Cap. 27: Mala racha.
Estaría apenado de decirle a mi “yo de la infancia” que, en mi vida adulta, alguna vez me he escondí en el baño de la oficina para no enfrentarme a alguien o algo.
Mathew observó a Bob y a Alex a través del cristal, cuando pasaba por el pasillo hacía la oficina que compartía con su compañero. Pasaba muy de largo con el recién acercamiento de ambos, pero tampoco era algo que se pudiera disimular, sobre todo por Bob, que parecía haberse mimetizado con su jefe.
Había pasado de los pantalones caqui y zapatos negros, a llevar una gama mucho más neutra de trajes sastres, se le miraba también más bajo de peso, mucho se lo adjudicaban a su boda próxima, pero salir con Alex a comer, era evasión completa de comida chatarra a la que el rubio estaba tan acostumbrado.
Mathew sonrió por lo que pensaba, él les había pensado agua y aceite, ahora eran completamente una buena mancuerna de trabajo y él, por el contrario, estaba casi fuera de la dinámica del equipo, llegaba todos los días, prendía su laptop y avanzaba su parte en los proyectos para el siguiente año.
Los planes anuales, para Matt, eran el claro ejemplo de la egolatría de un oficinista. Comprometerse a cumplir objetivos cuando se tenía una vida completamente inestable, asegurar un resultado mejor, cuando nadie se comprometía a mejorar.
Enormes castillos de arena que se dedicó a construir durante toda la primera mitad de su jornada. Eran dos de la tarde cuando fue consciente del tiempo. Puso pausa al reproductor y soltó un suspiro para despejar el exceso de concentración que había logrado. Había veintitrés páginas más en el avance de proyectos y eso era un logro significativo, al comparar sus últimos estándares de rendimiento. Por inercia observó de reojo a la oficina del lado, Alex y Bob habían llenado completamente uno de los cristales con porcentajes y formulas, esa era la parte más odiosa, se encogió de hombros para regresar la atención a la pantalla y recargó su espalda en el respaldo. Mirando al frente, directamente al área de recepción, había pocas personas en sus lugares, imaginó que la mayoría había ido a comer, sin embargo…
… en el fondo, a través de las paredes, en uno de los sofás de la entrada, observó a Ángel, completamente solo, con la mirada plantada en él. ¿Desde hacía cuánto tiempo? Por instinto regresó la mirada a Alexander quién no se había dado cuenta de nada.
Uno de los directivos, en esas oficinas era una novedad. Mathew saludó con un ligero movimiento de cabeza y sin saber realmente cómo reaccionar, regresó la vista a sus veinticuatro hojas de avance. Lamió sus labios en señal de completa incomodidad cuando aquel hombre terminó de ponerse de pie y guardó su móvil en la bolsa de su pantalón.
Le había tomado menos de un minuto llegar hasta donde él estaba y fue entonces cuando Alexander por fin notó su presencia, incluso Bob había hecho un gesto de sorpresa al observarle, pero fue mayor aun cuando en vez de acercarse a la oficina de Alex, ingresó a la que compartía con su compañero, Mathew se puso de pie para ofrecerle alguna ayuda de ser necesario pero él impidió que se moviera con un movimiento de su mano “espera”, murmuró apenas ingresó y cerró la puerta de cristal, sin observar a nadie más.
— Buena tarde.
— Buena tarde Mathew. — Era un hombre mayor, era normal que su voz fuese ronca, pero la dureza de su carácter daba un toque demasiado sádico a un aludo insignificante. — ¿En qué estás trabajando?
— En el plan anual. — Respondió, Ángel pareció fruncir el ceño sin entender.
— Pensé que era Alexander quién generaba esa información. ¿Le ayudas con su trabajo?
— Trabajamos juntos, Alexander realiza la planeación, yo y Robert, desarrollamos el contenido. — Explicó, aunque sabía que aquello era algo que aquel hombre ya sabía, lanzó algunas preguntas más a las cuales Mathew respondió con elocuencia, parecía increíble ese grado de elocuencia para una persona tan insegura, en esos momentos. No errar en sus repuestas era como meter un montón de palabras a una esfera de cristal, las frases se iban formando y flotaban en el contorno de la esfera sin rozar la circunferencia del vidrio, sin duda, eso era lo que Mathew sentía cuando hablaba con él.
— Pues como sea, yo no los veo trabajando juntos. — Golpe bajo. — Vaya que eran cierto los rumores... como sea, sólo vengo a recordarte que tienes una propuesta abierta conmigo. Te quiero en mi equipo de trabajo. —
Sentenció, Mathew guardó silencio y en algún momento de aquel incomodo momento, Alexander abrió la oficina. Por fin un poco de oxígeno, intercambiaron un par de palabras, no fue consciente ni siquiera de el motivo de la visita de Ángel, a pesar de que seguramente habían hablado de ello, observó a ambos partir hacia el elevador y perderse cuando las puertas se cerraron.
Había sido casi una llamada de Auxilio cuando viró la mirada hacia Robert, en la oficina de al lado, pero su compañero no había perdido el tiempo para nada, había apenas Alexander se había marchado y sin decir nada, también había abandonado la oficina.
“La propuesta”
¿Cómo había olvidado todo eso? ¿En qué había estado pensando cuando permitió aquello? Se dejó caer en su lugar y enterró la cabeza en el escritorio completamente apenado al recordar que… le había parado las nalgas a ese viejo estúpido meses atrás.
¿Y ahora se creía con algún tipo de derecho o poder sobre él? “Pero yo no los veo trabajando juntos”
No iba a abandonar ese lugar por trabajar por un sádico desquiciado como ese sujeto. Preferiría mil veces renunciar… pero ¿Podía?
.*.
— ¿Quieres saber qué ha dicho Mathew? — Preguntó Ángel, Alexander y él bajaban en el elevador, hacia la planta baja, algunos inversionistas estaban interesados en escuchar las propuestas de Alex, Ed estaba indispuesto así que Ángel se había ofrecido a estar en la reunión. Algo bastante extraño y se sabía el motivo.
— No, realmente. — Alexander fue claro, no necesitaba levantar la voz como Ángel, para que siguieran sus instrucciones, era joven, un perfil exitoso, estaba en esa empresa porque le satisfacía, arrogante con sus logros y cauteloso cuando se requería. — Mi prioridad en este momento son los inversionistas Ángel, nada más.
Alexander era todo lo que Ángel detestaba y preparaba juegos sucios para hacerlo caer, un completo autoritario visceral, con mucho poder.
— Perfecto, entonces… que sea así.
.*.
Mathew estuvo solo el resto de la tarde en la oficina, salió apenas el reloj lo permitió y regresó a su departamento. Estaba completamente solo, André era el encargado de la cena de aquella noche e imaginaba que llegaría tarde por pasar a comprar algo.
Había una sensación extraña, lo había sentido durante el resto de la tarde y al regresar al departamento la presión en su pecho no había disminuido. ¿Podía contar ese tipo de cosas a André?
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