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EL DESPERTAR DE LA LLAMA por Artemisa El Britannia

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Notas del capitulo:

Bien este es el capítulo más largo que he hecho y además ya empieza a verse los sentimientos de los personajes, se que va lento el asunto y de cierta manera es medio rara la historia, pero les recuerdo es un universo alterno, así que puede pasar cualquier cosa.

 

Sin más, espero que disfruten en leerlo como yo al escribirlo.

Capítulo 9.

 

Yamamoto estaba en la puerta hablando con Kyoko sobre cosas banales mientras esperaban a Tsuna, pero al recibir el mensaje se espantó, no porque desconfiara del profesor, sino porque no quería dejar a su amigo solo, se había puesto la misión de cuidarlo y ya una vez lo había perdido de vista y había acabado inconsciente y lastimado, así que no podía dejarlo solo nuevamente, sin contar que si le pasaba algo el presidente lo mataría por no protegerlo como dijo que lo haría.

Cuando llegó al salón ya no había nadie, pero tampoco habían salido por la puerta principal, así que corrió al estacionamiento de maestros y ya no había ningún carro a esa hora, ¿a dónde se había ido?, Kyoko llegó detrás de él, ya que se le había hecho extraño el cómo había actuado su compañero, pero al no ver al castaño entonces entendió que lo estaba buscando.

 

-         No salió por la puerta, así que deben de ir en auto, deberíamos ir a casa de Tsunayoshi – kun para ver si llegó a salvo – Yamamoto vio a la chica y no sabía si llevarla a casa de su amigo, él de verdad parecía sufrir mucho cuando hablaba con ella.

-         ¿Te molesta si voy solo?, dame tu número y yo te envío un mensaje cuando corrobore que está bien – la chica se desilusionó por la respuesta, pero prefirió no insistir después de todo se notaba a leguas que el chico se sentía incómodo con ella, cuando pensó eso recordó cómo le había hablado a Nagi de manera tan fluida y calmada, causando que le doliera el pecho.

-         Supongo que si yo fuera Nagi no habría problema ¿verdad? – el pelinegro le sonrió con pena, ya que al parecer la chica si había resentido lo que su amigo había dicho en la mañana.

-         Lo siento, no soy yo el que debe contestar eso, nos vemos mañana.

 

Yamamoto corrió entonces a la casa de su amigo, si estaba ahí realmente se sentiría tranquilo, pero si no estaba ¿a dónde iba a buscarlo?

 

 

Tsuna estaba molido por el entrenamiento que le había obligado a hacer su tutor, no había podido correr las 5 vueltas sin que el perro lo tumbara para empezar a morderlo, lo peor es que Reborn no parecía interesado en que pudiera acabar realmente devorado, ¿acaso no era él el que le decía que debía de vivir para poder pelear? Estaba tirado a la mitad del pasto y al fin el perro se había aburrido en morderle la pierna y ahora dormía junto a él como si fueran amigos realmente.

 

-         Vaya de verdad que eres todo un perdedor – el pelinegro veía a su alumno todo mallugado y cansado, al parecer no iba a poder hacer más por ese día – tardaste 2 horas en hacer nada, debería darte vergüenza – el castaño quería llorar, pero temía que lo golpeara por ser débil, así que se aguantó las ganas.

-         Mañana lo haré mejor – lo dijo sin pensar realmente, pero al darse cuenta de sus propias palabras se tapó la boca.

-         Esa es la actitud, vamos te llevaré a casa – y con la facilidad de quien levanta una pluma volvió a cargarlo como un costal de papas y lo aventó dentro de su carro.

 

Durante el camino Tsuna se quería quedar dormido, pero el sonido de su teléfono lo despertó de golpe, al ver la pantalla el nombre de Yamamoto se sorprendió, más que nada porque había 120 llamadas perdidas, contestó de inmediato y la voz preocupada de su amigo lo hizo sentirse mal, “¿Tsuna estas bien?”, tal vez de cierto modo retorcido no merecía tanto cariño, su amigo lo había esperado y él lo había cortado con un mensaje de que se fuera solo, era obvio que estuviera así de paranoico y preocupado.

 

-         Perdóname Yamamoto, no fue mi intención preocuparte – en su corazón abandonado por primera vez tuvo una ráfaga de calor, ¿así que eso era tener amigos?

-         ¿Dónde estás, quieres que vaya por ti? – Yamamoto se oía más calmado al saber que su amigo estaba bien, así que no le dio mayor importancia a que había desaparecido, pero quería saber que llegaría a salvo a su casa al menos.

-         No, Reborn me lleva a casa, llegaré ahí en unos minutos – Tsuna estaba sonrojado, jamás pensó que alguien quisiera ir a buscarlo para llevarlo a su casa, desde que había visto al pelinegro ese día en el salón cuando decidió que debían ser amigos supo que no era mala persona, pero su miedo a ser abandonado lo había forzado a crear una barrera con él, evitando así acercarse o darse la oportunidad de confiar en alguien.

-         Perfecto, estoy en el portón esperando a que llegues – Tsuna colgó sin decir nada, ya que el sonrojo le había cubierto todo el cuerpo, no sabía cómo asimilar esas emociones y mucho menos como hablar con la gente que las provocaba.

 

 

Al llegar a su casa, como había dicho por llamada, Yamamoto estaba ahí sentado en la entrada de su casa esperando a que llegara, se le hacía demasiado vergonzoso que lo esperaran, pero de cierta manera se sentía bien que alguien más aparte de su madre se preocupara por él, al salir del carro el pelinegro solo sonrió y saludó casual, pero Tsuna podía sentir la preocupación de su amigo, también se podía notar en el número de llamadas la desesperación por encontrarlo y el hecho de no haber entrado a su casa con su mamá significaba que no había alarmado a la mujer indicando que había desaparecido, ese chico era increíble.

 

-         Lamento haberte preocupado – Tsuna no lo pensó mucho y abrazó al moreno, el cual se sorprendió, ya que jamás imaginó que ese niño tan tímido que parecía huir del mundo le demostrara cariño.

-         Solo procura no irte sin mí – le devolvió el abrazó y Reborn observaba desde su finísimo auto la escena, le recordaba como él se había impregnado de Luce cuando había visto por primera vez su llama, aquellos que poseían ese poder en definitiva eran seres especiales.

 

Al final Tsuna invitó al pelinegro a cenar en compensación por haberlo preocupado y bueno, su mamá parecía una máquina para preparar comida en esos días, ya que tenía media mesa ocupada con diferentes platillos para ambos menores, Yamamoto se sentía tan a gusto con la mamá de su amigo que no podía evitar convivir con la amable familia, ya que ambos se veía excelentes personas.

 

Al día siguiente Tsuna se levantó temprano al igual que los demás días, adolorido por todo lo que había pasado el día anterior, al terminar de tallarse los ojos para poderlos abrir correctamente vio la mirada gris del presidente observándolo desde su escritorio, no lo iba a negar se había espantado de verlo ahí sentado, pero los ojos de ese hombre lo habían hipnotizado de tal manera que su cuerpo no había reaccionado.

 

-         Ayer me ayudaste a encontrar la cola de un pez bastante gordo – Tsuna no estaba poniendo atención realmente a las palabras del pelinegro, estaba siendo absorbido por su mirada ignorando cualquier otra cosa.

-         Aja – fue lo único que contestó, pero Hibari no le prestó atención, sabía que ese niño no hablaba mucho, también era un herbívoro selecto, por lo cual no podía contra ningún carnívoro.

-         Encuentra a más personas como esa, están contaminando mi territorio y voy a matarlos a todos – Hibari vio que no había respuesta por parte del menor, así que se enojó – ¿me estas escuchando herbívoro? – Tsuna despertó de su ensoñación al sentir el aura amenazante del presidente, pero esa sensación de peligro fue opacada de inmediato por la vergüenza de quedarse como tonto viendo al mayor. La reacción de sonrojo no paso de ser percibida por el presidente y justo cuando iba a descargar su enojo, vio como el menor encogió sus piernas hacia su pecho, causando una imagen demasiado “tierna” para sus ojos.

-         No puse atención, por verte… me podrías repetir lo que dijiste – Tsuna estaba esperando a que el presidente lo matara, pero nunca llegó el golpe, tampoco se atrevía a levantar sus ojos nuevamente, temía volver a perderse y no poner de nuevo atención, así que se quedó viendo sus pies, mientras jugaba con sus dedos, aún con sus rodillas encogidas.  

-         Quiero a la banda que encontraste ayer, no sé cómo lo hagas, pero encuéntralos – Tsuna asintió a las palabras, esperando a que se fuera para cambiarse, pero el ambiente seguía tenso y no se iba de su habitación, al contrario, parecía que lo observaba demasiado.

-         Trataré de encontrarlos – habló tan bajo que apenas se había escuchado, pero sentía que el presidente sólo se iría si demostraba que había puesto atención, así que soportando su pena y aumentando su sonrojo decidió contestar.

-         ¿No pretendes ir a la escuela, qué esperas para cambiarte? – Tsuna levantó la mirada con el sonrojo invadiendo todo su cuerpo, ¿pretendía que se cambiara enfrente de él?

 

Hibari sonrió por la reacción y al haber obtenido lo que quería se levantó y salió por la ventana, sin decir nada más, solamente dejando a un chico, sonrojado por la vergüenza de haber pensado que el pelinegro quería verlo desnudo, avergonzado de no ponerle atención por verlo y sobre todo sin saber porque su corazón estaba tan acelerado por imaginarse la escena de él desvistiéndose de manera tímida y el presidente observándolo de la misma manera penetrante que cuando despertó, posó su mano sobre su corazón y sintió como chocaba contra su piel y por accidente rozó uno de sus pezones, estaba tan duro que le causo un escalofrío, asustado decidió correr a darse una ducha, necesitaba pensar mejor las cosas y sobre todo, debía de enfriar su cuerpo.

 

Nuevamente era acompañado a la escuela por Yamamoto y Gokudera, el desconocido peliblanco que seguía obsesionado con él, iba caminando despacio como cada mañana, viendo sus pies pensando en la escena de la mañana, lo que había pasado en la noche con Yamamoto y el entrenamiento que le esperaba ese día, todo se le revolvía en la cabeza causándole muchísima confusión, sólo rogaba que ese día no empeorara más.

 

-         Sawada Tsunayoshi – el escalofrío fue involuntario, pero escuchar su nombre ser siseado de esa manera hacía que todo su cuerpo quisiera huir del enemigo jurado del presidente.

-         Rokudo – sempai, buenos días – dijo de manera tímida volteando a ver a todos los secuaces de tremenda figura, pero al ver a Nagi se calmó, ya que ella era la razón por la cual aún tenía su cabeza – hola Nagi – saludó más relajado y feliz por ver a la chica.

-         Tsuna – la menor sonrió al saber que el chico parecía tenerle mucho apreció, el castaño le volvió a extender una cajita con bento, a lo que la chica sonrió feliz.

-         Mi mamá dice que espera la visites pronto, al parecer te agarro mucho cariño – la sonrisa de ambos parecía honesta y a ojos de cualquiera parecía que estaban enamorados, pero ambos sabían que simplemente eran amigos del mismo dolor, el saberse odiado por todos.

-         Más vale que te alejes de mi herbívoro o te morderé hasta la muerte – Tsuna se sonrojó al escuchar la voz del presidente, su corazón no estaba listo para verlo.

-         Debo irme – y así corrió lo más rápido que pudo con sus torpes piernas, tropezando varias veces en el proceso, pero llegando vivo a la escuela.

-         Muy mal hecho ave – kun, asustaste al amigo de Nagi – Mukuro se preparó para molestar al pelinegro, pero el mismo no le hizo caso y se dirigió directo a su hermana.

-         No lo volveré a repetir, es mi herbívoro no te le acerques, no te di permiso de tocarlo – la peli azul estaba bastante enojada por el comentario, pero antes de que pudiera rezongar fue interrumpida por su hermano que se interpuso entre ambos, algo que Mukuro jamás iba a tolerar era que amenazaran a su hermana y esa ave había rebasado el límite.

-         Te mostrare el verdadero dolor – el ojo que siempre escondía bajo su flequillo se encendió haciendo que los que estaban acompañándolo incluso su hermana se alejaran, estaba molesto y cuando eso pasaba todo a su alrededor era consumido por las llamas de su odio.

 

Mientras tanto Tsuna llegó al salón a duras penas, aún le dolía el cuerpo por el ejercicio del día anterior, por lo cual estaba prácticamente arrastrando los pies para poder subir los tres pisos para llegar a su salón, a la mitad del camino choco con alguien y casi acaba rodando escaleras abajo, pero fue detenido a tiempo por una mano que lo sostuvo firme.

 

-         Debes tener cuidado, al extremo – Tsuna vio al dueño de la voz y lo reconoció de inmediato, era el hermano de la chica castaña, asustado trató de esconder su cara lo más posible entre sus flecos esperando que no quisiera ser su amigo al igual que su hermana.

-         Gracias por… - las palabras murieron en su boca y sus deseos no se cumplieron, como siempre sería un día difícil.

-         Eres el chico que salvó a Kyoko, al extremo – de un solo jalón lo subió toda la escalera y al estar frente a frente el peliblanco se inclinó – gracias por no dejar que esos hombres abusaran de ella – Tsuna creyó que estaba exagerando, pero su voz no era tan llamativa como la del otro por lo cual sus palabras no tenían el mismo impacto.

-         No fue nada… – nuevamente fue interrumpido.

-         Quiero agradecerte de manera correcta, así que tengamos una lucha extrema sin límite de tiempo demostrando que ambos nos respetamos como peleadores – el castaño no entendió como una pelea era la manera de agradecerle a otra persona.

-         Nii – san, que haces molestando a Sawada – kun – Kyoko llegó en el momento oportuno, ya que el peliblanco iba a secuestrarlo para llevarlo al club de boxeo a pelear.

-         Es mi forma de agradecerle que te haya cuidado, al extremo – la castaña estaba más que avergonzada, su hermano era una joya y si de por si el chico parecía odiarla, ahora seguramente ni siquiera la voltearía a ver.

-         Déjalo en paz, él no es de esa clase chico – tomó al castaño de la mano y lo jaló para evitar que su hermano se lo llevara, pero no contempló el hecho de que ya lo había soltado, por lo cual la fuerza hizo que ambos cayeran hacia atrás en las escaleras. La castaña solamente cerró los ojos escuchando el impacto en la pared, pero jamás llegó el dolor que imaginaba, al contrario, había sido cargada como princesa y al abrir los ojos vio al castaño en el descansó de la escalera con ella en brazos, sus ojos en lugar de ser color café eran de color ámbar, su mirada y su porte demostraban más seguridad que cuando estaba en clase y parecía estar tranquilo a su lado en lugar de parecer que huía de un leproso.

-         ¿Te encuentras bien? – Kyoko se sonrojó como nunca, ¿Qué había sido ese tono de voz?

-         Sí – poco le duró el gusto de ver esa escena de película romántica porque la mirada del castaño volvió a cambiar de tono, pero se desmayó justo después de que cambio de color, dejándola en una posición bastante vergonzosa, ella estaba en sus brazos y él estaba sentado en el piso recargado en la pared, al ver su cabeza se dio cuenta de que estaba sangrando – NO PUEDE SER ESTA SANGRADO – la chica dejó su ensoñación y cuando iba a ayudarlo, su hermano la paro en seco.

-         Yo lo llevó a la enfermería – lo levantó como costal de papas y corrió a la enfermería para que lo curaran.

 

Ryohei se repetía una y otra vez en la cabeza la escena que había visto, el chico había resbalado junto a su hermana, había dado una pirueta en el aire mientras la tomaba de los hombros y de las rodillas para así sostenerla y evitar que se golpeara al caer, pero al momento de caer el movimiento se fue alentando, como si una luz naranja lo envolviera, pero no había sido lo suficientemente lento, ya que al final si se había escuchado el impacto de la cabeza del castaño contra el muro, por lo cual terminó sentado en el piso, pero logrando que su hermana estuviera a salvo de todo daño.

Él jamás habría podido hacer eso en tan pocos segundos de caída, tampoco sabía porque, pero el hecho de verlo lastimado había hecho que algo en su interior reaccionara de manera violenta, casi tuvo el impulso de quitar a su hermana y culparla, pero reaccionó a tiempo y simplemente lo llevó a la enfermería, no sabía que pasaba, pero quería que ese niño estuviera bien, quería volverlo a ver a los ojos, quería comprobar si era el dueño del calor naranja que buscaba y sobretodo quería estar con él, quería aferrarse a él.

Al llegar a la enfermería la doctora lo revisó y dijo que no había sido nada grave, no entendía porque se había desmayado, al parecer la herida solamente había sido por el golpe, pero no se había hinchado ni nada que demostrara un trauma o contusión, palabras que Ryohei no entendía, pero si la doctora decía que con descanso era suficiente para que volviera estar bien, entonces podía estar tranquilo.

Escucho la campana para clases, pero no se movió para asistir, algo en su interior le gritaba que se quedara en ese lugar y que no dejara al castaño solo, además la doctora le había pedido que lo cuidaba en lo que ella informaba del incidente al director, así que tenía excusa para quedarse más tiempo. Al verla salir volvió su mirada hacia el chico y empezó a analizarlo con la mirada, él no era muy listo en muchos temas así que no sabía cómo interpretar muchas cosas, pero tal vez si observaba de manera adecuada entendería porque había despertado ese instinto de protección.

Mientras lo observaba sin darse cuenta empezó a acariciar su cabello y su cara, su cabello era tan sedoso que parecía hecho de seda, su piel también era bastante suave al punto que parecía un durazno, no supo cuánto tiempo se quedó tocándolo, pero despertó de su ensoñación al oír la puerta abrirse de golpe y la voz chillona de alguien gritando “decimo” logrando que al voltear se topara con un chico de cabello plateado y de ojos verdes que parecía estar llorando.

 

-         Tú idiota, quítale las manos de encima al Decimo – Ryohei volteó a ver al menor y se dio cuenta de que una de sus manos estaba sobre su cabello y la otra acariciaba su barbilla recalcando la orilla de los labios, sorprendido quitó las manos de inmediato ¿cuándo había empezado a acariciarlo de esa manera?

-         Sasagawa nos dijo que Tsuna la salvo de caerse y se había desmallado, así que venimos a ver si todo estaba bien – Yamamoto había sentido una punzada en el corazón bastante rara cuando había entrado y había visto a ese chico acariciando a su amigo, tuvo la imperiosa necesidad de batearlo en home run hasta la siguiente galaxia por su atrevimiento, pero sacudió la cabeza pensando que Tsuna merecía hacer amigos nuevos y esos dos hermanos se veían buenas personas y esa era la clase de amigos que iba a dejar que se acercaran al castaño, aunque sintiera esas punzadas extrañas en el corazón.

-         Él salvó a mi hermana, al extremo, hizo una pirueta en el aire e hizo que ambos evitaran mayor daño, la doctora dijo que no sabía porque se había desmayado, pero que físicamente estaba extremadamente bien – Ryohei se levantó y habló como siempre con una gran efusividad.

-         Tu hermana se está volviendo una molestia – Ryohei se enojó por el comentario del chico de cabello platinado – esta es la segunda vez que por su culpa algo malo le pudo haber pasado – el de cabello blanco no podía encontrar falla a su lógica, un par de semanas en clase y Kyoko ya había sido salvada en dos ocasiones por ese chico.

-         Me disculpare, al extremo, con él por todos los problemas que le hemos causado – bajo la cabeza sintiéndose culpable de la situación.

Al despertar Tsuna se dio cuenta de que estaba en la enfermería, pero sentía un raro escalofrío como si lo estuvieran vigilando su mente le gritaba que frente a él había alguien que lo observaba, pero sus ojos no veían a nadie ahí parado, entonces recordó que solo había una persona que lo hacía sentir así y justo cuando lo recordó se vio a sí mismo a través de los ojos de Mukuro y justo frente a él había una bruma de color índigo que lo mantenía escondido, volteó hacia delante y se vio a los ojos, entonces notó que eran de un tono levemente diferente, solo algunos se darían cuenta que en lugar de ser cafés se volvían de color ámbar.

 

-         Eres una persona muy curiosa – cuando habló el chico de cabello azul despertó de la ensoñación y vio como poco a poco quitaba la bruma para revelar su presencia – nadie había logrado ver a través de mis ilusiones y tu logras encontrarme donde quiera que estoy – se acercó al chico, Tsuna temblaba porque al parecer el hombre no tenía buenas intenciones en ese momento – el ave parece quererte – se sonrojó por el comentario – mi hermana te ama – quedo impactado por la revelación – y yo, no sé porque quiero destruirte para que nadie te tenga – Mukuro lo acorralo sobre la cama, su espalda estaba sobre la pared y sus piernas encogidas eran la única barrera que lo defendía del peligroso personaje que estaba delante.

-         Yo no soy especial… jamás planee que ellos me siguieran, de hecho, hasta los evitaba… - Mukuro se acercó y puso si nariz sobre el cuello del menor y respiro suavemente el aroma que despedía, quería entender por qué tan valioso para todos – sempai yo no… - al sentir la respiración del hombre sobre su cuello se le fueron las palabras de la boca y un escalofrío recorrió todo su cuerpo, no era de excitación era de miedo totalmente, ya que podía sentir las ansias que tenía de matarlo, al parecer estaba buscando la yugular para morderlo hasta matarlo.

-         Sólo por Nagi te dejare vivir por el momento, pero algún día cuando se aburra de ti, voy a despedazarte y me quedare con tu corazón para siempre – Tsuna sintió como la sangre acababa en sus pies, pero al parecer Mukuro no tenía planeado quitarse de su cuello aun, era como si estuviera en modo de cacería y no quisiera dejarlo con vida a pesar de que había dicho que no le haría nada.

 

Observó que a su alrededor la bruma empezaba a cubrirlos y supo que no habría poder en la tierra que lo salvara, nadie podía ver a través de la ilusión de ese chico, él era el único que podía saber dónde estaba, también era el único que podía avisarle a Hibari que era lo malo que pasaba a su alrededor, pero en ese momento no tenía su celular a la mano, además de que al parecer Mukuro de verdad quería despedazarlo, ya que pasaba la uña por sus zonas más blandas, donde podía enterrarla fácilmente y causar que sangrara, debía de salir de ahí o de verdad podría pasar algo peligroso.

Cerró sus ojos y entonces sintió como su corazón latía más fuerte y algo en su interior se calentaba, cuando abrió los ojos vio a Mukuro incrustado en la pared siendo sometido por un aura naranja que al parecer lo lastimaba, ya que estaba apretando los dientes para no gritar, asustado de que algo malo le pasara al chico le ordenó a esa energía que se detuviera y así paso, regresó como si hubiera salido de su cuerpo, vio a Mukuro en el piso y parecía que salía vapor de su cuerpo, como si hubiera sido quemado por algo.

Asustado corrió a hacía él para ayudarlo, ya que si bien no quería que lo matara tampoco quería dañar a alguien, además de que ahora todo lo que le había dicho Reborn empezaba a cobrar vida, él de verdad poseía un poder diferente al de cualquier otra persona y si no aprendía a dominarlo iba a pasar lo mismo que en ese momento, iba a lastimar a alguien.

Como pudo arrastro al peliazul a la cama y lo recostó, justo cuando terminó de hacerlo volvió el cansancio a su cuerpo, como si miles de calambres le recorrieran los músculos al final el dolor pudo más y se durmió en la misma cama junto a Mukuro.

 

Continuara…

Notas finales:

Dicen que nadie muere por dejar un RW.


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