Capítulo 34
⁃ … A ver si entendí, ¿ustedes se fugaron a Rusia después de ganar en piedra papel o tijera a los agentes europeos?
Aikawa los miraba como si las llamas del infierno vivieran en sus ojos. Estaba destrozada, con el cabello enmarañado, con ambos brazos sobre la mesa y ambas manos presionando su frente. El grupo de cuatro chicos pasaba saliva por la garganta intentando humedecer su interior de alguna forma, pero ya no podían, el miedo los había consumido a tal punto que los había dejado secos.
⁃ ¡Y tú! ¿Me estás diciendo que te diste cuenta de que estaban intentando secuestrar a tu compañero y no dijiste ni una palabra a nadie durante todo este tiempo? ¡¿Es en serio?!
Aikawa había apuntado a Takano, primero hablando en calma, luego golpeando la mesa y finalmente levantándose de un salto. El grupo fugitivo se había relajado cuando la atención pasó de ellos al pelinegro, pero ninguno de los cinco pudo evitar tragar saliva (de nuevo), ante la reacción de su superior, se compadecían de su compañero. Tranquilamente, la castaña caminó hasta la última persona en esa fila india, ahí en donde la luz no pegaba tan fuerte, y parada frente a él volvió a hablar.
⁃ Y tu, fallaste en tu misión por un ataque de pánico provocado por haber dejado expuesta tu identidad
⁃ Aikawa-san, de hecho yo sería el culpable de
⁃ ¡Silencio Yukina! ¡No estoy hablando contigo!
La sala se quedó en silencio por casi un minuto, ninguna se movía, ni siquiera se animaban a respirar. Los tacones de Aikawa resonaron de vuelta hasta su escritorio, en donde se dejó caer es su silla. Apretaba sus ojos sobre sus párpados con una de sus manos, era realmente agotador.
⁃ Es cierto … el descubrir que el enemigo sabe quienes somos puede ser algo shockeante, no puedo culpar a Onodera por un ataque de pánico. Y no Yukina, tu no tienes la culpa de que hayan descubierto su identidad, fue una falla del sistema, las fallas suceden y nosotros no tenemos el control sobre ello. Mala suerte que justo Kisa y Onodera iban pasando por ahí en ese momento, bien pueden andar también detrás de Kisa en todo caso.
Yukina se congeló en cuanto escuchó aquella declaración. Miró a Kisa aterrado, este lo veía con una ligera preocupación, quien rápido le sonrió para calmarlo. Pero no lo calmó, por supuesto que no, a partir de ahora sería el doble de cuidadoso, no pensaba poner a Kisa en peligro de nuevo. Aikawa continuó.
⁃ Y bueno, no puedo negar el hecho de que, por desobedecer Takano y Onodera siguen vivos, así que solo se irán suspendidos tres días a su casa en lo que investigamos que tanta información tienen sobre Onodera y Kisa
Por fin, los cuatro suspiraron aliviados.
⁃ En cuanto a ustedes dos, la cosa es más grave
⁃ ¿Que? ¡Pero si acabas de decir que no es su culpa que lo hayan descubierto!
Takano rápido saltó a la defensiva, Onodera seguía sin inmutarse.
⁃ No, dije que entendía el ataque de pánico, pero debió ser más cuidadoso, y no hay nada que te excuse a ti de no notificarnos del peligro Takano
⁃ ¡¿Quien está hablando de mi?! ¡No hay excusa para mi y lo sé! ¡¿Pero quienes fueron los que lo mandaron a seducir a un hombre peligroso apenas disfrazado?! ¡¿Quienes fueron los que lo expusieron como una vedette ante esos ojos morbosos?! ¡Si alguien es responsable de la seguridad de sus agentes son ustedes!
De nuevo silencio. Aikawa solo veía a Takano con los ojos bien abiertos, sorprendida por la osadía del pelinegro. Onodera por fin había levantado la mirada, estaba sorprendido si, pero no entendía a qué emoción se debía su sorpresa. El rechinar de la puerta captó la atención de todos, haciéndolos mirar en esa dirección. A la oficina entraban Isaka y Asahina, el primero mostrando la cara más seria que jamás se le había visto.
⁃ Yoshino, Hatori, Kisa y Yukina, pueden retirarse, sus pases quedarán suspendidos por los próximos tres días y después de eso los quiero ver aquí a primera hora de la mañana
Después de un mecánico “si señor” por parte de los cuatro, salieron en una marcha silenciosa del lugar. Cuando la puerta se cerró, Isaka avanzó hasta donde seguían parados Aikawa y Takano, ambos de frente al otro pero con la mirada clavada en sus zapatos.
⁃ Aikawa, dales la orden a un nuevo número de agentes a que se pongan en contacto con la división rusa, necesitamos recuperar que tanto saben de mi gente.
⁃ Si señor
Aikawa giró en sus pasos hasta su escritorio, tomó algunas cosas y salió de la oficina. Isaka se colocó frente a Takano y Onodera, ninguno se atrevía a verlo a la cara. Isaka río entre dientes.
⁃ Vaya, mi alumno más destacado en toda la historia de este lugar, ¿que diría tu padre si se enterara de que dejaste a toda la familia Onodera expuesta?
Onodera levantó la cabeza, sus ojos expresaban terror, por supuesto nunca se perdonaría si le pasara algo a sus padres. Isaka sonrió relajado.
⁃ ¡Tranquilo! Solo quería que me vieran a los ojos, ¿tan intimidante soy que prefieren ver al suelo? No le diremos nada a tu padre por ahora, queremos vigilar desde una distancia segura sin que interrumpa sus actividades, para que no sospechen
Isaka se acercó con gentileza a Onodera, pasando sus brazos sobre los hombros del castaño y colocándole algo en el cuello. Al alejarse, Onodera llevaba puesto un collar, Takano no tardó en preguntar.
⁃ ¿Que es eso Isaka?
El líder de la corporación se acercó a él y le entregó algo similar a un control remoto con una pequeña pantalla.
⁃ Lindo, ¿no? Es un shocker de seguridad, o un collar rastreador. Al presionar el botón del rastreador que te di aparece su ubicación en la pantalla. Si detecta que está a más de treinta metros del portador del control lo electrocuta a él y a quien lo sostenga en caso de ir con alguien, así no podrá huir, tampoco lo podrán secuestrar. No le quites los ojos de encima.
Ambos, castaño y pelinegro vieron a su jefe alejarse de ellos. Estaban realmente confundidos.
⁃ Ambos están suspendidos hasta nuevo aviso, o más bien hasta que sepamos que tanto saben de nosotros. Como Onodera está en peligro necesitamos que no lo dejen solo ni un segundo, y como son vecinos tú eres el responsable de eso
Isaka caminaba tranquilo hasta la salida, en donde Asahina lo esperaba abriendo la puerta por él. Momentos antes de salir se detuvo y miró a Takano.
⁃ ¡Ah! Y por cierto, esconde todas las armas o cosas que puedan usarse como una, tú compañero tiene tendencias suicidas y no queremos accidentes
Finalmente salieron de la sala, dejando a Takano y Onodera solos, envueltos en silencio …
La incomodidad los acompañó todo el tiempo, pero había incrementado en el momento en que Onodera fue obligado a entregar su motocicleta y cualquier arma personal. Ahora, sin forma de moverse solo, iban ambos en el auto de Takano hacia su departamento.
⁃ … Si vamos a ser la única compañía del otro durante tiempo indefinido estaría bien saber cómo te sientes ahora …
Onodera, sentado dándole la mitad de la espalda y acurrucado contra la puerta del copiloto no respondió. Takano suspiró. Al llegar a un cruce el semáforo los atrapó en la luz roja, y aún siendo de madrugada con las calles completamente vacías, Takano decidió parar. Colocó ambas manos juntas sobre el volante y recargó su frente en estas. Veía a Onodera a su lado, se veía tan pequeño, tan frágil, intentando refugiarse en si mismo en un lugar que lo volvía vulnerable. Takano no sabía cómo lidiar on la situación ahora que ya había aceptado sus sentimientos hacia su compañero, realmente ni siquiera lo había pensado mucho, solo aceptó que le gustaba estar con él, de una manera más romántica, pero Onodera no le había dirigido palabra alguna desde que estuvieron en Rusia. Sabía que había arruinado todo, y sabía que él iba a tener que dar el primer paso, pero no sabía que decir, empezaría por pedir perdón.
⁃ Ritsu … perdóname, te puse en riesgo por no estar atento a nuestro alrededor, ahora por mi culpa tú-
⁃ El semáforo está en verde …
Aquella voz seca lo interrumpió sin más. Llevando sus ojos hacia arriba, vio la luz verde parpadeante sobre ellos, y sintiendo había perdido el momento para hablar, avanzó. Al llegar a casa las cosas no fueron muy diferentes. Se le había entregado a Takano, de la misma mano de Onodera en contra de su voluntad, claro, las llaves de su departamento. Por lo que Takano fue el encomendado a abrir la casa y escoltarlo hacia adentro. Onodera no hizo más que caminar directo a su recámara, no cerró la puerta, para qué si igual Takano tenía la autoridad de hacer lo que quisiese y entrar sin siquiera preguntar. Takano por su parte y tomándose en serio su labor buscó en cada rincón de la casa objetos que pudieran ser peligroso para Onodera, incluso sacó todas las macetas a la terraza y cerró la puerta con seguro. Por supuesto también tomó todos los cuchillos y abrelatas de la cocina. Aquella extraña orden había aparecido incluso en el acta administrativa que les habían hecho firmar, y la situación lo incomodaba un poco. ¿En serio Onodera tenía ese tipo de tendencias?, ¿desde cuando? Y sobre todo, ¿cual sería la razón? Fuese real o una simple broma, le preocupaba de sobremanera su bienestar, por lo que no se lo iba a tomar a la ligera.
Se asomó a la habitación, Onodera estaba tendido en su cama sin cubrirse, así como había caído se había quedado. En otra situación a Takano le habría dado risa su pereza, pero en ese momento realmente parecía que Onodera quería morir, no lo culpaba, el también tenía ese sentimiento. Intentando no hacer mucho ruido atravesó su recámara, entró al baño y encendió la luz, buscó dentro lo mismo que había estado recolectando desde que llegó. Al terminar miró desde la puerta a Onodera, en la misma posición y con los ojos cerrados, parecía tranquilo, pero Takano sabía que estaba haciendo hasta lo imposible por no mostrarse vulnerable, al fin de cuentas, sus egos habían sido más grandes que ellos mismos todos estos meses. Miró un rato más, perdiéndose en esa luz diminuta de color rojo que parpadeaba en medio de la gargantilla que llevaba el castaño, el único destello en medio de la oscuridad. A lo que les dijeron, solo quien la puso podía quitarla, así que tendría que seguir las órdenes dadas quisiera o no, y no quería, le parecía humillante tratar así a su compañero, pero no había opción.
⁃ ¿Te vas a quedar ahí toda la noche observando que efectivamente no me mate mientras duermo?
La voz había sacado a Takano de sus pensamientos de nuevo, podía jurar incluso que se escuchó con algo de sarcasmo, pero su expresión continuaba distante. Caminó por inercia hacia la cama y se sentó a su lado, acariciando dulcemente su cabello. Onodera abrió los ojos sorprendido, por un momento dejó de respirar por la sorpresa, pero no se movió.
⁃ … ¿por qué no tomas un baño antes de dormir? Se que fue un día muy difícil para todos, no me puedo imaginar como te sientes tú, aunque quiero …
⁃ ¿Me vas a observar mientras lo hago solo para asegurarte de que no intente ahogarme en la bañera?
La mano de Takano paró, nunca pensó en eso, pero no importara lo que dijera en el momento, era obvio que Onodera no le iba a creer.
⁃ … No se por qué todos dicen eso sobre ti, pero quiero pensar que no es verdad … solo quiero que estes mas relajado
Sin agregar más, Takano se levantó y salió del cuarto, cerrando la puerta tras de él. Onodera se sentó en la cama y miró por un momento el camino que había seguido su compañero, se sorprendió por darle la confianza de dejarlo solo y sin supervisión, y dándole otra oportunidad caminó al baño, que Takano había dejado con la luz encendida. Se quitó la ropa, se metió en la bañera, y cuando estaba a punto de abrir la llave para dejar que la bañera se llenara se dio cuenta, Takano se había llevado el tapón del fondo, aunque quisiera, no habría agua suficiente para impedirle respirar. Onodera rió amargamente.
Después de un rato, y ya con la cena lista, Takano decidió tocar la puerta de la habitación, espero unos segundos pero no hubo respuestas, tocó de nuevo y espero, pero todo permanecía en silencio. Presa del pánico entró sin que nadie lo invitara, casi destrabando la puerta por la fuerza y velocidad con la que lo hizo, no quería llegar tarde a presenciar un cuadro trágico. Pero no, al contrario, lo que vio fue un retrato que le llenó el corazón de calidez. Onodera dormía tranquilo en medio de su enorme cama, mal acomodado y con las frazadas hechas un desastre, pero se le veía tan tranquilo que le fue imposible a Takano no sonreír. Intentando hacer el menor ruido posible se acercó, lo acomodó y cubrió con las mantas, asegurándose de dejarlo lo más cómodo y calientito posible. Se sentó a su lado y admiró su obra maestra. Era inútil negarlo, su compañero le había parecido atractivo desde la vez que lo vio sudando en la sala de entrenamiento, y avergonzado aceptaba que había fantaseado con varias cosas obscenas desde la vez que tuvo frente a sus ojos su trasero tan de cerca. Y la vez que Asami se lo llevó, realmente pensó que su corazón se pararía cuando desapareció por unas horas, y jamás le diría lo mucho que lloró cuando lo llevó inconsciente al hospital de Marukawa. Aquel chico que dormía plácidamente con su boca entreabierta se había ganado no solo su confianza infinita, si no también su corazón. Takano río entre dientes y acarició la mejilla de su compañero.
⁃ ¿Que me hiciste Onodera Ritsu? …
La expresión del castaño había cambiado, frunciendo fuertemente las cejas. Takano, sintiéndose el responsable de eso rápido alejó la mano, pero entendió de que se trataba cuando lo escuchó hablar entre sueños.
⁃ Por favor… Takano… confía en mi …
Takano se quedó inmóvil un momento, pero entendió, entendió cual era su problema principal.
⁃ Lo hago … no sólo confío en ti, haría lo que fuera por ti, no te confiaría mi vida nunca, porque daría la mía siempre por salvar la tuya, mi Ritsu …
Acercándose sigilosamente lo besó en los labios, apenas un roce, una caricia, y aún así Takano sintió escalofríos. Se alejó rápido esperando no haberlo despertado, pero al contrario, vio como la expresión de Onodera se relajó. Takano sonrió, y finalmente se levantó de la cama, ahora estaba seguro de todo. Finalmente apagó la luz del baño.