Era una noche tranquila y cálida en el Templo Aire del Oeste, el Equipo Avatar ya había terminado de cenar y ahora la mayoría de ellos estaban en sus habitaciones (o en una tienda de campaña hecha de tierra como en el caso de Toph) preparándose para ir a descansar luego de un largo día. Katara caminaba por el pasillo donde estaban las habitaciones siendo alumbrada con la luz de una vela, verificando que todos ya estuvieran descansando, ella iría a su respectiva habitación luego de terminar con su tarea; sin embargo, el destino le hizo cambiar sus planes cuando, a mitad de trayecto, siendo más específicos, se detuvo ante la puerta de la habitación de Aang y pudo escuchar ruidos provenir del interior. Una voz profunda y ronca murmuró algo que era amortiguado por la puerta para que Katara no pudiera oírlo, pero sabía perfectamente quién era el dueño de esa voz: Zuko. Pero... ¿qué estaba haciendo en la habitación de Aang? no era inusual para ella ver cuánto tiempo pasaban juntos y lo cercanos que se habían vuelto, pero, por otro lado, la maestra agua no quería aceptar o creer que el maestro fuego había cambiado, sin embargo, por alguna extraña razón, Aang le creía y hasta confiaba en él, eso no le sorprendía, Aang confiaba en todos. Katara pudo escuchar a Zuko susurrarle algo a Aang y el joven maestro aire soltó una risita, pero su risa se vio interrumpida una vez que ella escuchó el ruido de algo chocando contra la pared más cercana seguido de un grito ahogado.
-¿Qué le hizo ese torpe maestro fuego a Aang?-pensó Katara frunciendo el ceño ligeramente y poniendo un semblante sospechoso-¡lo sabía! ¡sabía que no debía confiar en él!-
Rápidamente y sin pensarlo dos veces siquiera, la maestra agua abrió ligeramente la puerta de la habitación, asomando apenas su rostro y se sorprendió con lo que vio: Aang estaba acorralado entre una de las paredes de la habitación y Zuko, quien tenía un brazo al costado de su cabeza y su pecho se presionaba contra el del joven maestro aire. Susurró algo tan bajo que Katara no pudo siquiera escucharlo, Aang sonrió y colocó un brazo sobre la cadera de Zuko y el otro alrededor de su cuello, acercó su rostro para que sus brillantes ojos grises miraran directamente a los orbes dorados. Entonces el maestro fuego hizo algo que realmente sorprendió a Katara, se inclinó lentamente y rozó ligeramente sus labios contra los de Aang.
-Hey, no me provoques- se quejó Aang, sus ojos estaban entrecerrados y anudó sus manos en el cabello de Zuko. El maestro fuego sonrió levemente antes de inclinarse y nuevamente unió a sus labios con los de Aang en un beso.
Katara se apartó y cubrió la boca con su mano libre al tiempo que las lágrimas humedecían sus ojos azules, sintió un torbellino de emociones formarse dentro de ella, quería llorar, quería gritar, quería jalarse el cabello con fuerza, pero no podía hacerlo. Solo... no podía... era incapaz de procesar lo que había visto, Aang y Zuko... ¿juntos? era algo de no creer, siempre creyó que Aang estaba enamorado de ella ¿por qué?... ¿cómo pudo pasar esto?
Luego de ver lo que acababa de ver, la maestra agua se dio cuenta de que no podía permanecer allí ni un minuto más. Se alejó de la habitación sin ser vista, algo ilógico porque todos estaban durmiendo, bueno, todos excepto Aang y Zuko, quienes (desde su punto de vista) parecían estar demasiado "cómodos" uno con el otro, y caminó a su habitación en un estado de trance.
Ahora, para saber cómo fue que Aang y Zuko llegaron a esa situación tendremos que ir retrocediendo de a poco y ver hasta que punto llegaron a descubrir lo que sentían el uno por el otro.