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Chang Ai por N3K0-Ch4N

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El cometa de Sozin voló a través de la atmósfera terrestre, ya atravesando la tierra, la bola de fuego caliente voló rápidamente por el cielo y advirtió a todos lo que estaba a punto de suceder, aquellos con el poder de controlar el fuego sintieron su poder absoluto fluir a través de ellos para cometer sus locuras, ataques y esparcir temor haciendo que la gente quisiera ocultarse bajo las sombras. El equipo Avatar, sin Aang, continuó con su plan inicial, ahora Zuko y Katara volaban en Appa hacia los dominios de la Nación del Fuego, ambos listos para enfrentar a Azula y pelear contra ella.

-Zuko, no te preocupes. Podemos vencer a Azula-le dijo la maestra agua, ella ya había notado el estado de inquietud en el contrario, pero parecía que cuanto más hablaran del tema, más nervioso se ponía.

-No estoy preocupado por ella, estoy preocupado por Aang-respondió Zuko con un tono de voz más serio de lo habitual y aunque parecía estar concentrado en su misión, por dentro estaba comenzando a perder la cabeza. A pesar de su ansiedad interna, notó la repentina incomodidad de la chica junto a él-¿y si no tiene las agallas para enfrentar a mi padre?-su voz era firme ahora, pero aquella pregunta le dejó en claro a la maestra agua que estaba atemorizado y asustado, la expresión de Katara se volvió firme, lo miró de forma diferente, casi agonizante. Zuko desvió su mirada hacia Katara, el viento soplaba con fuerza despeinando sus cabellos, si era un momento para ser sincero, tenía que serlo ahora-y… ¿y qué pasa si pierde?-

-Aang no perderá, él volverá-le dijo Katara con una expresión seria en su rostro, estaba tan segura de si misma que incluso creía en sus palabras. Zuko la miró por un momento antes de desviar la mirada hacia el horizonte-él tiene que volver-

El maestro fuego la miró y luego volvió a mirar hacia el horizonte, un pequeño alivio lo invadió apenas escuchó la confianza con la que Katara le estaba hablando, pero a la vez, no pudo evitar sentir un poco de celos o quizás era ira lo que se estaba acumulando dentro de él, no es que no creyera que Aang no regresaría, él le había confiado su vida al pequeño monje pero no confiaba en su padre, sabía perfectamente que el hombre haría cualquier cosa, CUALQUIER cosa para poder ganar esa guerra y la sola idea de perder a Aang le revolvió el estómago, este iba a ser un viaje bastante largo.

En el palacio de la Nación del Fuego, Azula estaba siendo cuidada y limpiada por sus criadas antes de su coronación como el nuevo Señor del Fuego; sin embargo, cuando una criada le ofreció unas cerezas, escupió una semilla de cereza, creyendo que había sido un patético intento por asesinarla.

-Oye, mira esto ¿qué estoy sosteniendo?-le preguntó Azula a la criada que sujetaba el cuenco con cerezas, mostrándole la semilla en la palma de su mano.

-Una semilla de cereza, princesa-respondió mientras bajaba el cuenco con cerezas para observar mejor la semilla.

-Exacto ¿y qué día es hoy?

-Es el día de su coronación-dijo bajando la mirada y desviando su cabeza lejos de la vista de la temible princesa.

-Sí, lo es-dijo Azula mientras miraba fijamente la semilla de cereza-por favor, dime por qué, en el día más importante de mi vida has decidido dejar una semilla en mi cereza-agregó mientras arrojaba la semilla contra la frente de la criada.

-No fue una decisión, solo fue un pequeño error-respondió ella.

-¿Pequeño? ¿y si no hubiera sentido la semilla a tiempo?-preguntó Azula enojada, las otras criadas detuvieron sus tareas para observar la escena que estaba sucediendo frente a sus ojos.

-¿Supuse que se habría ahogado?

-Sí, entonces ya conoces la gravedad de tu crimen.

-Entiendo, princesa-dijo la criada al tiempo que se inclinaba frente a ella con temor-por favor, perdóneme-

-Oh, de acuerdo. Como es un día especial, te mostraré un poco de piedad-dijo Azula, la criada sonrió aliviada pero su sonrisa se desvaneció al escuchar las siguientes palabras de la princesa-estás desterrada, por favor, abandona el palacio inmediatamente-la mujer dejó el cuenco de cerezas en el suelo y salió de la habitación, Azula desvió la mirada hacia sus otras dos criadas-¿qué están mirando? Mis pies necesitan ser fregados y asegúrate de limpiar bien entre los dedos de los pies-añadió mientras sostenía el cepillo-no quiero que mi primer día como Señor del Fuego se estropee por una mala higiene de pies-

En un lugar no muy lejano, Sokka, Suki y Toph nadaban por el agua con su lagarto hasta la flota de aeronaves siguiendo las indicaciones dadas por sus compañeros.

-Es extraño que diga esto pero, el cometa se ve hermoso desde el cielo-comentó Suki viendo el cielo que cambiaba de color y pasaba a tornarse de naranja-rojizo, el cometa pasó por encima de ellos dejando una estela de humo blanco sobre sus cabezas.

-Es una lástima que el Señor del Fuego lo use para destruir al mundo-comentó Toph quien estaba sentada detrás de Sokka aferrándose a su cintura, Suki miró esperanzada la puesta de sol detrás de ellos. Apenas llegaron a la orilla, se bajaron rápidamente del animal que ya estaba explorando el área e intentando reconocer lo que había a su alrededor, Toph iba al frente como si les indicara el camino y a dónde tenían que ir, pero Sokka y Suki creen que han llegado demasiado tarde porque pueden ver como las aeronaves comenzaban a despegar rumbo al Reino Tierra y lo que más les sorprendió fue ver a tantos soldados de la Nación del Fuego entrar en la nave llevando cosas, y de un momento a otro, ya se encontraban volando, los tres ni siquiera habían llegado a la cima de la base, no había tiempo para retroceder y saltar hasta allá.

-Llegamos demasiado tarde-dijo Sokka desesperado-la flota ya se está yendo-

-Entonces, nos iremos también-dijo Toph mientras desviaba su cabeza hacia el guerrero de la Tribu Agua del Sur-¿dónde está la nave más cercana?-

-Está…-Sokka siquiera pudo completar su oración, la maestra tierra los impulsó a bordo de una de las aeronaves con ayuda de su tierra-control. Volaron hasta que cayeron en la cubierta, Suki y Sokka aterrizaron primero y luego tuvieron que sujetar a Toph quien se desoriento por no poder calcular la posición exacta del suelo. Ahora que los tres estaban dentro, no había marcha atrás.

El plan fue sencillo, una vez dentro de la aeronave infiltrada, Toph llamó a la puerta de la cabina de control y uso su metal-control para neutralizar a los soldados y al capitán. Sokka tuvo una idea, haciéndose pasar por el capitán de la nave, ordenó por altavoz a todos los miembros de la tripulación que fueran a la bahía de las bombas para celebrar el cumpleaños de uno de los miembros de la tripulación. Sorprendentemente, ese día era el cumpleaños de uno de los tripulantes, quien estaba muy emocionado y gratamente sorprendido al creer que el capitán recordó su cumpleaños, en eso, Sokka libera la plataforma debajo de la bahía de las bombas y toda la tripulación de la aeronave cae gritando al océano; aunque, por fortuna, cayeron desde una altitud lo suficientemente baja como para que la tripulación sobreviviera, con lesiones mínimas en el cuerpo y también el orgullo. Sokka aumentó la velocidad de la aeronave dirigiendo su curso hacia la imponente aeronave del Señor del Fuego Ozai.

De regreso en el palacio, el líder de los Dai Li y otros seis agentes Dai Li llegan ante Azula a la sala del trono del Señor del Fuego. La sala del trono había cambiado y ahora, donde antes había características llamas doradas alrededor de la pagoda en la que el Señor del Fuego Ozai, ahora autoproclamado Rey Fénix, se sentaba dándole la espalda a todos, ahora había llamas azules y Azula estaba sentada allí mirándolos con el ceño fruncido.

-¿Nos llamó, princesa? ¿está todo bien?-le preguntó el líder de los Dai Li.

-En realidad, no. Ya te había dicho que no todo está bien-respondió Azula sin dejar el ceño fruncido en el rostro-¿sabes cuánto tiempo te llevó llegar hasta aquí?-

-Uh ¿unos minutos, supongo?

-Cinco, para ser precisos. En ese tiempo, un asesino podría haberse escabullido, eliminarme y haber seguido feliz con su camino-dijo la princesa.

-Mis disculpas, princesa-se disculpó el líder del Dai Li.

-¿Es así como planean tratar a su nuevo Señor del Fuego?-preguntó Azula con enojo-¿con retrasos y deslealtad?-

-Los Dai Li nunca te traicionarían-dijo el líder con un tono de voz alto mientras miraba a la princesa con enojo.

-Estoy segura de que eso es lo que dijiste a Long Feng antes de volverte contra él y unirte a mí ¡todos están desterrados!

-Pero...

-Adiós-dijo Azula interrumpiéndolo, el líder se levantó del suelo y se retiró de la sala del trono seguido del resto de los agentes de Dai Li-y por favor envíen al otro grupo al salir-

Luego de desterrar a todos sus agentes Dai Li, las gemelas Lo y Li caminaron a la sala del trono donde Azula las estaba esperando. La princesa tenía un semblante aburrido en su rostro por tener que esperar por tanto tiempo.

-Azula, oímos lo que pasó-dijo Lo mientras se acercaba a ella con su gemela-¿por qué desterraste a todos tus sirvientes? ¿a todos los agentes Dai Li?-

-¿Y a los Maestros fuego Imperiales?-preguntó Li mientras se arrodillaba frente a la temible princesa junto a su gemela.

-No se podía confiar en ninguno de ellos, tarde o temprano todos me habrían traicionado-respondió la princesa con su espalda reclinada contra una de las columnas de madera de la pagoda-tal como Zuko, Mai y Ty Lee lo hicieron-

-Azula, estamos preocupadas por ti y por tu bienestar-le dijeron ambas gemelas, la princesa reaccionó al escuchar esas palabras y las miró a ambas despectivamente.

-Mi padre las envió para que hablaran conmigo ¿no es así?-les preguntó la princesa mientras se ponía de pie y recargaba su espalda contra la columna de madera-piensa que no puedo manejar la responsabilidad de ser el Señor del Fuego, pero se equivoca, seré la mejor líder en la historia de la Nación del Fuego-

-Estoy segura de que lo harás-le dijo Lo-pero, considerando lo que sucedió hoy…-

-Tal vez lo mejor sería que pospongas tu coronación-le sugirió Li continuando con lo que iba a decir su gemela.

-¿Qué? ¿cuál de las dos me acaba de decir eso?-preguntó Azula enojada, volviéndose más paranoica que de costumbre. Lo y Li se señalaron la una a la otra queriendo echarse la culpa respectivamente-qué vergüenza. Hay una manera de solucionar esto, ustedes dos deberán enfrentarse en un duelo… les ordeno combatir en un Agni Kai-

-Pero…

-No somos maestras fuego-le dijeron ambas al mismo tiempo.

-Está bien, está bien. Lo estás desterrada-dijo Azula señalando a la anciana en el lado izquierdo-Li, puedes quedarte-

-Pero, yo soy Li… entonces ¿a quién de las dos desterró?-preguntó Li, esta orden confundió a ambas gemelas porque no sabían en sí a quien de las dos había desterrado la princesa de la Nación del Fuego.

En Ba Sing Se, la Orden del Loto Blanco se preparó para la batalla fuera de los muros de la ciudad. Iroh, sintiendo el poder del cometa, lanzó una poderosa llamarada que derribo una parte del muro externo, pronto, el resto de los integrantes de la orden se unen e invaden la ciudad, comenzando a derribar a los soldados de la Nación del Fuego cuyos poderes estaban fortalecidos por el cometa.

Azula se miró en el amplio espejo de la habitación donde se estaba arreglando el cabello para su coronación como Señor del Fuego, intentó hacerlo sola pero el resultado no era muy favorable. Agitada, tomó unas tijeras y se cortó mechones al azar de su flequillo porque se rehusaba a obedecer sus órdenes, apenas la princesa se miró al espejo, pudo ver a su madre, Ursa, reflejada detrás de ella.

-Que lástima, siempre tuviste un cabello hermoso-le dijo la mujer de pie detrás de ella en el reflejo del espejo.

-¿Qué estás haciendo tu aquí?-le preguntó la princesa enojada.

-No quería perderme la coronación de mi hija-respondió Ursa.

-No finjas estar orgullosa, sé muy bien lo que realmente piensas de mí. Crees que soy un monstruo.

-Creo que estás confundida-le dijo Ursa-toda tu vida has usado el temor para controlar a las personas y hacer que te respeten, como lo hiciste con tus mejores amigas, Mai y Ty Lee-

-¿Pero qué otra opción tengo?-preguntó Azula con un tono orgulloso y arrogante en la voz-la confianza es para los imbéciles, el miedo es la única forma de ganar su confianza. Incluso tú me temes-

-No, yo te quiero, Azula. Siempre lo he hecho-negó Ursa. Enfurecida, Azula arrojó su cepillo contra el espejo justo sobre el reflejo de su madre, se da cuenta de que ella nunca estuvo allí en primer lugar y comienza a sollozar.

Aang estaba decidido y tenía más confianza de la que alguna vez había sentido en toda su vida, a pesar del temor a perder a alguien durante esta batalla, la confianza que tenía hacia sus amigos era más fuerte y poderosa en sí mismo y no había punto de comparación, ya sabía que hacer e iba a hacerlo. Desde la distancia, Ozai usó el poder del cometa para comenzar a destruir el Reino Tierra con una increíble ola de fuego-control, ambos, Momo y Aang observaron a lo lejos el torrente de fuego caer sobre la tierra.

-Momo, ya es hora de que te vayas-le dijo Aang a su amigo animal, le dio una última caricia en la cabeza antes de emprender vuelo. Pudo ver la destrucción causada por el Señor del Fuego, miró a la aeronave, cerró los ojos y respiró hondo-espérame, Zuko-pensó, y usando su fuego-control y tierra-control, logró destruir el motor de la aeronave llamando la atención de Ozai. Ambos se miraron fijamente por un momento, luego de eso, Ozai se quitó sus ropajes de Rey Fénix y se impulso con ayuda de su mejorado fuego-control hacia el joven Avatar para pelear contra él.

La aeronave aterrizó en los pilares de tierra debajo de ellos, lo que hace que Sokka, Suki y Toph se pregunten que estaba sucediendo, y al acercarse a observar mejor desde la cabina de control, ven con felicidad que Aang había regresado.

Aang intentó mantener la calma y Ozai intentó permanecer convencido de que saldría de esta batalla como un ganador.

-Luego de que generaciones de Señores del Fuego hayan fracasado en buscarte, finalmente el universo te ha entregado a mí como un acto de providencia-dijo aquel hombre irritado y totalmente convencido, Aang ya estaba cansado de ese hombre de pie frente a él, pero sabía que estaba en lo correcto.

-Por favor, escúchame. No tenemos que pelear-le dijo Aang intentando hacer que Ozai cambiara de parecer-puedes terminar todo esto aquí y detener lo que estás haciendo-

-Tienes razón-dijo Ozai, su voz salió horrible, más gruesa y más poderosa de lo usual-tengo el poder ¡tengo todo el poder del mundo!-

Amenazadoramente descargó un torrente de furia de fuego-control mejorado por el cometa, comenzando de esa forma la batalla, los ataques de fuego-control por parte de Ozai y Aang estaban equilibrados, pero terminan colapsando, creando una inmensa explosión en el aire. Sokka, Suki y Toph observaban la batalla desde la cabina de control de la aeronave, los tres observaron como el Señor del Fuego se arrojó contra el joven Avatar, quien rápidamente tomó represalias y las llamas que arrojaron impactaron unas contra otras, lo que provocó una explosión de fuego en el aire, provocando que fueran empujados violentamente hacia atrás.

-Vamos, Aang. ¡acábalo! ¡usa tu corte de aire-control!-exclamó Sokka, estaba agitado y saltó alrededor de la cabina para animar a su amigo.

-¿No deberíamos ir a ayudarlo?-preguntó Suki seriamente, la expresión en el rostro del guerrero de la Tribu Agua del Sur cambio de repente.

-La batalla contra el Señor del Fuego es una batalla que solo Aang debe ganar-respondió, ambos miraron hacia atrás-puede hacer esto solo, tenemos que evitar que las flotas quemen todo el Reino Tierra-

-Y ¿cómo se supone que haremos eso, Capitán Boomerang?-preguntó Toph burlonamente-no puedo ver nada fuera de esta pieza de metal flotante-

Sokka hace una expresión pensativa y luego desvió su mirada hacia las dos chicas súper emocionado.

-¡TENEMOS QUE DESTRUIR LAS AERONAVES!

A medida que la aeronave se dirige hacia la flota, la cual comienza a esparcir fuego sobre la tierra, Sokka estrella su aeronave robada contra las demás, pero no puede derribarlas a todas, por lo que Sokka y Toph terminan separándose de Suki y esto los obliga a continuar con la misión sin ella.

De regreso en el palacio de la Nación del Fuego, la coronación de Azula comienza, la princesa estaba arrodillada en la escalera del patio principal donde se estaba llevando a cabo la ceremonia. Uno de los sabios del fuego tomó la corona que consistía en un adorno para el cabello con forma de flama y se acercó a ella, los otros asesores estaban allí presentes, impartiendo el debido servicio a la coronación de la princesa.

-Por decreto del Rey Fénix Ozai, ahora te corono Señor del Fuego…-el hombre deja de hablar y deshace su postura mirando hacia el cielo con sospecha.

-¿Qué estás esperando?-ordenó Azula, viendo al hombre con furia, estaba comenzando a impacientarse-¡HAZLO!-

Un sonido provino del cielo, la princesa elevó su mirada y pudo ver al bisonte volador del Avatar desde lejos aproximarse al centro del patio, desde allí, Zuko desciende decisivamente mientras Katara se queda detrás de él sentada en la silla de montar.

-Lo siento, pero hoy no te convertirás en Señor del Fuego-le dijo dando un paso hacia adelante-yo sí-

Azula lo miró fijamente y se rió con sarcasmo.

-¡Eres tan gracioso!-comentó ella.

-Y vas a caer-le dijo Katara saltando de Appa, el sabio del fuego estaba a punto de colocar la corona en la cabeza de Azula pero ella lo detuvo.

-Espera. Con que ¿quieres ser el Señor del Fuego?-se puso de pie dándole una mirada desafiante a su hermano-está bien, arreglemos esto, solo tú y yo, hermano. En el enfrentamiento que siempre debió ser, Agni Kai-

-Cuenta con ello-dijo Zuko, Azula sonrió con perversión y Katara lo observó atemorizada.

-¿Qué estás haciendo? ella te está engañando-le susurró la maestra agua al maestro fuego-sabes bien que no puede pelear contra los dos, así que intentará separarnos-

-Lo sé, pero ahora puedo vencerla.

-Tu le dijiste a tu tío que necesitabas ayuda para enfrentar a Azula-dijo Katara-es por eso que estoy aquí-

-Hay algo mal con ella. No puedo explicarlo, pero esta comenzando a perder la razón y de esa forma nadie saldrá herido-dijo Zuko mientras desviaba la mirada hacia la chica junto a él, Katara solo asintió.

-Solo, ten cuidado y no salgas herido-le advirtió la maestra agua-o Aang me mataría con todos los elementos que ha aprendido hasta ahora… sabes bien lo mucho que significas para él-

-Lo sé y estaré bien.

Zuko y Azula se arrodillaron en el suelo con las espaldas levantadas y desviaron la mirada el uno al otro, Azula se quitó la capa roja que cubría sus hombros y la arrojó lejos.

-Lamento que esto tenga que terminar así, hermano.

-No, no lo lamentas-dijo Zuko en posición de lucha, en ese momento, estaba cien por ciento seguro de que ganaría esa batalla. Azula se movió y, de repente, lanzó fuego azul contra su hermano, quien se defendió arrojándole fuego rojo a la chica, ambos comenzaron su lucha con un intenso fuego-control mejorado por el cometa, el fuego ni siquiera se disipó y Azula ya estaba atacando de nuevo, acercándose lo más posible al maestro fuego. Ambos lucharon con su fuego-control con intensidad, solo querían derrotar al otro y terminar con esto de una vez.

Aang y Ozai estaban igualados, aunque Aang fue capaz de contrarrestar el feroz fuego-control de Ozai, no pudo conseguir que ninguno de sus ataques lo golpeara, incluso teniendo los cuatro elementos a su disposición. Finalmente, Ozai demuestra ser un verdadero, temerario y poderoso maestro fuego-control y cansado de ver al joven Avatar evadir todos sus ataques, recurre a un aluvión implacable de rayos, Aang logra esquivar los rayos hasta que no puede continuar y atrapa el último rayo para sorpresa del Señor del Fuego, enseguida se preparó para redirigirlo contra él; sin embargo, aún seguía firme en su opinión de no matar a Ozai, por lo que Aang envía el rayo directamente al cielo. Ozai aprovechó este momento de piedad para enviar una explosión de fuego-control al joven Avatar mientras este intentaba reponerse del ataque, aunque Aang se las ingenió para detener la mayor parte del ataque con tierra-control, pero es arrojado fuera de la cima del pilar y cae hacia un lago poco profundo, haciendo uso de su agua-control, se las arregló para salvarse de una caída que podría haber sido fatal, Aang elevó su mirada hacia arriba y vio a Ozai acercarse rápidamente, ansioso por retomar la batalla.

Zuko continúa su batalla contra Azula mientras Katara observa desde el pilar, sus ataques son feroces y desenfrenados, llegando a incendiar todo lo que los rodeaba. Zuko contrarrestó hábilmente todos los ataques de su hermana antes de comenzar a tomar una posición ofensiva y pronto logró atacarla con una patada una patada giratoria de fuego.

-¿No hay rayos hoy?-preguntó Zuko provocándola tras haberle aventado a su hermana al otro lado del patio-¿o temes que pueda redirigirlo?-

Los ojos de Katara se abrieron enormemente y salió corriendo detrás del pilar donde había estado parada ¿por qué el maestro fuego estaba provocando a su hermana menor? Esto iba a terminar mal. La maestra agua intentó llamar a Zuko, quería decirle que se detuviera, que la dejara ayudarlo… pero Azula ya estaba decidida a cambiar sus tácticas de combate.

-Oh ¡yo te voy a mostrar un rayo!-exclamó Azula preparando un ataque de rayo, estaba por enviárselo a Zuko; sin embargo, al ver a Katara a unos metros de ella, envió su ataque directamente hacia la maestra agua. Al ver esto, Zuko se interpuso en el camino del rayo, protegiéndola así de un ataque con el que habría terminado con una herida mortal y aunque logró impedirlo con éxito, quien acabó gravemente herido fue él, el rayó dejó una marca roja y púrpura en su pecho, casi llegando a su corazón, dejándolo incapacitado para seguir peleando.

-¡ZUKO!-antes de que Katara pudiera ir siquiera a ayudarlo, Azula comenzó a atacarla furiosamente mientras soltaba una risa maniática sin control.

La pelea entre el Avatar y el Señor del Fuego se había convertido ahora en una persecución, Aang estaba corriendo y nadando lo más rápido que podía, intentando no ser golpeado, cuando el Señor del Fuego se acercó lo suficiente, Aang usó su tierra-control creando un escudo a su alrededor para protegerse y ganar más tiempo para pensar en un plan. Estaba comenzando a quedarse sin ideas y se sentía perdido, algo golpeó su corazón y su pecho se contrajo, su mente estaba confundida, el hombre que estaba afuera atacándolo no lo había golpeado aún, entonces ¿qué era ese dolor?

-¡Eres débil! Al igual que el resto de tu gente-exclamó Ozai burlándose de él mientras se reía del "escudo" que el joven Avatar había creado-no merecían existir en este mundo, en MI mundo. Prepárate para unirte a ellos ¡prepárate para morir!-

Aang se encogió, sus brazos temblaban por el esfuerzo de mantener su escudo cerrado mientras Ozai enviaba otro ataque de fuego-control. Estaba sudando mientras las rocas a su alrededor se calentaban con el fuego, no podía hacer esto, el hombre era demasiado fuerte y poderoso, Aang no podía dar un paso adelante y necesitaba hacerlo si quería usar la técnica que adquirió del león tortuga. Pero ahora, estaba atrapado en su propia defensa y escondiéndose del Señor del Fuego, si tuviera su estado Avatar quizás tendría un último truco bajo la manga, pero no podía usarlo, se había ido para siempre.

-No creo que pueda hacer esto...-susurró, sus brazos y piernas temblaban, su cuerpo temblaba y los ataques del Señor del Fuego se hicieron cada vez más poderosos.

"Por supuesto que puedes hacerlo, Aang"

"Eres un niño talentoso"

"Siempre sabes qué hacer"

La voz de Zuko sonó en su mente, era suave y reconfortante y por un segundo, los temores de Aang se desvanecieron y comenzó a pensar en estar sano y a salvo en los brazos de Zuko, los cuales estaban fuertemente envueltos alrededor de su cuerpo, pero, en su distracción, su escudo protector de tierra se estaba debilitando y Ozai logró penetrar su escudo con una ráfaga de fuego cargada, casi haciéndole perder el conocimiento por el calor. Al aumentar su poder, Ozai cargó un ataque lo suficientemente fuerte como para destruir el escudo por completo, el impacto arrojó a Aang hacia atrás haciendo que su espalda impactara contra un pilar de piedra irregular, alineando su cicatriz con un pedazo de roca que sobresalía de éste, causando un dolor exuberante justo antes de que todo lo que lo rodeaba se volviera negro.


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