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Y en sueños tal vez... (WangXian) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Módào Zu shi y sus personajes le pertenecen a Mòxiang Tóngxiù, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Tema del capítulo: Música, pabellón de la biblioteca, árbol de magnolias.

Capítulo 2:

Un Sueño de Ilusión

 

Siempre me ha dado pena

de que nuestras palabras fuesen tan triviales

y nunca igualaran las profundidades

de nuestros pensamientos. Esta mañana

nuestros ojos se encontraron,

y cien emociones

corrieron por nuestras venas.

(Liu Yu Hsi, Siguiendo una tonada)

 

 

 

Si el paso del tiempo tuviese que medirse en emociones, para ti claramente sería como la música. En ocasiones vivaz e intenso, al igual que las notas punteadas que arrancas al guqin con tus dedos, otras tan monocorde y diáfano como el armónico sonido de las cuerdas de seda difuminándose en el viento.

Siempre calmo, siempre en espera. Siempre tocando la misma melodía y ansiando por una respuesta que no llega.

Si el paso del tiempo tuviese que medirse en recuerdos, los tuyos probablemente comenzarían unos cuantos años atrás, durante un encuentro fortuito durante una noche de brillante luna, que acabó en un absurdo enfrentamiento, y la despreocupada sonrisa de un muchacho que hasta el día de hoy forma parte de tu memoria, porque no puedes olvidarlo; no deseas hacerlo.

Sentado en meditativo silencio en el pabellón de la biblioteca, sumido a solas en tu dolor y tus sentimientos, observas por la ventana el árbol de magnolias que se mece suavemente con el viento. Las primeras flores de primavera, blancas, suntuosas y perfumadas, ya han florecido, cargando el aire con su esencia y trayendo consigo el lejano recuerdo de una ilusión.

A los quince años el amor llegó a tu vida con la misma intensidad de la música, atrapándote por completo en su melodía y trayendo a veces armonía y, muchas otras, cacofonía. Volviendo aquellos días pasados en un constante ir y venir de emociones, de miedos, de inseguridades; pero, sobre todo, llenando aquel tiempo de anhelos e ilusiones, de felicidad simple al pasar unos cuantos momentos junto a quien querías, aunque fuese durante un castigo, y soñar que quizá si tus sentimientos llegaban a ser comprendidos, si lograbas reunir el valor suficiente para vencer tus dudas y tu vergüenza, podrías ser correspondido.

Sin embargo, aquellas palabras jamás fueron dichas y tus sentimientos jamás lograron alcanzar tus labios para liberarse. Amaste y perdiste, porque los miedos fueron mayores, porque siempre pensaste que tendrías tiempo y que este estaba a tu favor, que tarde o temprano el mismo destino que los había reunido tan caprichosamente a los quince años, al final los acabaría uniendo para siempre al final de sus días.

Pero el tiempo no perdona jamás y aquellos días quedaron en el pasado sin que pudieses hacer nada por evitarlo. Una diáfana memoria albergada en lo profundo del corazón, teñida con la cálida ilusión del primer amor, el único, de los sueños rotos y las esperanzas perdidas a causa de una guerra y el dolor que acabó quebrándolo, quebrándote.

Como cada vez que piensas en él, tu pecho se agita y oprime a causa de la angustia, aquella angustia que sigue llenando tus días y tus noches de forma inmutable, que no ha remitido ni siquiera un poco a pesar de que ya han transcurrido dos años desde su partida y el comienzo de tu dolor, como tampoco lo han hecho tus sentimientos, porque al igual que la música, el amor que sientes por él anidó dentro de ti creando una melodía, convirtiendo su esencia en notas y creando una tonada con sus vidas. Porque él ha sido la canción más maravillosa y al mismo tiempo la más triste, porque, por más que el tiempo pase, tú sigues digitando cada nota con diligencia y haciéndolas resonar dentro tuyo, recordándote que por más que lo intentes jamás podrás olvidarle ni sacarlo de tu memoria, porque es el ritmo de este quien marca las pulsaciones de tu propio corazón y le insufla vida.

La ligera brisa que se cuela por la ventana carga la estancia con el perfume de las magnolias y se entremezcla con el fresco aroma del incienso y los viejos textos de la biblioteca. Desasosegado, dejas a un lado tu lectura y recorres suavemente con tus dedos las cuerdas del guqin en una delicada caricia que no genera sonido alguno, pero marca las notas de aquella pieza que creaste para él, que le pertenece del mismo modo que tú lo haces.

Quince años, diecisiete, veinte… su vida fue tan corta como el vibrar de una nota suspendido en el aire, pero del mismo modo se elevó y brilló, cautivó y los hizo contemplarlo en maravillado y temeroso asombro, esperando con cautelosa reverencia cual sería la siguiente parte en aquella desconcertante partitura que no parecía tener un final.

Hasta que lo hizo.

Por eso, si el tiempo tuviese que medirse en emociones, sería sin duda alguna como la música. Una alegre tonada que acabó antes de tiempo y solo dejó a su paso afonía e incertidumbre, aquel silencio sordo que trona en tus oídos porque ya no oyes su risa, porque su voz ya no lucha por obtener tus palabras.

Si el tiempo tuviese que medirse en recuerdos, comenzaría con su sonrisa, con las tardes de castigo pasadas en aquella misma biblioteca, permitiendo que las horas transcurrieran en silencios rotos y compañía mutua, forjando un lazo entre ambos que hasta el día de hoy es imposible de destruir.

Y es así como permites que tus dedos vaguen suavemente por las cuerdas, trayendo una vez más a tu memoria al dueño de tus pensamientos, de tus sueños truncados. Aquel que prendió en ti la sutil llama de una ilusión que no ha podido ser extinta ni siquiera con su muerte. Porque aun lo esperas.

Poco a poco, como si de una oración se tratase, tus dedos presionan y pulsan hábilmente hasta que las vibrantes notas dan forma a la melodía. Una canción de preguntas desesperadas y ansiosa de respuestas. Una canción que solo desea obtener aunque sea una pequeña señal, un indicio de que él está presente en alguna parte, de que su esencia aún vive. Una canción para llamarle y esperar que los sueños de ilusión que encendió un día en ti sigan ardiendo y resonando, así como la música, así como los recuerdos. Así como el amor nacido a los quince años que jamás pudo ser confesado y aun aguarda por una oportunidad robada al tiempo para ser valiente.

Notas finales:

Lo primero, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. De corazón espero que la lectura fuese de su agrado y valiera la pena el tiempo invertido en ella.

Por lo demás, ya está aquí la segunda parte de esta serie de viñetas. En esta ocasión los temas correspondientes para este día eran: música, pabellón de la biblioteca y árbol de magnolias, así que basándome con la música como tema principal, quise jugar un poquito con lo que fueron los primeros encuentros de Lan Zhan y Wei Ying cuando eran muy jóvenes y como los recuerda él dos años después de su muerte. Ojalá les haya gustado tanto como a mí escribirlo.

Una más vez gracias a todos quienes leen, dejan comentarios, votan y añaden a sus listas, favoritos y alertas. Mi deuda es infinita.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes. Hasta la siguiente.

 

Tessa.


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