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La canción del pecado. por YoloSwag

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El amor es en vosotros, la semilla de toda virtud, y de toda acción que merezca castigo.

La divina comedia-Dante Aligheri.

 

                                              🌹🌹🌹

 

   El nombre de Shion estaba en boca de casi todo el santuario, e incluso de los habitantes de Rodorio. Algo, sin duda, había ocurrido durante su ausencia.

   Shion era su compañero, su amigo y confidente, pero Dohko sabía que existía cosas que omitía; como a dónde iba las noches en las que le pedía que cuidara de Aries por él.

   Se lo había preguntado en varias ocasiones, pero Shion siempre evadía el tema, y después ponía esa cara estúpida mientras su mente divagaba. En aquel momento, su mente fue iluminada, y gritó:

    —¡Shion está enamorado!

    —¿Qué has dicho?

   Dohko se quedó mudo por un instantes ante la belleza del caballero dorado de piscis. Aún no terminaba de acostumbrarse, le parecía casi irreal que existiera alguien así, era simplemente demasiado para un mortal.

    —Dohko...

    —Ah, sí... vaya susto que me has dado. ¿De dónde has salido?

    —Olvídalo. Con tu permiso.

    Albafica partió en dirección a su templo con aquel paso elegante e incluso altivo que lo caracterizaba, dejando una estela de su aroma.

    El caballero de libra se cubrió la boca con las manos para evitar gritar de nuevo. Aquel aroma, casi podía jurar que era el mismo que Shion traía consigo cada vez que volvía de sus "escapadas".

   No era posible, —¿o sí?— Albafica no permitía que nadie se le acercara, aunque Shion era un terco excepcional. Así que... ¡tenía que averiguarlo!

 

 

    La noche estaba silenciosa. Apenas se oía el ruido del viento. Había algo que mantenía silencioso y solemne hasta el mismo aire. Tomó asiento en las escalinatas, y trató de concentrarse en el movimiento de las rosas. Sin embargo no podía dejar de pensar en cómo lo veían la mayor parte del santuario, en los murmullos —que iniciaban cuando pensaban que no estaba—, pero lo que más le preocupaba era el brillo de desconfianza en los ojos de Dohko.

    Algo había hecho —quizás inconscientemente—, y le angustiaba no saber qué. ¿Cómo podía disculparse por algo que no sabía?

   —Por casualidad, ¿no han escuchado nada al respecto? —le preguntó a las rosas, e insistió ante su mudez—, Vamos, ustedes tienen que saberlo.

    Albafica negó con la cabeza, aún sonriendo. Shion era un hombre singular y aún así, se había acostumbrado a él de una manera sorprendente. Lo aceptaba como una presencia inevitable y natural. Tanto que su corazón latió alegremente al verlo.

    —No fuiste a recibirme, —Su voz era suave, casi un susurro —pensé que algo te había pasado Shion.

    Éste le miró fijamente, incapaz de corresponder sus emociones con palabras. ¿Albafica estaba hablando en serio?

   —¿Estás bien, Shion? —dijo Albafica tomando asiento a un lado suyo, tan cerca que Shion podía oler su perfume. No se movió, temía que al hacerlo, el hechizo que dominaba esa noche se rompiera, y Albafica se alejara.

    —¿Es por ese rumor sobre ti? —insistió Albafica preocupado ante la extraña actitud de quién consideraba ya un amigo.

    —Si sabes algo por favor dímelo —imploró Shion asiéndolo de los hombros.

    No podía permitir que nadie lo tocara, sin embargo no pudo apartarlo. Shion que nada parecía alterarlo, siempre alegre y sociable, ahora parecía haber entrado al mundo de la incertidumbre y la desesperación. Además actuaba como si estuviera cubierto de una suciedad indeleble.

   No le gustaba verlo así, y además su toque era suave y cálido... ¿Cómo podía apartarlo?

   —Se dice que pretendes a alguien, y que vas a verlo las noches de luna menguante, las mismas que le pides a Dohko de libra que resguarde tu templo.

    Shion lo soltó, se quedó sin palabras, y su rostro se tornó de un intenso rojo. No podía creerlo, el santuario creía que pretendía a Albafica.

   —¡Eso es mentira! —gritó, y las rosas salieron de su mudez acusándolo de mentiroso.

    Albafica suspiró aliviado, y al instante se sintió miserable por alegrarse de que el rumor acerca de Shion fuera una mentira.

    ¿A caso deseaba que Shion fuera un solitario como él?

    —¡Saben que es mentira! —dijo con insistencia—, yo solo vengo a verlas a ustedes.

    Albafica se rio, de manera grácil y natural. Shion disfrutaba de esos raros instantes; había algo tan dulce y tranquilizador en ese melódico sonido.

     —En verdad, eres un hombre puro y honesto, Shion. —La sinceridad que brillaba en sus ojos era real.

   Shion contempló a Albafica con atención por primera vez; era esbelto y de líneas armoniosas. Tenía una facciones delicadas, y su rostro lucía pálido y atractivo con aquellas pestañas, y esos labios rojos. En conjunto poseía un belleza serena e intensa al mismo tiempo.

    Albafica parecía un ser ajeno a esta realidad, demasiado hermoso. Sin embargo reconocía que tras esa apariencia, delicada, grácil, decorativa incluso, había un guerrero fuerte y con mucho orgullo, y al mismo tiempo simbolizaba la belleza y la elegancia. Sintió palpitar su corazón. Al verlo de esa manera, notó la gran diferencia entre ellos.

    Permanecieron así, en silencio viendo brillar las estrellas. Shion acercó lentamente su mano a la de Albafica y estaba a punto de tomarla cuando éste se levantó súbitamente y lanzó una rosa negra a la oscuridad. Shion logró detenerla con un muro de cristal, sin embargo éste se hizo añicos en el proceso.

   —¡Whoah, eso estuvo cerca! —exclamó Dohko visiblemente aliviado.

   —¿Qué haces aquí? —le interrogó Shion.

   —He venido a investigar.

   —¿Investigar?

   —Sí, quería saber a dónde venías, y ahora entiendo por qué te llaman "el amado de las rosas".

   —¿El qué...?—dijeron Shion y Albafica mientras las rosas reían con intensidad.

 

 

    Hoy era una de esas noches; la luna menguante se alzaba en el cielo, y el aroma dulzón y mortal de las rosas demoníacas —que protegían el camino hacia los aposentos del patriarca, desde el tiempo en que fue instaurado el santuario— era más fuerte y penetrante.

   Sage salió a su encuentro, éstas le saludaron con sus habituales risas y sus invitaciones a tocarlas.

    —Saben que no puedo, si lo hago voy a morir. ¿A caso es lo que buscan?

    No obtuvo respuesta, hasta pasado unos minutos. Entonces sucedió lo insólito, las escuchó hablar en vez de comunicarse con sus singulares danzas:

   —No... pretendemos... matar.. a... los... que… amamos. Solo... queremos… tocarlos… antes… de… verlos…morir.

   —¿Por qué hablan en plural? —preguntó Sage—. Solo Albafica, y yo somos los únicos que podemos escucharlas...

   —No…Shion…también…

   —¿Shion?

   Las rosas callaron. Hakurei estaba ahí.

   —Mira que a éste chico no le bastó con poder ver los recuerdos de las armaduras, sino también quería ser "el amado de las rosas" —dijo Hakurei preocupado.

   —Pensé que estabas dormido hermano.

   —Shion no está preparado para tal responsabilidad...

   —Yo tampoco lo estaba hermano —respondió Sage con esa mirada que parecía leer la conciencia—, y creo que ninguno de lo anteriores patriarcas lo estaba.

   —Lo siento Sage.

   —Sé que estás preocupado. Sin embargo deberías confiar más en tu discípulo, y además ser "el amado de las rosas" no es tan malo. Ten por seguro que, ellas lo protegerán con su vida.

   —Y también lo hará Albafica, y eso me preocupa más.

   —¿Por qué?

   —He visto ese brillo en los ojos de Shion cuando lo mira. Me temo que no soporte su muerte y pierda la razón.

   —Yo creo que Shion tendrá la fuerza necesaria para sobreponerse a lo que viene.

  —Espero que tengas razón hermano.

 

 


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