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Chang Ai por N3K0-Ch4N

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Aang sonrió, le encantaba besar a Zuko, la forma en que éste le sonreía, en que sus ojos ardían con deseo, sus hermosos y brillantes orbes dorados que transmitían tantas emociones, y sus labios ¡oh! tan suaves e irresistibles, no podía dejar de pensar en todas las cosas que podían hacer. Zuko deslizó sus manos por los costados del menor, quien apretó sus manos aferradas en su oscuro cabello, sonrió nuevamente antes de separarse definitivamente de él.

-Aang…-susurró en voz baja pero ronca-necesitas descansar, mañana empezaremos con el entrenamiento de fuego-control-

Pero Aang no pensaba dejar que Zuko se fuera, no señor, había esperado un largo tiempo para estar con él de esa forma y no iba a esperar más, el maestro aire se aferró fuertemente al maestro fuego al tiempo que las manos de Zuko atraía a Aang más cerca de él. Para sorpresa del príncipe, Aang profundizó el beso, esta vez sintió la lengua del niño rozar su labio inferior suavemente y abrió la boca, sus lenguas se encontraron y ambos gruñeron de placer. Zuko sintió que su cuerpo entraba en calor y Aang sintió dicho calor aumentar debido a la velocidad con la que crecía su estado emocional. Cuando finalmente se separaron del beso para respirar, Zuko tomó la mano de Aang y lo llevó con él hacia la cama, colocó al joven maestro aire en ella mientras él se posicionaba encima, sus corazones se aceleraron, sus jóvenes cuerpos estaban ardiendo de pasión, ambos se miraron el uno al otro antes de cerrar la distancia y unir sus labios en un nuevo beso, el beso se sintió tan bien, fue tan ardiente y feroz, las dudas de Zuko se disiparon y Aang, bueno, él comenzó a recordar su primer beso con Zuko y se sonrojó furiosamente...

El agua del río fluía con fuerza chocando contra algunas piedras filosas que sobresalían de éste, el viento soplaba meciendo las hojas, ramas de los árboles y el césped del bosque con suavidad, y un trío de jóvenes caminaba por un sendero buscando pistas del paradero del ejercito de la Tribu Agua del Sur, Sokka y Katara habían encontrado un par de objetos hace unos días luego de que se fueron de la aldea de la adivina que podrían guiarlos hacia ellos y lo más probable es que quizás se reencontrarían con su padre luego de tanto tiempo sin verlo. Aang bajó por una colina con Momo volando sobre él y al llegar colina abajo se encontró con otra pista del ejercido de la Tribu Agua del Sur: un arma rústica con los colores tradicionales de la tribu.

-¡Oigan! esta espada parece estar hecha con un diente de tiburón ballena-dijo Aang al ver aquella arma clavada en el césped, la quitó y se la mostró a Sokka.

-Déjame ver eso-le dijo Sokka quitándole la espada y la miró detenidamente, en eso, un recuerdo de cuando era niño llegó a su mente, recordó a todos los hombres de la Tribu Agua del sur preparándose para ir a enfrentar a la Nación del Fuego, enseguida reaccionó y miró nuevamente la espada que tenía en la mano-esta es un arma de la Tribu Agua-desvió la mirada hacia Aang de pie detrás de él-revisa el bosque y avísame si puedes encontrar algo más-

-¿Alguno de ustedes perdió algo?-preguntó Katara sin entender que estaba sucediendo.

-No, encontramos algo-le respondió Aang a la chica de la Tribu Agua mientras removía las ramas de unos arbustos, Sokka quitó unas hojas del sendero y encontró una flecha rota de la Nación del Fuego, acercó sus dedos a la punta metálica filosa y notó que tenía un poco de hollín.

-Está quemada-comentó el chico observando la flecha y desvió la mirada hacia los árboles donde había marcas de cortes en la corteza-parece que hubo una batalla aquí, un grupo de guerreros de la Tribu Agua les tendió una emboscada a los soldados de la Nación del Fuego, los soldados contraatacaron pero ellos lograron empujarlos colina abajo-

Sokka comenzó a correr por el sendero y Aang y Katara lo siguieron detrás, saltó unas rocas que bloqueaban el camino y se detuvo al llegar a una pequeña playa.

-¿Y luego qué pasó?-preguntó el joven maestro aire apenas llegó con Katara a la costa.

-No lo sé… el camino termina aquí.

-¡Espera! ¡mira hacia allá!-le dijo Katara señalando hacia la derecha, los tres desviaron la mirada encontrándose con un primitivo bote de madera de la Tribu Agua del Sur encallado en la arena de la costa no muy lejos del agua, la madera estaba algo húmeda por el paso del tiempo.

-¡Es uno de nuestros botes!-exclamó Sokka quien junto con su hermana se acercaron corriendo a aquel bote encallado.

-¿Crees que sea el bote de papá?-preguntó la chica de la Tribu Agua del Sur a su hermano.

-No, no es de él. Pero es uno de su flota-le respondió sonriendo.

Por otro lado, el barco donde Zuko viajaba en su afán por encontrar al Avatar y capturarlo estaba atracado en un muelle no muy lejos de donde estaban los tres jóvenes que habían encontrado el bote encallado de la Tribu Agua del Sur. Él y su tío estaban sentados frente a una mesa que el adolescente normalmente usaba para meditar, Iroh se ocupó de calentar una tetera con un poco de ayuda de su fuego control, sirvió dos tazas de te con calma, bebió de la suya y le pasó la otra taza a Zuko.

-¿Ya ves, príncipe Zuko?-le dijo el anciano luego de beber de su taza de té-tener un pequeño momento de calma es bueno para tu salud mental-

Zuko miró el humeante líquido en su taza sin decir nada, por alguna razón, su mente lo llevó a pensar en el Avatar, en sus amigos de la Tribu Agua, en cómo se había arriesgado a ayudarlos a salvar una aldea en peligro de ser destruida por un volcán con ayuda de su fuego-control y también pensó en el regalo que le había dejado, algo que hizo que su corazón latiera a mil por hora con solo recordarlo ¿por qué rayos había hecho algo así? no estaba seguro ¿quizás lo hizo porque en el fondo le importaba? ¡qué tontería! por supuesto que no. Decidió distraerse bebiendo el té que le había servido su tío, pero cuando estaba a punto de hacerlo, una fuerte sacudida movió el barco e hizo que el príncipe se mojara parte de su rostro con aquel líquido humeante, molesto, Zuko se quitó el té del rostro, dejó la taza en la mesa y salió de la habitación a ver que estaba pasando.

Una enorme bestia que parecía ser una cruza entre oso hormiguero, tejón y topo de nariz estrellada subió por el barco y comenzó a caminar olfateando la cubierta. En su lomo iba una chica vestida con ropas negras, maquillaje sombrío, tenía un tatuaje de serpiente en su brazo derecho y parte de su cabello recogido en un rodete, en una mano sujetaba las riendas del animal y en la otra un látigo.

-¡Fuera de mi camino!-gritó la chica al tiempo que la tripulación en el barco se alejaba corriendo de allí.

-¿Qué crees que estás haciendo? ¡vete de aquí!-le ordenó Zuko a aquella chica un poco molesto.

-Tranquilo, solo estamos haciendo una pequeña parada para encontrar a un polizón-le respondió ella.

-Estás loca ¡no hay ningún polizón dentro de mi barco!-le respondió el príncipe de la Nación del Fuego, si estaba tan seguro de eso ¿entonces porque la bestia que iba con aquella extraña chica arrancó un pedazo de metal de la cubierta del barco dejando expuesta la bodega? Metió la cabeza dentro del hueco que había hecho y comenzó a olfatear rastreando a un hombre y lo encontró escondido dentro de un barril. Al ver a aquella bestia, salió del barril y quiso escapar corriendo pero la bestia sacó su lengua y lo tocó paralizándolo en cuestión de segundos.

-No puedo creerlo… lo paralizó-comentó Zuko ligeramente sorprendido al ver a aquel hombre tendido en el suelo, la extraña chica se bajó de la silla de montar de su bestia peluda y tomó al hombre por el cuello de su túnica verde.

-Solo temporalmente, las toxinas se irán alrededor de una hora-respondió ella cargando a aquel hombre como si fuera un saco de papas en su hombro-hasta entonces, permanecerá en la cárcel y tendré mi recompensa-

-Pero ¿cómo supiste que él estaba dentro de mi barco?-preguntó Zuko deteniendo a la chica, quien ya estaba colocando al hombre en la silla de montar de su bestia y estaba a punto de subir en ella nuevamente.

-Mi bestia, la Shirshu, puede olfatear una rata a un continente de distancia-le dijo aquella chica dándole unas pequeñas palmaditas en el lomo a su gigantesca bestia peluda.

-Bueno, debo admitir que estoy impresionado-comentó Iroh al ver la rudeza y determinación reflejada en aquella joven al atrapar al criminal que se había escondido en el barco, la chica le dio un golpe con su látigo a la Shirshu y ambas bajaron del barco y se alejaron del muelle al tiempo que el anciano llevaba una mano a su barbilla y Zuko las veía alejarse con el ceño fruncido-realmente impresionado-

Tras escuchar lo que dijo la chica extraña (cuyo nombre aún no conocía) una idea comenzó a dibujarse en la mente de Zuko, ya sabía a quien recurrir para ayudarlo a rastrear al Avatar y capturarlo de una vez por todas.


Al caer la noche, el equipo Avatar instaló un pequeño campamento junto al bote encallado en la playa, Sokka vigilaba que la fogata no se apagara mientras Aang y Katara descansaban, el joven maestro aire dormía acurrucado en una de las patas de Appa y Katara dentro de su bolsa de dormir. Los recuerdos volvieron a invadir la mente del guerrero de la Tribu Agua, esta vez eran de cuando quiso ir a pelear con su padre pero éste no lo dejo, pues aún era un niño y no podía ir a pelear con ellos, también recordó el haberle dicho que lo echaría de menos, que cuidara a su hermana mientras no estuviera y lo abrazó. Salió de sus pensamientos al escuchar unos pasos acercarse al lugar donde estaban acampando y se puso de pie rápidamente.

-¿Quién anda ahí?-preguntó Sokka al ver una silueta a lo lejos, la silueta avanzó un poco más revelando a un hombre de cabello largo y ojos azules con parte de su torso vendado y usando ropas de la Tribu Agua del Sur.

-¿Bato?

-¿Quién está ahí ahora?-preguntó Aang algo dormido al tiempo que Katara se despertaba y refregaba sus ojos con cansancio, parpadeó un par de veces y logró distinguir al hombre de pie a pocos metros de ellos.

-¡Bato!-exclamó Katara al verlo, tanto ella como su hermano se acercaron a él y lo abrazaron.

-¡Sokka! ¡Katara! me alegra tanto volver a verlos, y han crecido mucho-comentó Bato abrazando a ambos hermanos, Aang se acercó a ellos y saludó a Bato de forma respetuosa.

-Hola, me llamo, Aang-se presentó el joven maestro aire frente al guerrero de la Tribu Agua.

-¿Dónde está papá?-le preguntó Sokka a Bato tras separarse del abrazo al igual que Katara.

-¿Él está aquí contigo?-preguntó la chica de la Tribu Agua mirando a Bato con sus ojos brillando de ilusión.

-No, él y los demás guerreros en este momento deben estar viajando hacia el Reino Tierra del Este-respondió Bato, viento helado comenzó a soplar haciendo que un escalofrío recorriera la espalda de ambos hermanos-este no es un lugar adecuado para una reunión, acompáñenme-sin perder un segundo, Aang, Katara y Sokka fueron guiados por Bato hasta un edificio que se asemejaba mucho a un templo, entraron por la puerta central y avanzaron hacia el patio-luego de que me hirieron, su padre me llevó a esta abadía-les contó a Katara y Sokka mientras caminaban con Aang, Appa y Momo detrás de ellos-las hermanas me han estado cuidando desde entonces-se acercó a una de las mujeres de la abadía, la que tenía una edad un poco más avanzada al resto-superiora, estos son Katara y Sokka, los hijos de Hakoda, ellos han estado viajando con el Avatar. Los encontré acampando junto a mi bote-

-Joven Avatar, me da mucha alegría su presencia-le dijo la mujer haciendo una pequeña reverencia frente al maestro aire-bienvenido a nuestra abadía-

-Muchas gracias, es todo un honor estar aquí y si necesitan que…-respondió Aang; sin embargo, fue interrumpido por Sokka quien comenzaba a percibir un aroma agradable en el aire.

-¿Qué es eso que huele tan bien, Bato?-le preguntó el chico de la Tribu Agua del Sur al hombre junto a él.

-Las hermanas elaboran ungüentos y perfumes-respondió éste señalando los enormes jarrones colocados en el patio.

-¿Perfume? ¿en serio? quizás deberíamos ponerle un poco a Appa, porque, siendo honesto, él apesta demasiado ¿no es así?

-Se nota que tienes el pésimo sentido del humor de tu padre-dijo Bato a quien el chiste no le había causado gracia en lo más mínimo, guio a Katara, Sokka y Aang hacia su habitación y al abrir la puerta, Katara se asombró con lo que vio dentro.

-Bato ¡se parece mucho a nuestro hogar!-exclamó la chica de la Tribu Agua quien entró en la habitación junto con Sokka y observó todo lo que había alrededor, hasta una pequeña tienda había sido montada dentro de aquel reducido espacio para darle un ambiente un poco más… típico de la Tribu Agua del Sur, una olla había sido colocada sobre la fogata y algo de vapor emanaba de ésta indicando que algo se estaba cociendo dentro.

-Tienes razón, todo está aquí dentro, incluyendo los felpudos-respondió Sokka, éste se arrodilló en el suelo para tocar una de las pieles que había sido colocada a modo de alfombra.

-Sí, nada es más cómodo que sentarse en un montón de piel de animales muertos-comentó el joven maestro aire observando con incomodidad la piel de un tigre colgando en el muro. Momo se acercó a la cabeza de un oso disecado y extendió su pata hacia ella rozando apenas el hocico, éste se cerró casi de inmediato asustando al pequeño lémur quien se refugió detrás de la cabeza de Aang. Katara se acercó a la fogata y destapó la olla para ver su contenido.

-No ¡espera! ¿acaso estas son ciruelas de mar estofadas?-preguntó la chica de la Tribu Agua del Sur al ver aquel líquido marrón con los dichosos frutos deshidratados que se estaba calentando en el fuego.

-Adelante, sírvanse-les dijo Bato sentándose frente a la fogata con ellos, Katara tomó uno de los bowls colocados junto a la olla y comenzó a servir la peculiar comida.

-Papá podría llegar a comerse un barril entero de esto-comentó Sokka, la chica de la Tribu Agua del Sur le acercó un bowl con ciruelas de mar estofadas a Aang pero a este le disgusto su aroma y colocó el bowl junto a él en el suelo mientras se sentaba a unos metros de Katara y Sokka, en eso, Momo se acercó al bowl y comenzó a comer las ciruelas pero a él tampoco le gustó aquella comida y la escupió cerrando los ojos en señal de disgusto.

-Bato, ¿es cierto que tú y papá ataron un hipopótamo ártico?-preguntó Katara con curiosidad.

-Fue una idea de tu padre, él solo me arrastró, para ser sinceros, el hipopótamo fue el que me arrastró.

-Oigan ¡yo también sé montar animales!-comentó Aang queriendo formar parte de aquel pequeño circulo de amistad contando uno de sus relatos-una vez, había una anguila gigante y entonces yo…-

-Así que ¿a quién se le ocurrió el gran fiasco de grasa?-preguntó Sokka interrumpiendo al joven maestro aire.

-¿De verdad quieres saberlo?

-Todos queremos saberlo-le respondió Katara a Bato sonriendo con entusiasmo.

-¿De qué trata esa historia?-preguntó Aang viendo a sus amigos un poco confundido.

-Es una larga historia, Aang. Te la dejaremos para otra ocasión-respondió Sokka haciendo un ademan con la mano en señal de que se tranquilizara y dejara de interrumpir.

-Tú y papá han tenido aventuras de lo más graciosas-comentó Katara sin dejar de ver a Bato.

-Bueno, no todas eran aventuras graciosas. Pero con el tiempo, todo se vuelve divertido si haces una retrospectiva-respondió el guerrero de la Tribu Agua, dejó de ver a Katara y Sokka y elevó la mirada hacia Aang quien llevaba un sombrero de ardilla gigante disecado en su cabeza-¡oye, Aang! deja eso donde estaba, es un artefacto ceremonial y es muy frágil-

Aang obedeció, se quitó el sombrero y lo dejó devuelta colgando del muro de la habitación, dio la vuelta y se sentó en un rincón de la habitación un poco desanimado mientras sus amigos seguían hablando con aquel guerrero. Honestamente, se sentía muy fuera de lugar allí y no quería molestar a Sokka o a Katara, después de todo, hacía tiempo que no veían a Bato y lo mejor que podía hacer era dejarlos pasar tiempo con él.

Por otro lado, Zuko fue a buscar a la chica extraña que había atrapado a un criminal con su bestia Shirshu en su barco ese día, necesitaba encontrarla y pedirle que lo ayudara a rastrear al Avatar, por lo que ella dijo, ese animal peludo era capaz de detectar el aroma de una rata a un continente de distancia, y por suerte tenía lo que necesitaba para rastrear al Avatar: el collar de la chica de la Tribu Agua del Sur. Tras un largo rato buscando, ambos (él y Iroh) dieron con el paradero de la chica extraña, se encontraba dentro de una taberna intentando ganarle a un sujeto en una competencia para probar su fuerza, la cual incluía apostar.

-¡Apártense de mi camino! quítense, mugrosos-gritó Zuko avanzando al interior de la taberna, a su vez, Iroh se disculpaba con aquellos hombres por el rudo comportamiento de su sobrino, se acercó a la mesa donde estaba sentada la chica extraña con el tatuaje de serpiente en su brazo derecho-necesito hablar contigo-

-Bueno, pero si no son mis nuevos amigos, el chico enojado y su tío perezoso-comentó ella con sarcasmo, Iroh se río ante su comentario, la chica apoyó el brazo del hombre con brusquedad en la mesa ganando de esa forma la competencia, los demás hombres comenzaron a gritar eufóricos al tiempo que arrojaban monedas.

-Tu bestia daño mi barco, tienes que pagar por lo que hizo-le dijo Zuko molesto.

-Oh, bueno, es una pena, me encantaría ayudar pero estoy un poco corta de presupuesto-le respondió la chica mientras recogía todas las monedas de la mesa-¡las bebidas van a mi cuenta!-

-El dinero no es lo que tengo en mente-habló el príncipe de la Nación del Fuego con una mirada y un tono amenazante mientras apretaba con fuerza la muñeca de la chica, ella lo miró de la misma forma, si no era dinero lo que estaba buscando, entonces ¿qué rayos era lo que quería? con algo de brusquedad, Zuko llevó a la chica fuera de la taberna, sacó el collar de Katara y se lo mostró-escucha, necesito que me ayudes a encontrar a alguien-

-¿Por qué? ¿qué sucedió? ¿acaso tu novia huyo de ti?-preguntó la chica con un tono sarcástico viendo el collar y al príncipe de la Nación del Fuego.

-No es la chica a la que le pertenece el collar por la que estoy yendo-le dijo Zuko sin dejar de sostener el collar-estoy buscando a un monje, ella solo está viajando con él-

-Cómo digas…

-Si lo encuentras, considerare el pago por el daño que le causaste a mi barco.

-Jaja, ¡no! olvídalo-le respondió ella, apoyó un pie en los estribos de la silla de montar de su Shirshu y se preparó para subir en ella.

-Te pagaremos con tu peso en oro-le dijo Iroh queriendo convencer a aquella chica de que no se fuera, Jun (así se llamaba la cazarrecompensas) cambió de opinión y accedió a ayudar a Zuko y a su tío a encontrar al Avatar, ella y su bestia, la Shirshu los condujeron hacia él, bueno, más específicamente a la amiga del Avatar, la campesina de la Tribu Agua como la denominaba Zuko.

No le gustaba nada pensar en ella, en cómo los dos probablemente ya eran una pareja, hacía que su sangre hirviera por la rabia y… ¿los celos? no, de ninguna manera, él no estaba celoso y mucho menos de una campesina pero ¿por qué esto no dejaba de dolerle? Mientras se internaban en el bosque siguiendo el rastro que el Avatar dejó desde la última vez que se vieron, Zuko sacó el collar de Katara y lo apretó en su puño, ahora deseaba más que nada pelear contra ella, quería competir contra ella por el afecto del menor y probar que era digno de merecer al Avatar.

Ya muy era tarde en la abadía y aún así, Bato, Sokka y Katara seguían hablando sentados frente a la pequeña fogata que calentaba la habitación, ya habían acabado de cenar y Aang ahora estaba durmiendo en el rincón donde se había sentado con Momo acurrucado junto a él.

-Hay algo que quiero decirles, chicos. Estoy aquí para esperar un mensaje de su padre-les dijo Bato a ambos hermanos.

-¿En serio?-preguntó Katara quien se mostró asombrada al escuchar esa noticia.

-¿Cuándo llegará?-preguntó Sokka, Aang se despertó perezosamente al escuchar a Katara hablar con tanta emoción y desvió la mirada hacia ella y Sokka un poco cansado.

-En cualquier día, cualquier momento. Su padre dijo que me había enviado un mensaje que indicaría donde nos encontraríamos. Si esperamos aquí hasta que el mensaje llegue, pueden venir conmigo y verán a su padre otra vez.

Aang se incorporó y puso una expresión de tristeza al escuchar esa noticia ¿lo que estaba diciendo Bato era verdad? ¿acaso sus amigos planeaban dejarlo para irse con él a reencontrarse con su padre?

-Han pasado dos días desde que vimos a nuestro papá-le dijo Sokka-eso sería increíble ¡Katara! ¿qué opinas?-

-No lo sé, realmente lo echo de menos. Sería genial poder ver a papá otra vez-respondió la chica de la Tribu Agua.

Eso solo hirió más los sentimientos del joven maestro aire quien desvió la mirada hacia otro lado y bajó la cabeza, se levantó del suelo, abrió la puerta de la habitación, salió de allí y se dirigió a la entrada de la abadía, necesitaba un tiempo para pensar en que haría ahora y en que pasaría con sus amigos, quienes al parecer estaban más que decididos a abandonarlo para ir a reunirse con su padre.

-Aunque nos gustara reunirnos con él, no podemos, tenemos que llevar a Aang al Polo Norte-le dijo Sokka a su hermana.

-Incluso si tenemos tiempo de sobra para esperar este mensaje ¿quién sabe cuánto tiempo nos tomara llegar hasta allá?-le dijo Katara a Bato queriendo apoyar a su hermano-además no podemos quedarnos mucho tiempo aquí-

-Estoy seguro de que su padre los entenderá y estaría orgulloso de que sus hijos ayuden al Avatar-habló Bato sonriendo de forma comprensiva.

Aang estuvo caminando sin un destino fijo por un largo rato y hacer esto lo llevó nuevamente a la playa donde encontraron el bote de Bato encallado en la arena, subió a este y se sentó en la proa observando el horizonte, ya casi iba a amanecer, sintió los ojos llenarse de lágrimas, era incapaz de aceptar lo que acababa de escuchar, la idea de que sus amigos lo abandonaran le dolía demasiado e incluso sentía ganas de llorar porque no quería ser separado de sus amigos, pero... quizás era lo mejor, ellos debían ver a su padre, después de todo, lo echaban de menos.

-No puedo creer que ellos vayan a dejarme solo, Momo-le dijo Aang al pequeño lémur volador que estuvo a su lado todo el paseo hasta que llegaron a la playa, bajo de un salto de la proa del bote-supongo que será mejor para ellos que sigan su propio viaje sin mí y que yo vaya al Polo Norte por mi cuenta-

En eso, escuchó un ruido no muy lejos de donde estaba y alcanzó a divisar un mensajero del Reino Tierra que iba montado en un caballo avestruz. Apenas logró ver a Aang, el mensajero detuvo los pasos del animal y bajo llevando un pergamino en la mano.

-¿Está Bato de la Tribu Agua?-preguntó el mensajero viendo al joven maestro aire.

-Conozco a Bato.

-Bien, asegúrate de que reciba esto-le respondió el mensajero entregándole el pergamino, subió otra vez en el caballo avestruz y se alejó de allí, Aang abrió el pergamino en sus manos y dentro estaban trazadas las coordenadas que los guiarían hacia Hakoda, el padre de Sokka y Katara, por un segundo dudó seriamente en ir con Sokka y Katara y llevarles el mapa que prometió darle a Bato, así que miró hacia otro lado y por muy horrible que fuera para ellos, debía esconder el mapa, no debían saber la verdad. Ahora necesitaba retomar su viaje al Polo Norte para buscar un maestro agua-control y comenzar su entrenamiento como Avatar, pero antes tenía que ir por Appa así que comenzó a caminar otra vez por el sendero de regreso a la abadía para reunirse con su bisonte volador, Momo lo siguió detrás y subió de un salto a sus hombros, pero mientras iba de camino a la abadía no se dio cuenta de que alguien lo estaba siguiendo, mejor dicho, algo, detuvo sus pasos y comenzó a mirar a su alrededor y al fijar la vista en el horizonte, se topó con una chica vestida de negro montada sobre un animal que parecía ser un enorme oso hormiguero topo de nariz estrellada y detrás de ella estaban Zuko e Iroh, al parecer el destino quiso cambiar sus planes. Al verlos, Aang no tuvo mejor idea que correr lo más rápido que pudo, no podía enfrentarlos por sí solo y siquiera se dio cuenta de que al correr los estaba guiando accidentalmente a la abadía ¡perfecto! allí podría advertirles a Sokka y Katara y si aún estaban de su lado, podrían ayudarlo a detener a Zuko, aquella extraña chica y la peluda bestia en la que iba montada.

En la abadía las hermanas se ocupaban de almacenar los ungüentos y perfumes que ellas preparaban en pequeños frascos, cuando, de pronto, el sonido de la puerta central de la abadía romperse en pedazos, la bestía Shirshu entró por la puerta rota y avanzó por el patio olfateando el suelo y el aire buscando a Katara, pero no la encontró allí, su esencia la llevaba de regreso a la salida de la abadía y se extendía hacia el bosque, la criatura dio la vuelta, salió de la abadía y se dirigió al bosque a buscar a la chica de la Tribu Agua. Mientras tanto, Katara y Sokka se internaron en el bosque con la esperanza de encontrar a Aang y saber porque se había ido anoche sin decirles una palabra o siquiera avisarles que saldría, ambos estaban preocupados por él y no querían que se metiera en problemas por estar vagando solo.

-No puedo creer que Aang se haya ido así sin más-le dijo Katara a su hermano mientras caminaban por el sendero-¿por qué no nos dijo nada?-

-No lo sé, es probable que se haya sentido mal porque lo hemos estado ignorando casi todo el día desde que nos encontramos con Bato-le respondió el chico de la Tribu Agua sin dejar de buscar a su amigo nómada aire. En eso, dejaron de buscar al escuchar un gruñido no muy lejos de ellos, Sokka instintivamente se puso en posición defensiva y de los arbustos salió Jun montando su bestia Shirshu, para su mala suerte, Zuko y Iroh iban con ella, la criatura peluda comenzó a olfatear el suelo sintiendo la esencia de Katara y cuando dio con ella, le gruñó ferozmente, Sokka permaneció en posición defensiva queriendo mantener a salvo a su hermana, no había agua cerca como para que ella pudiera atacar usando sus habilidades de agua-control. Jun sujetó a su bestia de las riendas y observó a la chica de la Tribu Agua del Sur de pies a cabeza detenidamente.

-Con que, ella es tu novia ¿no es así? no me sorprende que ella te haya dejado-le dijo la cazarrecompensas con un tono burlesco en la voz-ella es demasiado buena para ti-

-¿Dónde está? ¿dónde tienen al Avatar?-preguntó Zuko mirando a ambos hermanos con el ceño fruncido.

-No lo sabemos, desapareció anoche y no tenemos idea de dónde está-le respondió Sokka al príncipe de la Nación del Fuego-además, si nosotros lo supiéramos, no te lo diríamos-

-¿Qué tan estúpido crees que soy?-la bestia Shirshu sacó su larga lengua llena de toxinas paralizantes y atacó a Katara y a Sokka con ella, ambos se echaron a correr para evadir sus ataques; sin embargo, ésta logró alcanzarlos y los golpeó a ambos con su lengua paralizándolos al instante. Zuko bajó de la silla de montar de la bestia peluda y se acercó a ambos hermanos quienes yacían en el suelo completamente inmóviles-y ahora ¿qué haremos con ellos?-

-Espera, sigue olfateando, está buscando una esencia diferente-le dijo Jun a Zuko-probablemente sea el Avatar-

La bestia Shirshu siguió olfateando el aire y eso los llevó por la misma dirección en la que siguieron a Katara, el Avatar no estaba muy lejos, sin perder tiempo, cargaron a Sokka y Katara en el lomo de la criatura y velozmente regresaron a la abadía. Por otro lado, Aang se encontraba en el patio de la abadía ajustando las riendas en los cuernos de Appa y pronto retomaría su viaje al Polo Norte con o sin sus amigos, en eso, la superiora a cargo de la abadía se acercó a él con una expresión de preocupación en el rostro.

-Avatar, tienes que irte lo más pronto posible-le dijo ella.

-Sí, ya lo sé. Todos quieren que me vaya, creo que eso sería lo mejor…-respondió Aang terminando de ajustar las riendas en los cuernos de su bisonte volador.

-No, esta vez tienes que irte, estás en grave peligro-le dijo la superiora-hace poco unas personas vinieron a la abadía buscándote-

-¿Quiénes eran?-preguntó el joven maestro aire.

-Una mujer con una expresión feroz en su rostro que montaba un monstruo horrible, no estaba sola, un chico con una gran cicatriz iba con ella.

-Zuko…-murmuró Aang al escuchar su nombre, por alguna razón sintió su corazón detenerse por un segundo con tan solo mencionar al príncipe de la Nación del Fuego ¡maldición! ese no era el momento para tener ilusiones de niño tonto y enamorado, ahora necesitaba enfocarse en lo que le decían.

-La bestia uso una esencia de un collar para encontrarte-le dijo la superiora.

-¿Un collar?-en eso, el joven maestro aire recordó el collar que su amiga había perdido hace unos días y ahí todas las piezas del rompecabezas cayeron en su lugar-¡Katara!-

Desvió la mirada al escuchar la puerta central de la abadía siendo derribada (otra vez), la chica con mirada feroz y su bestia entraron nuevamente y comenzó a olfatear el suelo buscando al Avatar. Las hermanas se escondieron detrás de los pilares y los jarrones de perfume que estaban en el patio mientras observaban a la Shirshu avanzar en círculos por el lugar intentando localizar al Avatar sin éxito.

-¿Qué demonios está haciendo ahora? ¡solo está caminando en círculos!-se quejó Zuko al ver lo inútil que era aquella criatura, en eso, la Shirshu se detuvo y elevó su hocico del suelo al cielo percibiendo el aroma del maestro aire en las alturas, de pronto, Aang se aproximó volando hacia ellos con su planeador, la bestia peluda sacó su lengua e intentó atacar al maestro aire, quien evadió el ataque e hizo que tanto, Jun como Zuko, Iroh, Katara y Sokka perdieran el equilibrio y cayeran de la silla de montar, la Shirshu también perdió el equilibrio y cayó de costado en el suelo.

-¡Aang, volviste!-dijo Katara al ver que su amigo hubiera regresado.

Jun rápidamente se incorporó del suelo, tomó su látigo y le ordenó a su bestia que se levantara, se subió nuevamente en la silla de montar y fue corriendo hacia el Avatar, pero cuando estaba por alcanzarlo, Appa se acercó corriendo y empujo a la Shirshu lejos de él haciendo que se estrellara contra una pared. Aang sonrió al ver que su bisonte lo había salvado del peligro, pero eso no era todo, desvió la mirada y vio a Zuko de pie frente a él, fuego emanaba de sus manos cerradas en puños. Aang se paró en el patio de la abadía, congelado en su lugar mientras adoptaba una posición defensiva, hubo un momento en que sus ojos se encontraron y estaba casi seguro de que Zuko no atacaría, pero se equivocó, el príncipe de la Nación del Fuego atacó primero arrojando una bola de fuego muy fácil de evadir, Aang la esquivó y envió una línea de aire-control hacia él, pronto su pelea se convirtió en una especie de baile, fuego y aire se arremolinaron a su alrededor mientras sus cuerpos se acercaban cada vez más, su deslizador se perdió durante la batalla pero eso no le importaba ahora, Aang podía pelear perfectamente sin él. Se arrodilló ante la patada de Zuko y cuando se encontraron en un punto muerto, fuego y aire estallaron en sincronía, por un instante, el maestro aire pensó fugazmente que eso era algo hermoso; no obstante, sus pensamientos se esfumaron cuando aquel momento estalló frente a su propio rostro… literalmente.

Su espalda se estrelló contra un tejado a varios metros de distancia de donde había estado de pie previamente, sintió su visión tornarse borrosa y su cabeza punzar con dolor debido al impacto, recuperó y perdió la conciencia cuando sintió una ola de ardiente calor aproximarse hacia él, elevó la mirada y pudo ver como Zuko se dirigía hacia él con una línea de fuego saliendo de su brazo derecho, casi ni le dio tiempo a esquivarla, de hecho, se hallaba hipnotizado por la forma en que Zuko lo estaba mirando, sus ojos transmitían intensidad, casi como si lo estuviera acechando, saltó creando un remolino de aire-control para disipar el fuego que se acercaba a él, arrojó otro ataque de aire-control hacia Zuko obligando al príncipe a estrellarse contra una pared, Aang contraatacó usando el mismo ataque que su oponente usó y continuaron con su batalla-danza.

Terminaron de vuelta en el centro del patio de la abadía, Aang intentó defenderse de los ataques de Zuko nuevamente pero Jun y su bestia Shirshu se sumaron a la batalla haciendo que la pelea fuera despareja, dos contra uno era completamente injusto, pero el maestro aire estaba convencido de que podría derrotarlos fácilmente, de repente, la Shirshu sacó su lengua paralizante y lo atacó con ella, Aang logró esquivarla con facilidad, intentó escapar pero terminó siendo acorralado por Zuko y sus ataques de fuego-control. Zuko sonrió, finalmente su victoria estaba cerca, el Avatar estaba acorralado sin posibilidades de escapar, había llegado a un callejón sin salida y Zuko estaba bloqueando su única vía de escape, Aang sabía que podía usar su aire-control para saltar hacia arriba si quisiera, pero, por alguna razón y por primera vez en meses, tenía curiosidad de saber que haría el príncipe de la Nación del Fuego ahora.

Zuko observó a Aang pero había algo diferente en sus ojos, su mirada era diferente a la de la última vez que se habían visto, luego de que lo había ayudado a salvar la aldea de la adivina de la destrucción inminente del volcán, algo faltaba ¿rabia? ¿ira quizás? ¿determinación? ¿odio? Aang solo esperaba que no fuera lo último, porque siendo honestos, él no odiaba a Zuko, al menos no del todo. El príncipe de la Nación del Fuego avanzo hacia el menor quien se veía distraído, perdido en sus propios pensamientos y, de pronto, sin razón aparente, sonrió.

-Finalmente eres mío, Avatar-dijo lo suficientemente fuerte como para que solo Aang lo escuchara.

-Aang-susurró, Zuko se mostró confundido y su sonrisa se desvaneció-mi nombre es Aang-

-Aang-dijo como si lo estuvieran poniendo a prueba, se sentía extraño llamar al Avatar por su nombre. Al joven maestro aire comenzaba a gustarle la forma en que Zuko decía su nombre, era completamente diferente a como lo decían Katara o Sokka-¿Aang?-

-¿Sí, Zuko?-preguntó Aang, no tenía miedo, de echo no se sentía demasiado atemorizado en ese momento, sabía que podía escapar en cualquier momento si se lo proponía pero por alguna razón que desconocía, no quería hacerlo, no quería irse de allí, quería quedarse ahí tan cerca de Zuko como le fuera posible.

-Prometo que no voy a lastimarte.

-Entonces ¿qué vas a hacer, Zuko?

-Realmente, no lo sé…-murmuró.

-¿Qué es lo que quieres hacer?-preguntó Aang.

-¿Qué es lo que quiero hacer? quiero encadenarte y llevarte a mi padre. Quiero mi honor, mi trono. Pero no hay posibilidad de que eso suce...-respondió Zuko, pero el joven maestro del aire lo interrumpió.

-Déjame repetir mi pregunta otra vez. Zuko ¿qué es lo que realmente quieres hacer?

-Yo quiero… quiero…-inesperadamente, Zuko se acercó un poco más cerrando el espacio entre ellos-yo quiero besarte-susurró, pero no estaba seguro de si Aang pudo siquiera escucharlo.

-Entonces ¿qué estás esperando? bésame si eso es lo que tanto quieres-le dijo el joven maestro aire, Zuko vio como cerró los ojos y esperaba pacientemente a que él diera el primer paso, el príncipe de la Nación del Fuego sintió que su corazón latía fuertemente dentro de su pecho y su rostro ardió ligeramente, nunca imagino ver al Avatar entregarse a él de esa forma, pero esta era una oportunidad que no planeaba dejar pasar, decidido, Zuko cerró la distancia que los separaba y sus labios se unieron contra los del menor en un beso suave, sin transmitir intención más grande que esa, Aang sonrió ligeramente en el beso y se preguntó si Zuko podía sentir su sonrisa, pero los gritos de Appa y la Shirshu los obligaron a volver a la realidad y Zuko atacó nuevamente arrojando otra bola de fuego que Aang esquivó con facilidad.

Por otro lado, Katara y Sokka estaban recostados contra la pared, ambos aún paralizados por las toxinas de la lengua de la Shirshu, intentaban recuperar energías y deshacerse de estas toxinas, Sokka le envió instrucciones a su cerebro e hizo un esfuerzo por levantar su brazo y milagrosamente comenzó a moverse débilmente.

-Hey, estoy empezando a sentir que algo vuelve hacia mi…-dijo Sokka, pero algunos escombros cayeron del techo sobre él y esto hizo que emitiera un pequeño quejido de dolor-ouch…-

Aang corrió esquivando los ataques de Zuko, pero eso solo los llevó a pelear en lados opuestos de un pozo de agua y fue entonces cuando Aang lo vio, el collar de Katara colgando de la muñeca del príncipe de la Nación del Fuego.

-Tienes algo que yo quiero-dijo acercándose a Zuko para intentar tomar el collar pero éste derribó una estructura del pozo y ambos saltaron a las delgadas paredes, comenzaron a ejecutar una danza coordinada mientras intentaban atacarse el uno al otro. Sin embargo, Aang encontró una oportunidad para deslizarse sobre el hombro de Zuko y saltó sobre la espalda del príncipe, derribándolo de la pared, tomó el collar de Katara que logró quitarle a Zuko pateándolo con su pie, dio una vuelta en el aire y se sumergió en el pozo. Una ráfaga de fuego fue lanzada hacia él, pero usando su casi nulo conocimiento de agua-control, Aang logró enviar el agua hacia arriba, todo para hacer que el príncipe saliera de allí y cayera con un golpe brusco al suelo y Aang salió del pozo con gracia.

Appa continuó peleando contra la Shirshu, pero la bestia le llevaba una gran ventaja ya que ella usaba sus toxinas paralizantes contra el bisonte inmovilizándolo, a pesar de todo, no se rindió y trató de ponerse de pie débilmente al tiempo que gruñía furioso a la criatura. Jun sonrió desafiante y con un movimiento de su látigo ordenó a su bestia acabar con Appa, algo que hizo fácilmente usando un par de ataques de su lengua paralizándolo por completo.

Katara y Sokka se levantaron del suelo con dificultad y se apoyaron contra la pared no muy lejos de donde estaba el bisonte volador, la superiora a cargo de la abadía salió con un pequeño frasco en sus manos, abrió el frasco y lo acercó a sus narices, instantáneamente sintieron como sus sentidos regresaban y pudieron moverse con normalidad otra vez.

-Esa bestia percibe y ve con su nariz, vamos a darle algo que sea capaz de percibir-dijo Sokka recordando lo que pasó con él y Katara hace poco en el bosque.

-¿Qué me dices del perfume?-sugirió la superiora, al escuchar esa pregunta, una idea fugaz se presentó en la mente de Sokka.

Aang salió corriendo, queriendo ayudar a sus amigos, pero una lengua serpenteante se interpuso en su camino.

-¡De prisa! ¡atrápalo!-le ordenó Jun a su bestia Shirshu al tiempo que ésta atacaba a Aang usando su lengua llena de toxinas paralizantes. Gritó y retrocedió antes de que una bola de fuego le impidiera alejarse más, estaba rodeado, arrinconado contra una pared con un monstruo gigante y peludo obstruyendo una vía de escape, y un príncipe de la Nación del Fuego bloqueando la otra vía de escape. Miró de un lado a otro preguntándose como haría para librarse de esa situación.

-¡Prometiste que no ibas a hacerme daño!-le gritó Aang a Zuko.

-Lo siento, supongo que mentí-respondió, pero cuando estaba por atacar al maestro aire nuevamente, vio a Katara moviendo algo detrás de él y la cazarrecompensas y gritó al ver una ola de perfume derramarse sobre ellos, incluyendo la Shirshu, que enloqueció por los aromas que estaba olfateando y salió corriendo con algo de torpeza de la abadía.

Aang aprovechó esta oportunidad para acercarse a donde estaban Katara y Sokka, miró hacia atrás rogando que por lo menos Zuko lo mirara una última vez pero éste cayó al suelo inmóvil tras el golpe que recibió de la lengua de la Shirshu, sus orbes grises se fijaron en la silueta del príncipe el mayor tiempo posible, pero alguien colocó una mano sobre su hombro llamando su atención, y al desviar la mirada se encontró con sus amigos de pie detrás de él.

-Fuimos al bosque a buscarte, porque estábamos preocupados por ti-le dijo Katara a Aang.

-Creímos que nos habías dejado o que te habías perdido o que estabas en peligro-comentó Sokka queriendo aportar una teoría a la oración de su hermana.

-Siento mucho haberlos preocupado, chicos, pero…-dijo Aang, metió una mano en su túnica y les mostró el pergamino que recibió anoche-un mensajero me dio esto para Bato, tienen que entenderlo, tenía miedo de que ustedes…-

-¡Es el mapa que nos llevaría con nuestro papá!-exclamó Sokka viendo las coordenadas trazadas en el pergamino-¿y tú lo tuviste todo este tiempo? ¡¿cómo pudiste?!-

-Lamento haber escondido esto de ustedes, pero tenía miedo de que me dejaran para ir a ver a su padre-les dijo Aang-los escuche a ti y a Katara hablar de eso anoche-

-Aang, entiendo que tienes miedo pero nunca te abandonaríamos-le dijo Katara tratando de consolarlo.

-Además ¡¿cómo rayos pudiste pensar que te íbamos a abandonar?!-le preguntó Sokka, aun seguía molesto con él por haber escondido el mapa que los habría llevado a los demás guerreros de la Tribu Agua del Sur todo este tiempo.

-Entiendo por lo que Aang está pasando, sentí lo mismo cuando los guerreros de la Tribu Agua del Sur tuvieron que dejarme atrás. Ese dolor fue mucho más grande que el que puedo llegar a sentir por mis heridas-les dijo Bato, Sokka volvió a recordar el día en que los guerreros y su padre partieron de la Tribu Agua-sé que quieren ver a su padre más que nada en el mundo, pero ayudar a su amigo es lo más noble que pueden hacer-

-Tienes razón, quiero ir a ver a papá pero ayudar a Aang es lo más importante-le dijo Sokka, luego se acercó a Aang-pero no vuelvas a esconder información a nuestras espaldas o te vayas sin avisarnos-

Aang no respondió, solo aceptó la advertencia de su amigo y asintió, Bato se acercó al joven maestro aire, Katara y Sokka.

-Su padre lo entenderá, y sé que está orgulloso de ustedes-dijo Bato mientras colocaba sus manos en los hombros de Sokka y Katara y miraba a Aang.

-Gracias, Bato-le agradeció Sokka sonriéndole al igual que su hermana.

-Ya sé a dónde debo ir desde aquí-Bato les entregó el pergamino que contenía las coordenadas que los llevaría hacia los guerreros de la Tribu Agua del Sur-llévense esto en caso de que quieran encontrarnos. Dejaré un mensaje en el punto de encuentro-

Aang le sonrió a Bato por última vez y luego de dejar que sus amigos se despidieran de él, tomó su planeador y se subieron en la silla de montar de Appa, levantaron vuelo dejando atrás la abadía, una vez que estuvieron a pocos metros del suelo, Aang dirigió a su bisonte volador hacia el cielo tratando de no mirar atrás y también de no mirar a Zuko, quien inesperadamente lo besó y luego acabó paralizado en el suelo del patio de la abadía, dio un gran suspiro intentando recobrar la compostura, ese beso… ese beso se había sentido tan bien, pudo sentir chispas volando en su interior, algo que nunca antes había experimentado.

-Pero era más que obvio que te sentirías así, a fin de cuentas, ese fue tu primer beso-le dijo una pequeña voz dentro de su mente, pero Aang trato de ignorarla y se volteó para ver a sus amigos.

-Entonces ¿a dónde vamos ahora?-preguntó Aang sentado en el cuello de Appa.

-Vamos a llevarte al polo norte-dijo Katara amablemente, Aang se volteó para verlos con sorpresa.

-Sí, hemos perdido demasiado tiempo-habló Sokka con una pequeña sonrisa y era verdad, habían perdido demasiado tiempo peleando contra Zuko, Jun, la cazarrecompensas y su bestia, la Shirshu. Aang se incorporó y se sentó junto a la silla de montar de Appa viendo a sus amigos por encima de ésta con sus ojos muy abiertos.

-¿Están seguros? ¿acaso no les interesa ver a su padre?-preguntó el maestro aire con curiosidad-porque puedo llevarlos hasta allá si eso es lo que quieren-

-Por supuesto que queremos verlo, Aang-respondió Sokka viendo al Avatar-pero también eres nuestra familia y ahora nos necesitas más que nunca-

-Y te necesitamos-dijo Katara aunque deseara ver a su padre con todo su corazón, sabía que ayudar a su amigo era su mayor prioridad. Una parte de Aang se sintió cálida y feliz por sus sinceras palabras.

-Desearía poder darte una parte de tu hogar, Katara-dijo Aang sintiendo un poco de pena.

-Descuida, estaré bien-lo interrumpió Katara.

-Aun así, podría darte una pequeña baratija-dijo sacando su collar y ofreciéndoselo felizmente, una sonrisa apareció en su rostro aunque fuera algo forzada.

-Aang-exclamó Katara quitándole el collar de su mano y poniéndoselo-¿cómo lo conseguiste?-

-Zuko me pidió que te lo entregara por él-respondió Aang sarcásticamente.

-Aaaw, eso es tan tierno de Zuko-dijo Katara dramáticamente poniendo uno de sus dedos en su mejilla mientras sonreía, Aang sabía que solo estaba bromeando cuando dijo eso-¿podrías darle un beso de mi parte cuando lo veas?-

Ante esa pregunta, Aang no pudo evitar sonrojarse y recordó el beso que compartió con Zuko hace unos segundos atrás. Sí ¿por qué no? a fin de cuentas se trataba de un beso de parte de una chica, no es como si realmente fuera a volver a besarlo o algo parecido ¿verdad?

-Seguro-respondió Aang, la chica de la Tribu Agua del Sur se acercó y depositó un suave beso en la mejilla del joven maestro aire, sintió un pequeño sonrojo aparecer en su rostro pero no fue por las acciones de la chica que se había puesto así, sino por recordar nuevamente el beso que le dio Zuko. Ahora, una parte de él quería volver a ver al príncipe de la Nación del Fuego y darle un beso. Tenía que reconocer que si Zuko no hubiera encontrado el collar de Katara, probablemente nunca lo hubieran encontrado y nunca se habrían besado e incluso bajo aquellas circunstancias, Aang estaba agradecido con el príncipe de la Nación del Fuego por tener el collar con él porque significaba que Katara podría recuperarlo y ya no estaba molesta.

Levantó sus ojos grises hacia el horizonte, mirando la puesta de sol y preguntándose qué estaría haciendo Zuko en este momento, por el bien de Agni, ya estaba empezando a extrañarlo, ¿qué demonios estaba mal con él? ¿qué era este extraño sentimiento?


Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Aang haciendo que Zuko rompiera el beso que estaban compartiendo y mirara al joven maestro aire con una pequeña expresión de confusión. La sonrisa de Aang se desvaneció apenas vio la expresión que puso el maestro fuego.

-¿Qué? ¿qué sucede?-le preguntó Aang.

-Solo quería saber... ¿por qué sonríes?-preguntó Zuko al niño mientras se recostaba en la cama con Aang a su lado, el maestro aire volteó su cabeza para verlo a los ojos.

-Solo estaba... solo estaba pensando en el momento en que tuvimos nuestro primer beso-respondió Aang mientras se reía suavemente al recordar la situación-no puedo creer que haya tenido que preguntarte qué es lo que realmente querías, solo de esa forma pudiste besarme ¡literalmente!-

-Sí, yo tampoco pude creer que tuvieras que hacer algo así y que me dejaras hacer algo así-respondió Zuko mientras se reía con Aang-pero...-tomó una de sus manos entre las suyas y la acercó a él-pero tengo que admitir que si nunca me hubieras preguntado qué es lo que realmente quería, tal vez nunca te hubiera besado y tampoco hubiera descubierto mis sentimientos por ti-

-Yo tampoco, si Katara nunca hubiera perdido su collar, probablemente nunca lo hubieras encontrado y si eso hubiera sucedido, quizás tú y yo no estaríamos juntos-le dijo Aang mientras apretaba la mano de Zuko con fuerza pero al mismo tiempo con suavidad, el maestro fuego le sonrió por última vez antes de acomodarse en una posición cómoda.

-Muy bien, creo que es todo por ahora. Descansemos un poco, tenemos que levantarnos temprano mañana.

-Sí, tal vez deberíamos descansar. Buenas noches, Zuko-respondió Aang, se dio la vuelta y se puso en una posición cómoda para poder dormir, una vez que el maestro aire se durmió, Zuko lentamente envolvió un brazo alrededor de la cintura de Aang y lo atrajo hacia él en un cálido abrazo y con esa posición, teniendo al menor a su lado, cerró los ojos y se durmió.


Zuko frotó la parte posterior de su cuello mientras subía por la rampa metálica que lo llevaba hacia su barco, miro con furia y desprecio a cualquier miembro de la tripulación que intentara acercarse o preguntarle que le sucedía, cruzó la cubierta del barco, se dirigió a su habitación, abrió la puerta de metal y la cerró con violencia detrás de sí, caminó hacia su cama y tomó la almohada enfundada en seda negra encima de ésta.

-ERGH-gritó escondiendo su rostro en la tela, el sonido se amortiguo en las paredes de su pequeña habitación, gritó contra la almohada por unos minutos más para desahogar su ira y la dejó caer con un suspiro frustrado. Se quitó la armadura y la aventó a una esquina de su habitación sin preocuparse siquiera por reacomodarla en el armario, se quitó su ropa a excepción de su ropa interior y sus pantalones de lino antes de colapsar sobre su cama, se recostó a un lado, tomó la almohada y la abrazó con fuerza contra su pecho mientras miraba inexpresivamente la puerta de su habitación, cómo deseaba poder tener el cuerpo de Aang entre sus brazos y no un simple objeto ¡aún seguía sin creer que haya hecho algo así! ¿qué rayos había pasado por su mente para tener la loca idea de querer besar al Avatar? Quizás solo se trataba de alguno de los trucos del menor para luego burlarse de él, pero no había hecho tal cosa, además, Zuko pudo ver lo herido que se sintió al atacarlo cuando él mismo le había jurado que no lo lastimaría-soy un idiota-murmuró para sí mismo aferrándose a la almohada con más fuerza.

No tenía idea de cómo ni en que momento pasó, pero luego de unos minutos contemplando nada más que la puerta de su habitación, Zuko sintió sus ojos cerrarse por el cansancio, finalmente se cerraron y cayó dormido.

Despertó viendo todo borroso al principio, parpadeó un par de veces y cuando logró ver con claridad, notó que el atardecer aún estaba presente en el cielo, pero eso no fue lo único que encontró extraño, pudo sentir una mano más pequeña y suave que la suya propia rozando su pecho, trazando sus músculos hasta llegar a su erección confinada en sus pantalones. Elevó su mirada hacia el dueño de aquella pequeña mano y al hacerlo, una linda sonrisa y un par de ojos grises se cruzaron con los suyos de color dorado.

-¿Aang?-dijo Zuko incrédulo al ver al joven maestro aire allí con él en su habitación haciéndole, bueno… ese tipo de cosas-tú… que… ¿qué estás haciendo aquí?-

Aang no respondió, solo se concentró en liberar su erección de sus pantalones y en ser el único que pudiera tocarlo de una manera tan erótica y tan íntima, Zuko gimió, cerró sus ojos y apretó sus manos fuertemente contra las sábanas de su cama mientras se dejaba hacer. El joven maestro aire movió su mano desde la base de su miembro hasta la punta y la deslizó lentamente por la longitud, recorriéndola con sumo cuidado y dedicación, repitió los mismos movimientos una y otra vez, los gemidos de Zuko se hicieron más fuertes y comenzó a mover sus caderas inconscientemente penetrando con su miembro el cálido pasaje que se había formado en la mano del menor, se incorporó con un poco de dificultad, pero eso no le impidió acercarse a Aang y besarlo, sus labios presionaron con fuerza contra los suyos, sus lenguas se entrelazaron y sus cuerpos se acercaron cada vez más. El pequeño monje aprisionó la erección de Zuko en su propia mano, tenía total y completo control del príncipe mientras frotaba su pequeña erección contra su cadera. Sus cuerpos se rozaron juntos bajo la luz del sol de aquella tarde, sus respiraciones se entremezclaron mientras su pasión se desbordaba, crecía y sus erecciones se rozaban ligeramente creando una agradable y ardiente fricción entre ellas.

-Z-Zuko…-Aang finalmente habló entre gemidos mientras continuaba rozando su propia erección contra su cadera-Zuko, esto… esto se… se siente t-tan bien…-

-Lo sé… pero, pase lo que pase, no te detengas, por favor-le dijo Zuko, Aang asintió y continuó moviendo sus caderas simulando embestidas contra la cadera del príncipe de la Nación del FuegoZuko no pudo evitar gemir en voz alta al tiempo que echaba la cabeza hacia atrás, extendió su mano y tomó la pequeña erección de Aang deslizando su mano arriba abajo por la longitud de éste, aplicando el ritmo que el monje había usado sobre su propio miembro, estaba cerca, estaban tan cerca de llegar al clímax, solo necesitaba algo extra para poder llegar al límite. Movió sus caderas más y más rápido al tiempo que Aang se acercaba a su rostro y presionó sus labios firmemente contra su cicatriz, susurrando su nombre como si de un mantra se tratase mientras besaba suave y tiernamente la dañada piel, y finalmente, llegó a su límite y se corrió justo en el mano del maestro aire.

Zuko despertó repentinamente al darse cuenta de que todo había sido un sueño, pero apenas bajó la mirada, notó que su miembro se volviendo flácido lentamente mientras algo de su semen se escurría por su abdomen ¡maldición! ¡acababa de tener un sueño erótico y vívido con el Avatar! y no solo se trataba del Avatar ¡sino también de un niño por amor a Agni! ¿qué rayos estaba pasando con él? rápidamente se movió al otro lado de la cama y volvió a dormirse mientras el sol se ocultaba en el horizonte dándole paso al anochecer.


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