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Hombre bajo la lluvia por Doki Amare Pecccavi

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Cap. 13: viernes

 

Había estado hasta la madrugada ordenando todo, de camino al trabajo sentía la pesadez de no haber dormido casi nada, resentía más el frío y su consciencia parecía nublada. Estaba planeando tomar una bebida energética como desayuno.

 

Empezaba la época de lluvia, y aunque aquel era un clima que disfrutaba, Mathew odiaba el transporte público después de una mañana lluviosa. Era una suerte que la siguiente semana no tuviese que preocuparse por nada de eso. Llegaba a la oficina, cuando notó la camioneta de Alex a punto de entrar en el estacionamiento, mantenía el ceño fruncido y hablaba, seguramente con el altavoz puesto, como era costumbre para él. Ignoró por completo la escena e ingresó, llegó hasta su oficina, y sí, de camino había conseguido su desayuno.

 

Apenas Bob lo vio entrar negó con la cabeza.

 

— ¿Sabías que eso lo tomaban los tailandeses para sobre llevar la explotación? — Soltó el dato intelectual que había estado guardando durante días, apenas notó el gusto de Mathew por aquellas bebidas. — Es muy malo consumirlo, la taurina y esas cosas…

 

— ¿En serio? La taurina está en la comida de perro… y a mi perro no le ha hecho daño. —

 

— Touché — Bromeó Alex entrando también a la oficina. Extrañamente se le veía de buen humor. Un humor cómplice que sólo tenía cuando había algo en juego. — Aunque no sé si compararte con un perro te ayude.

 

— Da igual. — Mathew soltó un suspiro y se dejó caer en su asiento, mientras la computadora encendía.

 

— Ni enciendas tu computadora. Tenemos una reunión de improvisto. Bob ¿Puedes imprimir los contratos con GARA? Justo hay una pequeña inconformidad con lo que les advertimos a los proveedores, así que no cumpliéndose el plazo… tenemos una sanción que interponer.

 

— ¿Y yo tengo que ir? — Preguntó de mala gana. Alex pasó por alto aquello y Mathew sabía por qué era, su jefe tenía un lema, o estás dentro del barco o estás fuera. — Pregunto, porque tengo algunas cosas pendientes y…

 

— Tienes que ir, necesito que documentes la gestión de los contratos. Esto es algo que voy a enseñarte sólo una vez y a partir de aquí, lo harás tú. ¿Entendido? —

 

— Sí, por supuesto.

 

— Podría cortar la tensión con un cuchillo. ¿Qué ocurre? — Bob había utilizado un tonito burlón para intentar aminorar la seriedad del momento, pero por supuesto que después de la respuesta de Mathew, poco podía hacerse.

 

— Nos vamos Mathew. Dos minutos y te veo afuera. —

 

Mathew asintió, esperó a que Bob le diera los contratos mientras terminaba de beber su red Bull, y después salió de la oficina para encontrarse con su jefe. El viento golpeaba fuerte, terminó un poco despeinado antes de subir a la camioneta y emprendieron camino.

 

Y Robert tenía mucha razón, había tensión entre ambos, algo más allá de subordinado y jefe. Desde hacía semanas que Alex había dejado de buscarlo y aunque apenas tenía tiempo de meditarlo, algo de curiosidad le ocasionaba todo aquello.

 

Intentaba recordar si habían dicho algo en su último encuentro, pero sobre las semanas pasadas Mathew recordaba muy poco, lo evitaba de hecho. Así que, por primera vez, a solas con Alex, se mantuvo en absoluto silencio.

 

A cada cruce de semáforo su jefe parecía alerta y revisaba su móvil, una que otra vez sonrió de medio lado y después se mostraba igual de serio. Aquello fue todo lo que Mathew se interesó en observar, después viró su atención hacia la ventana y empezó a dejarse mecer por los movimientos del auto.

 

Eran aproximadamente veinte minutos de trayecto, que bien aprovechó para descansar la vista y relajar su cuerpo. Necesitaba toda la serenidad posible para la reunión que venía. Él claramente tenía habilidades para confrontar situaciones, pero el carácter velico de Alex, a la hora de negociar, iba a hacer que aquellos sujetos del contrato terminaran rogando por una prórroga.

 

Podía imaginarlo a detalle, aquello era un triunfo absoluto, muchos más puntos para la exitosa carrera de Alex, y sin embargo… apenas llegaron al corporativo y se dirigieron a la oficina de Ed, la voz exaltada del director hizo que preguntaran a la asistente si podían ingresar.

 

— Sí, claro… los están esperando. 

 

— Gracias. — Alex fue el primero en entrar, el ambiente de oficina, los teléfonos sonando, el brillo en el suelo y las paredes llenas de luces, todo aquello le saturaba en un instante. Después de unos segundos dio pasos sobre los de su jefe y al ingresar notaron el banquete en la mesa de juntas y a los proveedores completamente integrados a la plática con Ed.

 

— Alex bienvenido, has llegado un poco tarde.

 

— Ed, buen día… ¿De qué va todo esto? — Preguntó un poco incómodo, Mathew se mantenía a la distancia expectante de la situación.

 

— Ocurre que nuestros amigos nos han traído este pequeño banquete para celebrar, nuestros productos estarán una semana con retardo, pero no es nada que no nos puedas ayudar a solucionar ¿No? ¿La logística? —

 

— Por supuesto, aunque antes debería de verificar algunas cosas contigo. ¿Me permites?

 

— Sí claro. — Ed y Alex salieron, debió de haber sido aquello una ausencia de aproximadamente diez minutos y al regresar, bastó sólo un gesto por parte de Alex para que se acercara a la puerta, Mathew lo hizo, su jefe parecía completamente furioso y de Ed, no hubo rastro alguno.

 

— Revisa exactamente qué cambios se hicieron sobre el contrato que tienes, voy a adelantarme de vuelta a la oficina. Nos vemos allá más tarde.

 

— Ok.

 

— Gracias.

 

— De nada.  — Notar a Alex en aquel estado era algo inusual en él, Mathew no había necesitado indagar demasiado con él, los proveedores le habían contado todo, diez días antes se había hecho un nuevo contrato, la firma del director comercial estaba respaldando el cambio y de aquello sí que nadie estaba enterado, por eso, por la mañana Alex se había adelantado a informar sobre el vencimiento del plazo, ellos habían aceptado sin dudar la reunión.

 

Era una carta sucia del director comercial para entorpecer el plan de Alex.

Y al parecer Ed no había podido hacer mucho al respecto.

 

 La enorme duda era, para Mathew ¿Por qué, el director comercial, haría aquella tontería? ¿Qué podía ser más importante que aquella inmensa suma de dinero que iban a ganar con la sanción a los proveedores? Tarde o temprano iba a salir todo a flote, lo sabía, sin embargo, aquello era una horrorosa forma de cerrar la semana.

 

 

 

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