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Buscando la belleza por OldBear

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Loki chasqueó la lengua al tiempo que se reclinaba sobre el escritorio que estaba en el taller. Estaba ligeramente irritado, pero el hecho que estaba provocando ese malestar en él no tenía razón de ser, por lo que, para su mala suerte, no podía quejarse en voz alta.

Su vista estaba fija a unos pocos metros de él, donde Thor tomaba las medidas de dos modelos que iban a contratar para los próximos desfiles. Eran jóvenes muy hermosas, de unos veintiún o veintidós años seguramente, y con la figura que Loki siempre exigía debían tener sus modelos: esbeltas. Pero aquellas jóvenes tenían algo más aparte de todo eso que al genio creativo no le estaba gustando: tenían el descaro de estar coqueteando con Thor.

Principalmente una de ellas, con el pelo castaño corto y unos ojos negros y penetrantes. Podría parecer que simplemente eran muy simpáticas, pero a ojos de Loki no. Odinson era conversador con los modelos, pero la chica parecía pegarse demasiado cuando él intentaba tomarle las medidas, además de ponerle más conversación de la cuenta y reírse de forma exagerada de cualquier chiste que dijera el rubio.

Laufeyson gruñia a cada exageración de la joven, y todo fue peor cuando ella fingió tropezarse para recargarse encima de él. ¡Y Thor la ayudó sosteniendola de la cintura! ¡Era inaudito como no se daba cuenta de lo que estaba sucediendo! Lo conocía demasiado bien, y estaba seguro de que su asistente no se daba cuenta de las intenciones de aquella “usurpadora” como pensó Loki. Aunque en retrospectiva, Thor no era de nadie, por lo que no sería usurpación.

Había visto infinitas veces al rubio grandote tomar las medidas de los modelos, pero por alguna razón aquello le estaba molestando. Quizás era por lo lanzada de la chica o por que, lastimosamente, estaba teniendo ciertos sentimientos por Thor.

De cualquier manera su paciencia rebosó cuando la joven —a quien ya detestaba— le pidió de forma “inocente” el teléfono al rubio por si le surgia alguna duda con respecto al trabajo, y en ese momento el genio creativo se levantó del escritorio y caminó hacia ellos de forma imponente.

—Si tienes alguna duda, querida, debes preguntarme a mi. ¿Entiendes?

La joven tembló ligeramente ante aquel tono autoritario. No había visto a Loki acercarse y sabía de la fama de aquel hombre imponente. No pensó estar haciendo nada malo con sus acciones, ni siquiera entendía por qué aquel hombre parecía tan molesto con ella.

—Perdón señor, pensé que de esa forma no lo molestaría con cosas triviales— respondió intentando zafarse de la situación.

La voz de la joven era suave y baja, pero a Loki le pareció tan irritante como arrastrar las uñas en un pizarrón. Colocó una sonrisa falsa a todas luces, lo que inquietó aún más a la pobre muchacha.

—Me molesta que entretengan a mi asistente en conversaciones sin sentido. —Hizo tanto énfasis en el “mi” que Thor se giró a mirarlo con una ceja alzada, sin entender la reacción del otro. —Él está muy ocupado, si ya tomó tus medidas vayan a hacer algo de provecho o simplemente desaparezcan de mi vista, donde no estorben.

La joven se fue casi en un parpadeó seguida de su amiga, quien tampoco entendía de dónde había venido el enojo tan repentino. Loki dio media vuelta para alejarse de ahí y entrar a la oficina de su taller para poder reflexionar acerca de la estúpida escena de celos injustificados que había hecho, pero Thor lo sujetó de la muñeca antes de que pudiera irse.

—¿Qué fue todo eso?

—¿Qué fue todo qué? —preguntó de manera altiva, si bien sabía que su actuar era injustificado, no iba a demostrar nada frente a Thor. —No comprendo tu pregunta.

—Acabas de hacer una escena, esas jóvenes no estaban haciendo nada incorrecto.

—A mi taller no se viene a coquetear, Odinson. Se viene a trabajar.

—¿Coquetear?

Loki se soltó del agarre del otro con gracia y prosiguió su camino hasta su oficina mientras agregaba:

—Iré a continuar con el diseño del vestido de Sharon, esos son asuntos más importantes que estar dando explicaciones innecesarias.

Thor no tuvo oportunidad para responder, y se quedó en medio del taller sin entender nada en lo absoluto.

 

 


 

 

El Helicarrier estaba lleno a la hora del almuerzo, pero el dueño de aquel restaurante nunca dejaba de reservar una mesa para el grupo de asistentes de Shield, los cuales siempre le habían sido fiel, y quienes tenían a Quill, quien podía comer hasta por dos personas.

Tony estaba más que feliz de estar en aquel sitio pues le era un respiro de la oficina y de su afán por no quedarse demasiado tiempo a solas junto a Steve, aunque sabía que el almuerzo no duraría para siempre.

Después de acomodarse en la mesa, pedir la comida y que a Clint intentaran sonsacarle como estaba llevando las cosas con su admirador—cosa de la que la mayoria sabia pues veían a Pietro muy feliz—, Quill se quejó de que Tony no les había dicho cómo habían ido las cosas con su enamorado, y que seguramente habría hecho un avance que no les quería contar.

—Claro que no,—dijo escudándose tras su cuchara. —No ha pasado nada.

Quill se inclinó por sobre la mesa sin creerse las palabras del menor, mirándolo de forma suspicaz.

—Oh vamos, dudo mucho que no haya ningún avance. Se nota que te gusta demasiado Strange, hasta lo tienes guardado con un apodo cariñoso.— Formó un corazón con sus manos, e ignoró olímpicamente la petición de Thor de que dejara a Tony en paz. —Seguramente es que pasó algo demasiado bueno y no nos quiere contar. ¿Se besaron? ¿Te declaró su amor? ¿Te lo llevaste a la cama?

Tony no pudo evitar ruborizarse con la palabra beso, pues el recuerdo del día anterior con Steve invadió su mente. Aquel color característico de la vergüenza no pasó desapercibido por ninguno de sus compañeros, y fue inevitable no escuchar la exclamación de Quill y Romanoff ante su evidente vergüenza.

—¡Entonces si ha sucedido algo bueno con Strange!—gritó Peter, llamando la atención de los otros comensales. —Bien que te lo tenias guardado travieso.

—¡Solo fue un simple beso!— gritó intentando empequeñecer el asunto.

Un “uhhh” colectivo por parte de Romanoff, Quill y Clint, acompañado de las risas mal disimuladas de los demás, aumentó aun mas su bochorno al darse cuenta de lo que acababa de decir.

—Vas bien Tony, no dejes que se te escape. -- dijo Quill mientras le guiñaba el ojo.

Sintió la mano de Sam en su hombro dándole valor mientras su bochorno aumentaba en grado. Por lo menos solo él sabía a quién le había dado el beso en verdad.

 

 


 

 

Por buena o mala suerte hubo bastante trabajo ese día y, aunque al caer la noche estaba más que exhausto, por lo menos no tuvo oportunidad de quedarse demasiado tiempo junto a su jefe, ni tampoco de pensar demasiado en su situación.

Tony se recargó en su silla y volvió a revisar los datos de la pantalla frente a él. Habían logrado conseguir una entrada de la nueva colección, no era para nada suficiente para saldar las deudas, pero por lo menos podrían darle un adelanto a los bancos y mantenerlos calmados. Se pasó todo el día realizando llamadas y ajustando las cuentas de los balances de otros departamentos, y quizás trabajó más de lo que era necesario, pero todo fue por no necesitar ver a Steve o pensar demasiado. Incluso luego de su bochornosa comida en el Helicarrier tuvo la buena suerte de que Steve no estaba en su oficina cuando volvió.

El día se hizo más largo de lo planeado y, a pesar de que había planeado irse con sus compañeros, tuvo que quedarse a última hora con Steve para cerrar unas cuentas. Por lo menos no estaban solos y Bucky los acompañaba. De todas formas debía de hacer un esfuerzo sobrehumano para mantenerse sereno y atento a la conversación, incluso se sentó junto al vicepresidente, y no cerca de su jefe como siempre lo hacía. Justo en el momento en el que Barnes mencionó que se retiraría por ese día Tony entendió que también él tenía que retirarse. Se levantó junto con los otros dos y fue directo a su pequeña oficina para buscar sus cosas. Barnes aprovechó ese momento para darle una última mirada a Steve y salir de forma apresurada, para asegurarse de dejarlos solos antes de que Tony recogiera sus cosas.

Ellos ya habían planeado retener a Tony hasta tarde para que nadie viera a Steve salir junto con el asistente, y también planearon la forma de que ambos se quedaran solos. Así que para cuando Tony salió del pequeño cuarto donde trabajaba, Steve estaba solo en la oficina de presidencia.

—¿El señor Barnes ya se fue? —preguntó asombrado. No había tardado ni dos minutos buscando sus cosas. Al ver el asentimiento de Steve caminó hasta la puerta con premura —. Pues me retiro yo también.

Quiso salir de forma apresurada tal cual había hecho en la mañana, pero Rogers lo retuvo con un suave agarre en su muñeca y una expresión pesarosa.

—Yo puedo llevarte a casa, Tony.

—No es necesario, yo…

—En serio—cortó Steve—yo te llevo. De todas formas necesito que hablemos de algo.

Tony no quería, pero tuvo que aceptar al ver la seriedad del otro; la charla que deseaba evitar sería inevitable para él.

Al ver que por lo menos el otro no huiría, Steve pudo relajarse ligeramente. Su plan inicial era conducir hacia algún lugar y hablar con el menor, pero recordó que a esa hora seguramente ellos eran los únicos en la oficina, y que quizás lo mejor era poner su plan en marcha de forma inmediata.

—¿Podemos hablar aquí?—le preguntó al tiempo que señalaba el sofá de su oficina.

Stark asintió y tomó asiento donde se le indicaba como el condenado que camina hacia la horca que su verdugo le indica.

Ninguno de los dos dijo nada por un momento, y el silencio que les rodeaba se volvió tan incómodo y denso que si estiraban la mano seguramente podrían tocarlo. Tony estaba sentado en el sofá mientras veía a Steve parado dando pequeños golpecitos al suelo con el pie. Ninguno de los dos sabía exactamente qué decir—o cómo decirlo—, y deseaban y temían al mismo tiempo el momento en que el otro hablara. Tony estaba completamente seguro de que Steve estaba buscando las palabras adecuadas para disculparse y explicarle que lo que había ocurrido era un completo accidente. Estaba seguro de que no quería escuchar que su jefe se hablara del beso como algo erróneo o una confusión por la bebida, pero era lo que sucedería.

—Quería que te quedaras porque necesito que hablemos de lo que sucedió ayer—. Soltó por fin Steve rompiendo el silencio.

—No es necesario—cortó Tony, poniéndose de pie rápidamente. Puso en su rostro una sonrisa nerviosa, aunque intentaba parecer más tranquilo—. Entiendo que lo de ayer fue producto del exceso de alcohol y todo el estrés que tiene acumulado.

Steve negó suavemente mientras repasaba en su mente el discurso que había planeado con Barnes.

—De eso quiero hablar, lo que sucedió ayer no fue un accidente ni nada producto de una borrachera. Ayer te besé porque quise hacerlo, sabía…. sabía muy bien lo que estaba haciendo.

Tony precisó de unos segundos para entender lo que estaba diciendo su jefe. Debía estar ebrio a más no poder para expresarse de aquella forma, pero el hombre no parecía haber bebido ni una gota de alcohol. Quizás era simplemente algún remanente de la locura del día anterior.

—No sabe lo que está diciendo. Creo que está confundido.

Sin que lo pudiera evitar se le escapó una risilla nerviosa, y tuvo que mirar a otro lado para controlar su situación.

Steve carraspeó tanto para que el otro le viera como para infundirse valor.

—Sé perfectamente lo que estoy diciendo— respondió mientras se acercaba a su asistente, con pasos cortos pero firmes en lo que estaba haciendo—. Así como ayer sabía lo que estaba diciendo. Yo te estoy diciendo la verdad, Tony. Tú… me gustas.

—No, ayer bebió mucho y…

—Ayer solo bebí mucho para tener la valentía de confesarme, por que esto que siento no lo había sentido antes y no sabía cómo sacarlo de mi pecho. — La parte más difícil era convencerlo de que sus acciones no habían sido influenciadas por la bebida, pero parecía estarlo logrando—. Sin embargo, puedes creerme cuando digo que cada palabra que dije anoche te la diría ahora sin una sola gota de alcohol en la sangre.

—Señor Rogers…

—Steve, en este momento dime Steve porfavor.

Aquella cercanía entre ellos, aunque no llegaban a tocarse, le estaba provocando a Tony una gran debilidad. Debía mantenerse fuerte y cuerdo, pues su jefe parecía haber perdido la razón completamente.

—Está confundido. —Su voz salió más aguda de lo que habría querido, y tuvo que aclararse la garganta antes de continuar—. Tiene demasiada presión del trabajo y con su prometida. Pasa demasiado tiempo aquí en la oficina conmigo y por eso cree que le atraigo.

El presidente de Shield negó, ¿es que acaso no podía dejar de decir que estaba confundido y simplemente aceptarlo? ¿Por que complicaba tanto las cosas? Dudó acerca de si la negativa de Tony de aceptarlo era simplemente por que tenía algo con Strange, y no deseaba admitirlo.

—Es que no entiendes, esto es más que una simple atracción. Una simple atracción no me mantendría despierto por las noches pensando en ti, ni me mantendría deseoso de llegar al trabajo tan solo para verte. Por una simple atracción yo no desearía estar a cada momento del día contigo, ni tenerte entre mis brazos como… como lo deseo en este momento. Yo se diferenciar algo irreal de este sentimiento que tengo hacia ti. Te puedo asegurar que no estoy confundido.

—Sí lo está. — Agitaba las manos entre ellos de forma nerviosa. No sabía qué más decir. Aquellas palabras le habían estremecido hasta la punta de sus dedos. Pero era imposible que todo aquello fuera real—. Está demasiado confundido.

Steve terminó de acortar la distancia entre ellos, envolviendo a Tony en un abrazo. Anthony era más bajo, por lo que apoyó la barbilla en su cabeza. Hizo una cara de desagrado que su asistente no pudo ver, y pensó que no lograría acostumbrarse a ese tipo de acciones. Antes de volver a hablar se aseguró de modular su voz para sonar lo más desesperado y dulce que había sonado en toda su vida.

— ¿Por qué te cuesta tanto creerlo? ¿Por qué no puedes aceptar que mis sentimientos por ti son reales?

Tony tardó un momento en responder, rodeado como estaba entre los brazos del otro dudaba entre las palabras que podría usar.

—Por que no soy de su tipo. — respondió en un susurro bajo, apenas audible.

Sabía que aquel abrazo era indebido, mas no tenía la fuerza suficiente para separarse. Tenía los brazos colgados a ambos extremos, sin atreverse a rodear a Steve, pero su cabeza descansaba cómodamente sobre el pecho del otro.

—¿Mi tipo?

—Ya sabe. Mujeres hermosas, con cuerpo perfecto, pelo largo y principalmente, mujeres. Yo no soy nada de lo que a usted le gusta. Porque en primera instancia, soy un hombre.

La voz de Stark se escuchaba amortiguada por estar contra el pecho de Steve, pero era claro el tono apagado que sonaba de ella. Si bien Rogers odiaba la situación en la que se encontraba, también detestaba el hecho de engañar a alguien como Tony de esa manera.

Sabía que estaba siendo un cretino.

—Lo sé Tony, se que eres un hombre ¿crees que no se eso? Pero es que no se como te fuiste metiendo en mi cabeza y escarbaste directo a mi corazón.

—Solo está ofuscado por tanto trabajo.

Steve rompió el abrazo para tomar entre sus manos el rostro de Tony y obligarlo a que le mirara. Sus ojos conectaron de forma inmediata y el rubio colocó su sonrisa más tierna antes de seguir hablando.

—Es que yo me enamoré de tu fidelidad, de tu forma de ser. Me encanta la forma en la que haces las cosas. Va mucho más allá de lo físico. Es tu voz, la forma en la que me tratas…

Iba mucho más allá de lo físico, porque en la lista de mentiras Steve ni siquiera podía mencionar algún detalle físico de Tony que le atrajera. De todas formas Tony no lo notó.

—Yo no sé qué decir. — dijo aun viendo de forma directa el azul de los ojos frente a él.

Steve entrecerró los ojos, ni siquiera las modelos se le hacían tan difíciles de conquistar. En verdad estaba llegando a pensar que tanta negativa podría deberse a Strange. Soltó el rostro del asistente y su tono de voz se volvió acusatorio.

—¿Es que acaso tu negativa es por que no sientes lo mismo por mi?

—¡No! de ninguna manera. Yo…

—¿Sientes lo mismo?

—Si,—respondió titubeante —. Siento lo mismo.

En ese momento supo que debía aprovechar el pequeño resplandor que veía en los ojos de Tony, y eliminó la distancia entre ellos para besarlo. Aquel beso fue diferente al de la noche anterior. Fue más lento, mucho más profundo, ya que Steve quiso convencer a Tony de la sinceridad de sus sentimientos. Y después de ser uno de los mujeriegos más grandes del país, él sabía muy bien cómo convencer con un beso. Sintió como los brazos de Tony envolvían su cuello con vacilación, y supo que le había ganado esa partida a Strange.

Apegó más el cuerpo del otro al suyo, y después de una cuenta regresiva en su cabeza él mismo fue quien rompió el beso cuando sintió que no podía más, y forzó una sonrisa delante de la mirada enamorada de Anthony.

La primera parte del plan estaba completa: convencer a Tony. Steve pensó que solo faltaba que estableciera los límites de aquella ‘relación’. Por más que obvias razones todo aquello debía mantenerse como el secreto mejor guardado y, aunque pensaba que Tony le entendería, no sabía cómo tocar el tema sin que sonara mal. Pero para su buena fortuna y sorpresa fue Tony quien lo mencionó casi al instante rompiendo el silencio.

—Supongo que esto debe ser un secreto.

No pudo ocultar la perplejidad de su rostro al escuchar esas palabras. Si bien aquello parecía ser un sueño tenía que aterrizar de forma certera los pies en la tierra: nadie debía enterarse de aquello.

—Por ahora no puedo mantener una relación.—Le confirmó — Tengo a Sharon y, aunque no la ame, el seguimiento de la empresa depende de eso. Sabes que ella me sirve para frenar a T’Challa, de no ser por ella, él me habria pedido cuentas hace mucho tiempo ya.

Tony asintió lentamente, y una palabra burda resonó en su cabeza diciéndole que acababa de convertirse en el amante de alguien.

—¿Entonces eso me convierte en su amante?

Steve tragó duro. Tendría a Tony Stark de amante, a su asistente, a un hombre.

—Supongo que sí, pero es solo por un tiempo, hasta que me pueda liberar de Sharon.

La sonrisa en el rostro de Steve ahuyentó las pocas inseguridades que aún quedaban en Tony, pero pronto su expresión cambió cuando una idea llegó a su mente.

—¿El señor Barnes sabe de esto?—ante la mirada confundida de Steve, Tony se explicó mejor — Ustedes se cuentan todo, parecen tener mucha confianza y no me gustaría que él se enterara.

—No, esto será solo un secreto entre ambos. — Steve soltó a Tony y se acomodó la camisa. Le hizo una seña hacia la puerta, esperando que esa noche terminara pronto— Vamos, te llevaré a casa.

 


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