Capítulo 19
Las cosas no iban avanzando de la mejor forma posible, a pesar de llevar ya una semana en los acueductos de Osaka apenas habían encontrado diez artefactos, y las esperanzas de destruirlos antes de que cualquier cosa pudiera pasar iban bajando. No podían exigir mucho de parte de sus agentes, después de todo eran personas, por lo que se les dio unos cuantos días para descansar.
Ritsu leía tranquilo en la comodidad de su sala, escape perfecto para alejar aquellos extraños pensamientos que ya llevaban dos semanas, o al menos esa era la idea. De repente su estómago comenzó a hacer ruidos extraños, y aunque pensando en que el comer le quitaba tiempo valioso debía seguir viviendo de algún modo, así que dejó el libro en la mesa de centro y se encaminó a la cocina. Realmente no quería comer mucho, pues ya era demasiado tarde y sabía que eso sería contraproducente para su estómago, unas galletas y leche eran más que suficiente, pero o Dios, cuando abrió la puerta del refrigerador de dio cuenta de que no tenía leche, y que muy probablemente llevaba casi el mes sin comprar. Bufando y con ese antojo creciente impidiéndole buscar algo más para comer se encaminó hasta el perchero en donde tomó y se colocó un abrigo, en el cual sintió algo ligeramente más pesado en una de sus bolsas.
Metió la mano al bolsillo y se dio cuenta de que lo que había ahí era nada más y nada menos que ese pequeño cubo de metal, el cual estaba ahí desde aquella misión, recordando que justamente ahí había estado todo ese tiempo su chaqueta de cuero, así que sin pensarlo mucho desdobló la motocicleta en medio de la sala, justo frente a la entrada. Hasta ese momento se dio cuenta del daño que había sufrido, la bomba o granada que los había desequilibrado aquella vez habían logrado romper algunas cosas de la parte delantera, dejando la motocicleta completamente inútil, ya la llevaría después al cuartel para que la repararan o le dieran una nueva. Abrió el compartimento del asiento, en donde se suponía debía estar su ropa demasiado arrugada por la forma en la que se había doblado y almacenado, pero lo primero que vio no fue su ropa, si no la de Takano. Lo había olvidado, ese día Takano también había guardado sus cosas en la motocicleta.
Dudando un poco tomó la sudadera de Takano y la sacó de ahí, el tener algo como eso era ... extraño, por alguna razón sus manos temblaban y su respiración se entrecortaba, tener esas dos prendas en su poder le hacían sentir nervioso. De forma involuntaria acercó la sudadera hasta su cara, hundiendo su nariz en la suave tela, cuando aquel aroma lo invadió sintió un escalofrío bajando por su columna vertebral hasta su ... ¿pero que estaba haciendo? Su cara se encendió en rojo ardiente al separar la prenda de su cara y arrojarla al sillón, haciendo lo mismo con los pantalones hasta llegar a su ropa, la cual sacó y arrojó al sillón contrario para después regresar la motocicleta a su tamaño compacto. Tomó su ropa y se encaminó hacia el cuarto de lavado, la dejaría ahí y la lavaría después, pero antes de entrar dio otro vistazo a la ropa de Takano. ¿Debería meterla a lavar también? Bueno, de algo estaba seguro, no la mezclaría con su ropa. Entró al cuarto de lavado y puso su ropa en la cesta, luego salió de ahí y como un iman siendo atraído corrió hacia el sillón en donde estaba la ropa de Takano, sentándose en un extremo mientras la veía con atención.
De forma tímida tomó la sudadera y la atrajo hacia él, aún sin tenerla cerca de su rostro la esencia de Takano lo invadía, un aroma tan familiar y ajeno a la vez. Sabía que debía olvidarse de aquello, que debía hacer como si nada hubiera pasado, pero simplemente no podía. Su voz, sus besos, algo como eso era imposible de olvidar, ¿podía quizás deberse a que aquel evento había sido traumático? Lo dudaba, pues realmente había disfrutado mucho de aquello, no lo iba a negar, pero eso mismo lo hacía pensar de más y traer a su mente eventos y pensamientos que él pensaba, habían quedado bien enterrados hace tiempo, pero al parecer no era así. Tuvo entonces una idea un poco rara, pero el deseo de hacerlo era más grande que su raciocinio. Se quitó corriendo el abrigo mientras se dirigía a toda prisa hasta su habitación, y estando frente a ese largo espejo en la pared al lado de la puerta del baño se colocó la sudadera. Rió divertido, pues le quedaba de verdad grande. Takano era un hombre alto y fornido, con una espalda ancha y con abdomen y pectorales bien definidos, y aunque Onodera también tenía un cuerpo trabajado tenía casi la mitad de masa muscular que su compañero.
Jugueteó un poco con las mangas y luego se colocó la capucha, riendo al pensar que parecía un rapero estadounidense en los años 90’s, comenzando así un pobre intento de rap. Era bastante común que en la intimidad de su casa aveces se comportara como un niño, cubriendo de alguna forma esos espacios vacíos que no había podido vivir en su momento. Luego tuvo una idea aún más loca, aquella sudadera le quedaba tan larga que parecía un vestido, así que en un tonto impulso se sacó los pantalones para ver cómo se vería realmente la sudadera como uno. De esa forma, con la enorme sudadera cubriendo gran parte de su cuerpo y la capucha en la cabeza, realmente podía imaginarse siendo una chica, ensimismado en el espejo comenzó a acariciar su cadera hacia su cintura, si tuviera las caderas más anchas y la cintura más pequeña, si no tuviera los hombros tan anchos y tampoco tuviera ... Tocó el espejo de forma delicada, en el reflejo de su rostro, ¿acaso de verdad hubiera deseado aquello? Se sentía bien en su cuerpo, se sentía bien siendo un chico, realmente no había una razón para que aquellos pensamientos lo invadiera, eran tonterías, o quizá, si había un motivo que quería ignorar.
Se abrazo a si mismo acariciando sus brazos al cerrar los ojos, la imagen de su compañero llegó de repente a su mente, y en cuanto eso pasó toda su piel se erizó. Solo lo admiraba, era el único sentimiento que tenía hacía él, esa era la razón por la que lo acosaba desde hacía tres años, solo eso, no había más, ¿por qué debería haber más?, ¿por qué intentaba convencerse a su mismo de aquello?, ¿acaso si había algo más? Las imágenes mentales fueron escalando hasta llegar a los recuerdos de aquella noche, imaginó el aliento de Takano contra su piel, su grave voz susurrándole al oído, sus manos recorriendo su cuerpo ... mierda. Hasta ese momento se dio cuanta de lo que estaba pasando, estaba duro.
Se quitó la sudadera y la arrojó a la cama para después salir corriendo al baño. Tenía dos opciones, esperar a que bajara por su cuenta o hacer algo al respecto, y su estómago cada vez rugía más fuerte, así que esperar no era una opción. Entró a la ducha y se quitó la camisa y los bóxers, no quería manchar nada puesto que tenía que salir de nuevo a la calle, solo algo rápido, una necesidad fisiológica que debía atender. Masajeaba, estiraba y jalaba, pero no parecía tener ningún resultado, quizá el estar tan nervioso y asustado por pensar en lo que le había provocando la ereccion no le permitía llegar hasta el final, y de repente otra idea aterrador cruzó por su cabeza. Miró lentamente hacia la habitación, más precisamente a su cama, y ahí estaba la prenda que le había provocado aquello, la sudadera de Takano. Salió del baño sintiendo sus rodillas temblar y se acercó a la prenda, la tomó temerosamente entre sus manos y volvió a abrazarla. La tela era tan suave y cálida, casi como el tacto de Takano, y su aroma ... Con una de las mangas acarició su cuello y mentón, y aquel escalofrío volvió. Corrió de nuevo al baño y continuó con lo que había empezado, acariciando su cuerpo con la suave tela mientras pensaba en aquella noche.
⁃ ah ... T-Takano ...
No estaba pensando en Masamune, en el apuesto agente del cual se había enamorado aquella mujer de la división de archivos, si no en Takano, en su ágil compañero de trabajo el cual admiraba siendo él un hombre. Su imaginación comenzó a volar mientras rozaba la tela por sus piernas y abdomen, se imaginaba a ambos de nuevo compartiendo una cama, gimiendo sus nombres, lo deseaba, en verdad lo hacía, espera, ¿lo deseaba? La eyaculación llegó al fin, y como si se hubiera dando cuenta de algo al fin se quedó viendo aquella sustancia blanquecina en su mano, completamente en shock, del cual no despertó hasta que su atención volvió a la sudadera, la cual también había ensuciado. El pánico se apoderó de él, abriendo rápido la regadera para darse un baño rápido. Se sentía frustrado e impotente, el sentimiento era tan abrumador que no pudo evitar llorar, ¿que estaba pensando?, no, no estaba pensando, solo sentía, entonces la pregunta real era, ¿que estaba sintiendo?
Sin pensarlo más comenzó a golpear una de las paredes del baño, intercaladas ambas manos izquierda y derecha golpeaban el frío azulejo, una y otra y otra vez y no paró hasta que un dolor agudo recorrió todo su brazo hasta su hombro entumeciendolo, sus nudillos sangraban, pero lo único que hizo fue enjuagarse y perder su atención por un momento en el agua teñida de rojo que corría hasta el resumidero. Salió rápido del baño, corrió hacia su closet intentando no pensar en nada más, se secó y vistió, pero antes de salir de la habitación regresó en sus pasos hasta el baño tomando la sudadera de Takano y luego hacia la cama tomando lo pantalones, para así dirigirse casi corriendo al cuarto de lavado, encendiendo la lavadora y arrojando ambas prendas en ella, aunque su verdadero deseo era quemarlas. La vergüenza no lo abandonaba aun camino al combini, ¿en serio se había masturbado pensando en su pareja de trabajo? De verdad estaba enfermo y sentía repulsión por si mismo.
Había aprovechado el viaje para comprar unas cuantas cosas más y abastecer su despensa, no sabía cuándo sería la última vez en la cual tendría la oportunidad de salir a hacer algo como eso. Cargaba una bolsa en cada mano repleta de cosas, además de leche llevaba una caja nueva de té instantáneo, algunos platillos de comida preparada que había encontrado en oferta, latas de verduras, pastas, purés o otras cosas para preparar sus propias comidas, además de uno que otro dulce. Caminaba con la mirada baja, intentando darle claridad a sus pensamientos, el darle respuesta a la pregunta del por qué lo había hecho le resultaba un tanto aterrador, ¿de verdad podría volver a ver a Takano a la cara? Luego estaba el asunto de su mejor amigo, cuando Yokozawa lo había llamado por su nombre hubo un sentimiento extraño en su interior, algo que no quería llamar cómo celos, pero que realmente eso parecían. Suspiró de forma pesada mientras miraba al cielo, en esos momentos sus antiguos pensamientos volvían a su cabeza, si hubiera sido mujer ... ¿algo sería diferente justo ahora?
De repente algo lo puso en alerta, un “click” que para su desgracia era bastante familiar, seguido de otro sonido bastante peculiar, y algo punzante haciendo ligera presión en su espalda.
⁃ Deja las bolsas en el suelo y saca todo lo que traigas, si intentas algo él va a dispararte
Le dijo una voz desagradable y desconocida a forma de susurro en el oído, haciendo ligeramente más presión en su espalda, y al mirar al frente otro sujeto encapuchado con un arma apuntándolo discretamente. Mierda, justo ese día debía ir distraído.