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To the beautiful you por OldBear

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Cuando Harry llegó finalmente a su departamento, se sentía inmensamente agotado. Por supuesto que Mark, su superior, le reclamó por la tardanza de casi una hora en la pequeña misión de ir a buscar una lista que solo le tomaría minutos. Aunque en verdad no le reclamó mucho, y más bien se compadeció que le tocara el hostil de Severus Snape, y más después de la felicidad que desbordaba Angus de ya no estar encargado del hombre. Antes de eso había tenido que ir a una pequeña comunidad rastreando la supuesta aparición de mortifagos. Tuvo que mantenerse oculto de Ron durante casi dos horas para que no le pidiera acompañarlo a comer, y evitar que dos de sus compañeros se pelearan por una simple niñería.

 

Pero por lo menos, ya podría descansar.

 

Entro a su departamento, sintiendo una vez más lo mucho que extrañaba Privet Drive. Pero aquella casa era una de las cosas que Voldemort se había encargado de destruir antes de su muerte. Se dirigió al baño con rapidez, sintiéndose demasiado lleno para comer. Había aguantado bastante, pero ahora que ya podía relajarse, y dejando caer el glamure, sintió el verdadero peso de lo que había consumido en la oficina de McGonagall, y le entraron unas ganas de vomitar bastante fuertes. En su estomago no quedaría mucho que devolver, pero a su cerebro llegó el olor de las galletas, y volvió a saborear el dulce del té, y el recordar que lo había ingerido le produjo arcadas. Solo cuando sintió que podía ponerse de pie, y que su estomago ya no podía devolver mas nada, decidió meterse en la ducha.

 

Cuando salió poco tiempo después, se quedo observando su cuerpo desnudo en el único espejo que tenia.  Había roto todos sus espejos hacia unos años en un impulso de desesperación. Cuando salió de Hogwarts, Molly y Arthur le ofrecieron quedarse con ellos hasta que terminara su entrenamiento como Auror, pero él se negó rotundamente, alegando todas las excusas posibles. Pero nunca dijo que no podía vivir con ellos por temor. Temor a que descubrieran lo que sucedía. Había comprado ese pequeño departamento, con preferencia a una casa, porque no tenía Red Flu, y de esta forma se evitaba las visitas.

 

  Odiaba verse en los espejos. Y más cuando no tenía el glamure. Era todo un adefesio, ciertamente como decía su tío. Así que decidió resolverlo rompiendo cada espejo que pudiera encontrar.

 

Dos años luego de mudarse, encontró a Cedric. O tal vez fuese al revés. Lo cierto era que por una vez, desde que estaba en Hogwarts y todo su infierno había comenzado, quería que alguien se diera cuenta de que no estaba tan feliz como decía. Pero el primer día que se acostó con Diggory se dio cuenta que era correcto todo lo que hacía. A Cedric le encantaba su rostro con el glamure, y la sensación de su cuerpo a través de la ropa. Pero el no usaba el glamure para cubrir su cuerpo, no creyó que al otro le importara tanto, incluso pensó que podría dejar caer el glamure de su rostro si Cedric quería. Pero en cuanto el otro vio su cuerpo desnudo, se alejó como si Harry quemara.

 

Cicatrices. Feas y horrorosas cicatrices fue lo único que Voldemort le dejó. Tanto en el alma, como en el cuerpo. En especial una enorme que cruzaba su torso en una curva, que iba desde la parte inferior de su clavícula izquierda, hasta la punta de su esternón. Había sido hecha con magia oscura, y no hubo forma de que cicatrizara de buena manera.

 

Tuvo que rogarle a Cedric que no se fuera, que lo perdonara. Le enseñó que podía hacer un hechizo glamure que cubriera las cicatrices, o que podría ponerse una camiseta. Cedric aceptó, y pasaron su primera noche.

 

Ya tenían tres años juntos y Harry nunca le dijo que también usaba un Glamure para su rostro.

 

Cedric no se había dado cuenta de las mentiras de Harry. Tal vez porque no le importaban demasiado. Sabía que Potter no comía, pero eso no era de su incumbencia. El que a veces vomitara podía deberse a que no comía lo correcto, y no iba a levantarse a media noche a socorrer a  Potter porque este no supiera comer.

 

Cedric solo se dio cuenta que Harry no tenia espejos, y le hizo comprar uno de cuerpo completo para instalarlo en el baño.

 

Pensó en el Hufflepuff. Para cuando su relación inició, Harry comía considerablemente poco, pero le gustaban mucho los dulces todavía. Hasta que Cedric lo vio comerse una barra de chocolate, y torciendo el gesto le había dicho: “además de las cicatrices, tendrás que esconder tu futura obesidad”. Y se dio cuenta que el tejón tenía razón. Ya la comida le daba nauseas. Así que prefería concentrase en comer mínimas porciones. Y principalmente, nada de azúcar. Todo lo que comiera fuera de sus normas, le producía arcadas.

 

Su novio no llegó esa noche. A veces se pasaba días sin verlo. Pero Diggory tenía un importante trabajo en la editorial de una revista, el mismo Harry le había conseguido ese puesto. Era obvio que no tendría tiempo para perderlo con el…

 

Se colocó un pijama de mangas largas y se encaminó rumbo al balcón. Siendo un decimo sexto piso, la vista era muy hermosa. Y más de noche, cuando abajo todo era puntos de colores que se movían entre sí. Sintió la brisa acariciar su rostro. Cerró los ojos al tiempo que se apoyaba de la baranda. Era una de las mejores sensaciones.

 

Un aleteo lo sacó de su ensoñación.

 

— ¿Una lechuza a esta hora?

 

Acarició la lechuza sin reconocerla. El animal no quiso darle la carta antes de que el buscara algo en la cocina que pudiera comer. Ya con la carta en la mano se dio cuenta que el remitente era Remus. Entró en la sala para sentarse a leer la carta. La lechuza no se había ido, así que debía mandar una respuesta con ella.

 

Harry

Espero que estuvieras despierto y no hayas sido despertado por Laurie, la nueva lechuza de Sirius. Pensé que él te había mandado una carta temprano, pero resulta que se le olvidó (como siempre). Es casi imposible encontrarte en el Ministerio, así que era necesario decirlo escrito. Por fin hemos desempacado las cajas, así que oficialmente estas invitado a nuestra nueva casa, aunque ya la hayas visto. Sé que tienes dos horas para almorzar, así que te estaremos esperando con la comida lista en la mesa. Sirius esta mas que emocionado, debo decir. Y ni que hablar de Teddy. No intentes traer nada de regalo.

 

Remus Lupin

 

Dio un largo suspiro visualizando sus opciones. Realmente no tenía escapatoria, y en verdad tenía muchas ganas de ver a Remus, el licántropo no había podido ir a la casa de los Weasleys el día anterior. Y últimamente estaba más apegado a su padrino. Después de la vez en el ministerio en que Bellatrix casi mata a Black, el se sentía mucho más unido con él. Y sin saber porque, había estado reviviendo en sueños ciertos momentos terribles de la guerra; a veces hasta se despertaba llorando, creyendo que Sirius había muerto.

 

Hizo cuentas de que solo tendría que evitar comer por esa noche, y no desayunar mañana. Eso haría que pudiera resistir la gran montaña de comida que Remus cocinara.

 

Sonrió al pensar en Remus cocinándole a su padrino. Luego de la muerte de Tonks en la pelea contra Voldemort, Sirius había decidido apoyar a Remus con el cuidado de Teddy. Aunque Sirius supiera menos de bebés de lo que sabía el licántropo. Pero era innegable que su ayuda en las noches de luna llena era indispensable. Hasta ahora ellos solo eran amigos que compartían la casa, la crianza de Teddy y muchos años juntos. Pero Sirius ya no hablaba de sus conquistas, o mejor dicho, ya no hablaba de mujeres. Y era muy notorio que cuando ambos estaban cerca, se veían inmensamente felices. Más de lo que Harry nunca los vio. Se pregunto si así se vería el cuando estaba junto a Cedric….

 

La lechuza picoteó su mano para sacarlo de su ensoñación, Laurie se veía impaciente por regresar a su hogar. Así que garabateó una respuesta afirmativa en la misma carta y la ató a la pata de Laurie. Se asomó por el balcón cuando ella salió volando, y volvió a sentir la misma calma que sentía cada vez que se recostaba sobre la baranda y la brisa acariciaba su rostro.


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