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Munzel por AMMU TEIKOKU YUDAINA

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Notas del capitulo:

Hola mis terrones de azucar, espero que les guste este nuevo capitulo, por favor pasen a leer, disfruten y comenten. Nos vemos a bajo.

---Años después---

Un pequeño corderito corría a toda prisa por la orilla de una ventana, donde había unas macetas repletas de flores.

Rápidamente se escondió entre unas rojizas, pues su lana era de ese color se podría camuflajear de forma perfecta, sin duda se veía agitado el pobre, si de verdad quisiera huir de algo o alguien.

De repente la protección de ese ventanal fue abierta de golpe, dejando ver a un joven doncel, de una cabellera larga y lila, se vía realmente entusiasmado, buscando por todas partes del lugar, sin duda era a ese corderito su objetivó.

-Mmm- Se recogió algunos mechones que le habían caído en la cara, echándolos para atrás –Valla creo que Kiki se escondió en otro lado- Se fue retirando del lugar, de manera lenta, con las manos para atrás, girando sus ojos despreocupadamente.

El corderito por su parte rio de manera suave, para no ser escuchado, aunque fue más un bramido leve.

Sin embargo eso le duro poco, pues de su torso fue enredado por un mecho lila y siendo levantando suavemente, quedando de cabeza.

-Te tengo- De igual forma el joven pelilila se presentó, causándole un susto, mientras el chico sonreía de par en par.

Sin duda por su triunfa en las escondidas.

-Ya son veintidós a mi favor- Lo bajo rápidamente, pues sujetarlo con su cabello era divertido, dejándolo en la orilla de la ventana.

-¿Jugamos veintitrés de cuarenta y cinco?- Miro al pequeño corderito, posicionando sus manos en sus caderas levemente marcadas, buscando la aprobación de esa pregunta.

Kiki, solo negó con la cabeza, cerrando sus ojos, mostrándole una cara de que no le gustaba para nada esa idea.

-Ok…- Se sentó junto al pequeño –Y tu ¿Quieres hacer?-

El pequeño sonrió de oreja a oreja, dando unos leves saltitos, señalo con su cabeza, debajo de esa inmensa torre, dándole a entender su deseo.

-Si…- Levanto al cuadrúpedo miniatura y lo puso en su regazo, mientras él se sentaba dejando colgadas sus piernas –Yo creo que no, es lindo estar adentro y a ti te gusta- Señalo a su amigo.

Por su parte el animalito, lo miro con cara de aburrimiento y le saco la lengua, retunda negación ahora doble.

-Ay… No te enfades Kiki- Lo cargo entre sus manos, para cercarlo más a su cara –No es tan malo estar aquí- Con el pequeño en brazos, se retiró de la ventana, sin duda para comenzar hacer alguna otra actividad en mente.

Correr por dentro de la torre para comenzar hacer sus quehaceres, era la misma rutina de cada día.

Primero apoyado e impulsado por su cabello, se colocaba en las vigas de madera más altas, para lograr abrir el tragaluz que tenía por donde los rayos matutinos hacia su Aparicio.

Siendo todo más fácil con metros y metros de cabello, que utilizaba para jalar esa palanca y sostenerse sin más.

Al bajar, miro el reloj fijándose en la hora.

-Siete a.m. un nuevo día dio inicio- Tomo a su corderito entre las manos, para llevarlo con él a todas partes.

Poniéndose a barrer, el poco polvo que lograba juntar, levantando su cabellera para no estorbar y colocando toda la basura en el recogedor de mano que su amigo le sostenía ensuciándolo al pobre.

Ahora haciendo uso de un trapeador, dos pares de cepillos para tallar de mano colocados en sus pies, como si fueran patines, pulía y enceraba el piso, de manera divertida pero efectiva. Mientras el pequeño corderito le ayudaba de igual forma con uno de esos cepillos.

Subir por las esclareas con ropa que lavar.

Sacudir cualquier cosa, para dejarla con brillo.

Lavar la loza.

-Termine, ¿Qué hora es?- Se fijó en el reloj, dando un resoplido por lo agotada que estaba –Siete con dieciséis- Sin duda la respuesta no le había gustado, pues solo se sorprendió, girando sus hermosos ojos verdes, apoyándose con la escoba, y de igual forma su amigo que portaba en la cabeza, estaba decepcionado.

-Un libro leeré, o tal vez dos o tres- Rápidamente tomo aquellos objetos literarios, para sujetarlos contra su pecho y llevarlos para distraerse.

-O en mi herrería, algo nuevo hare- Sujetando un martillo pequeño y un cincel, para hacer algunas figuras en un pedazo de metal. Mientras Kiki lo observaba con suma atención alegre.

-Guitarra tocare- Entusiasmado, sujetando la guitarra acústica, dejando escuchar algunas notas, bien ejecutadas, pero haciendo pantomimas como si estuviera haciéndolo frente a un gran público.

-Tejo- Después de fue a tejer, con dos agujas, una bufanda roja hecha por el, que cubría al pequeño corderito, y parecía que la haría más larga de lo que ya estaba.

-Horneo- Sacando un delicioso pay con cuidado del horno de piedra, sujetando todo con un guante de cocina el cual desprendía un olor exquisito que ambos podían oler.

Fijo su mirada en la última pieza de metal grande, en la cual no había hecho una de sus obras, el cual estaba sobre la chimenea que recubría un espacio vacío y su mente comenzó a divagar, pensando en las posibilidades que podría llegar hacer en ese objetó.

Buscando sus herramientas, para comenzar a explayar su imaginación con suma facilidad, ya que tenía mucha creatividad, aunque eso no significaba que sus manos fueran toscas al contrario, aun eran suaves y delicadas, cosas raras, se supone que los herreros deberían tener hasta cayos, pero sin duda él era diferente al resto.

Cuando término, se colocó con su amigo en el suelo, para armar algún rompecabezas, que sin duda ya tienen memorizada cada pieza.

Lanzar los dardos, era una actividad que podrían disfrutar con cuidado.

Ahora sacando del horno un montón de galletas con chispas de chocolate, que el pequeño corderito ya degustaba, mientras las levaba a la mesa.

Distraerse tenia tantas ideas para hacer.

Una máscara de papel mache, con su imagen para asustar a su pequeño amigo.

Luego unos pequeños pasos de baile, girando se enredó el mismo con su cabello, cayendo al suelo estrepitosamente, pero aun así logro hacer un Jaque Mate contra Kiki.

Buen herrero y también alfarero.

Jugar a ser ventrílocuo utilizando al corderito como muñequito, que este le seguía el juego de igual forma.

Cosa rara, ahora hasta velas sabía hacer, y por su expresión también le pareció eso algo extraño.

Ahora estirándose, bajando sin doblar las rodillas tocando su pie derecho con el brazo izquierdo y de igual forma el brazo zurdo en la pierna diestra.

Un bonito dibujo por hacer.

Jugar a trepar hasta el tope de la torre, con ayuda de su cabello.

Cocer linda ropa para el corderito, que esa era la actividad que menos gustaba, su cara de enojado de notaba, aunque el pelilila, lo mirada con ojos grandes y adorables de ternura. Aunque aprecia gemelos de prendas, pues era un vestido igual al de él, arriba amarillo con encaje rojo en el cuello y brazos y en la falda con diferentes tonos de verde y unos detalles en rojo de un signo peculiar.

-Los libros releeré- Ya estaba sin duda fastidiado, lo notaba en su cara, sujetando los mismos libros que de la mañana leyó. –El rato hay que pasar- Y así acostado en su cama, ya aburrido lea con atención, acompañado de Kiki.

Buscaba algún otro material en el cual trabajar en su herrería, pero lamentablemente para él, ya estaba todo hecho y sin contar que los pintaba, igual ya estaban completos, no había más que hacer en ese lugar improvisado por él.

Frente a su espejo de cuerpo entero, comenzó a cepillar su hermoso cabello lila, tan largo, que no tenía fin, hasta terminar casi subido de nuevo en las vigas para terminas con las puntas y dejarse caer, de lo exhausto que esa labor era.

En su mente solo una pregunta se hacía, mientras jugaba con su cabello, dando saltos y dejándolo caer en círculo alrededor de él y era la siguiente –Yo me pregunto… ¿Qué cuando yo empezare a vivir?- Suspiro resignado, mirando cabizbajo al suelo.

Se dirigió a la ventana, para lograr ver el firmamento diurno, apoyándose con sus manos en la misma de madera, comenzó a recitar unas palabras –Esas luces que deseo contemplar, cada año… En mi cumpleaños…- Kiki se acercó a él,  subiéndose por su hombro –Están-

Girándose de nuevo a dentro de su torre, se cuestionaba lo siguiente -¿De dónde son?- Miro con atención lo que había hecho ene se día, el gran pedazo de metal, lo había vuelto en un paisaje hermoso, detallando esas luces que lograba ver cada año, en un valle verde por debajo –Hay quiero ir…- Camino con duda, hasta esa obra –Quizás hoy… Mi madre-

Comenzó a detallar otra figura en el metal, para ser precisos a él mismo, sentado en lo que parecía un árbol, él en la copa, tallando con ayuda de su cincel y martillo, su cabellera y pintándola después –Me permita… Ya salir-

Se quedó contemplando ese paisaje, que le traía cierta tristeza, quería ser libre aunque fuera por un instante solo para ver esas luces, que lo cautivaban.

---Reino de Atena---

Se escuchaban los pasos apresurados de tres personas, que iban de techo en techo, haciendo el menos ruido posible.

Escalando cada torre, con cuidado en cada tejado, subiendo y bajando. Sin duda no eran buenas noticias para nada.

Más precisamente, estaban sobre el castillo real.

Iban siendo guiados por uno en particular con una cabellera rubia, mientras los otros dos más fornidos que este lo seguían a paso rápido.

Burlaban la seguridad y a los guardias reales, que no se imaginaban por no girar su cabeza hacia arriba estaban a punto de robar algo de ese castillo.

El líder a lo que parecía, se fijó en el paisaje que se lograba ver desde esa altura y exclamo lo siguiente –Wow… ¿A quién le gustaría esta vista?-

-Rider- Fue llamado por su nombre por uno de esos tipos que lo acompañaban. -¿Qué esperas?-

-Un segundo- Dijo esto sin darle mayor importancias a sus reclamos, de hecho valiéndole lo que le digieran –Si… Ya me gusto- Sonrió de manera socarrona, cruzando sus brazos por delante de su pecho –Quiero un palacio como los que hay en las tierras de la India-.

El joven rubio lleva, una camisa blanca hasta los codos, y una chaqueta beige, con unas hebillas que funcionaban de botones doradas, con un cinturón de cuero cafe, pantalón del mismo tono que la parte superior. En su frente tenía un Bindi de color rojo, sin duda no era de estas tierras tal vez por eso su insistencia en un palacio de las tierras Indias.

El mismo hombre que hablo primero, se le quedo mirando de manera despectiva, sin duda el rubio a veces tenia ideas raras, que sacaban a todos de sí. Pero utilizando ello a su favor –Luego de este robo, te compraras tu palacio-

Lo sujeto de la ropa por detrás, pero no porque fuera menos fornido se dejaría.

Y en un movimiento rápido, se lo quitó de encima, sujetándolo de la muñeca o más bien haciéndole presión en la palma de la mano, provocándole un fuerte dolor al sujeto.

-Mi amigo, si quieres mi atención, solo pídemela cortésmente- Sonrió triunfante, el rubio era de temer cuando quería.

El segundo, solo giro sus ojos, sabía que meterse con ese hombre era mala idea solo, pero entre dos se podría manejar –Solo baja de una vez, antes de que nos atrapen-

Cero sus ojos, sonriendo de manera burlona, enredó la cuerda a su cintura, para bajar por ese agujero en el techo que era de su talla.

Cosa rara a mi parecer, hacer el trabajo a ciegas, pero según así se había vuelto un gran ladrón en muchas ocasiones, podría manejar todo mejor con los ojos cerrados que abiertos.

Bajo así sujetado con la cuerda, hasta su objetivo, no debía hacer ruido, pues delante de él había guardias reales, dándole la espalda al objetó más codiciado del reino.

Un estornudo fuerte se escuchó, pero gracias al cielo, no fue él, sino uno de los guardias. Aunque rápidamente este acomodo su postura de proteger la corona.

-Ho… ¿Fiebre de heno?- Pegunto de manera despreocupada, ya había obtenido su objetivo, en un morral de cuero, sujetándolo con fuerza y apoyándose con su codo en el cojín donde el objetó antes reposaba.

-Si…- Contesto el guardia despreocupado, sin siquiera darse cuenta ene se momento que se trataba de un ladrón engreído.

Al reaccionar, ya era tarde, pues este se había regresado hacia el techo con la ayuda de la cuerda y desaparecer de la vista.

-¡¡¡EY!!! ¡¡¡ALTO!!!- Trato de llamar el guardia, pero sería inútil -¡¡¡NO!!! ¡¡¡REGRESA!!!-

Con aquel grito, los demás guardias rápidamente se acercaron mirando por donde habían escapados los ladrones.

Sin duda corrían rápido, ya se encontraban cruzando el puente de roca por el cual salías del reino, aunque el rubio iba fanfarroneando de sus ideas.

-¿Pueden verme en mi propio palacio?- Corriendo en medio de ambos hombres uno de cabellos verde oscuro y otro de cabellos rosas intenso, los cuales solo lo miraban de forma despectiva. –Porque yo si lo hago Jajaja- Lanzo una risa burlesca –Todo lo que hemos “visto” y apenas son la diez de la mañana- Aunque este llevaba los ojos cerrados, podía maniobrar su andar a la perfección.

-Caballeros hoy es un día muy especial- Se había adelantando corriendo, con dirección al boque.

---Torre de Jamir---

Dejando escapar un suspiro, mientras guardaba sus utensilios de herrería, siendo apoyado por el rojito amigo –Estoy listo, hoy es un día muy especial Kiki-

Ríe levemente, mientras el corderito subía por su brazos para posarse en su hombro –Al fin, hoy se lo diré- Miraba decidido hacia cualquier punto en el techo –Le preguntare-

-¡¡¡MUNZEL!!!- Una voz masculina con un timbre que deseaba sonar más suave.

Escucho su nombre, ser llamado desde abajo, sabia de quien se trataba, y sonrió emocionado ante eso, de igual forma el borreguito también.

-¡¡¡DEJA CAER TU CABELLO!!!- Otro llamado más.

Sonaba entusiasmado, pero algo nervioso, mirando al corderito que igual le dedicaba una mirada cómplice –Ya es tiempo…-

El pequeño le quería infundir confianza, parándose erguido y solmene, a lo cual el joven solo respondió más tranquilo –Lo sé, lo se Jejeje- Tomándolo suavemente con la mano –No dejes que te vea- Lo oculto detrás de una cortina que igual allí estaba su mayor obra e ilusión.

Mirándola con atención una última vez, para tampoco ser vista por su “Madre”, sin embargo otro llamado lo tuvo que sacar de su ensoñamiento.

-¡¡¡¿MUNZEL?!!!-

Se bajó de arriba de la chimenea, para ir directo a la ventana por donde abajo lo llamaban.

-No me hare joven aguardando aquí- Un hombre con un vestido negro con unos toques rojizos y dorados, de cabello azul, estando abajo llamando al joven.

Salió por la ventana el pelilila –Ya voy madre- llevaba una gran sonrisa en su rostro.

Había un gancho de color negro, hecho de metal sólido, por donde enganchaba su cabello, para dejarlo caer y de esa forma aquel hombre lograra subir, sujetando el lila con fuerza, enredándolo en su mano para hacer una especie de apoyo y no caer.

Aunque era joven y algo delgado por su complexión, tenía la fuerza suficiente para subir al peli azul, que sin duda era pesado por ser adulto.

Portaba una capa de igual color negro, que al llegar al pie de la ventana se quitó, para dejar ver su rostro que admitámoslo, era atractivo… Pero no bueno.

-Hola- Una sonrisa en su rostro -Bienvenido madre- El muchacho trataba de descolgar su larga cabellera lila.

Se ordenó sus cabellos largos y azules, aunque no tan lagos como el pelilila, deshaciéndose del efecto de la capa –Ufff Munzel- Bajo de la ventana –Yo no podría hacer esto sin falta cada día, de cada semana- Se acercó al muchacho, parecía que lo abrazaría pero solo toco su hombre, mostrando una mueca de angustia y cansancio. –Cariño esto para ti, deber ser agotador- Le acaricio el cabello y contorno de la delicada cara, posando su mano debajo del mentón, mirándolo con tristeza a su “hijo”

-Ho jejeje- Lanzo una diminuta risa, mostrando sus dientes de manera temida –No es nada- Declaro, inclinando un poco su cabeza.

-Entonces no sé qué te hace tardar tanto- Toco la nariz del joven con la punta de su dedo índice, con una expresión de burla.

Dejando al menor algo incrédulo por aquello.

-Jajajajajajajajajaja- Su risa sonando molesta y orgullosa –Cariño no hablo enserio- Paso de largo del pelilila.

Este lanzo una risa fingida, el chiste no había sido bueno, pero no sería irrespetuoso con su madre –Jejejejejejeje- Se giró para encontrarlo de nueva cuenta –Entiendo…- Tomo valor para seguir con su idea, colocando sus manos en puño delante de él, entusiasmado –Escucha madre…-

El hombre se dirigió hacia el espejo de cuerpo entero, para poder mirarse con atención, arrojando la capa al suelo y pareciendo ignorar el chico. Pues solo se admiraba en este, buscando alguna línea de expresión, en su cara y cuello.

Sin embargo este siguió hablando.

-Como sabes… Mañana es un día muy especial- Se colocó de lado derecho del peli azul.

-Munzel acércate al espejo- Lo llamo, sujetándolo del brazo.

-¿Sabes que hay allí?- Le pregunto sin más, a lo que el joven lo miro algo extrañado –Un chico fuerte, joven, muy hermoso y seguro de sí mismo- Esas palabras se notaban cargadas de sentimiento maternal, pues el chico sonrió entusiasmado, lleno de alegría, pensando que eran para él.

Miro con atención el espejo y pos sus ojos en el reflejo del pelilila –Haaaa y hay estas tu- Señalándolo de nuevo con su dedo índice al chico, dejando escapar una carcajada sonora –Jajajajajajaja No hablo enserio- Le dio un leve codazo al chico, dejándolo con la mirada de estupefacción –No tomes todo tan enserio- Comenzó a estirarse la cara, para ver sus facciones más definidas.

-Claro…- Guardo silencio un segundo –He… Madre te decía que mañana es…-

Sin duda no le prestaba atención, pues al ver sus manos reflejadas en el espejo, noto que la edad lo estaba marcando –Munzel, tu madre se siente un tanto cansado, cantarías para mi cariñó- Mostro un rostro de tristeza y queriendo que los demás sintieran compasión por él.

Algo que ya sabía lograba manipular el corazón del muchacho, así olvidando su petición.

-Luego te escucho- Aun seguía mirándose con suma atención al espejo.

El chico que de igual observaba su reflejo –Hooo, claro madre- Sonrió animado, saliendo de escena, para preparar lo que necesitaría para hacer dicha acción.

Aunque el peli azul mostro una cara de fastidio, hacia el chico que ya tenía idea de que le iba a pedir.

Rápidamente frente a la chimenea apagada, coloco una silla de madera confeccionada por el mismo hace tiempo, colocando un banquito a los pies de esta, se acercaba el peli azul para sentarse, pero el chico le ayudo a hacerlo, impresionándolo, luego le coloca rápidamente el cepillo entre sus manos, poniéndole un poco de su cabello en el regazo, para cepillarlo y sentándose rápidamente en el asiento antes colocado por el mismo, quedando más bajo de lo que ya por si era.

-Flor que da fulgor, con tu brillo fiel, mueve el tiempo atrás, volviendo a lo que fue- Estaba cantando tan rápido, con sus ojos cerrados, provocando dicha canción que su cabello de un lila suave brillara, mostrándose ahora más hermoso de lo que ya era.

-¿Qué haces?- Su madre, lo miro sorprendido, sin entender la prisa, lo comenzó a cepillar.

-Quita enfermedad y el destino cruel, trae lo que perdí, volviendo a lo que fue- El destello de su brillo, levantado con la magia que en guardaba, rejuveneció al hombre.

-¡¡¡MUNZEL!!!- Se notaba enojado, dejando caer el cabello de manera brusca e igual el cepillo.

El chico se abalanzó rápidamente hacia el peli azul, mirándolo directo a los ojos con una cara de alegría sin más –Bien madre, te decía que mañana es un día muy especial y creo que no lo sabes así que voy a decirte- Sonrió aburándolo con efusividad del brazo -¡¡¡ES MI CUMPLEAÑOS!!! Jajajajaja ¡¡¡TARAN!!!- Apoyo la cabeza en el hombro ajeno.

Este a su vez, lo miro despectivamente, retirando al muchacho de ese agarre, para que no lo siguiera atosigando.

Negó con la cabeza –No, no, no, no puede ser. Eso lo recuerdo muy bien- Bajo su mirada pensando seriamente –Tu cumpleaños fue hace un año- Lo miro inquisitivamente.

Bajo su mirada tratando de recobrar su alegría inicial –Es lo bueno de los cumpleaños- Le dedico una sonrisa, y gesticulándolo con las manos para enfatizar –Tienden a ser anuales-

Se sentó tímidamente en el pequeño banco, algo pensativo, para exponer su punto.

Notas finales:

Buenos días, tardes, noches ¿Que hora es? ¿Quien me ha robado el reloj? ¿Como están terrones de azúcar? Espero que estén super bien. Yo ando con tanta risa, que no me la aguanto, hacer este capitulo... Enserio que me mato de risa, imaginándome todo en versión de nuestros queridos caballeros, jajajajaja no puedo... Voy a explotar de risa, jajajajajajaja 

Gracias por leer este fic, que se que muchos lo estaban esperando por los dibujos, pero dejadme decirles que este fic, es dedicado a un terrón de azúcar en especial quien fue la que me dio la idea en primer lugar de hacer los dibujos y con esto, pues esta hermosa versión locochona jajajajajajaja y es... Suppie, a ella deben esta historia tan hermosa y ocurrente. Jajajajja así que denle amor. 

Jajajajajajaja quiero conocer ahora a sus mascotas, por lo tanto, quien tenga mascotas, amigos peluditos, de sangre fría o nadando. ¿Quiero saber sus nombre y que son? Yo tengo ocho perros, y los nombrare en orden cronológico Kokoro, Kanade, Naruto, Chillo, Taiyo, Destructor, Invierno y Luna. Esos son sus nombres, también podría contar los mínimos que tiene mi novio, Terco, Dororo, Blake, Michia, Terquito. Jajajajjajajajaja Bueno ahora les toca a ustedes.

Quiero saber el nombre de sus amigos animalitos hermosos. 

Espero sus respuestas, comentarios y reclamos. jajajajaja Gracias a todos por seguir aquí conmigo apoyándonos mutuamente.

Y den lo mejor de si en sus tareas, trabajos y exámenes, pronto llegara la recompensa máxima que sera las vacaciones, aunque sean en casa, disfrutarlas y hagan cosas buenas. 

Espero que lo disfruten tanto y vean la película de forma diferente de ahora en adelante, pro que yo la verdad si, jajajajaja no puedo evitarlo ahora. 

Sin mas por el momento cuídense mucho, protéjanse a ustedes y a los suyos, no hagan cosas arriesgadas por el momento, coman bien, hagan ejercicio, traten de relajarse y cumplan sus deberes. 

los quiero mucho mis hermosos terrones de azúcar, somos la familia mas dulce del universo jajajaja

Ammu se va. 


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