La tormenta que caía era fuerte, tal y como recordaba el día en que su vida cambió, ese día en el que su vida al fin cobró el sentido a su existencia.
- Fash back-
-dense prisa!, su pulso está disminuyendo! –grita un paramédico a las enfermeras mientras corre por los pasillos del hospital, llevando una persona sumamente herida-
-por aquí por favor –indica el lugar la enfermera-
-que refiere? –pregunta el médico de urgencias-
-paciente omega de aproximadamente 22 años, presenta una contusión cráneo encefálica y una probable hemorragia interna, un embarazo avanzado; no sabemos si el feto aún está con vida; sufrió un accidente automovilístico, su alfa murió tratando de protegerlo –indica lo más rápido posible el paramédico, a lo que el médico solo asiente y de inmediato trata de estabilizar al paciente-
-resiste por favor, debes vivir! –le ruega el médico comprimiendo el pecho del castaño al haber escuchado el pitido de la máquina que indicaba que el corazón de su paciente se había detenido- hazlo por tu bebé, él quiere ver la luz del día! –rogaba porque sabía que si eso no funcionaba, probablemente tendrían que usar el resucitador, lo que con seguridad dañaría al bebé- eso es ha, ha... -respira cansado pero emocionado al haber recuperado los latidos cardiacos del paciente- eres muy fuerte... -menciona con una sonrisa tenue, observando tiernamente al omega-
Antes del Accidente...
Hiroki había salido de paseo con su alfa, un hombre imponente, muy gallardo y de rubios cabellos, al cual respetaba y temía; porque solo eso sentía por ese rubio alfa, sus padres prácticamente lo habían vendido a Shinoda, e incluso podían no haber aceptado ni un centavo ya que solo querían deshacerse de su hijo omega, pero el dinero les cayó como anillo al dedo, cumpliendo con lo único que Shinoda les había pedido y eso era desaparecer del país, para que así Hiroki, que en ese entonces tan solo tenía 17 años, no pudiera recurrir a nadie para liberarse de él.
Shinoda se había enamorado a primera vista del castaño y desde entonces lo quería para él, sabía que era menor de edad, pero ese no era un problema, no dudó en comprarlo y una vez que lo tuvo en sus manos, lo tomó sin compasión todas las veces que quiso, no le dejaba usar supresores del celo e incluso usaba drogas que adelantaban el celo del menor; le encantaba devorar el cuerpo de su omega, quería tenerlo siempre bajo su merced, marcarlo todo el tiempo, pese a que Hiroki ya tenía el cuello muy maltratado; pero lo que más quería era preñarlo.
Pero eso era lo único que le estaba costando hacer, por más que lo intentara muchas veces, por más que lo llenara con su semen, no podía lograr que Hiroki quedara encinta. Cuando fue con los especialistas para ver cuál era el problema, le cayó un balde de agua fría la notica y es que la culpa por la que su hermoso omega no quedara preñado, era suya, ya que al haber usado esas drogas para acelerar su celo, dañó sus órganos reproductivos, eso lo descolocó, pero era millonario y el dinero no era problema, por lo que sometió a Hiroki a distintos tratamientos para lograr su objetivo.
El tiempo pasó y a cuatro años de haber comprado a su omega al fin le dieron la noticia que tanto había esperado, su precioso Hiroki estaba embarazado de 2 meses, le costó mucho y Hiroki tenía ya 21 años, pero al fin había logrado preñar a su omega, por fin había logrado una unión completa con su hermoso castaño.
Hiroki no decía ni pensaba nada, sabía su lugar, sus padres siempre se lo habían recalcado cada minuto de su existencia, por lo que solo sabía callar y obedecer, aunque sufriera, aunque lo que le hacía su alfa lo lastimara mucho, aunque lo había violado hasta lograr embarazarlo, él solo debía seguir siendo obediente; pero ese bebé fue su consuelo, por primera vez había sentido una alegría verdadera, sentía su vientre cálido y ansiaba por ver a su pequeño; así cada día Hiroki se veía más y más hermoso, siempre acariciando su vientre que con el tiempo lucía más y más abultado.
Shinoda también había cambiado, ya no le daban ganas de poseer a Hiroki a la fuerza, quería que fuera el menor quien le pidiera ser tomado, pero eso para infortunio del mayor nunca llegó. Los meses pasaron lentos, pero eso lo disfrutaba mucho, amaba ver a su omega hacer nidos con su ropa, en los que lastimosamente no le dejaba entrar y eso le dolía, pero sabía que era su culpa por haber maltratado a Hiroki en un principio y solo haberlo visto como su propiedad y no como a su persona amada, pero no quería seguir así, quería hacer una verdadera familia con su amado, estaba convencido que todavía no era tarde para volver a empezar.
Ya estaban en el sexto mes del embarazo, su ansiado bebé estaba a nada de nacer, por lo que dedicaría cada segundo de ese tiempo en enamorar a su castaño, por eso decidió llevar de paseo a su omega a los lugares más hermosos que conocía; en esos viajes Hiroki parecía muy feliz y sabía que en poco se ganaría por completo a su amado, pero la tragedia llegó, estaba lloviendo fuerte y les faltaba mucho por regresar a casa, no quería que Hiroki se cansara más, así que decidió no aplazar su regreso, pero un auto se atravesó y a Shinoda no le dio tiempo de esquivarlo, solo de proteger a su querida familia, protegerla aún a costa de su vida.
Así recordaba Hiroki los últimos días con su alfa, cuando despertó en el hospital, esos pocos días en los que había sido feliz, pero que se quedaron en el limbo, ahora estaba solo, solo y con un bebé que estaba a nada de nacer.
Había pasado dos meses en coma y nadie había ido a preguntar por él, eso ponía triste a Nowaki, pensaba en que, cómo era posible que un omega tan hermoso, no tenía a nadie, más que a su alfa que había muerto. En esos dos largos meses y cortos a la vez, Nowaki se había encargado de atender personalmente a Hiroki, del cual apenas había logrado obtener sus datos; lo veía, lo cuidaba, le contaba historias, hacía de todo para lograr que Hiroki despertara, pero no fue hasta pasado ese tiempo, que al fin pudo ver con el brillo de la vida los hermosos ojos avellana del castaño, ahora si podía confirmar ese sentimiento que había estado creciendo en su interior desde que logró resucitarlo, lo amaba, se había enamorado de ese bello omega, ese que el destino le había dado y es que si, ambos eran destinados, por lo que por nada del mundo lo iba abandonar.
Hiroki tardó en recuperarse emocionalmente, estaba un tanto traumado por todo lo que había pasado, y también estaba confundido con sus sentimientos ya que nunca antes se había sentido tan conectado con alguien como con ese médico ojiazul, había algo que lo atraía de sobre manera hacia él y no quería creer que era lo que la enfermera le había dicho; es que acaso era posible que ese amable médico ojiazul era su alfa destinado?, existía eso acaso?; pero no tuvo que esperar mucho para que todas sus preguntas fueran respondidas.
Su bebé nació, fue un hermoso niño rubio de ojos avellana, lo amó desde el primer instante y no solo él, Nowaki también adoraba a su bebé, ahí fue cuando aclaró sus sentimientos, se había enamorado de Nowaki, de su cariño, de sus atenciones y especialmente del amor que sentía por su bebé; por fin la vida lo recomenzaba por todo su sufrimiento, por fin la vida le daba una verdadera familia, a la cual no iba a negarse a acceder. Por eso cuando Nowaki le pidió vivir juntos, no dudó ni un segundo en aceptar y desde entonces no se separó de él.
- Fin del flash back -
-te encuentras bien mi amor? –le pregunta Nowaki a Hiroki, encerrándolo entre sus brazos-
-sí, solo recordaba algunas cosas –responde apoyando su cabeza en el pecho de su amado, mientras observaba la tormenta que se desataba en el exterior- Hikaru ya se durmió?
-sí, cayó rendido después de haber jugado tanto –habían pasado 5 años desde que Hikaru nació, dándole muchos días llenos de alegría a sus padres- y cómo se ha portado nuestra pequeña terremoto? –pregunta a modo de burla mientras se inclina ante su amado para acariciar y besar el vientre abultado de Hiroki, y es que ya solo faltaban dos meses para que su amada Natsuki naciera-
-ja, ja no le digas así! –le sonríe- ella se ha portado muy bien, creo que será como su papá
-eso me encantaría, pero quiero que sea igual de hermosa que tú
-pero qué dices Nowaki? –menciona todo sonrojado-
-solo la verdad, -afirma encerrando nuevamente a su esposo entre sus brazos desde atrás, para luego depositar un tierno beso en esa marca que le había hecho en su noche de bodas, y si, al morir Shinoda, todas las marcas que le había hecho a Hiroki, con el tiempo habían desaparecido, por lo que Nowaki pudo marcar al castaño como suyo y no encontró mejor día para hacerlo, que el de su noche de bodas-
-te amo Nowaki –menciona con su bella voz-
-yo también te amo mucho mi amor, -besando la nuca de su amado- gracias por darme una hermosa familia-
~ FIN ~