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Hombre bajo la lluvia por Doki Amare Pecccavi

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Cap. 20: Saṃsāri

 

Ser bueno o ser malo, no lo sé, yo procuro la mayor parte del tiempo no dañar a nadie, pero me gusta ganar, me gusta ser el mejor en todo lo que hago, me gusta el dinero y las comodidades.

 

Sé que soy talentoso, sé que tengo miles de defectos y me es difícil aceptar que me equivoco o que no tengo la razón. Me pregunto si durante todo el tiempo que estuvimos juntos, habrás notado aquellas debilidades.

 

¿Sabías que había sido lo más difícil de sobrellevar para mí?

 

Mi falta de fe.

 

.*.

 

— Ey no... — Respondió Mathew, apenas un roce de labios había sido suficiente para darse cuenta de que André tenía algunas copas encima. Con el “ego herido” Matt se alejó y terminó por poner su cinturón.

 

— ¿Estás molesto?

 

— Estás manejando ebrio.

 

— Huele peor de como estoy. Te lo aseguro, no te expondría de esa forma. — Mathew rodó la mirada y se hundió en un inmenso silencio, no iba a decir nada, eso André lo sabía, pero lejos de molestarse, le enternecía, la personalidad de su roomie iba a dos polos extremos. André bajó un poco la mirada y pese a toda aquella escena, observó el miembro a medio despertar, entre los pantalones del castaño. — La traes parada.

 

— ¿Y tú? — Cuestionó Mathew sin mirarlo. — André se encogió de hombros. Estiró su mano para tomar la del castaño y la llevó a su entrepierna. Tenía un remolino de sensaciones. La noche les protegía, pero… aún podía escuchar la voz de los vecinos discutiendo en la planta bajo.

 

— ¿Podemos irnos ya? — Mathew aceptó, soltó un suspiro al sentir la dureza de André bajo sus pantalones y mientras uno arrancaba el motor de la camioneta, el otro empezaba con el trabajo de liberar aquel trozo de carne.  Mathew no sabía cómo era posible que se dejara llevar de esa manera, no sabía cómo sucedía aquello, pero siempre le llenaba de seguridad. Sin pensarlo dos veces inclinó su cuerpo hacia aquel pedazo de carne y lo engulló de forma mágica. Hizo que André frenara de golpe. — Ah… sigue.

 

Mathew por supuesto que no iba a parar, por lo menos no mientras esos gemidos salieran de los labios de su compañero de departamento. Como pudo, André estacionó el auto en la parte oscura de la calle, un árbol grande hacía confundir sus siluetas con las sombras.

 

Hizo el asiento para atrás, tomó a Mathew de sus cabellos castaños y dirigió el ritmo. No tenía vergüenza alguna en dejarse llevar por el placer, su mano traviesa se deslizó por la espalda del castaño, hasta tocarle el culo.

 

Al final, no era la primera vez que ocurría aquello.

Y como otras veces, terminaron en cuanto André se corrió, durante el camino no había dejado de tocar a Mathew para evitar que “se le enfriara el cuerpo”.

 

Llegaron, estacionar el auto y de prisa ingresaron al bar; Música fuerte, olor a cigarro y a alcohol, luz neón en morado y los rostros deformados por las sombras de la noche. Lo primero que hicieron fue buscar un baño y era una fortuna que fuese algo de muchas plazas.

 

Eran como dos adolescentes aprendiendo a controlar su deseo sexual.

Entraron ambos al baño y esta vez fue turno de André; quién pasaba de los “wawis”, pero a cambio domaba de una forma brutal a Mathew. Le inclinó de golpe al lavabo, ambos podían mirarse en el reflejo y no rompieron la conexión.

 

Por eso, cuando André estiró el brazo y tomó del despachador de jabón una considerable porción, Mathew abrió los ojos asustados.

 

— ¿Qué mierda crees que haces?  — Sin detenerse, André le bajó los pantalones, vaya par de nalgas que le recibían.

 

— Lubricarte. —

 

— No seas idiota… con el jabón me va a arder. — Pero ¿Cómo era aquello posible? Como un niño admirando el más grande descubrimiento de la humanidad, se dejó guiar; abrió los ojos sorprendidos cuando el castaño llevó sus dedos al lavabo y le hizo enjuagar la mano. — Va a ser la última vez que tengo que hacerlo yo.

 

Bromeó, terminó por lamer sus propios dedos, húmedos y temblorosos empezó a dilatarse, con suaves movimientos que tentaban cada vez más a André.

 

No podía soportarlo más, iba a explotar en ese mismo momento.

Del otro lado de la puerta se escuchaba a una multitud hablar, la música a todo volumen y las copas chocando, pero André existía sólo para contemplar a Mathew, terminó por restregarse al castaño todo lo que le fue posible y cuando no pudo más, sacó la verga húmeda de entre sus pantalones y la rozó por aquel tibio camino que lo guiaba a su ano.

 

— Te ves todo cachondo… — Susurró a Mathew, antes de enterrarse en lo profundo de su ser. Mientras se miraba en el espejo, con la boca entreabierta, pensaba que coger con André era una forma moderna de reiniciar su vida, como un móvil que deja de servir.

 

 Le daba fuerza, le mantenía vivo, le hacía sonrojar las mejillas y gritar tal alto como la mano en su boca se lo permitía. El movimiento de las caderas de ambos y el sonoro golpe de ambos cuerpos al chocar sólo podía ser cortado por un imprudente ebrio que tocara a la puerta exigiendo entrar al baño. Pero igual, no saldrían hasta que estuviesen satisfechos y después de algunas rondas de cerveza, volverían a adueñarse del baño, de la camioneta, de la sala del departamento.

 

No tenían ninguna restricción para estar juntos.

 

.*.

 

Tomé tanta fuerza en aquel tiempo, como me fue posible.

 

¿Quién en su sano juicio lo brindaría todo a manos llenas?

 

André.

 

 

 

 

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«. ·°·~*~' Tenerlo todo '~*~·°·. »
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