oscuridad". Se me ocurrió darle ese nombre por la banda de folk metal Finsterforst (alemán algo anticuado para "Bosque Oscuro").


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