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Hombre bajo la lluvia por Doki Amare Pecccavi

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Notas del capitulo:

 

Música para ambientar capitulo

Roses by Jean-Micel Blais

Cap. 10: Seísmo

 

— ¿Está bien si me quedo? — Preguntó a su tía, la habitación estaba a media luz, habían colocado música suave para intentar tranquilizar un poco las pesadillas de su madre. Sus alucinaciones.

 

— Por supuesto, no tienes que pedirme permiso. — Mathew dudó sobre las palabras de su tía, pero no dio replica. Le sonrió y preparó su cuerpo para una larga noche en el sofá-cama, a los pies de la cama de su madre. Mientras ella dormía él se refugiaba en sus recuerdos. Miraba la pequeña figura bajo las sábanas y recordaba la voz de su madre llamándolo “Mattchu”.

 

Había estado días anteriores leyendo Kafka en la Orilla y a partir de eso, cada que estaba solo con ella, en silencio pensaba: ¿Qué tan malo podría ser si todo acababa? Recargaba su cabeza en el respaldo del sillón. Cerraba los ojos y enseguida las lágrimas le salían.

 

Se le escurrían las lágrimas con una facilidad sorprendente, pensaba en las tormentas de arena[1], en definitiva, él saldría de aquella tormenta de arena, pero ¿Su madre? Mathew había rogado varias veces por que el tiempo se detuviera, imaginaba que no era difícil pensar que en un cerrar y abrir de ojos, la vida le abandonara, también, para no despedir a su madre.

 

No tenía nada a lo que realmente aferrarse, pensaba que si una noche, cerrando los ojos él y su madre muriesen al mismo tiempo, por él estaría bien.

La vida era bastante complicada como para desear permanecer solo.

Así lo pensaba, así lo había pensado siempre; ella era el timón, él el barco.

Si pudiese resumir su vida en unas cuantas líneas, lo haría sin dudar, de esta forma:

 

El solitario y su madre con demasiado carisma para compartir.

Era maravillosa, la mujer con el mejor humor del mundo, la más enamorada de la vida, la más sabia.

Ella era insegura y por eso él había aprendido a defenderse por ambos.

Ella no era ambiciosa y él había pretendido serlo para poder darle comodidad a sus vidas.

Ella tenía sólo un pequeño defecto, el ver siempre por otros y jamás por ella misma.

Mathew había tratado de mil y un formas que ella pensara un poco más en ella misma.

Parecía que por primera vez lo hacía. Indudablemente él no había sido el más beneficiado de aquello.

 

¡Vete, te quiero lejos, largo de aquí!

 

¿En qué se había equivocado?

Había algo que había hecho a su madre a tal punto que en su lecho de muerte no podía acercarse a ella a menos que estuviese dormida.

Primero habían sido reproches y después agresiones.

Ella no estaba bien mientras le mirase. No entendía nada Mathew.

Ella siempre le había apoyado, le había pedido que no saliera con chicas para impresionar.

Le pedía infinidad de veces que encontrara a alguien con quien compartir su vida.

Le pedía que amara lo que hacía.

Ella siempre había dicho que moriría de vieja, él le había creído siempre.

 

En ese momento su móvil vibró, viró la pantalla para ver de quién se trataba.

 

Se puso de pie y salió enseguida de la habitación.

 

— Hola, Alex.

 

— Hola Mathew. ¿Cómo estás?

 

— Bien. Oye sobre lo que dijiste antes ¿Puedo tomarme dos días?

 

— Sí, sí claro. Cualquier cosa que necesites, avísame. Cualquier permiso.

 

— Sí. Gracias. — Después el silencio fue incómodo. — Estamos en contacto.

 

— Nos vemos.

 

Mathew escuchó el ruido de la llamada cortarse, soltó un suspiro hondo regresó a la habitación y regresó a su rincón. De nuevo recargó su cuerpo en el respaldo del sofá cama, se hundía medianamente su cuerpo

 

Ella murmuraba algo, no era posible entenderla demasiado.

A medida del avance de su enfermedad, parecía detestarle cada vez más.

Tal vez por todo el amor de antes, tal vez a cobro por lo feliz que fue junto a ella, ahora tocaba recibir un poco de los peores sentimientos.

 

Los aceptaba sin entender. 

 

— No… me… quiero morir. — Mathew levantó la vista. Su madre había abierto los ojos. — Quiero vivir más. —

 

Botó el libro, el móvil y la manta con la que había cubierto sus piernas. Se levantó de golpe, se plantó frente a su madre. Observo el rostro cadavérico y la mirada sin brillo, miraba la nada ella.

 

¿Era realmente ella?

 

Por sobre todo el medicamento quedaba algo fuerza para decir sus últimas palabras.

Ella no quería morir, Mathew no pudo decir nada para reconfortarla.

Si hay algo que jamás desearía a nadie sería aquella agonía.

Aquel dolor, hacia el final de una vida, era excesivamente cruel.

 

Ella era, y no había una despedida romántica. No la hubo.

 

El medicamento dejó de hacer efecto, cuando ella tuvo la fuerza suficiente le ordenó irse de la habitación, había tenido que despertar a su tía, pero no se había ido, permanecía en un rincón en donde su madre no podía verlo.

 

Después la respiración de ella fue disminuyendo.

Lanzaba un ligero quejido, rechazaba el oxígeno.

Llamaron al médico, les pidió que se despidieran.

Ellos no eran creyentes, pero su tía oró.

 

Amaneció, el medio día, atardeció, anocheció y volvió a amanecer.

Y lo único que salía ya para ese momento, de labios de su madre, era agonía.

Después ella ya no había tenido fuerza para correrlo.

La tía dormitaba en el sofá cama cuando todo terminó.

Y un día quince, de cualquier mes…su madre dio su último respiro.

 

Es como si hubiesen olvidado como llorar.

 

 

 

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«. ·°·~*~' Agonía '~*~·°·. »
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|¤°.¸¸. ·´¯`» Doki Amare Peccavi «´¯`·. ¸¸. °¤|



[1] Kafka en la orilla — Haruki Murakami

Notas finales:

Notas:

Este capitulo es sin duda el capitulo más importante en la historia de Mathew y está lleno de referencias que me gustaría explicar.

(*) Rose, según Jean-Michel Blais «Es una pieza funeraria dedicada a la madre de un amigo que murió de cáncer. El ostinato, la nota repetida de la intro, simboliza el latido de su corazón y el ominoso tumor, a veces olvidado, pero aún presente. ¿Cómo encuentran la paz los enfermos, si es que alguna vez pueden? Roses es mi intento de reflejar los recuerdos musicales de alguien, pasando del pop a los recuerdos clásicos y terminando con una armonía nostálgica.»

 

(**) Mathew se refiere a la analogía de "las tormentas de arena" mencionada en el libro Kafka en la Orilla de Haruki Murakami. LEER AQUÍ

 

Y bueno, sin más, agradezco su atención hasta aquí! Nos vemos el siguiente capitulo, con esto ya estamos al día, con la historía en esta nueva cuenta.

 

♥ Besos. 

 


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