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La isla del Fin del Mundo por EvakForever

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Notas del capitulo:

Finalmente puedo subir un nuevo capítulo, gracias a los que han leido el segundo y espero les haya gustado :)

“Un día el niño se despertó para ir a clase y, mientras caminaba, vio una luz en el horizonte. Miró para ver si alguien más se había dado cuenta, pero él era el único. El niño vaciló. Luego se apartó del camino y siguió la luz. Caminó por las colinas y llanuras, sin encontrarla nunca. Sin embargo a su alrededor, el mundo cambio muy ligeramente. Había árboles que no podía nombrar, y flores que nunca había visto antes. Caminó a través de la hierba que le llegaba hasta la cintura, y a veces tenía los tonos verdes más débiles, reflejados por sus ojos. El niño caminó y caminó, hasta que llegó a la cima de una última colina, apenas podía comprender lo que había encontrado, pues ante él, en su gloria infinita, yacía el mar.”

 

LA ISLA DEL FIN DEL MUNDO

 

Ed no pudo hacer movimiento pues Georg, que estaba a horcajas sobre él, le había propinado dos puñetazos en la cara que lo dejaron aturdido y casi al instante, sintió como le tomaban los brazos y pies para atarlos con lo que parecían agujetas de zapato.

Inmovilizado y volviendo en si Ed comenzó a retorcerse enojado— ¡qué demonios te pasa imbécil!—gritó.

De pronto, el sonido lastimero de un quejido lo hizo voltear en dirección a la cama de Alek, este estaba sometido por un chico pelinegro de casi la misma complexión que el rubio, pero era obvio que era más fuerte y lo mantenía callado con una mano vigorosamente afianzada a su boca, se notaba la presión que ejercía pues Ed reparó en como resaltaban las venas en el brazo del gamberro.

Los ojos se Alek, abiertos de par en par, miraban fijamente a su atacante, sin embargo, como si hubiera sentido algún tipo de llamado, rápidamente los desvió hacia Ed, haciendo contacto visual casi al instante.

Por un breve momento Ed pudo sentir el miedo y la rabia que Alek transmitía, su propio corazón bombeaba sin control y una pesadez se había instalado en la boca de su estómago, “esto se va a poner feo” pensó. El tipo que mantenía callado al rubio pareció darse cuenta de la dirección de su mirada y volteó a ver a Ed, lo saludó burlescamente con una sonrisa sádica y con unos ojos negros que mostraban pura locura.

El castaño se percató que aquel chico parecía querer decir algo, pero no alcanzó a entender nada pues sintió como Georg tomaba un pequeño mechón del escaso cabello de su nuca y lo halaba para atraer su atención.

— ¡Gunne!, ¡mantén callado a ese marica!—le gritó al tipo, quien asintió con su asquerosa sonrisa—y ustedes vayan a ver que nadie se aparezca—se dirigió a otros dos internos, que Ed no había notado hasta ese momento y supuso fueron quienes lo habían atado.

Con un frio hilo de sudor resbalándosele por la frente, Ed se retorció con más fuerza— ¡maldito hijo de perra!, ¡déjame en paz! —George le propinó otros dos puñetazos en la cara por tal acción y entonces pudo sentir el sabor metálico de la sangre comenzar a llenar su boca.

— ¡Entérate Haugen!—Georg lo zangoloteó con ira— ¡yo soy el far y mando en esta jodida ala!, ¡date por muerto si te entrometes!

— ¡Déjame en paz!—Ed gritó nuevamente— ¡me importa una mierda quien sea el far!, no quiero problemas, así que vete a la mierda y déjame cumplir mi condena.

El castaño respiraba violentamente y su pecho subía y bajaba con rapidez, la sangre de su boca había comenzado a resbalar por su barbilla debido a su anterior arrebato y por inercia rechinó los dientes, un segundo después escuchó al tal Gunne reír a la distancia—nosotros te la haremos más entretenida—habló mientras soltaba a Alek y se dirigía hasta él con impaciencia.

Ed vio por el rabillo del ojo como Alek se levantaba del suelo y hacia el amago de tratar de huir de ahí, caminando con prisa hasta la entrada del cuarto— ¡Ayuda!—gritó antes de que uno de los otros dos tipos apareciera por el marco de la puerta y lo tomara del cuello, estampándolo en la pared, esa acción produjo un ruido sordo en la madera mientras Alek perdía el aliento.

Sus ojos volvieron a encontrarse una vez más antes de que Ed sintiera como Georg lo alzaba y le daba un cabezazo que lo hizo jadear de dolor, otra vez escuchó a Gunne reír y antes de que pudiera parpadear para aclarase los ojos este le propinó un puñetazo en las costillas, seguido de otro en la mejilla, nuevamente de parte de Georg.

Ed no supo cuánto tiempo duró la golpiza pero en su perspectiva había sido una eternidad, tanto que el entumecimiento de su cuerpo se había vuelto una sórdida anestesia; después llegó finalmente el punto en donde ambos gamberros se aburrieron de magullarle con sus puños. No obstante, en lugar de irse, decidieron que además del desastre que habían hecho con el chico también podían reordenar la habitación, así que comenzaron a tirar las cosas de la mesita de noche, abrieron los cajones y deshicieron la cama de Alek tirándolo todo al suelo, esto, mientras proferían maldiciones al aire como poseídos por alguna fuerza malévola.

Cuando finalmente los dejaron solos, con una última amenaza en el aire, Alek se apresuró hasta donde se encontraba Ed y rápidamente comenzó a desamarrarlo, con el chico ya liberado, el rubio lo ayudó también a sentarse en la cama.

—Rayos… esos animales te dejaron hecho una mierda—dijo Alek con evidentes lágrimas escurriéndole por sus mejillas y una voz inundada de preocupación—debemos…—jadeó sin querer—debemos ir a reportarlo y llevarte con la enfermera.

Ed casi soltó una dolorida risa por la ingenuidad de su compañero— ¿qué te pasa? Ed levántate…

El chico fue interrumpido por la alta voz de Strand, quien ya se encontraba recargado en la puerta y los veía con un dejo de evidente satisfacción.

—B-20, B-21, ¡¿qué demonios paso aquí?!

Alek se levantó rápidamente y se puso rígido al tratar de responder la pregunta—señor…

—Me caí señor—habló Ed con un poco de dificultad, levantó la mirada y vio a Alek que tenía escrito la palabra “incredulidad” en toda la cara.

—Con que si ¿he?, te caíste… dime B-21 ¿es eso cierto? —Strand miró un momento al rubio antes de volver el rostro a la sangrante cara de Ed—porque la verdad no me convence eso que dices infeliz—enchuecó la boca con disgusto— ¡di la verdad!, ¡¿qué te paso?!

—Me…—Ed suspiró—me caí señor—repitió automáticamente—no hay otra explicación.

Strand soltó una carcajada maliciosa—que bueno que entiendes como son las cosas por aquí B-20—luego se puso serio—no quiero problemas, ¡escuchaste maldito bastardo!

—No… no tendrá ningún problema por aquí señor—el castaño trataba de controlar el temblor de su mano pero no podía, también había comenzado a sentir como un dolor pulsátil se extendía de su rostro a su cerebro.

—Muy bien—Strand hecho un vistazo al lugar— ¡este cuarto es un jodido desastre!

—Lo lamento señor… es, es mi culpa, a veces pierdo… el control y suelo romper cosas—Ed volvió a hablar dificultosamente y Alek ya no podía soportarlo.

— ¡Señor!, debe usted saber que…

— ¡Cállate B-21!, nadie pidió tu opinión—gritó Strand sin voltear a ver al chico—con que sí, maldito loco, ¿así que te gusta destruir propiedad del gobierno?, ¿crees que es divertido?

Ambos chicos se mantuvieron callados y con la cabeza gacha—pues ya que eso no significa un agravio importante para ti y B-21 parece estar de acuerdo, tal vez más trabajo podría ser la solución—el hombre pateo el colchón desparramado en el suelo—para que gastes toda esa energía.

Alek levantó la vista atónito, Strand solo continuó—ambos, no tendrán más tiempo de descanso por 3 semanas, ¡escucharon! —Hubo un leve asentimiento por parte de los dos menores—y tu B-21, espero que rindas en el campo o lo único que comerás serán los desperdicios con los que se atragantan los cerdos.

 —Si señor—dijeron los dos al unísono, Alek con la voz más apagada.

—Ahora B-20, el director quiere verte, levántate y ve con él, ¡ya!

Ed, que todo el tiempo se había mantenido recargado en la pared, se levantó y antes de poder salir a trompicones del cuarto Strand lo detuvo agarrándolo violentamente del brazo, Ed quería quejarse de dolor pero se aguantó como pudo, rechinando los dientes otra vez—te caíste de la escalera por ser un asno torpe ¿verdad?—la voz del hombre sonó seria y profunda mientras le clavaba la mirada fijamente.

—Sí… señor, eso fue lo que paso—el castaño expulsó aire por la boca, sintiendo como se le retorcían las entrañas.

—Muy bien, ahora ve—retiró su agarre del brazo del chico—y tú, B-21, recoge el tiradero de este lugar, maldito holgazán.

—Si señor—dijo Alek bajito.

Ed comenzó a caminar lento sobre el pasillo, que parecía más largo de lo normal y con cada paso que daba sobre el piso todo el cuerpo le dolía horrores, sin embargo, como pudo llegó hasta la esquina, donde se encontraban las escaleras que daban a la tercera planta, se recargó un rato en la pared y suspiró de cansancio.

A lo lejos se escuchaba el incesante silbido del viento revolotear y los murmullos de los demás internos, Ed levantó un poco la vista y de pronto no pudo evitar perderse en algunos destellos indeseables de su pasado; él constantemente se metía en peleas con los chicos de su calle, por consecuencia, era casi común que volviera a casa con rasguños y moretones, su madre, que era la persona más buena del mundo siempre lo limpiaba diligentemente y en su triste mirada le trasmitía su profunda preocupación, pero él no podía evitarlo pues parecía estar eternamente enojado, era su ira la que no podía controlar. Sin embargo, cuando creció y tomó consciencia del daño que provocaba a su alrededor, decidió cambiar, encerrar su furia hasta lo más recóndito de su alma y comenzar a ser un buen ejemplo de hermano e hijo, lástima que había fallado.

La voz de Strand a su espalda lo trajo de vuelta a la realidad— ¡¿qué esperas B-20?! —el chico volteo para mirar al hombre, que continuó hablando— ¿acaso quieres que llamé a alguien para que te lleve de la mano?

—No… señor, solo… disculpe.

—“Disculpe”—se burló el mayor— ¡sube de una vez!

Ed comenzó a subir las escaleras y no fue hasta que estuvo finalmente en el tercer piso que la sombra de Strand desapareció, miró a ambos lados, debería haber algún oficial por ahí pero el pasillo estaba desierto. Caminó hasta la puerta más cercana a su derecha y se alegró cuando vio las letras que marcaban “dirección” en ella, antes de atreverse a tocar pudo escuchar a un hombre, definitivamente Erickson, hablar con alguien más adentro, no se entendía bien lo que decían pero él pudo percibir un extraño murmullo, como de burbujeo, así que fue acercando  su oído cada vez más a la puerta que los separaba, hasta que la voz de un oficial que ya se dirigía hacia él, lo detuvo.

— ¿Qué haces aquí?—le preguntó sin tomarle atención al estado en la que el chico se encontraba.

—El…—tosió—el director pidió hablar conmigo.

El oficial asintió, caminó hasta estar frente a la puerta para dar leves golpes y entró cuando Erickson le gritó que pasara, Ed se quedó esperando y un momento después el hombre salió para decirle que podía entrar también, el chico lo hizo lentamente, el oficial molesto, ante su evidente tardanza, le dio un empujón hacia adentro, haciendo que Ed casi cayera de frente pero pudo detenerse.

La oficina era un cuarto grande, con un gran librero y varios estantes pegados a la pared donde yacían muchas estatuillas de porcelana; una alfombra color vino descansaba en el piso frente al escritorio del director y detrás de este, en la pared, había un gran ventanal con finas cortinas blancas amarradas, también a un lado, de una mesa en la esquina, se alzaba una gran bandera Noruega.

El director Erickson estaba sentado en una cómoda silla detrás de su escritorio, mirando hacia el paisaje de árboles que se vislumbraba tras la enorme ventana; cuando escuchó entrar a Ed se levantó, se planchó la ropa con las manos y caminó hacia al frente del escritorio para después recargarse en el borde del mismo.

Ed observó a su alrededor minuciosamente tratando de ver si había alguien más en la oficina pero solo eran ellos dos y el oficial que se retiraba en ese momento.

—B-20, Haugen, ¿qué te ha pasado muchacho?, ¿acaso te metiste en una pelea?—preguntó el director con perplejidad al ver el estado de Ed, que yacía con sangre secándose en su cara y manchando parte de su camisa.

Ed negó—lo siento señor… caí fuertemente por las escaleras, un descuido tonto… de alguien tonto.

El director lo miró disgustado, sabiendo que era obviamente una mentira, inhaló y exhaló aire antes de hablar—mira muchacho, sé que eso no te lo hiciste por caerte en unas escaleras, más bien parece la consecuencia de meterse en una pelea y eso no es tolerado en este lugar ¿entendiste? —no hubo respuesta—dime ¿qué ocurrió?

—Señor, me caí de las escaleras por ir distraído… siento mucho causar esta molestia pero no hubo ninguna—tosió nuevamente—ninguna pelea.

El director suspiró con resignación—muy bien Haugen, tal parece que te niegas a cooperar, pues media ración de comida te parecerá justo por tal mentira ¿no crees?

Ed casi maldijo, pero al final solo asintió, el director lo miró con desaprobación y continuó—creo que fue un buen momento para llamarte y plantear tu situación Haugen.

El chico observó al hombre por un breve par de segundos, iba vestido de camisa blanca y chaleco negro, después desvió su vista hacia el librero pegado a la pared de su derecha.

—Haugen, ¿sabes porque he durado en este lugar tanto tiempo?, ¿mucho más que cualquier otro hombre al frente de un centro de menores?

Ed negó con la cabeza y el director esbozó una sonrisa—porque si existen los problemas yo los trató de la forma menos escandalosa posible, sin molestar al rey ni a ningún ministro, y este lugar ha sobrevivido gracias a ello—el chico tosió nuevamente pero trató de recomponerse con rapidez—nosotros inculcamos la disciplina Haugen, una que al parecer tú necesitas más que nadie.

El director endureció un poco la voz esta vez, como en la explanada—no me gustan los altercados, ni llamar la atención del continente. Soy competente para llevar este lugar y por eso te digo Haugen, toma conciencia de tu posición. Entiende que tú mundo no va más allá de las paredes de este edifico.

Ed asintió levemente, cerrando sus manos en puños y apretando con poca fuerza—Si señor.

—Bien Haugen, me gusta que entiendas, porque en tu caso era Bastøy o la cárcel, así que mantente tranquilo—el hombre comenzó a moverse para volver a su antigua posición detrás del escritorio—no quisiera enviarte a la cárcel muchacho, creo en el poder de la reivindicación, solo da parte de ti y en los 4 años que pasaras aquí, la única molestia que tendrás será el maldito frio de invierno—finalizó.

—Sí señor…

—Si-señor-director—interrumpió Erickson.

—Si señor… director.

—Bien—Ed comenzaba a hacer hámago de retirarse pero la voz del hombre lo detuvo—ah y Haugen, si llegas a romper las reglas, ten por seguro que el calabozo no será tu peor destino.

El chico tardó un poco en responder—Si señor director.

—Ahora ve con la enfermera a que te limpie esa herida del labio, estas hecho un desastre—el director cayó sobre su asiento antes de proseguir—y creo que está por demás decir que espero esta situación no se vuelva a repetir, ¿correcto?

Ed asintió por última vez y cruzó rápidamente el umbral de la puerta, saliendo del lugar. El pasillo estaba vacío pues el oficial había desaparecido nuevamente, así que se dirigió hasta las escalera y comenzó a bajar con la misma dificultad con la que había subido, casi se cae en el último escalón que le daba la bienvenida al segundo piso pero un brazo lo detuvo por detrás, después escuchó la voz de Jan— ¡Maldición amigo!, ¿qué rayos te paso? —dijo el rubio preocupado al ver el estado de Ed.

—Georg—sentenció el castaño.

Jan hizo una mueca—Odio decirlo pero te dije que anduvieras con cuidado.

Ed solo alzo los hombros restándole importancia— ¿sabes… donde está la enfermería?

—Si amigo, yo te llevo.

Jan ayudó a Ed a equilibrarse sobre el piso y después a descender las escaleras para llegar a la planta baja, ya en ese lugar se dirigieron al ala A. Caminaron hasta que se toparon con una puerta, Jan tocó y al poco rato una mujer les abrió, era muy bonita, de corto cabello castaño, delgada y parecía estar en sus treinta, ella al ver el estado de Ed, se sobresaltó y los dejó pasar rápidamente.

—Déjalo en una de las camillas—dijo la mujer, antes de ir hacia unos cajones para sacar material de curación.

—Gracias señorita Wolff—habló Jan, mientras encaminaba a Ed a una de las cuatro camillas colocadas contra la pared, obviamente a la que estaba más cerca de la puerta.

La enfermera, al ver el rostro tan magullado del menor mostró preocupación pero no se atrevió a preguntar cómo se había hecho tales golpes pues podía augurar la posible respuesta, que era, de todas formas, muy común en ese lugar. Entonces tomó un banco y se acercó al borde del colchón, donde descansaba el cuerpo de Ed, negó con la cabeza y se sentó para comenzar a limpiar la sangre de la herida en el labio del chico, cuando terminó le dijo que afortunadamente no necesitaba suturas.

Después de un rato ella le ofreció un té de corteza de sauce para disminuir un poco el dolor y le dijo que descansara.

Jan se fue del lugar casi al comienzo de la hora de la limpieza, prometiendo regresar antes del toque de queda para ayudar a Ed a subir las escaleras y llegar a su habitación.

Ed se mantuvo acostado sobre su espalda, mirando el techo café y escuchando como pequeñas gotas de lluvia golpeaban el cristal de la ventana del lugar. Él se sentía enojado pues prácticamente todos lo habían humillado, los gamberros, Strand y el director, pero sabía que aguantarse era lo mejor que podía hacer por el momento. Finalmente resopló desganado.

Al cabo de un tiempo, sin parecer débil, se levantó de la camilla y le dijo a la enfermera que subiría a su cuarto solo, pues pronto sería el toque de queda y que si Jan se aparecía otra vez ahí le informara de su ida, ella trató de disuadirlo pero aun así él terminó saliendo de aquel sitio.

El dolor había disminuido un poco y con toda su fortaleza subió las escaleras para llegar hasta su cuarto, cuando estuvo ahí, observó a Alek que lo esperaba preocupado.

— ¿Cómo te sientes?, ¿fuiste con la enfermera?—preguntó rápidamente el rubio.

Ed solo lo paso por alto y se tumbó en su cama, cerrando la puerta tras él, esperaba poder dormir un buen rato.

—Ed… ¿qué piensas hacer con Georg?—volvió a preguntar Alek, interrumpiendo su intento de tranquilidad.

Ed alzó la cabeza un poco para poder observar bien a su compañero—nada—finalizó.

Alek, quien se había mantenido sentado en su cama, se levantó disparado para acercarse a él.

— ¿Cómo que nada?, acaso… ¡¿acaso no has visto cómo te dejaron?!, ¡me vas a decir que no quieres vengarte de ese hijo de puta!—habló alto el rubio con un evidente tono de  frustración.

— ¿Acaso no viste como… se comportó Strand hace un rato?, si hago algo en este momento yo soy el único que saldrá perdiendo de todos modos—Ed se dio cuenta que Alek no cambió su expresión así que solo negó y recostó su cabeza en la almohada otra vez—no entiendes nada, ¿verdad Alek?

—Definitivamente no entiendo… esos tipos vinieron a golpearte sin que les hubieras hecho nada, debes… ¡debes vengarte!

— ¡Cállate de una vez!, solo… déjame dormir un maldito rato—el castaño comenzó a respirar hondo.

Alek volvió a su cama y se sentó, postrando su rostro en las palmas de sus manos.

—Entonces eres un cobarde—un profundo silencio se hizo presente por un breve momento hasta que el chico volvió a hablar—eso es lo que eres, solo te estas quedando de brazos cruzados—su voz era temblorosa.

Ed escuchó estas palabras y sintió como una leve furia comenzaba a hervir en él, se levantó de la cama, ignorando el dolor en su cuerpo— ¿qué dijiste?

—Ya me escuchaste—la voz sonó aún más temblorosa—eres… ¡eres un cobarde!—repitió Alek con la cabeza gacha.

—Mejor guárdate esas palabras Alek, que no me conoces—dijo serio.

—Tienes razón, yo creí saber quien eras, por lo menos en los aspectos más obvios, pero la verdad es que eres… eres solo un fraude ¿no?

Ed se levantó de su cama y estando ya demasiado enojado, se acercó velozmente al lugar de Alek con un aura amenazante, hasta que el chico alzó la cabeza. Los músculos del castaño se habían quedado estáticos y entonces escuchó el gimoteo doloroso del otro, Ed pudo ver una combinación de desesperación, miedo e impotencia reflejarse en esa cara llorosa, casi al instante sintió una punzada en el pecho y la saliva se le atoró en la garganta.

—Lo siento—Alek trató de hablar bien, sin poder llegar a hacerlo—yo… no eres un cobarde, es que… si no eres tú, quien… yo, las cosas que dijeron, eso fue—solo comenzó a balbucear mientras lloraba.

Esto hizo que Ed olvidara su enojó por completo, tratando de relajarse un poco antes de hablar—Mira Alek—suspiró—tengo planes que llevar a cabo y encerrado en el calabozo no podré hacer nada, sé que tienes miedo, pero ahora ir por venganza solo empeoraría todo—las palabras de Ed salieron lentas pero con fuerza.

— ¿Planes?, que… ¿qué planes?—Alek balbuceó otra vez entre llantos sin llegar a entender lo que eso significaba.

—Nada… solo por favor ya no llores, no puedo creer que de una u otra forma consigues ser más fastidioso—Ed caminó nuevamente a su propia cama, volviendo a su anterior posición.

—Dime Ed, ¡por favor!, acaso… ¿estas planeando escapar?—Alek pronunció esas palabras lleno de esperanza—tú, ¿tú sabes cómo salir de aquí?—se talló los ojos con fuerza hasta dejarlos más enrojecidos y trató de calmar su respiración.

Escucharon la puerta atrancarse, lo que sobresalto a ambos, después la voz de Strand resonó en el pasillo, un poco alejado de su cuarto, anunciando el toque de queda.

Pasaron algunos minutos para que todo quedara en silencio y la luz del único foco en el techo se apagara, Ed volvió a mirar a su compañero—cálmate y mejor después hablamos, dices demasiadas tonterías cuando estas emocional.

—Ed, Ed lo siento de verdad, por lo de hace rato… por llamarte cobarde—la tenue luz de afuera que se filtraba por la ventana iluminaba la cara de Alek quien parecía muy avergonzado—es que, si no te defiendes ante esos imbéciles… sabiendo que tarde o temprano volverán por ti.

—Si ya lo sé, veías en mí un seguro de protección y ahora piensas que no vale la pena—el castaño bostezó—sabes Alek no tienes que excusarte por pensar así, hasta cierto punto… te entiendo.

Ed ya no dijo nada más pero el rubio continuó— ¡¿Qué?! —se tapó velozmente la boca y esperó, sin embargo, su gritó pareció no haber alertado al prefecto—… no yo… es solo que de verdad me caes bien, no eres un imbécil como los demás y yo…—el chico se detuvo.

— ¿Tu qué?—de pronto se sintió algo interesado, solo un poco.

—Yo… nada, estoy siendo un tonto fastidioso como dices, pero Ed, de verdad quiero ser tu amigo, alguien en quien puedas confiar—Alek dijo lo último más bajito.

—Alek, no sé lo que en verdad quieres de mí y sinceramente no me importa… solo creo que sería genial si entiendes que este día ha sido una mierda y que quiero… no, necesito dormir.

—Yo lo sé, es solo que… perdón.

Ed suspiró otra vez—no te disculpes, creo que ya fue suficiente.

—Tu…—el rubio continuó con la conversación, a pesar de la frustración del otro—entonces ese plan, ¿es sobre eso?, ¿sobre huir de aquí?

Ed pensó un largo rato antes de contestar pero al final decidió ceder—mira Alek no voy a hablar de eso contigo.

—Por favor, por favor—Alek se levantó de su cama y se puso de rodillas—es que si sabes cómo salir de aquí, yo te lo ruego…—la cara del rubio reflejaba anhelo y esperanza.

—Demonios, párate—Ed lo miró y negó con la cabeza—en serio… no sé cómo puedo lidiar con alguien como tú.

Alek se frotó la cara con las manos—Ed… sé que no te caigo muy bien y que no he hecho muchos méritos para cambiar eso, pero es solo que así soy yo, es algo que no hago a propósito… no puedo cambiar eso.

—Nunca te pedí nada, no tienes que cambiar nada.

—Lo sé… pero por favor, te hablo como una persona que no sabe que más hacer, Ed… te lo ruego.

Ante la falta de una respuesta la esperanza que Alek había tenido se fue desvaneciendo poco a poco, miró al techo y cerró los ojos un momento, antes de mirar al otro chico de nuevo—bien… perdón por ser tan insistente.

Ed no iba a hablar más pero algo no se sentía bien con hacer al rubio a un lado, “Dios, me voy a odiar por hacer esto”, pensó finalmente— ¡Esta bien!—la respuesta positiva hizo que Alek se sorprendiera—después de todo solo eres tú, pero… si te cuento esto debes manejarlo con toda la cautela posible, ¿estamos de acuerdo?

Alek asintió y se acercó a la cama de Ed, sentándose en el suelo y pegando su espalda a la orilla del colchón.

—Descubrí una especie de cobertizo donde guardan un bote… está cerca de la playa, así que sería fácil moverlo hasta el mar.

Alek parecía sorprendido por la revelación—pero ¿no está asegurado ese lugar o algo así?

—Sí, la puerta esta sellada con una tabla y no sé si por dentro el bote tenga algún candado—Ed se abrazó el estómago, adolorido.

—Entonces, si consigues algo con que cortar la madera… podrías sacar el bote—dijo Alek mirando al chico con convicción.

—Algo así pensé, ¿ahora te das cuenta?, si me refunden en los calabozos mi plan se retrasaría demasiado.

—Sí… lo siento, de verdad—Ed definitivamente pudo notar la cara enrojecida de Alek esta vez.

—Bueno, ya no importa—finalizó.

—Entonces—la voz del rubio parecía dudosa— ¿me llevarías contigo?

Ed lo observó por un rato y Alek volvió a suplicar—por favor, te juro que seré de ayuda, pero no me dejes aquí—el rubio habló desesperado.

El silencio creció por un momento pero fue cortado cuando la voz de Ed se escuchó nuevamente—Si está bien, pero mantente callado.

Sin embargo, Alek no festejó pues parecía estar pensando en algo—Ed—dijo con una voz que sonó más convencida esta vez—debemos llevar a Jakob, no quiero dejarlo aquí… no a él.

Ambos chicos cruzaron miradas, Ed después la desvió al techo y suspiró—al diablo, no te prometo nada Alek, incluso no sé ni cómo lo haremos, pero está bien, nos estamos yendo los tres—lo siguiente que dijo pareció meditarlo un poco—solo… debo decirte una cosa y sé que sonara malo pero quiero que lo tengas presente—el rubio asintió—si por algún motivo se quedan atrás, no volveré por ustedes.

De pronto, un estruendo se escuchó afuera, haciendo que los dos dieran un salto por el susto, Alek se levantó y se asomó por la ventana antes de que otro estruendo resonara y varios colores se reflejaran en las paredes—tienes que venir a ver esto—dijo el delgado chico.

Ed hizo el esfuerzo de levantarse y llegar al lado de su compañero, lo empujó un poco para poder mirar por la ventana, lo que vio fue al viejo Otto de espaldas, parado sobre la explanada y que parecía estar haciendo algo con sus manos, no obstante, a los pocos minutos una ráfaga de fuego salió volando a las alturas desde su posición. Lo siguiente que vieron fue una gran explosión de luz roja extenderse en el cielo y desaparecer a los pocos segundos, Ed pensó que era una vista hermosa, no comparable con las auroras boreales de Tromsø, pero que mantenía un encanto magnifico.

A los poco minutos, otra ráfaga se vislumbró seguido de una nueva explosión de luz, esta vez color amarilla, Alek miró a Ed y este pudo ver como las iris del chico brillaban por el resplandor artificial—son bombas de luz—habló el rubio y Ed solo atinó a asentir.

Se escuchó un ultimó estruendo y un último halo de luz se reflejó en la habitación—te entiendo Ed y lo único que puedo decirte es… gracias—susurró en el aire, el castaño pudo divisar la sonrisa de Alek mientras la luz se iba apagando poco a poco y era sin duda, la más honesta que había visto.

Notas finales:

Hasta la próxima...


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