Capítulo 32
⁃ ¡Onodera! ¡¿Estas bien?! ¿Que pasó?
Lentamente Onodera volteo su rostro, aún se veían sus ojos ligeramente irritados por el llanto previo, pero ya no había rastro de las lágrimas. A pesar de mantener su cara de miedo le habló con toda la calma del mundo.
⁃ … ¿cuantas personas castañas y de ojos verdes podría haber en Japón?
Takano lo miró confundido, ¿que clase de pregunta era esa? Al llevar sus ojos hasta donde Onodera ponía su atención un momento atrás, comprendió todo, siendo consumido por el miedo que le provocó ver aquello, no lo podía creer. Giró rápido escrutando todo a su alrededor, en las pantallas de las computadoras cerca a él había algo que solo confirmaba lo que estaba viendo, en cada pantalla estaba el rostro de un chico diferente con la mayor cantidad de información posible, todos con características en común, una u otra algunas veces, pero al final todos eran castaños y con ojos verdes. Oreki Houtarou, Takashi Tōno, Tashibana Makoto, Takahashi Misaki, y los nombre seguían y seguían. Takano corría entre los pasillos de escritorios viendo a todos ellos, con una foto y su nombre en grande, no había duda alguna en que estaban buscando gente con esas características precisas. Abrumado paró en seco, justo en medio del salón, viendo hacia el frente, a donde seguía viendo Onodera. Una enorme pantalla en la pared tenía dos fotos, la de dos Onoderas, Ritsu y su padre, quienes a pesar de no compartir rasgos faciales, compartían precisamente el color de cabello y ojos casi idénticos. A cada lado había una pantalla más pequeña, en una se proyectaba una fotografía desenfocado, pero en la cual su compañero se podía distinguir sin problema alguno, y en la otra, una foto un tanto confusa, de tan solo un cuerpo cortado de la boca para abajo, destacando por llevar puesto un uniforme, y Takano entendió todo. Los habían descubierto de alguna forma el día que se infiltraron al edificio, y sobre todo, habían dado con él el día en que se infiltraron al club nocturno, por eso seguían intentando atraparlo, sabían quien era y a quien buscaban, sin embargo algo no le cuadraba en la cabeza, ¿para que atraparlo si pudieron intentar matarlo desde un principio? Un peculiar sonido rebotó en sus oídos, introduciendo la voz de Yokozawa por el comunicador.
⁃ Estamos saliendo con el último grupo, si todo está listo evacúen el lugar, ¿cómo vas Onodera?
⁃ ¡S-seguimos en eso! Hu-ubo algunas complicaciones, todo bajo control
⁃ De acuerdo, apresúrense y salgan
Takano había respondido al llamado de forma casi desesperada, ni siquiera dándole oportunidad a Onodera de hablar por si mismo. Corrió hacia donde estaba Onodera de nuevo, encontrándolo en la misma posición que antes, pero él ya no estaba viendo la pantalla, tenía la mirada perdida en la nada, ausente de todo.
⁃ ¡Onodera! ¡Reacciona tenemos que salir de aquí!
Takano lo sacudía de manera continua y rápida, aunque no con mucha fuerza, casi enseguida recibió una respuesta de su compañero, aunque no la que deseaba. Desesperado, Onodera comenzaba a hiperventilar.
⁃ Saben quien soy, y quien es mi padre, ¡irán tras mi familia! ¡Quieren matarnos!
⁃ ¡Nononono! No quieren matarte, si lo quisieran lo habrían intentado
Dijo Takano para intentar calmarlo, logrando pararlo en seco mientras lo veía confundido.
⁃ … ¿De que hablas?
⁃ Me di cuenta, después de lo del club, que en todos los sitios han intentado atraparte, no quieren matarte, ni siquiera lo intentan, tranquilo
⁃ … ¡¿COMO QUE TRANQUILO?! ¿POR QUÉ NO ME DIJISTE?
⁃ ¡No pensé que se tratara de algo como esto! Y solo eran sospechas lo juro, tenemos que salir de aquí ahora antes de que
Takano se quedó hablando solo, pues Onodera rápido se alejó camino al panel principal de control, justo el que estaba conectado con la pantalla en la que estaba su foto. Intrigado, Takano fue detrás de él.
⁃ ¿Que haces?
⁃ Tengo una misión, tengo que encontrar información
Habló Onodera de forma nerviosa, sin despegar la vista del panel, a pesar de no estar consiguiendo mucho.
⁃ ¡A la mierda la misión! ¡Tenemos que ponerte a salvo! ¡No estás seguro aquí!
⁃ ¡¿De que sirvo si no hago esto entonces?! ¡Saben quien soy yo y quien es mi padre! ¡¿Cuando habías visto que se descubriera la identidad de un agente?!
Lo encaró alterado de nuevo, solo para regresar su atención al panel, aunque no lograba acceder, solo apretaba botones de forma desesperada sin saber muy bien que estaba haciendo, estaba bloqueado y la frustración lo comía a cada segundo.
⁃ ¡deja ahí! ¡Ni siquiera puedes
⁃ ¡Yo puedo!
⁃ Chicos … si siguen en el edificio les sugiero que salgan ahora mismo, están llegando camionetas, muchas, y están entrando al lugar
La voz de Mila interrumpió el inicio de una nueva pelea, paralizando a ambos por unos segundo. Asustado Onodera regresó al panel, intentando acceder a la computadora como fuera posible, necesitaba un milagro.
⁃ ¡Takano! ¡Hazlo por mi desbloqueala!
⁃ ¿Que? ¡Yo no se de computadoras! ¡Ese es tu trabajo!
⁃ ¡PERO NO PUEDO! ¡YA NO SE QUE HACER!
⁃ Pero si acabas de decirme que
De nuevo, el sermón de Takano fue interrumpido al ver como Onodera se agachaba en el suelo abrazando sus rodillas.
⁃ … ¿Ritsu?
Se inclinó a su altura para ver qué estaba ocurriendo, Onodera estaba temblando sin control alguno, intentando respirar absorbiendo bocanadas enormes de aire por la boca. Takano estaba completamente sorprendido de ver en tal estado a su compañero, nunca se imaginó verlo de esa forma, y él tampoco sabía muy bien que hacer. Lo único que se le ocurrió en el momento fue agacharse y abrazarlo, como si intentara protegerlo. Le decía repetidas veces que todo estaría y bien y que nada pasaría mientras lo mecía hacia adelante y hacia atrás, intentando convencerse a él mismo de sus palabras. Parecía que aquello funcionaba, pues la posición tensa del cuerpo de Onodera parecía estar más relajada y su respiración más tranquila, pero justo en el momento en que todo parecía mejorar, innumerables pisadas se escucharon marchando rumbo a la habitación en la que se encontraban, ya era demasiado tarde para escapar. Indudablemente la tensión regresó en ambos, pensando en qué podrían hacer para escapar con vida de ahí, al menos estaban fuera de vista agachados. Aprovechando aquello, Takano gateó sigilosamente hasta un punto en el que pudiera ver la puerta de entrada sin problemas, siendo seguido por Onodera, quien no podía pensar en mucho aún en su estado. Desde el suelo, el pelinegro estaba atento a cualquiera que entrara por la puerta, prestando especial atención al sonido de las pisadas que cada vez sonaban más cerca pero más lento, como si caminaran en alerta. Calculando el momento justo, tomó una de las granadas que llevaba en su cinturón, activándola y haciéndola rodar lentamente por debajo de los escritorios hasta llegar a la puerta en el momento exacto en que un grupo armado iba entrando.
⁃ ¡AL SUELO!
Gritó uno de ellos segundos antes de la explosión, despedazando a quienes estaban cerca a la granada y alterando a quienes iban detrás, comenzando una lluvia de disparos. Takano lanzó entonces dos granadas más en direcciones opuestas para intentar confundirlos, y lo logró, haciendo que dispararan a todos los rincones sin orden alguno. Todas las computadoras estaban siendo arruinadas, y los rostros de aquellos chicos desaparecían uno por uno, fue ahí cuando, mientras seguía lanzando granadas a diestra y siniestra, Takano pensó en su posible salvación.
⁃ Onodera, cuando diga que corras a la ventana, corres a la ventana
⁃ ¿Que?
Takano ignoró la interrogante de Onodera, y continuando con el plan lanzó una de las pocas granadas que le quedaban hacia el enorme ventanal, provocando en él un enorme agujero.
⁃ ¡Corre!
Sin saber muy bien que estaban haciendo, Onodera se levantó detrás de Takano saliendo de su escondite, siendo el primero el blanco de la mayoría de los disparos. A Takano no le importaba cuantos impactos recibía o que tanto doliera, su principal misión se había vuelto en salvar a Onodera Ritsu a cómo diera lugar. Mientras corrían lanzó las últimas dos granadas, una hacia el pasillo en donde seguía la mayoría de hombres, y otro hacia el panel de control, destruyendo la enorme computadora por completo.
Estando a punto de llegar al hueco en el ventanal, paró un momento a encarar a Onodera, a quien no le dio tiempo a frenarse llegando a chocar con su compañero, siendo sorprendido por un fuerte abrazo. Takano se había detenido a abrazar a Onodera durante unos segundos, y por un momento el castaño pensó lo peor, como si aquello fuera una despedida. Para su sorpresa, Takano continuó corriendo con él en sus brazos, ganando impulso para saltar por la ventana. El tiempo parecía detenerse nuevamente, lo único que parecían escuchar era el estrepitoso latido de su corazón, tan fuerte y rápido que se habían mezclado creando un solo sonido.
Onodera no entendía nada, ¿acaso ese era el momento de su muerte? ¿cayendo al inminente vacío? Para él estaba bien morir, si eso significa que morirían juntos, así que cerró los ojos en paz esperando el momento. De repente un sentimiento extraño lo invadió, pensó en sus padres y en cómo había puesto sus vidas en peligro, si ellos morían por su culpa jamás se lo perdonaría, y aterrado buscó el rostro de Takano deseando encontrar una explicación. Para su sorpresa él no lo estaba viendo, si no que tenía su atención puesta hacia arriba. Al mirar vió el brazo de su compañero extendiéndose con un arma en la mano, un gancho específicamente, accionándolo mientras reforzaba el abrazo con el otro brazo. El gancho había alcanzado muy ligeramente una roca, solo lo suficiente como para frenar su caída momentáneamente, solo a unos pasos de llegar al suelo. En cuanto sus pies tocaron la nieve no necesitaron decir nada para comenzar a correr, atravesando el denso bosque en medio del risco, pues del otro lado los esperaban equipos de alpinismo que se habían preparado para su escape.
Los disparos habían continuado por un momento, pero pronto cesaron, eso significaba que estaban bajando del lugar para seguirlos, por lo que no podían parar. Onodera seguía en shock, y ni siquiera podía escuchar sus propias pisadas en la nieve a causa del sonido de las granadas y disparos que previamente habían llenado el ambiente, solo podía percibir un ligero pitido en sus oídos. Se percató entonces del gélido clima que los rodeaba, pues sentía que en cualquier momento su nariz se rompería y caería de lo congelada que estaba, ya ni siquiera recordaba en que lugar había dejado el pasamontañas, ni en que momento se lo había quitado, ¿acaso importaba ya? Todo el mundo sabía quien era, ¿que caso tenía ocultar su rostro ahora? Había fallado como agente, como compañero y como hijo, y quizá había sido todo culpa de su confianza inicial, de creer que podría llegar a ser más de lo que se esperaba de él, pero ya se estaban viendo las consecuencias de sus actos.
⁃ ¡Ritsu!
El grito de su compañero lo hizo parar en seco, aunque no lo suficientemente pronto como para evitar chocar con la roca congelada del risco, ya habían llegado y no se había dado cuenta siquiera. Tras el aturdimiento del golpe volteó hacia su compañero, él lo veía de forma rara, como buscando una explicación a lo que acababa de hacer, y solo pudo agachar la cabeza lleno de vergüenza.
⁃ Necesito que te concentres de una vez si queremos salir de esta, ¡apresúrate!
Enseguida, Takano comenzó a abrochar el equipo a su traje. Intentando salir del shock emocional Onodera se dio unos golpes en la cara para despertar e imitar a Takano, abrochando su traje al equipo para escalar. Takano fue el primero en comenzar a subir, siendo seguido por Onodera. No podían avanzar todo lo que quisieran pues la roca congelada volvía todo más difícil, un movimiento en falso y podían caer hasta el suelo. Aún así tenían que hacer todo lo posible para salir rápido de ahí. Ya a mitad de camino el peligro paró, pues disparos desde el suelo comenzaron a llover. Sin posibilidad para correr o huir no tenían de otra más que aguantar los impactos en sus cuerpos, debían estar bien con los trajes antibalas, por lo que Onodera no pensó mucho en eso y avanzó lo más rápido que le era posible adelantando por mucho a su compañero, hasta que un quejido detrás suyo lo hizo frenar, una bala había impactado en la pantorrilla derecha de Takano. Al parecer el traje que les habían dado tenía algún fallo, ahora entendía por qué los otros disparos se sentían de manera tan dolorosa, pero ya era demasiado tarde.
Los ojos de Onodera se abrieron grandes como platos, a pesar de estar acostumbrado a la sangre, el ver la lluvia roja que manchaba la nieve a su alrededor lo heló. Se quedó así por un momento, en shock, hasta que la voz de Yokozawa lo trajo de vuelta a la realidad
⁃ ¡MUCHACHOS! ¡APRESÚRENSE!
Onodera miró hacia arriba, a la punta del risco, ahí los esperaban sus compañeros, aunque no podía ver sus caras ya las podía imaginar. Regresó su mirada hacia Takano, quien con mucha dificultad y lentitud continuaba subiendo. Onodera tenía que hacer algo si o si, si el traje había fallado en su pierna seguramente fallaría en algún otro lado, así que bajó comenzó su camino de vuelta para alcanzar a su compañero.
⁃ ¡Onodera! ¡¿Que carajos crees que haces?!
⁃ ¡Quiero salvarte idiota!
Un disparo impactó directo a la cuerda de Onodera, trozando una parte y haciéndolo tambalear. Ambos miraron asustados. El tiempo que pasara Onodera colgando sería lo que definiría si vivía o moría.
⁃ Onodera … solo vete
⁃ ¡¿Estás demente?! ¡Si te dejo morirás!
⁃ ¡Y si te quedas tú lo harás! Todavía puedes salvarte, tu cuerda no nos soportará a los dos pero tú puedes subir antes de que se rompa
Onodera miraba a Takano alterado, movía la cabeza en negación en repetidas ocasiones, Takano pudo ver un brillo en sus mejillas, había empezado a llorar. Takano le sonrió con gentileza. No sentía miedo de morir, sabía que ese trabajo era prácticamente perseguir la muerte, y más tranquilo se sentía al saber que había amado a alguien antes de morir. Irónico que justo en ese momento se diera cuenta completamente.
⁃ prométeme que serás muy feliz…
Onodera no podía creer lo que estaba escuchando, no lo aceptaba ni dejaría que eso pasara. Aún había muchas cosas que no sabía de Takano y quería preguntarle, aún faltaba celebrar su cumpleaños, y el que seguía y el que seguía, aún faltaba encontrar respuesta a aquello que lo ponía tan inquieto en presencia de su compañero, si él se iba, nunca lo descubriría, y no podría vivir así. Si Takano moría, el prefería morir también.